Daniel_M :
Alejarse de una iglesia no es alejarse de Dios. Afirmación de emevé que creo choca radicalmente con las enseñanzas de Jesucristo. Pues cuando Él se reveló a Saulo, se identificó con su Iglesia. “¿Y quién eres tú? - Yo soy Jesús, a quien tú persigues”. Y Saulo perseguía a los cristianos.
En esta Web colaboran casi en su totalidad ex-miembros de la prelatura del Opus Dei. También es un hecho que en el Opus Dei sólo pueden ser miembros los bautizados de la Iglesia Católica. Es decir, no pueden formar parte de esta prelatura personal ni ortodoxos, ni anglicanos, ni protestantes ni miembros de otras religiones. Por tanto, al hablar de apostasía, en el espacio limitado de esta Web y de sus participantes, es evidente que sólo se habla de agnosticismo o ateísmo a partir de la premisa básica de haber sido previamente católico y miembro del Opus Dei. No se mencionó la posibilidad de recaer en otra religión, la judía, o alguna protestante. Pero esto último tampoco se incluía en los términos del debate...
En consecuencia, no tiene sentido decir “hay más opciones”. Y sobra la explicación posterior de “falacia del razonamiento” o del “falso dilema por olvido de alternativas”. Simplemente, no ha lugar por no ceñirse al objeto del debate en los límites de los que se partió: ex-miembros del Opus Dei que se consideran ateos, apóstatas, agnósticos.
En esta misma línea de centrar el debate tampoco se puede mencionar la apostasía de religiosos (los miembros del Opus Dei no efectúan votos desde el año 1982), de clérigos es casi difícil de mencionar (pues quizá sean muy pocos casos de ex-clérigos del Opus Dei que hubiesen apostatado). En cuanto al primer significado de apostasía, si se puede hablar. Y de hecho en esta página Web se hace. En otra carta, expongo por que creo conveniente que haya testimonios de ex-miembros que sigan viviendo su Fe: al Opus Dei le conviene que escriban ex-católicos, apostatas, etc. Para esta prelatura personal es como si se cumpliera lo que afirmaba San Juan Evangelista: “salieron de nosotros, pero no eran de los nuestros”. Para compensar esto, es por lo que escribí mi anterior carta. Me pareció necesaria. Esta la escribo sólo como réplica a una opinión determinada, pero también incide en lo mismo.
Disiento de la afirmación de emevé “dejar de creer en Cristo, no significa dejar de creer en Dios”. Basta leer los Evangelios para notar la constante identificación de Jesús con Dios. Por eso mismo, muere crucificado. Esta identificación sigue siendo visible para los judíos actuales. Animo a la lectura del libro “Jesús de Nazaret” de Benedicto XVI. Desde la página 133, Benedicto XVI reflexiona a partir de un libro del rabino judío Jacob Neusner: “A Rabbi talks with Jesús” (Un rabino habla con Jesús).
Neusner detecta claramente que Jesús pretende que crean en Él como verdadero Dios. Y es la percepción de esta verdad, la que el rabino Neusner no puede aceptar, por lo que se aparta de la persona de Jesús (a quien respeta) y se mantiene en la creencia del pueblo de Israel. El análisis del libro de Neusner ocupa varias páginas del libro del Papa y es una prueba actual de que Jesús claramente se presenta como verdadero Dios a todos.
Dejar de creer en Él, es por tanto, dejar de creer en Dios. Mi afirmación se limita naturalmente a las personas que fueron católicas –no hablo de quienes no lo fueron nunca, por ser sus circunstancias ajenas a este debate.
El “tener una religión implica creer en Dios”. Maticemos, implica creer en un ser superior. Pero no implica poseer la verdadera Fe –o la Fe completa de la verdadera religión. Las religiones son múltiples, distintas unas de otras (a pesar de similitudes). No es lo mismo creer en Jesucristo como Dios dentro de la Iglesia que Él fundo, que creer de forma limitada en Él en otra iglesia o fuera de una iglesia, o no creer en absoluto en Él. Tampoco es lo mismo dejar de ser católico y pasar a creer limitadamente en Él (o no creer) que el caso de quienes creen en Él parcialmente (por conocimiento limitado de la Fe) o nunca llegaron a conocerle. Son situaciones de partida distintas.
