Opuslibros

TBS :

Esto… Guau. Pido disculpas si mi texto del miércoles pasado no es adecuado para esta página y aseguro que mi objetivo principal no consistía en vomitar rencores mal digeridos, sino llamar la atención sobre la similitud en el trato que existe entre los trabajadores de este hospital (miembros o no del Opus Dei) con respecto a lo que aquí se cuenta que sucede dentro del Opus Dei entre sus miembros. Para mí, esta similitud va más allá de que en el mundo exista todo tipo de personas y creo recordar haber leído que esa es la excusa que suele dárseles a los numerarios que se queman a fuego lento, cuando el problema es más institucional que de mala suerte.

Llevo ya bastante tiempo trabajando en otro hospital y teniendo compañeros de otros hospitales (públicos y privados, algunos de ellos también religiosos) que comparten conmigo sus vivencias. Jamás he vuelto a oir que se den estos casos de esta forma. Más bien los he leído aquí y podemos agruparlos en:

1. Diferencia entre espíritu y praxis
Sin comentarios. Por desgracia, aquí hay demasiados testimonios que cuestionan lo que dice el Opus Dei sobre su espíritu. Sucede lo mismo con la publicidad institucional de la CUN, tanto en el trato al paciente como en el trato a los empleados.

2. El descaro de instrumentalizar la religión para justificar prácticas abusivas
En todos los hospitales se trabajan horas de más. Pero no tantas ni de forma tan rutinaria. Los residentes normalmente no tienen que ir muchos fines de semana a terminar informes por mucho menor sueldo del que tendrían en cualquier otro hospital. En ningún hospital, religioso o no, se usa la religión de forma tan cínica para tolerar lo intolerable, véase punto 3.

3. La enfermiza jerarquía y el hostigamiento a la mínima disidencia
A los empleados no se los intenta agredir físicamente como rutina laboral en ningún otro sitio que conozca, y mucho menos sin represalias. Tampoco se los encierra en un despacho para humillarlos entrando claramente en lo personal. Que los jefes o los mandos intermedios tengan a sus residentes como camareros que les llevan el cafecito es impensable, al igual que el hecho de que un jefe o mando intermedio indique a los demás que no traten a un empleado más que lo imprescindible, o que se dedique a esparcir rumores falsos de él. No, nada de esto es lo habitual en un hospital. No conozco un sitio en el que tal proporción de empleados presente depresiones, bajas por estrés o incluso intentos de suicidio. Tampoco es que mi tamaño muestral sea enorme, pero por lo que yo conozco ahora, las rencillas se suelen solucionar dialogando, o no se solucionan y el trato pasa a ser meramente profesional con la mínima cortesía.

4. Los agravios comparativos
Una persona vale lo que puede contribuir al escaparate, más allá de sus principios o de sus competencias. A un buen relaciones públicas se le tolerará prácticamente cualquier cosa, sin importar lo escandalosas que resulten sus carencias (siempre y cuando éstas no se publiquen). No, esto tampoco es normal en otros hospitales, no hasta este punto de incoherencia.

5. La normalización de un disparate
Al leer tantos testimonios de exnumerarios que un día se dan cuenta de lo normalizadas que tenían determinadas prácticas aberrantes me ha venido a la cabeza mi propia reacción cuando me incorporé a mi trabajo habitual, que fue parecida. Una mezcla de estupor por la novedad, de alivio porque esperas un palo y te dan un premio, de alegría por haber seguido tu intuición de que aquello no era para ti y tristeza de casi haberles dejado convencerte de que no eras suficiente y de no haber sabido reaccionar antes.

Me parece que en Opuslibros hay bastantes contribuciones que pueden elaborar cada uno de los cinco puntos mucho mejor de lo que yo he sabido hacerlo hoy.

En fin, reitero mis disculpas si mi pasado texto no es apropiado para esta página (quizá tampoco éste lo sea) y, en cualquier caso, mando un abrazo fuerte a todos los miembros y exmiembros que lo necesiten. Todo se pasa y sois tremendamente valientes. Un abrazo además a JGB, que parece que también lo necesita.
¡A vivir!

TBS