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 Correos: El demonio, el exorcista y San Josemaria Escrivá.- Daniel M.

125. Iglesia y Opus Dei
Daniel M. :

La lectura del artículo “Lo bueno no es novedoso y lo novedoso no es bueno” recientemente recuperado de la documentación de opuslibros me ha llevado a reflexionar sobre las críticas de tantos ex-miembros del Opus Dei que son publicadas en esta web.

A veces incidimos tanto en lo crítico o negativo de nuestra experiencia en la Institución que raramente nos paramos a mencionar lo positivo que se vivió en ella. En el citado artículo se definía como bueno en el Opus Dei a aquello que ya había en otras instituciones de la Iglesia. Y como negativo, lo que Escrivá añadió de “novedoso”.

En el fondo, muchas de estas críticas son una muestra clara de heridas en el alma tras el paso y la salida del Opus Dei. Y por ello, por proceder de heridas personales, es fácil que, en ciertos casos, la crítica deforme y cuestione la figura del fundador, la Institución o incluso, a la propia Iglesia.

Navegando por Internet he encontrado otra opinión más sobre San Josemaría Escrivá. Una opinión que se podría decir que no es de este mundo, pues ni viene de las páginas oficiales u oficiosas de la Obra, ni de ningún organismo eclesial, y tampoco de ninguna página de ex-miembros críticos.

La he encontrado en un lugar inesperado, un libro de exorcismos publicado por el sacerdote y exorcista español, Don José Antonio Fortea Cucurull. Este sacerdote de la diócesis de Alcalá de Henares, aunque estudió en la Universidad de Navarra ha afirmado reiteradamente que no pertenece a la Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei y nos narra en su libro el caso del exorcismo que practicó durante varios años a una estudiante universitaria llamada “Marta”.

Este exorcismo fue difundido ampliamente por el periódico español “El Mundo” y la grabación de una de las sesiones fue emitida en un programa de televisión de un canal televisivo español, que tuve la fortuna de poder ver...



En la sesión correspondiente del año 2002 que reproduzco, el exorcista dirigiéndose al demonio Zabulón que poseía a “Marta”, se encomienda a Josemaría Escrivá de Balaguer:

 

Otra cosa interesante de observar es que cuando a un demonio se le ordena en el nombre de Jesús que responda a una pregunta, una de dos, o se calla o si responde dice la verdad. Desde luego, si se insiste en el nombre de Jesús acaba diciendo la verdad, porque a veces la primera respuesta puede ser cualquier cosa.

Sólo una vez por más que le di vueltas pensé que Zabulón me estaba engañando por más que insistí en mi orden, el hecho me dejó muy perplejo. En un momento dado invoqué a varios santos. En mi oración en voz alta le pedía a la madre Teresa de Calcuta y a José María Escrivá de Balaguer que nos ayudaran. Entonces aquella voz desagradable habló, cosa extraña, pues casi nunca decía nada salvo que se le obligara a hablar. Pero en esa ocasión dijo: "ella si que es una santa (la madre Teresa de Calcuta), él no (Josemaría Escrivá de Balaguer)". Yo le repliqué al momento diciéndole que estaba mintiendo. El demonio me dijo: "piensa lo que quieras, pero no es santo". Le dije que creía a la Iglesia, y si la Iglesia me decía que Josemaría Escrivá era santo, pues lo era, y punto. Y es más, quise comprobar el poder del nombre de Cristo y le ordené que dijera la verdad. Pero ante mi sorpresa, por más que se lo ordené se mantuvo en su afirmación sin ceder.

Aquello me dejó muy perplejo. Era la primera vez que sucedía. Hasta entonces el poder del nombre de Jesús siempre le había obligado a decir la verdad. Durante un día le di muchas vueltas y al día siguiente de forma repentina me vino a la mente la respuesta. Respuesta que me llenó de alegría, porque podía seguir confiando en el poder del nombre de Jesús. Y de admiración, porque nunca pensé que el demonio podía ser tan escurridizo, tan serpentino y astuto en un simple comentario hecho tan de paso. El demonio no había rectificado porque había dicho la verdad. Cuando dijo que la madre Teresa de Calcuta era una santa se refería a que había llevado una vida santa y ejemplar. Pero cuando dijo que Josemaría Escrivá no era santo, era verdad, pues todavía no había sido canonizado. Iba a ser canonizado la semana siguiente, pero todavía no estaba canonizado. El demonio había usado esa argucia semántica para sembrar la duda. La madre Teresa era santa de facto, Josemaría Escrivá no lo era de iure. Aunque Zabulón no era Satán, Padre de la mentira, si que era maestro del error y estaba dispuesto a usar en una frase un término en dos sentidos distintos, pero verdaderos, con tal de sembrar la desconfianza hacia la santidad hacia el, entonces, beato Josemaría y hacia el juicio de la Iglesia. Debo reconocer que su semilla diabólica, semilla que siembra la duda, hizo que desconfiara por un momento del juicio de la Iglesia, y por ende de la vida de aquel beato. Por un momento en aquella cripta bajo tierra, capilla iluminada por las velas; solos como estábamos (la madre, la posesa y yo), la siembra de la duda comenzó a echar sus malignas raíces en mi mente. No lo digo por quedar bien, pero no consentí en la duda. En cuanto vino a mi mente la advertencia del pecado que se me presentaba en aquel pensamiento, lo deseché.