Para creer en Cristo como católico, hay que creer en todas y cada una de sus frases, de sus preceptos. Hay que creer en la autoridad que dio a la Iglesia que fundó. Si rechazamos uno sólo de sus preceptos, sus palabras o decisiones, le estamos negando, y nos apartamos de Él.
Con Jesucristo no se puede inventar religiones personales a la carta: las personales adaptaciones que cada uno nos podamos diseñar. Podríamos creernos creyentes en Jesús y realmente no serlo para Él. El problema que se plantea es que Jesús claramente dice que quien no crea en Él -en todas sus palabras sin excluir ninguna-, en su Iglesia, no se salva. Es decir, su mensaje es de salvación, y quien no lo acoge en su integridad, no se salva. Me refiero al campo de los católicos exclusivamente.
Cito a Benedicto XVI en el libro mencionado (Pág. 121): “el pensamiento contemporáneo tiende a sostener que cada uno debe vivir su religión, o quizás también el ateísmo en que se encuentra. De ese modo alcanzará la salvación. Semejante opinión presupone una imagen de Dios muy extraña y una extraña idea sobre el hombre y el modo correcto de ser hombre. Intentemos explicarlo mediante un par de preguntas prácticas. ¿Se salvará alguien y será reconocido por Dios como un hombre recto, porque… ha convertido sus opiniones y deseos en norma de su conciencia y se ha erigido a sí mismo en el criterio a seguir? No, Dios pide lo contrario…”
Para apartarse de Dios también basta el incumplimiento grave de cualquiera de sus mandamientos, no quiero centrarme sólo en el sexto como cree emevé. Sea por cual sea, siempre es por dejar de “Amar a Dios sobre todos las cosas y al prójimo como a uno mismo”. ¿Cual es el más frecuente en ser incumplido? Lo que veo a mi alrededor es el sexto, pero también abunda el tercero… no conozco estadísticas. Es mera observación que no refiero nunca a nadie en concreto.
Lógicamente no puede haber acuerdo entre quien es católico, ha aceptado a Jesucristo y su Iglesia, y quien dejó de serlo por diversas razones. Para uno, las palabras de Jesús son “espíritu y vida”, para otro, sus palabras son discutibles y adaptables según su personal entender.
En el resto de la carta de emevé, nos narra su situación personal. A lo que yo no voy a entrar siquiera a comentar, porque es su vida privada. Sólo sé que de cualquier situación personal, siempre se puede volver a Dios. Pero no se puede volver a Él imponiendole que se ajuste a mis deseos y opiniones y a mi estilo de vida. No, más bien, uno tendrá que ser humilde y aceptar que la Verdad está en Jesús y sus palabras, y que las depositó en una Iglesia, en la que tiene que creer y acatar (a pesar de los pesares). Si no se quiere aceptar esto, no se puede volver a Jesús.
Sobre teólogos que dicen que hay errores en lo que la Iglesia realiza. Tiene razón, si que los hay. Pero diferenciemos las críticas canonísticas y organizativas eclesiales de las relativas a la Fe y Moral. La última palabra en Fe y Moral la tiene siempre el Vicario de Cristo, la Roca, Pedro y quienes son sus sucesores. Y para corregir a teólogos desviados, que se consideran católicos y quizás no lo sean ya de pensamiento, está la congregación de la doctrina de la Fe.
Alejarse de la Iglesia, es alejarse del “camino, verdad y vida” es perderse, engañarse y morir (espiritualmente). Por supuesto, lo digo como católico. Entiendo que quien no crea en Jesucristo, o no quiera creer en su Iglesia, no comparta mi opinión. Habrá que ver cual de esas dos opiniones tan distintas, es la correcta. Quizá el tiempo y la muerte nos lo digan.
Saludos, Daniel_M.
Nota: para aclaración sobre los sofismas, adjunto un artículo aclarativo [en formato PDF, 165Kb]sobre su naturaleza.
Publicado el Monday, 24 September 2007
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