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 Tus escritos: La 'humanidad' en el OD.- Norske Fjorder

010. Testimonios
fjorder :

Querida Bithias, y todos.

 

He tomado algunas frases tuyas (de tu escrito: «In Memoriam», 03/10/07) como punto de partida para dar un testimonio personal.

 

 

«¡22 años! Toda la vida por delante. Luego me dice el director que no es cosa mía lo que le suceda a quienes duermen en el mismo cuarto, a mis ¿hermanos?»

 

Lo que más me duele, de lo que más me arrepiento, por lo que me siento más ruin en la vida, es que aquella numeraria de 22 años dormía en mi misma habitación, un cuarto con tres literas, en el segundo piso de mi litera. Yo estaba tan embebida en el espíritu de la Obra, tan sumergida en aquel modo de pensar y de actuar, tan convencida de que no se puede hacer nada que los directores no vean bien, que ni siquiera intenté nunca hablar con ella, incluso cuando estaba claro que lo estaba pasando mal. Sabía que ella tampoco me habría dicho nada, y que lo único que me ganaría intentándolo sería una buena “corrección fraterna”, pero no era eso lo que me frenaba. Pensándolo fríamente, y a distancia de años, lo que me frenaba era que, simplemente, no se me pasó por la cabeza hacerlo, hablar con ella. Dar la espalda a todo lo que no se ajuste al “espíritu”, al modo de actuar de la Obra, comportarme como los directores –como “mensajeros de la voluntad del padre, y a través de él, de Dios”- se esperaban de mí, aunque yo no lo entendiera... eso era lo único que importaba: prohibido querer, prohibido “apegarse” a las personas, prohibido “sentir” más por unos que por otros, prohibido “entrometerse”, prohibido, prohibido, prohibido.

 

 

«Se les deja de tratar completamente, anulando su dignidad humana al negarles la palabra»

 

Para comentar la intervención de Bithias, os contaré una experiencia personal:

 

Cuando me fui, había dejado de comer y había adelgazado mucho en poco tiempo. Ante esto lo único que se le ocurrió a la directora fue llamarme un día y decirme que me pensara bien lo que estaba haciendo, si no quería terminar como otra chica del centro (numeraria), con la que estaba claro que no volvería a hablar... Estaba claro que se había ido. Solo así lo supe. Ese era el único modo eficaz de saber si una se había ido, que me dijeran que no volvería a verla ni a hablar con ella.

 

Poco después me llevaron a un psicólogo, pero claro, fue totalmente inútil. Primero, porque el psicólogo era un supernumerario, el padre de una de las numerarias de mi centro. Y segundo, porque cuando entré en la consulta me quedé de piedra cuando vi que la numeraria que me había acompañado, que era con la que hacía la charla, entró conmigo.

El psicólogo me preguntó sólo dos cosas: si seguía teniendo la regla y si tenía problemas de vocación. A lo primero le dije que sí y a lo segundo que no. Está claro que las dos cosas eran mentira. Pero ¿qué tenían aquellos dos en la cabeza... serrín... o muy mala voluntad? ¿De verdad puede creerse alguien que querían ayudarme en serio?

 

De la primera pregunta (si seguía teniendo la regla):

¿Hay algún médico que se crea lo que le dice una anoréxica sin rechistar, sin proponer ningún tipo de prueba o análisis, sin comprobar nada?

Pero eso no es lo más importante, sobre todo porque mi “anorexia” no era más que una farsa... el único modo que se me ocurrió para que empezaran a dejarme en paz, el único modo de convencerlos de que estarían mejor sin mí, porque los enfermos no les interesan.

