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 Correos: Sobre la página tercera de ABC el 6 de octubre.- Supo

040. Después de marcharse
supo :

Estimados todos:

Después de un día de 10 horas de trabajo, cené algo sencillo. En la tele no emitían nada interesante para mi gusto; mi esposa se acostó, cansada de bregar con los niños; y les dije a los niños que vieran la película infantil de una cadena televisiva. Momento de calma perfecto para leer el periódico. Calentito en mi cama, con una lamparita que proyectaba su fino haz de luz, abrí el ABC (para los no españoles: periódico monárquico de la derecha española, liberal en lo económico, machista en su sección de famosos). Suelo alternar mis lecturas diarias, y llevaba varios días leyendo Público, un nuevo dirario español de carácter izquierdoso. Abrí el ABC y leí el título de su famosa "tercera". Hablaba del amor. Miré la firma y vi Javier Echeverria, Prelado del Opus Dei. En ese momento me asaltó la duda: leo o no leo. La verdad es que nunca había leído nada de este señor, porque cuando dejé de ser numerario, vivía Alvaro del Portillo. Me dije que por una tercera de ABC no pasaría nada. El texto está bien escrito y, aunque alguno se enfade, podría decir que estaba de acuerdo en el fondo de lo que se dice: la santidad en medio del mundo, incluso la organización de actividades de promoción humana para los más desfavorecidos. Lógicamente el texto tiene otros inconvenientes y, aunque alguno se enfade, los escribiré.

En primer lugar, parece que en la historia de la Humanidad no hay más santo que San Josemaria. Gracias a Dios, hay más, los ha habido y los habrá. Parece lógico que una orden religiosa cite a sus santos, pero por lo que conozco de capuchinos, mercedarios, jesuitas, teresianas, carmelitas, citan a otros santos en su predicación. Los santos son de todos y no hay que imponerlos.

En segundo lugar, me pareció encontrar una línea de trabajo que me sorprendió: más actividades sociales con los desfavorecidos. Cuando yo era numerario, lo único que hacíamos era la visita de pobres y enfermos. Alguno de los numerarios que lean esto  pensarán, pero si hay centros sociales para personas con menos recursos, como Tajamar. En fin, siempre hay un botón de muestra, que sirve de excusa. La realidad es bien distinta y debe ser analizada no en términos absolutos, sino relativos: cuántos recursos se destinan a las familias bien y cuantos a los menos favorecidos. Por qué un chico -que yo llevé al centro- le hicieron pitar de agregado cuando era un buen estudiante, pero su familia tenía peor posición social. Si las cosas han cambiado, me alegro; si las dos labores citadas en el texto de carácter más social sigue siendo dos gotas en un océano, pues será más de lo mismo.

Recuerdo que en cierta ocasión alguien nos habló de que en la Clínica Universitaria una persona había dicho que no tenía dinero para que le atendieran, pero la Clínica hizo el esfuerzo de sufragarle el tratamiento. También recuerdo a una viuda, cuya hija estaba ingresada, las enfermeras le paralizaron la atención porque debía 3.000 euros. La señora tuvo que acudir a gerencia. Es una actitud humillante puesto que la viuda sólo estaba a la espera de cobrar del seguro suyo para poder pagar a la Clínica. Supongo que habrá más casos como el da la viuda que el de la persona sin recursos a la que se pagó el tratamiento.

En fin, volvamos al texto del Prelado, después de leerlo me quedé pensando en que la teoría es muy bonita, pero que vivir la caridad no es predicar, sino dar trigo. ¿Se vivió la caridad con Petit? ¿Se vivió con mucha gente cuando se fue?

Estas son las tres reflexiones que me ha motivado la lectura de este texto. Supongo que otros expertos podrán sacarle más miga. Ya digo que yo estaba cansado y eran las 11 de la noche.

Un abrazo a todos.

Supo




Publicado el Monday, 08 October 2007



 
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