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 Tus escritos: La tentación de los brazos.- Nacho Fernández

075. Afectividad, amistad, sexualidad
nachof :

Los fieles de la prelatura personal del Opus Dei solo pueden mirar a los de su propio sexo y no a los del contrario. Así  lo experimenté en los últimos años que pasé dentro de esta institución de la Iglesia Católica, en la que permanecí durante treinta y cuatro años. Con esto, pretendo añadir nuevos datos a uno de los útimos artículos de Lali Riera, que hablaba de la obsesión enfermiza que existe dentro de la Obra por todos los temas relacionados con el sexto Mandamiento de la Ley de Dios.

En el Opus Dei se suele decir en algunos ambientes internos que "hay que guardar la vista, la revista y la entrevista". Con ello se pretende preservar a sus seguidores de posibles tentaciones. Es un criterio para guardar la castidad, como para vivir la virtud de la pobreza se dice que "hay que vivir como un padre de familia numerosa y pobre". Otros criterios que se viven son son los de que los pecados contra el Sexto Mandamiento no admiten parvedad de materia y "lo que mancha a un niño mancha a un anciano"...



Para vivir la virtud de la castidad, a través de la guarda de la vista, los directores del Opus Dei suelen aconsejar a sus fieles que utilicen "industrias humanas" (así se denominan internamente) al ir por la calle y en la  relación con las mujeres. Supongo que a ellas les dirán que no nos miren a los del sexo contrario, a los hombres. Por ejemplo, durante los treinta y cuatro años que pertenecí a la Obra, gasté mucho dinero en adquirir rosarios, que, teniéndolos dentro del bolsillo del pantalón o en la gabardina o en el abrigo,  rezaba en mis paseos diarios. Con el tiempo, se hacían una madeja y terminaban rompiéndose. En expresión castiza diré que no ganaba para rosarios.

Recuerdo un día que llovía y esperaba al autobús. No había en la parada ninguna protección. Viendo mi estado se me acercó una mujer un poco más joven que yo y se ofreció a protegerme con su paraguas. Yo lo acepté y, de ese modo, me mojé menos. Como había que ser "salvajemente sincero" en temas de pureza lo comenté en la siguiente charla fraterna que hice. El resultado de ser claro fue una monumental bronca. Lo que tenía que haber hecho es rechazar una invitación tan altruista. Eso sí, se me indicó que "las mujeres siempre van a conquistar novio" y había que "conservar el corazón limpio para Dios". Era una obsesión por el sexo contrario que nunca entendí. Incluso se ponía como ejemplo de castidad a nuestras madres y a nuestras hermanas del Opus Dei que vivían lo mismo que nosotros, aunque fuera --eso decían-- a 50.000 kilómetros.

Otra bronca tambien importante me gané cuando un día fui a hacer una información de la reunión del Instituto Cervantes en Aranjuez, cerca de Madrid. Yo disponía de un automóvil y otra periodista, que es supernumeraria, me pidió a la vuelta si me podía acompañar en el vehículo, pues ella lo tenía difícil. Dudé un momento si la admitía, y al final accedí a transportarla conmigo. En la siguiente charla fraterna semanal que hice conté lo sucedido. La respuesta que recibí es de suponer: además de la reprimenda se me recordó que "entre santa y santo pared de cal y canto". Se me puso el ejemplo de un centro de un numerarios donde el director terminó casándose con la directora de la Administración, con la que hablaba diariamente para encargar los menús de las comidas de los residentes u otras circunstancias. Y eso que estaban separados a 50.000 kilómetros... La moraleja que se me indicó es que, al final, los dos se casaron, pero no fueron felices y con el tiempo se separaron. No tiene desperdicio el supuesto hecho. Dudo que sea verdad.