 

De la segunda pregunta (si tenía problemas de vocación):

Cae por su propio peso. Es uno de tantos ejemplos evidentes del modo en que te obligan a no decir jamás la verdad. ¿Con qué libertad podía decir que sí, ante un supernumerario (digamos... “ligeramente” de parte)? ¡Y delante de la numeraria de la charla! Fuera del OD, nunca he vuelto a saber de nadie que tuviera que hablar con un psicólogo mientras otros, los causantes de su malestar, los están vigilando. ¿Dónde está el secreto profesional? ¿Dónde estaba mi libertad? ¿Dónde estaba aquella voluntad de ayudarme, de curarme? ¿O llevarme a un médico no era más que un montaje para calmar sus conciencias?

 

 

«Si no te ha tocado vivirlo, te cuento que a estos hermanos, porque es más hermano mío uno por ser hijo de Dios que por ser de la Obra, se les deja de tratar completamente, anulando su dignidad humana al negarles la palabra»

 

Cuando me fui, me llevaron a un piso de estudiantes con otras dos chicas (la dueña era una agregada, con la que hablaba sólo cuando tenía que pagarle). Me tiré un mes entero dentro de mi habitación, no iba a la facultad ni salía absolutamente para nada. A pesar de que mi anorexia empezó como una farsa... a aquellas alturas se había convertido en un problema real. Así que tampoco salía para comer. Durante un mes estuve allí dentro, en un cuarto con una cama, un armario, una mesa y una silla, y una pequeña ventana que daba a un patio interior que apestaba a los humos y los vapores de la cocina del restaurante chino del primer piso. Las otras dos chicas ni siquiera sabían que había llegado alguna nueva. Aquella puerta había estado siempre cerrada con llave, y así seguía. La primera noche, cuando ya estaban dormidas, salí para comprar en una gasolinera todas las botellas de agua que pude y me volví a encerrar. Volví a salir todas las noches, para ir al cuarto de baño... los últimos días ni siquiera para eso (ya se pueden imaginar para qué me sirvieron las botellas vacías. Perdón por la crudeza, pero así fue).

 

El caso es que, un día, cuando las otras dos se habían ido a clase y estaba sola en el piso... cuando ya no podía más, cuando me quedó claro que tenía que tomar una última decisión, para bien o para mal, decidí salir y llamar a la numeraria de la charla. Necesitaba hablar con ella con todas mis fuerzas, con las pocas que me quedaban, antes de tomar una decisión. Si me había equivocado, y había sido todo culpa mía, tenía que volver. Tenía que arrepentirme. Estaba segura de que se alegrarían de que volviese aquella oveja perdida... si no me aceptaban como numeraria, por lo menos lo harían a un nivel cristiano o al menos humano. Salí de la habitación. Metí las monedas en la cabina del pasillo. Marqué el teléfono del centro. Me contestó ella. Le dije su nombre. Ella preguntó el mío. Le dije que sí, que era yo. Y me dijo: «Yo con una loca no hablo». Y me colgó.

 

Me quedé helada. Tan helada que ni siquiera me eché a llorar.

Y aquello (lo quisiera ella o no) fue mi salvación.

Me di cuenta de la crueldad absoluta de aquella mujer, en la que tanto había confiado durante tanto tiempo. Me di cuenta de muchísimas cosas. Muchísimas.

Y así me salvé. Lo vi todo claro.

Me fui al salón, cogí la primera cinta que encontré, una de Madonna, la puse a todo volumen... y me puse a bailar. Estuve horas así, con una fuerza y unas ganas de vivir que aún me sorprenden cuando me acuerdo (sobre todo porque yo odio bailar!)

Aquel fue el principio de una nueva vida... que continúa intacta hasta hoy. Sin verdades a medias, sin manipulaciones, sin dobles sentidos. Sin rendir cuentas a nadie. Y con una base humana que descubrí sólo después de que me ellas me la negaran completamente durante tantos años.

Norske Fjorder

PD: para los curiosos... el nick significa "fiordos noruegos"... en noruego. Lo he elegido por la sensación de soledad que me provocan... al tiempo que una profunda tranquilidad y paz interior.




Publicado el Monday, 08 October 2007



 
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