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 Tus escritos: Misiva a mí misma.- Folies

010. Testimonios
folies :

REITERANDO: Misiva a Mí Misma

Folies, 22 de agosto de 2007

Esta misiva a mi misma, va de obsesiones y es para que todos lo sepamos todo (todos y sobretodos yo). Está escrita muy rápidamente, no es precisamente de anteayer –la escribí hace justo un año- y ya la han oído más de dos (una incluso tiene copia), ambas son como deben (¡que cosas tiene folies! pensó la hermana de Maria, sin decir nada. ¡Que bonito! Dijo Celia, sin saber yo qué pensaba ella).

Empieza y continua así:

Si hablar de algunas cosas es difícil, me parece que escribir lo es más; no hay gestos, guiños, entonaciones; a todo lo más tres puntos suspensivos, las correspondientes admiraciones y muchos, muchos interrogantes.

Hoy vamos (mi yo consciente y a ver si el inconsciente se deja ver) a hablar de lo más mío, de ese íntimo que he comentado siempre con cierta sorna porque hacerlo en serio me rompía cada vez...



No puedo soportar el sentimiento de abandono por parte de Dios ante los reveses que da esta vida, tal vez no le he tenido a Dios –lo importante es que Él me tenga a mí aunque yo no lo sepa o lo sienta y me tiene ¿no es así?-.

Nunca he estado segura de casi nada (ahora no se si lo he visto, lo he leído o oído, pero ha sido hace poco y era alguien muy de fiar en estos asuntos “uno se muere dudando” .

Me gusta repensar las cosas y solo haría dos o tres afirmaciones en estos campos una es que la realidad es diferente, siendo una, según desde donde la miremos.

¡Ay Dios! Que quería hablar de tu querer y me despisto. Y tengo justificación y es que eres tan raro (pero raro, raro).

Y yo aquí con estos pelos (si me vierais); aquí, colgada del Opus Dei, entre filias y fobias, más de las últimas, pero ciertas formas de hacer poseen para mi una atracción incalificable; en rincones a media luz de oratorios pequeños, con la ayuda de reflexiones Opusdeianas he vivido los momentos más dulces, humanos y, por lo tanto, divinos, de mi existencia.

Yo no conocí el Opus Dei a los 17 años, yo conocí a Dios gracias a un cura aragonés, chulo, engreído y al que le gustaban las verdades a medias y la pompa y el boato -y no pasa nada, era así y aunque por fuera no cambió, parece ser que se partió el pecho por ser humilde (eso y otras cosas le han valido una peana) y por dejar de ser aragonés y ser universal (vaya sandez)-.

Me presentaron a Dios y me enseñó que era de fiar y aunque a los 17-21 años había cosas que me agobiaban mucho: el apostolado, la obediencia en las lecturas, el famoso 69 que conocieron todas mis agendas; nunca le engañé a Él, al de la rejilla, ni a la confidenciada y se, sabia, que nunca pasa nada, que Él está ahí esperando y yo iba y he ido como quien dice hasta hace “un cuarto de hora”, pero la sensación de haber perdido la guerra cuando hace 30 años me invitaron a dejar de ser la Obra, me invadió de fracaso y aun reboso.

A los 24 me casé y había olvidado a la obra y me había enfadado con Dios (los hijos se enfadan con sus padres y nunca de forma conscientemente injustificada). Esto se alarga: una hija, cambio de trabajo, ocho años de por medio y una vuelta (estas amigas que quieren lo mejor para una y algunas coincidencias), el enfado con el Señor se había suavizado y yo no conocía otra forma de reencontrarme a solas con Él. Tres hijos, fruto de la generosidad de un matrimonio abierto a la vida donde el novio no se enteraba de demasiado.

Yo me creí que aquello podía ser una vuelta a los orígenes, y alguna que otra también e incluso el de detrás de la rejilla y este también lo sabia todito, todo.

Pero, ¡venga! ¡al grano! ¡no cuajó! Tres de cada dos me rebotaba, un círculo me parecía flojo, no veía/o enjundia teológica y no voy a los cursos de cocina, mis hijos van a la escuela pública, no diferenciada y los más abiertos de miras en el Opus Dei, hoy por hoy: los curas. ¡¡Ay!! Pero mandan las doñas. No creáis que no se que las podría engañar ¡eh! (no dudéis de mis habilidades, que las tengo y las conozco -a las doñas-). Pero lo del fingimiento no acaba de convencerme.

Que lento es esto y todo para decir que quiero ser feliz y creo que la única vía que conozco para serlo es estar en uno de aquellos rincones del alma grande de Dios acurrucada y contándole, mis cosas. Pero sabéis que pasa que sola no sé, no puedo, en el camino se ha perdido mucha, mucha estabilidad psicológica y yo no soy constante, ni humilde y además no voy a por peana.

Se que el quid está ahí, que la felicidad pasa, por mi tranquilidad, por no inquietarse, ni turbarse, ni espantarse y se que Dios basta, pero Dios son muchas cosas, Dios nunca va solo; le acompaña un ejército de esfuerzo, de contradicciones, de dolor, de angustia, de sinrazones.

¡Pero ¿Qué es esto?, Señor!.