Esta obsesión enfermiza por el sexo hace que ahora en verano los fieles del Opus Dei que se van a convivencias donde la Administración es de la Obra tengan que llevar una chaqueta, un pulover o algo que les proteja los brazos, cada vez que acuden a comer o cenar. Si la zona a la que se acude es calurosa, se pasa mucho más calor. Pero las que también pasan mucho calor son las de la Administración que salen a servir los platos. Al calor propio de cualquier cocina, se añade que las numerarias auxiliares que sirven van uniformadas, con guantes. Nunca les he mirado las piernas, pero seguro que van con medias y faldas largas. Así se se evitan las tentaciones. ¿Cómo se va a permitir que entre santa y santo no haya pared de cal y canto? El Fundador hablaba de tener el corazón guardado con siete o más cerrojos.

Pero las normas son para que las vivan unos pocos. Nadie es perfecto. Aunque numerarios y agregados no pueden acudir a piscinas públicas, cuando he salido del Opus Dei más de una vez me he encontrado a antiguos "hermanos míos" que estaba allí. Un consejo que se me dio fue que los miembros de la Obra no pueden acudir a los sitios donde saben que se ofende a Cristo. Cuando abandoné el Opus, alguna vez me he encontrado a algún numerario en una piscina pública en la que estaba autorizado el desnudo completo. Y el tal numerario estaba como Dios le trajo al mundo. Me acerqué a él y se lo dije. El resultado ha sido que no ha vuelto a aparecer. Otro ex me comentó que, en los años setenta del siglo XX,  se había encontrado a este mismo numerario en un cine frecuentado por gente homosexual. Son excepciones, pero existen. Lali Riera tenía razón. En estos días estoy en Canarias y he vuelto a ver a un numerario en una playa con zona nudista. En este caso, iba con unos pantalones bermudas (son pantalones cortos, que así se denominan en España) y una camisa polo. No voy a dar nombres de las personas.

Tambien existe la "tentación de la revista" y del periódico. Cada vez que acudía a una convivencia de verano, por el hecho de ser periodista, se me encargaba de adquirir la prensa diaria. Acudía al kiosco e inmediatamente la depositaba en la dirección del curso. Rara era la vez que cuando veía esa prensa en la sala de estar no estaba fuertemente mutilada por el director, debido a las imágenes de mujeres en bañador que salían. Había que evitar la tentación de las personas que habían aido a formarse.

Lo que nunca pude esperar fue el consejo que me dio un veterano seguidor del hoy San Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás poco antes de mi marcha de la prelatura. En una conversación que tuvimos le comenté que yo no miraba a las mujeres, pues lo impedía la "guarda de la vista" que se exige internamente. "Pero sí se puede mirar a los hombres. Hay cada uno más guapo....", me respondió. Y así lo hice. Cuando he dejado de ser agregado me he dado cuenta que hay hombres guapos y mujeres guapas.

¿Cuántas personas del Opus Dei viven este criterio de mirar sólo a los de mi sexo que me dio un veterano seguidor del fundador del Opus Dei? Yo sé que en alguna convivencia en la que estuve, de repente, desaparecieron dos agregados que estaban conmigo. Con el tiempo me enteré que habían sido expulsados de la institución, pues fueron encontrados juntos en una cama. Y claro, la homosexualidad no se permite en el Opus Dei ni en la Iglesia Católica, cuando es una inclinación que se nace con ella. Por cierto, me encontré un año a un agregado en la manifestación del orgullo gay de Madrid.

Algunos de la Obra debían de vigilar su manera de hablar. En el mundo gay se sueles decir que una persona que habla con mucha afectación tiene pluma. En el Opus Dei a algunos sacerdotes y laicos se les nota mucho la pluma. Eso me lo comentaron algunos amigos a los que llevé a las meditaciones que se predicaban los jueves o los sábados en los centros donde estuve a lo largo de mis años de agregado. Por lo que se ve ellos dicen que "el sexto mandamiento es el sexto", pero ellos lo tienen por el primero.

NACHO FERNÁNDEZ




Publicado el Friday, 27 July 2007



 
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