Daniel M. :
Hola a todos,
Leo que hablaís algunos de apostasía, palabra realmente fuerte. No significa que en el día a día de una persona ésta no haga nada que tenga alguna referencia a Dios. Ni tampoco que en toda conversación niegue a Dios o manifieste expresamente su ateísmo. En esta Web algunas personas se han manifestado ateas, y otras agnósticas. Pero esto no implica que sean apostatas. Quizás estas personas se encuentren más bien en la situación de que desde la mañana a la noche, tanto en el trabajo, en las conversaciones, actos de toda índole… nunca dan nada, ni siquiera una migaja de segundos para dirigirse a Dios agradeciéndole al menos la existencia...
Este tipo de vida es lo más opuesto a lo que el Opus Dei intenta alcanzar con su sistema normativizado. Buscan la unión con Dios a lo largo del día a través de la oración, el trabajo, las relaciones personales, familiares. La utopía inalcanzable de que cada acto, pensamiento, deseo, pueda ser realizado en unión de amistad con Él. Un ideal muy alto ¿verdad?
Pero este objetivo, no está patentado ni registrado por el Opus Dei. Es lo que la Iglesia Católica predica y alienta a realizar desde hace dos mil años (también el Antiguo Israel tendía a lo mismo, una vida orientada al servicio del único Dios). “Esta es la voluntad de Dios, vuestra santificación”, decía San Pablo. El hombre orientaba toda su vida a Dios, y Él le daba su gracia, le santificaba. Suben la oración y las buenas obras y baja la gracia, la vida sobrenatural del alma.
Lo del Opus Dei es sólo la “regla de vida” que un hombre, San José María Escrivá Albás, diseñó para alcanzar ese objetivo. Otro día se podría contar como se diseñó la regla e institución copiando todo lo que encontró y le gustó de las instituciones espirituales del pasado y del momento de la Iglesia que él vivió. Y como lo hizo al igual que cuando escogía diseños arquitectónicos para Villa Tevere, a partir de lo que contemplaba en otros edificios. Actuaba de manera semejante en su fundación que en la construcción de aquel edificio. Aprovechaba lo que le parecía bueno de otras instituciones y lo insertó en la que él diseñó.
El Opus Dei tiene una forma reglamentada, esquematizada, de alcanzar esa santidad. Influencia de la copia de ciertos métodos o sistemas de ordenes religiosas. La forma del Opus Dei, muy legalista, es reglamentaria al estilo de vida consagrado, y no es verdaderamente laical. Aunque digan ser laicos por la trampa jurídica de que lo que antes requería votos, hoy sólo requiera promesas. Y como no hay votos, sino promesas, pues no son “consagrados” sino “laicos”. “Por sus frutos los conoceréis”, si viven y exigen vivir como consagrados, son por tanto consagrados, y que se dejen de tecnicismos jurídicos que disfrazan su verdadera naturaleza espiritual.
Como reacción al sistema agobiador de normas, costumbres, plan de vida, apostolado, etc. en el ex-miembro se puede producir una fuerte reacción contraria al tipo de vida que le mandaban hacer. La reacción es profunda a nivel psicológico. Hablábamos de ateismo. En mi opinión aquellos ex-miembros que se dicen ahora ateos, agnósticos, se han dejado llevar de una reacción psicológica muy natural, situarse muy en contra de aquello que había sido lo que amaban profundamente y creían su camino, y que luego se les mostró como un error, o un mal, o una mentira incluso.
Para mí, esta reacción psicológica es como una tentación. O un período de prueba. Esa crisis psicológica concreta hace tambalearse el edificio que uno se había construido. El edificio de la fe, que se quiebra y puede derrumbarse. Esa crisis puede impulsar a incumplir cierto/s mandamiento/s -el sexto parece más frecuente en la actualidad-; se permanece luego en esa situación y un día se llega a cuestionar la fe o a negarla. A veces no sólo es la caída, sino la situación de permanecer caído, cuando es fácil levantarse por medio de la confesión.
No conozco estadísticas sobre los ex-miembros. Spiderman hizo una clasificación el miércoles pasado. Yo hice una similar hace tiempo, de forma superficial. Conozco casos de cada clase. Mi caso es del que sigue siendo creyente. Y no añado “practicante”. Si no practicara es que no sería realmente creyente. Lo era antes de conocer el Opus Dei, esta institución sólo fue un largo error en mi vida, y sigo siéndolo después de salir.
