Hola!!

Hace un año que conocí esta página y desde entonces la visito de vez en cuando. El hecho de conocer la Obra desde hace tiempo provoca que me crea casi todas las historias que leo,  incluso las más surrealistas. Estudié en un colegio del opus y fui al club de vez en cuando. Algunos cursos fui regularmente y creo que llegué a ser de San Rafael durante un mes, pero me lo tomaba bastante a risa y si me salía un plan mejor a una charla o una meditación lo dejaba sin pensarlo. Afortunadamente, mis amigas hacían lo mismo, y alguna había con suficiente carácter como para montar un pollo si alguien pretendía obligarnos. Al final, y con cierta lógica, nos invitaron a dejar de ir a círculos hasta que nos centráramos un poco... teníamos mucho pavo. Cuando se nos pasó el pavo, todas (por separado) decidimos hacer lo mismo: aprovechar la formación religiosa pero sin comprometernos a nada.

Sin embargo, una de mis hermanas, que curiosamente siempre había estado más al margen, siguió metiéndose hasta que después de un verano de jornadas mundiales de juventud, pitó. Nos quedamos todos de piedra, pues nadie lo imaginaba. Sus amigos no daban crédito, ya que era la más fiestera de todos. En casa no lo tomamos bien, porque nadie es simpatizante del opus (y cada vez menos). (A todo esto: nos metieron en esos colegios para controlarnos mejor, ya que eran pequeños y las compañías eran mejores que las que teníamos en otros colegios en los que habíamos estado. Y nunca fuimos al club por deseo de nuestros padres, sino que íbamos para estar con nuestras amigas que iban).

Desde entonces, mi hermana fue cambiando su actitud en casa. De niña buena pasó a venir a casa sólo para dormir y comer. Eligió una carrera que no le pegaba nada y cambió a otra que le pegaba menos aún. Se marchó de casa a los dos años de pitar (ya era mayor de edad cuando pitó) y cada vez vino menos por casa. Además, su salud fue empeorando: de ser deportista pasó a engordar 7 kilos, su cara, cada vez más pálida, se ha llenado de arrugas prematuras a los 23  años... Además, ya no viene a celebraciones familiares y apenas ve al resto de la familia (en mi familia tenemos mucho contacto entre primos, tíos... algunos parecemos hermanos) y cuando viene está poco tiempo y con una actitud que los demás consideran "falsa". Ya no se cuenta con ella casi nunca pero la seguimos llamando cada dos o tres días porque nos da mucha pena. A casa viene de vez en cuando, cada 15 días, y siempre pide favores (pocas ha pedido dinero y la respuesta siempre es la misma:no. Mis padres sólo le pagan la carrera, ni centro ni comida ni paga...). Además, viene con actitud de marquesa, criticando que algo esté sucio o parezca muy viejo.

El motivo de esta larga carta es que quiero que alguien me diga qué puedo hacer para sacarla de ahí. Es una persona triste que cuenta anécdotas aburridas que pasan en su centro como si fuera lo más divertido del mundo, pero luego se hincha a reír de verdad cuando mis hermanos cuentan sus cosas. Además, sigue sin acabar la carrera (y sin embargo, es la más inteligente de todos -motivo por el que la ficharían, además del apellido rimbombante que tenemos, pero ninguno les ha dado frutos esperados). Esto úlimo le deprime un poco, y por eso ha tenido momentos de debilidad: cuando yo (siendo menor) acabé la carrera, cuando he ido obteniendo trabajos o cada vez que suspende.

Intento aprovechar esos momentos de debilidad para hacerla ver que yo sí vivo, que tengo inquietudes y viajo mientras que ella sólo se dedica a cuidar de niñas y a trabajar no sé muy bien en qué del centro. Sin embargo, no somos muy expresivos en mi familia, así que nadie dice nada, ni ella ni nosostros, y el tiempo sigue pasando. Tiene 26 años y veo que está desperdiciando su vida cada día. Ya no es alegre, graciosa y divertida, sino aburrida. Su inteligencia la debe usar en pro del ctr, olvidándose de su carrera y sus antiguos sueños.

¿QUÉ PUEDO HACER?

Otra