Nos dices las reglas, los aliados, los caminos, las metas y al mismo tiempo empiezas a callarte cosas, nos pones zancadillas, juegas al escondite, tienes un diccionario distinto al nuestro, tu Reino no es de este mundo y ni siquiera me acuerdo qué nos ibas a dar en abundancia.

Y te necesito Señor y no se como volver a recordar, no puedo ir donde no me quieren y además no quiero. Mi tocaya castellana reformó el Carmelo, pero tenia aliados y se dedicó desde muy joven y no tenia 4 hijos, padres, hermanos, marido y demás familia, un trabajo que exige preparación, ni reuniones de padres, ni que ir a buscar a los niños a música, ni que hacer ejercicio para desestresarse, ni un chico estupendo al que querer, ni montones de calcetines –todos blancos o negros, pero diferentes, para emparejar-. Ellas (ellos menos) no quieren reformas, cuando pones la casa patas arriba, parece como si no hubieras limpiado nunca, sale basura de todas partes, cosas que ya no usas hace tiempo, pero a las que les has cogido cariño, y aún no sirviendo para nada, quieres guardar. Además dice la canción que al lugar donde fuiste feliz nunca más deberías volver –algunas veces hay que hacer caso a las frases hechas-.

Por otro lado yo no se de Asambleas, ni de Comunidades de Base, ni grupos de Oración.

La apreciación no me quieren, no es del todo cierta. Asegúranme que nada hay de malo en que coja lo que me guste y deje lo demás: retiro mensual en iglesia diocesana y confesión a voleo también en iglesia diocesana, con señoras y señores que no respetan la cola (¡tendré fina la piel!), atentas/os a cualquier susurro, una o dos horas y el cura tiene que irse ¡hasta la próxima semana! Y la siguiente no es él y a este señor yo no le conozco de nada (¿será el cura Topete?, ¡tan desprestigiado!). Lo anterior seria el pack formal –es el económico ¡barato, barato! y tiene algo muy bueno, incluye Sacramento (suerte la mía), el resto na de na. La elección no la he hecho yo y por lo tanto no la quiero, o si; ya veremos.

Pues va a ser que no, si después de la primera entrega ya no he podido dormir, tras librar la segunda: me escondo debajo de alguna piedra (si puede ser la de toque, para que si intentan sacarla, caiga el edificio antes de encontrarme).

Por decirlo a mi manera y seguramente sin tacto y mal: no soy madre de ningún “club”, ni de ningún “colegio”, ninguna supernumeraria me tiene como amiga, ni conocida, si saludada; esta peña no acaba de ser de las mías. ¡Seré exagerada y exigente! ¡Pero si hay de todo!. Sí, de todo … ¡y que más!.

A ver cuantas encontráis que se parezcan a mi, en esta cuidad amurallada (si, ya se, he escrito cuidad, ya quería) tan especial.

Yo sudo, me despeino, se me caen las cosas y me mancho la ropa a los dos minutos y no me arreglo para estar guapa para mi marido y grito (bueno, alzo la voz) y me enfado con mi novio delante de mis hijos y además creo que está bien y también me disculpo delante de mis hijos y les pido perdón por las broncas desmedidas y sigo dándoselas y la educación de calidad para mis hijos es la que reciben de sus padres en cantidad. Tengo una idea social de la sociedad y antes me creo a un descamisado que a tres con corbata innecesaria, si una cosa no me gusta y me piden opinión, lo digo y si pretenden ahorrarse dos minutos de conversación con media hora de oración también lo digo y esta vez sin que lo pregunten. Y lo digo porque sé que los 2 minutos de atención le supondrán la Gloria a la que ha perdido el tiempo y si quieres más Gloria, pues 4, 8, 16 y sigue.

Decía alguien sincero que conocía de estas cosas (el pensamiento humano y lo trascendente) que lo mío es un problema psicológico, de forma de ser, de todo o nada, de si o no, de quiero o no. En esto no me gustan los grises, ni las tonalidades de blanco.

Si lo entendí bien, otra entendidísima (ésta demasiado sincera, cruda diría y del oficio de doctora en medicina de los sentimientos); habló de decisión, de constancia, de generosidad y de ombligos ajenos.

Esto último suena a virtudes homologadas y lo anterior a intentar ser un poco más acomodaticios y sobretodo a encararse con la realidad de forma pacífica, como si la vida no nos fuera en ello. Insistiendo y a las claras; yo quiero, si puede ser, un plan para -alrededor de los 50- poder llegar a la adultez con algo de lucidez.

Y me da mucha vergüenza que sepáis que soy tan pobre, tan desvalida, tan necesitada, porqué yo quiero ser sensata, inteligente, dominar la situación, pasar del Opus Dei y pactar con aquel Chico que hizo una mesa muy baja para que el ricachón que la encargó hincara el espinazo; pactar con Él, la tranquilidad.

Me gusta el plan y estoy intentándolo con más gloria que pena y sin aspavientos. Y estos semi-pensamientos escritos para todos forman parte de él.

Gracias por ayudarme, sin ni siquiera hacer nada. Con esto basta y no lo dudéis nunca (si os parece bien y queréis): todo lo que se hace porque se quiere y uno está bien haciéndolo; es bueno y vale la pena (si la hay y si no hay pena: mejor).

¡Suerte!

Tere




Publicado el Wednesday, 22 August 2007



 
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