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VadoVia :

Terremoto en Perú.

 

A Emeve le cuento que desde mi país se ha acopiado mucha ayuda humanitaria para Perú y se han enviado varias toneladas de alimentación y ropa de vestir y colchones y frazadas y medicamentos. Mucha solidaridad con los hermanos peruanos, especialmente los que más sufren y han sufrido las perdidas de sus seres queridos.

 

Más sentimientos y más gozos de la vida.

 

Frente a tanto el dolor en el Perú, tengo un poco de pudor a hablar de gozo pero Carocha me dice que le ha gustado mi escrito ¡Viva la diferencia y un poco de sano hedonismo! , le aporto un par de ideas que viví el fin de semana. Viví más pero éstas: pasaba por una plaza que conozco desde niño y me fijé en un árbol que he visto desde que nací. Miré para todos lados verificando que estaba sólo (era temprano un sábado) y con las seguridades del caso, me abalancé sobre el árbol y lo abracé (mis dedos no alcanzaban a juntarse) y le dije gracias al árbol y gracias a Dios por haberlo creado. En ese árbol nos subíamos con amigos de niño, ¿cómo no le iba a dar un buen abrazo? Ahí va la primera, ahora la segunda: poco después entré en una parroquia y estaba sólo. Me acerqué al sagrario (era como un templete circular), y también lo abracé y apoyé mi cabeza sobre el baldaquín por unos momentos (estaba frío el metal) pero pude abrazar a Dios y sentí su abrazo y  su amor.

 

 

Indiferencia con los que se van.

 

Quería contar a propósito del tema de la indiferencia con los que se van (los condenados) algo que me ocurrió hace pocos días. Me encontré con quién llevaba mi charla y quién me acompañó en mi salida del Opus Dei. De hecho fue con el último con quién hablé antes de partir. Caminamos unas calles juntos y entonces le dije: oye en realidad me alegro de encontrarte después de tantos años –el también salió de numerario unos años después- porque te debo decir que me dolió que cuando yo me salí –hacen muchos más años todavía- nunca me llamaste ni te interesaste a pesar de que uno sale bastante complicado……, etc. Su respuesta fue sencilla, humilde y clara: “no me acordaba que conmigo hayas hablado cuando te saliste. Perdón.” Más lo perdono ahora como entonces porque con su respuesta pude confirmar que en el Opus Dei se te programa para eliminar todo sentimiento y afecto. Yo había sido otro elemento que el organismo del Opus Dei había expulsado de su cuerpo, nada más, ni nada menos: tal como dice el (Vademecum Consejo Local, 19- III-1987, pág. 48) “Como todo cuerpo sano, se resiste a asimilar lo que no le conviene, y expulsa inmediatamente lo que no asimila. Y no sufre por eso: se robustece» (Vademecum Consejo Local, 19- III-1987, pág. 48) y mi amigo tal vez ni siquiera haya leído eso, porque la indiferencia surge del carácter que el Opus Dei imprime: lo institucional sobre el amor. Después le pregunté por otro numerario, digamos JP, con el que también tuve que abrir el alma en mis inicios, ya que me lo había encontrado hace un par de años. Le conté que le había saludado pero había notado que no me reconocía. Ahí me pidió que precisara la fecha, lo que hice más o menos. Me dijo: no te reconoció porque fue una época que estuvo muy mal, lleno de pastillas y ni siquiera sabía cómo se llamaba él mismo.