Sólo puedo decir que el ateismo y el agnosticismo son un inmenso error. Ambos son un error como forma de interpretación de la realidad del hombre, de lo que es su vida, y de lo que será de él cuando muera. No es verdad que no exista Dios y tampoco es verdad que no se pueda uno comunicar con Él.
¿Por qué puedo afirmar esto? Por experiencia personal. Yo soy un converso procedente del agnosticismo –por abandono de la práctica religiosa. Hace ya bastantes años que me convertí. Fue unos pocos años antes, pero suficientes, de conocer al Opus Dei. Debo decir realmente, que quien me convirtió fue Él, pues recuerdo perfectamente cuando y qué hacía, y como actuó en mi mente. Supongo que alguno habrá leído la experiencia de Jean Guitton, que de ser ateo tras entrar en una iglesia, salió a los cinco minutos católico. O la del recientemente fallecido Cardenal Lustiger, que era judío y le pasó lo mismo al entrar en otra iglesia. Hace poco murió a los 90 años, Jane Wyman, que tras cuatro divorcios, cuatro maridos, y tres hijos con Ronald Reagan se convirtió en la década de los sesenta al catolicismo.
Son muchas las personas –más o menos conocidas- que del agnosticismo o del ateísmo, se convierten al catolicismo. En todas hay un actuar de Dios, todas esas personas tienen experiencia de ese "acto" y presencia. Para mí, sus casos, como lo fue el mío son una prueba de su existencia y de la posibilidad de relacionarse con Él.
No soy ningún santo, y además fallo bastante. No dejo de ser pecador. Pero soy consciente de serlo, no como los que se escudan en el ateísmo o en el agnosticismo para no reconocerlo. Es una diferencia sustancial de actitudes. Yo tuve suerte, no me convertí cuando conocí el Opus, fue antes de que siquiera lo conociera y eso me ha ayudado a seguir siendo católico después de salir del Opus Dei. El Opus Dei sólo fue una desafortunada experiencia en mi vida, que trastocó el desarrollo de mi vocación personal –pero no lo pudo eliminar.
Como testimonio personal, yo he experimentado que Dios realmente existe. Sé que es mi testimonio y que otros pueden rechazarlo con cualquier argumento. Que nunca podrán tener validez alguna para mí. Pues frente a sus palabras, estan los hechos que yo -y otros conversos como yo- hemos experimentado. Eso nadie puede quitarnos, ni el paso desafortunado por una polémica organización católica. Por lo que no dejaré de decir lo que sé por experiencia, que es un error intelectual profundo negar a Dios (ateísmo) y negar la posibilidad de trato con Dios (agnosticismo). Y eso, con todos mis defectos, que algunos me han indicado últimamente (de mejor o peor manera, dicho sea de paso).
Saludos, Daniel_M
Nota para el Sr. Moncada: Disculpe la corrección que tengo que hacer, pero Teresa de Calcuta no perdió nunca la fe, ni la gracia sobrenatural. Actuó siempre –en pensamientos, palabras y obras- en unión con Dios. Lo que le llevaba a esa unión era su Fe en Él. En el libro del postulador de su causa de beatificación, se recogen unas cartas en las que se da a conocer que experimentó durante muchos años el silencio de Dios, la ausencia de respuesta sensible –para los sentidos internos- de su presencia o comunicación. Esto no excluye para nada que Él dejase de operar internamente en el alma de Teresa.
Básicamente yo considero que fue una larga noche del alma, que yo llamo a las temporadas de silencio en las que Dios parece que no se comunica espiritualmente con el alma. En que uno está a solas, a oscuras, que no se le nota ni siquiera al recibir la Eucaristía. Este silencio hay que distinguirlo del otro silencio divino respecto a quienes obstinadamente no hacen su voluntad. Dios no “habla” –incluso parece desaparecer en todos los sentidos, no se le encuentra ni en su Evangelio, ni en la Creación, ni en la Iglesia- a quienes no quieren amarlo, ni cumplir sus mandamientos, a quienes no son humildes, pues no le obedecen. El día del alma por lo opuesto, es para mí el tiempo –incluso si son breves momentos- en que recibimos de Dios, luz, comunicación interna de forma consciente. Siento si no puedo precisar con mejores palabras lo que son experiencias internas, pero reales, y lo digo como racionalista que también soy.
Daniel M.
Publicado el Friday, 14 September 2007
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