Querida Carolina,

Qué bonitas flores te dedica Raúl y qué atentos están los orejas para volcarse con las personas que, como tú, necesitan una mano amiga. Me uno a ellos para felicitarte por tu recobrada libertad y para aportar un granito de apoyo (eres tú misma la que vas a tener que hacer un gran esfuerzo para que te sostengan tus mutiladas alas fuera de la jaula) que, unido a los de todos los demás, consiga elevarte lo necesario para que puedas emprender el vuelo.

No será fácil, habrá momentos en los que te sentirás como si caminaras sobre un fino hilo al borde de un precipicio y te costara mantener el equilibrio.

Yo también fui numeraria auxiliar, si quieres puedes leer mi historia "Cuatro años en el Opus Dei como numeraria auxiliar". Lo pasé muy mal dentro, también es verdad que eran otros tiempos (era esa época en la que todavía había que llamar a las "sólo-numerarias" señoritas y de usted), pero creo que hay muchas cosas que no han cambiado y que tu trayectoria tampoco habrá sido un camino de rosas.

No obstante, amiga, mi salida fue traumática. Me sentía como si fuese un pez al que lanzan, desde una diminuta pecera, al inmenso océano sin haberle enseñado a nadar. Y, deseando encontrar un apoyo, quizás me precipité en alguna decisión de las que tomé.

Tú no hagas lo mismo, sosiégate, respira, abre los ojos, observa, no quieras imitar a los demás, sé tú misma. Si quieres continuar siendo creyente (yo ya no lo soy), acércate a una parroquia que diste mucho de tener las ideas del Opus Dei; mas si deseas romper con toda esta religión que se aparta tanto de las enseñanzas de Jesús, no tengas temor de hacerlo, no es necesario pertenecer a una iglesia determinada para ser una buena persona.

Y sobre todo: sé feliz. Si existe un Dios, estoy segura que será más dichoso viendo a sus criaturas alegres que tristes.

La felicidad es esquiva pero alcanzable.

Un abrazo.

Amapola