 

Los Pobres y dos Supernumerarios del Opus Dei

 

Lo otro que quería también contar es sobre un par de parientes muy muy cercanos, ambos supernumerarios con los que conversé hace poco en un encuentro familiar. Hablamos de todo pero fui preguntando por sus actividades de la semana y de la semana anterior, y pregunté un poco más, incluso hablando de colegios para pobres de la obra (que el Opus Dei hizo después del tirón de orejas de Juan pablo II el día de la canonización de San JM) y llegué a la conclusión que esas actividades para pobres en el Opus Dei no tienen casi participación de los socios de la Obra. Estos parientes me quedó clarísimos que por los pobres, nada. Van unos pocos, muy pocos. Y van, claro está, los que allá los “directores” destinan y a los que les pagan. Gratuidad, poco o nada. Extensiones de cheques, sí pero darse a si mismos con los pobres, nada o muy poco, muy poco. El ethos de la obra sigue siendo reza que reza pero los pobres, nada, a menos que lo vinculen con proselitismo, o sea gratis, nada. Y ya sabemos que sólo con la piedad, no basta. Ya terminada la cena fui a dejar a los parientes y sus mujeres a los coches. Ellas envueltas en buenas pieles, conducidas por su maridos en sus audis xx a sus casas calefaccionadas, raudos y con alegría sobrenatural (a mi parecieron más de animal sano y rico, satisfecho y seguro). Es justo decir que esos colegios para pobres que han montado lo hacen muy bien y han hecho una gran labor en la barriada pobre donde se encuentran ¡¿ven que nadie es tan borrico de noria como para no cambiar un poco?!

 

Esa misma noche volví a conversar con mis Padres gozando glotonamente de una nueva porción de postre maravilloso de miles de calorías (el que me costó 3 días de ayuno que no lo hice por mortificación sino por apego a la vida y desapego al alzheimmer), y les pregunté cómo hacían ellos para pagar el 1% de contrición a la Iglesia. Y me dijeron, nosotros todo a la obra. Así nos dicen. Lo conversaba al ver las desastrosas cifras oficiales de la Iglesia. Pero eso me afianza en pensar que el Opus Dei, es una propia Iglesia con un proyecto de aparecer de la Iglesia, de identificarse como si fuese la Iglesia misma, o de apropiarse de la Iglesia, y que sólo se cobija en la Iglesia, mientras tanto, para darse legitimidad pero que le es fiel en la doctrina que le interesa y en lo que no, normas propias. ¿Alguien sabe –ya no recuerdo- si las aportaciones a la Iglesia entre los miembros de la obra se hacen o también en eso hay “criterios” o normas o si es objeto de confesión o dirección espiritual?

 

 

Quedarse con la Herencia.

 

