Una de las cosas, que mas me han molestado desde que era pequeñito en las relaciones con los demás, o ante determinadas personas, instituciones o colectivos, es que las cosas o los problemas no existen hasta que esas personas, grupos o instituciones reconocen su existencia; y entonces, ya existen y ya se puede hablar de ellos y uno no veía visiones. Pero hasta ese día, sobre esa situación o problema no se puede decir ni mumur.  (Murmur en un idioma que no recuerdo significa, nada)

Supongo que esta actitud del “murmur” a la hora de hablar de algo es una de las manifestaciones de la Edad Moderna y del “Pienso luego existo”, el famoso “Cogito ergo sum” de Descartes, persona muy querida, y citada en los veranos en el Opus Dei.  Frase ininteligible creo la del ”Pienso luego existo” para el joven opusino, pero por otro lado, de gran trascendencia práctica ya que supuso una gran revolución en el pensamiento humano...

 “La realidad existe como yo la pienso” de Descartes, dicho así, creo que el “Pienso luego existo” es más fácil de entender. Y comprender el mérito que tuvo la ocurrencia del amigo Descartes al afirmar que la realidad y las cosas y las personas son como uno la piensa.. El creer que la realidad y las personas son como uno o una las piensa, suele tener consecuencias prácticas para la vida bastante negativas, pues te sueles salir de la carretera en la primera curva. Y supongo que esta debe de ser una de las razones, por las que también en el Opus Dei a Descartes se le echa la culpa de todos los males de los últimos siglos, cosa de la que me alegro: alguien había de tener la culpa de todo.

Hasta aquí, todo es coherente. La realidad y las personas son como son y no como uno o una las piensa; y uno está contento de no pertenecer al grupo de los inmanentistas relativistas que suele ser gente de poca sustancia y de moral de situación, sino al grupo del realismo filosófico con una moral objetiva, y de ser una persona cabal y como Dios manda.

Sin embargo la máxima filosófica del “Cogito ergo sum” o de que “La realidad y las cosas son como yo las pienso”, el Opus Dei la sigue a rajatabla, como siempre para lo que le interesa, a la hora de hablar de sí misma y de sus formas de actuar; y aunque se pone a caldo a Descartes; para lo que le interesa el Opus Dei es más cartesianos e inmanentista que nadie. Aplican “La realidad existe como yo la pienso” a rajatabla, aunque claro tienen sus motivos, pues debe dar bastante seguridad, pensar que Dios ve las cosas como uno las ve. Ya quisiera yo esa seguridad para mí. Aunque yo antes de hacer algo siempre hablo con mi primo de Murcia que es una persona con mucho sentido común. Y me da seguridad.

Así, los problemas y defectos del Opus Dei: la manipulación de las conciencias de la gente, los trastornos psicológicos que crea a muchas personas, la facilidad que tienen para montarle una ensaimada al personal, el tratar a la gente como pañuelos de papel o sea a su conveniencia y la existencia de gran numero de energúmenos entre los arrimaos, la tropa y los coroneles del Opus Dei, son negados contra toda evidencia por parte de los directores y superiores del convento del Opus Dei. Hasta el día que a ellos les da la gana y que coincide según ellos con cuando a Dios le ha dado la gana, y a partir de ese día ya se puede afirmar que con bastante gente el Opus Dei, se han pasado varios pueblos de la raya y que sus formas de actuar no son como Dios manda.

Eso si, siempre reconociendo que la culpa no es solo de ellos; que hay mucho mal entendido en esta vida, y que la gente no se entera y es pecadora.

Así, la forma de hacer pitar a la gente, o la edad, o con qué maquinaciones se consigue que la gente se haga del Opus Dei o como se juega y torea al personal… no lo ven como un defecto de la institución, por mucho que todo el mundo diga que se están pasando y se han pasado hace ya mucho tiempo un pelo o mas de un pelo. Hasta que no se sabe cuando, un buen día, con la boca pequeña y sin que se oiga mucho, se les ocurre reconocer que tal vez sea verdad, que ha habido algunos casos en que se han podido pasar un pelo, y piden medias disculpas. Eso sí, siempre guardando la ropa y la dignidad y las distancias, para seguir haciendo lo mismo; normalmente otros perros pero con los mismos collares.

Hay cosas en esta vida que no tienen remedio, y desde que me he dado cuenta, rezo cada día “La Oración de la Serenidad”, oración que se aplica con buenos resultados en el tratamiento de las paranoias delirantes del tipo que sean.

 Dios nos conceda:

Serenidad para aceptar las cosas que no podemos cambiar,

Valor para cambiar las que podemos y

Sabiduría para discernir la diferencia.

Que Dios os cuide

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