El escrito de Sinelabe me ha hecho recordar algo que quería compartir con vosotr@s.

Era por abril de 1988 (tal vez equivoco el año). Yo llevaba año y medio aprox. fuera de la cosa, me encontraba de viaje de estudios en Roma y quise ir, por puro "morbo" a la famosa cripta, lugar donde nunca había estado porque el UNIV para mí no fue más que un objeto de deseo. Ya sabéis, si no se llevaba a nadie, prohibidísimo ir y ninguno de mis "amigos instrumentalizados" me creyó nunca que aquello era apocalíptico. E hicieron bien.

Llego a la deseadísima durante años dirección, viale Bruno Buozzi, y lo primero que me piden es que entregue en portería la cámara fotográfica. Me pasan a una salita y el nume de turno, cuando le comento que quiero visitar la cripta, me empieza a atosigar con preguntas a lo que, rápidamente, respondo con un:

"Fui nume 9 años y quiero visitar (rezar, dije) la tumba, por tanto me las sé todas, ¿me dejas o no?"

Cortadísimo el susodicho, me acompaña por aquellos mármoles, escaleras, vericueltos varios, lápidas (todo aquello que había deseado ver mientras pasaba las hojas de Crónica en mis interminables horas de rezos) y llegamos al "sancta sanctorum". Pues no recuerdo exactamente pero creo que ni recé ni sentí ninguna moción ni emoción alguna. Tampoco recuerdo si besé la lápida (si lo hice, debió de ser por no quedar mal ya que el nume estaba allí todo el tiempo). Creo que no había nadie más. Supongo que habré ganado algún tipo de indulgencia.

Al salir, hacemos la inevitable parada en la tumba de la señá Carmen (me niego a llamarla tía, con tres tengo suficiente), pobrecilla doña Carmen!!! otra víctima más!!! y, para quedar bien nuevamente, le comento con toda la hipocresía del mundo:

"Es un sitio emocionante", y se quedó tan ancho.

Recuperé la cámara y a la calle. Volví recientemente a Roma pero ya no tuve ningún deseo ni tentación de regresar a aquel "entrañable" lugar.

Amandus