Lo que relato a continuación es simplemente un hecho real en que el personaje principal es un hombre como todos los mortales pero en este caso, es socio antiguo del Opus Dei. Le pondremos por nombre Javier. El no es pariente de los viejitos encantadores cuya herencia busca (y ya casi tiene en la mano ya que le falta que Dios se lleve a Torcuata para lo que no falta mucho). No es pariente y en realidad, en el plano social, no es –digámoslo así- de un mismo origen social. Lo digo en plano sociológico y no de discriminación o clasismo. Los viejitos son aristócratas por los 4 costados y unos verdaderos “socialité” de esos que en Europa y donde fuesen, impactaban porque ella y él eran como de otro planeta. Tienen (tenían) un carisma excepcional. No tuvieron hijos. El murió hace algunos años y naturalmente, y reafirmo lo de “naturalmente”, ella heredó a su marido en todo. No es mucho lo que tienen pero tienen. Dinero, un par de propiedades y bienes muebles valiosos, sobre todo porque son cosas que revelan su alcurnia de varias generaciones. La situación es que este Javier ha convencido, poco a poco, a la viejita encantadora que le deje la herencia completa, con excepción de un par de regalos a personas específicas. De no mediar esas documentaciones que Javier se ha ido procurando, a él, al morir esta viejecita, que la hemos llamado para este caso Torcuata, no heredaría nada de nada. Javier no es pariente de Tocrcuata por ningún lado. Torcuata sí que tiene parientes (su hermano vivo y los hijos de este, algunos de los cuales, necesitan bastante apoyo porque no han salido muy diestros para procurarse ingresos). Con las argucias de Javier, este hermano y sobrinos quedarán sin nada de la herencia. Pero esto no le ha bastado a Javier porque, entre sus miles de acciones de piedad y cumpli-miento de normas, ha tenido tiempo de colaborar con el veneno de hacer pelear a Torcuata con su único hermano por una pequeñez: Javier le ha hecho realizar acciones legales para recuperar un par de insignificancias en contra de su hermano Juan, pequeña diferencia que ambos hermanos habían mantenido “en sueños” durante 30 años. Torcuata, para bien, se veía con su hermano Juan y con los hijos de este frecuentemente, incluso más que una vez a la semana. Pero Javier ha preferido que ese par de bienes vuelvan a manos de Torcuata, lo que ha conseguido “eficazmente”. Con ello Javier ha agregado el valor de ese par de bienes a su herencia futura. El resultado es que Torcuata ya no ve a su hermano Juan y tampoco ve a los hijos de Juan (estos en solidaridad con su padre, han dejado de ver a Torcuata). Resultado: Torcuata muy sola, acompañada de un empleado (al que Javier también quiere excluir de la herencia a pesar de que Torcuata quiere dejarle algo significativo en dinero y lo hace por la via de darle largas a la modificación del testamento). Y Javier se pasea encantado, sin percibir la realidad. Es tan iluso el pobre Javier que aseguraba, antes de hacer que Torcuata las emprendiera en contra de Juan, que esto sería la manera de unirlos aún más (a Torcuata y Juan su hermano, se entiende.). El pobre Javier, se quedará con lo que no corresponde, a través de algo que es mas viejo que vela en sacristía en el mundo occidental (digo desde los romanos que descubrieron hace siglos a los traga-herencias) y es de que uno no puede pactar servicios (yo te cuido hoy) a cambio de que Torcuata me deje la herencia mañana. Ya sé que la herencia es más inválida que el matrimonio último de Elizabeth Taylor, pero Javier no capta lo principal: que en su carrera de arribismo (ser integrado a la aristocracia, lo que es un sueño suyo muy torpe) estos hechos lejos de conseguirlo, lo alejarán de su objetivo principal porque la aristocracia local con el arribismo de los “encaramados” y codiciosos, es implacable. No es que a Javier lo persigan judicialmente- o talvez sí- pero la indiferencia más total será la respuesta que recibirá.

 

Cuando Torcuata muera y todo se consolide, recién Javier empezará a comprender su error de que la caridad (compañía y hacerse cargo de ayudar a quien lo necesita, en este caso porque no tiene hijos) es gratuita y no “remunerada”. Es creo el resultado de esa obsesión de que todo tiene que ser “eficaz”. Talvez Javier no se ve afectado en su conciencia porque tiene pensado compartir la herencia de Torcuata con el Opus Dei,  o porque considera que se lo “merece” pero eso no es más que una aspirina que no cura el origen del dolor de cabeza.

 

No es que Javier sea un desalmado porque sea del Opus Dei y estas conductas no hayan existido desde que Dios creo al mundo pero resulta que Javier es del Opus Dei y uno no se explica cómo una pelsona con tanto rezo, dirección espiritual, este tema no reviente en su autoconocimiento y autoobservación (discernimiento diría) y en la obra no le digan: oye deshaz todo este entuerto y deja que la naturaleza fluya y que Torcuata sea heredada por quien corresponde: su hermano y sus hijos necesitados y dejes tú Javier de ser quien provoca esta división y vivas en paz.

 

Tía Carmen

 

A Carmens que me puso la página de tía Carmen  “Recuerdos de una vida Generosa” debo decirle que no es la que buscaba. Le agradezco igual. En la que ella pone está el recuento de Don Álvaro acerca de Tía Carmen y su muerte y es mas humano que lo que leí del fundador.  Lo que yo leí, no logro encontrarlo nuevamente en la web oficial. Lo que busco es el escrito de puño y letra del fundador en que se revela esa cosa tan rara de estar obsesionado con una señal del cielo de la salvación de su hermana que es lo último que un ser humano busca en el momento de aflicción si uno verdaderamente ama a quien ha partido. Ve Carmens si lo encuentras. Me interesaría leerlo de nuevo.

 

Vadovia

 




Publicado el Wednesday, 22 August 2007



 
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