Pero la duda era tremenda, era la duda acerca del juicio de la Iglesia, acerca de la vida de un santo y, en definitiva, acerca de la bondad de una institución de la Santa Madre Iglesia. Yo había improvisado sin pensarlo aquella invocación al beato, y el demonio, había añadido aquel comentario al instante, al segundo. Él conocía el más allá, él nunca había salido victorioso al poder del nombre de Jesús. Por más que le hubiera abrasado tener que reconocer la verdad y confesarla, siempre se había visto obligado al final a hacerlo. Aquel comentario venenoso que había lanzado el demonio, hubiera sido muy destructivo si hubiera habido personas alrededor menos formadas. Pero al día siguiente, cuando me vino a la mente la solución, vi con claridad que la astucia del demonio se volvía en su contra. Pues si aquel ángel caído había tratado de denigrar la santidad del nombre de aquel beato, entonces era el mayor elogio que podía hacerle. La mayor alabanza de su santidad era precisamente esa, el haber buscado una argucia tan astuta, tan retorcida, para atacarle.

Meditar sobre aquello me recordaría que Zabulón era también un teólogo. Aquel ser que se retorcía, gritaba y aullaba, sabía más Teología que yo. Y en un segundo había formado una frase cuya primera parte era verdadera de hecho y cuya segunda parte era verdadera de Derecho. Según se interpretara aquella frase era cierta la visión tradicional de la Iglesia o por el contrario era cierta una visión según la cual los juicios de la sede de Pablo podían ser errados, sus santos pecadores, y sus instituciones malas. Además se me presentaba la sencillez y santidad de la Madre Teresa frente al juicio de la Sede Apostólica. No podía decirse más, en menos. Afortunadamente, una argucia del Maligno cuando es descubierta y expuesta a la luz reafirma más justo aquello que trata de negar. Y a veces la sombra de una gran duda puede ser tan nefasta como la rotundidad de una pequeña negación.

Aunque aquella frase fue una obra maestra del arte de la duda, fueron innumerables los momentos en que pude comprobar que aquella voz que hablaba por boca de la posesa en Teología nunca erraba. Por citar sólo un ejemplo, irrelevante por otra parte, en una ocasión la madre de la chica le hizo una pregunta a la posesa en medio de una sesión. No contestó. Entonces le dije: "repite lo que ha dicho tu madre". Al instante, sin dudarlo ni una fracción de segundo, aquella voz ronca y desagradable dijo: "yo no tengo madre". Era fácil cometer una equivocación así por mi parte, pero la voz nunca erró su respuesta durante meses.

 

Creo que este texto podría ayudarnos a delimitar la frontera entre las críticas legítimas a la Institución y aquellas que puedan ser injustas.

 

La experiencia de este exorcista no se opone a lo que se dice en esta web -realmente sucedió lo que él dice y está bastante documentado por testigos y por la información que he encontrado-.  Los hechos, las experiencias de tantos ex-miembros que escriben en la web, son también muy reales y ciertos.  Se repiten tantas veces, de forma tan similar en personas de tantos lugares distintos que no cabe dudar de la veracidad de muchas experiencias. En el fondo y pensándolo bien, creo que lo se ha contado en opuslibros no se opone a la experiencia tan peculiar de este exorcista y su opinión a partir de lo vivido.

 

Opino que un hombre puede ser santo y sin embargo mantener unas ideas,  o tener una visión de la vida o de una espiritualidad, o crear incluso una Institución, que para algunos sirva, sea ayuda y para otros, no. Incluso lo contrario, que les pueda hacer daño.  Como ya he dicho en otros correos, uno de los errores fundamentales de la Prelatura es que se presenten como vocación laical, cuando su estilo de vida es plenamente consagrado. Otro es que no ayudan a discernir correctamente la propia vocación personal (pues su objetivo es captar para su vocación "específica") y no facilitan demasiada información para que uno se aclare vocacionalmente, con lo que es fácil adoptar elecciones erróneas y a medio o largo plazo perjudiciales.  Otro error es el trato que reciben aquellos a los que se ve que notoriamente les hace daño dicho sistema y que, sin embargo, se les dice que sigan aunque se resienta la salud seriamente.

 

La ocultación de documentos que rigen la institución y que la mayoría de los miembros desconocen, la falta de cumplimiento del derecho básico de información veraz. Ese juego con el tema de la condenación si te abandonas tu camino... (que también yo mismo tuve que escuchar hace algunos años).  En fin... todo esto, el diseño, las instrucciones que guian una institución, el funcionamiento habitual de la misma... para mí que tiene tanto componente humano, que por ello es siempre mejorable.

 

"Sido" acertaba en su artículo cuando hablaba de lo propio de la Obra refiriéndose a "la negación de los hechos en función de los principios" (si niegan que su institución sea un fenómeno asociativo aunque la Iglesia lo considere así en el código de derecho canónico y dicen lo que quieren en su "catecismo de la prelatura" al respecto, lo que comprobé que no era cierto consultando a la conferencia episcopal española) También acertó en lo que llamaba "vaporización", (otros lo han definido aquí como "la muerte civil"). Este hecho lo llevo experimentando en mí mismo estos últimos meses. Otro error típico es que anteponen la Institución a la persona. También algo de esto tuve cuando no quisieron contestar por escrito a mi carta de renuncia y tuve que aceptar que me dispensaran verbalmente (a un monseñor de la conferencia episcopal le pareció mal este hecho que le conté). Así que estas conductas y hechos, narrados por tantos en opuslibros, son ciertos, reales y verídicos. Y yo no discuto su veracidad. 

 

Saludos y gracias.

Daniel_M




Publicado el Wednesday, 30 May 2007



 
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