COMUNICACION AL OPUS DEI
SERGIO DUBROWSKY*
Autor de la viñeta: Forges
Córdoba, 12 de
septiembre de 1990.
Querido don Emilio:
Tarde,
pero con deseo de hacer mi pequeño aporte,
si estoy a tiempo.
Un abrazo muy fuerte.
Sergio Dubrowsky
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1. El hilo
conductor, y lo esencial, de las distintas propuestas que sugerí‚ se puede
reducir a un punto muy concreto:
Los fieles
del Opus Dei son cristianos corrientes, laicos la gran mayoría, o clérigos
seculares. Algunos de estos clérigos proceden de entre los fieles laicos del
Opus Dei y ordinariamente están incardinados en la Prelatura Opus Dei, y los
restantes clérigos -que pueden considerarse propiamente, porque lo son, fieles
del Opus Dei- están ordinariamente incardinados en otras estructuras pastorales
o son obispos, condición personal la de estos últimos que no los priva de su
condición de fieles del Opus Dei.
2. De esta
afirmación tan sencilla y diáfana, verdaderamente esencial, de la que en teoría
nadie duda o debiera dudar, y que se consideraba absolutamente indispensable
-una verdadera conditio sine qua non-
para que un candidato pudiera ser
admitido cuando el Opus Dei normativamente era una Asociación de fieles
-y no una simple asociación, sino un Instituto de Vida Consagrada
indisolublemente unido a una Sociedad de Vida Apostólica- se siguen importantísimas
consecuencias jurídicas, ascéticas, apostólicas, pastorales, formativas, en el
modo de gobernar, y un largo etc: "no nos separa del resto de los fieles
cristianos -clérigos o laicos- ni un papel de fumar" en frase casi textual
del Venerable Josemaría Escrivá de Balaguer.
3.
Descendiendo del plano de los grandes principios al de la realidad viva y
fáctica, sea en el plano de la consideración institucional de la Región como en
de la vida de muchos de los fieles, particularmente entre los que llamamos Numerarios,
como asimismo si nos detenemos a considerar el modo de organizarse el trabajo
pastoral y la vida de los sacerdotes de la Prelatura -y de aquellos fieles
laicos, varones y mujeres, que viven en casas que son Centros del Opus Dei
dedicándose primordialmente o íntegramente a la atención pastoral o doméstica
de los otros fieles, o que trabajan full
time en la organización eclesiástica de la Prelatura- aprecio fuertes
contrastes. Me referiré en otras comunicaciones a aspectos particulares en los
que percibo esos fuertes contrastes, sin pretender agotar el tema, sino
señalando algunos de los aspectos que considero más importantes. He querido sin
embargo señalar el aspecto que considero medular, y a la luz del cual indicar‚
cosas concretas, para que no se pierda de vista lo esencial: entiendo que deben
rectificarse cosas de fondo: de nada valen -o de poco sirven- rectificaciones
"cosméticas", superficiales, "de imagen", si no se parte -y
se lucha por asumir personalmente, con todas y hasta las últimas consecuencias-
de que somos fieles corrientes: ni más, ni menos.
4. Me da
la impresión que antes de la erección de la Prelatura se cuidaba muy mucho
resaltar los aspectos que remarcaban la condición de simples fieles laicos y de
sacerdotes seculares de los fieles del Opus Dei. Muchas de las cosas propias de
esa condición, sobre todo en el plano intraeclesial, no se asumían -se rehuía
prudencialmente hacerlo, con ocasión o con excusa de las dificultades de índole
jurídico-institucional del Opus Dei, de la situación de la Iglesia... (donde en
muchas ocasiones me da la impresión que se proyectaban dificultades surgidas, o
propias, de la situación de la Iglesia allende los mares, que poco o nada
tenían que ver con la realidad eclesial y eclesiástica local). En esos tiempos
pasados, éramos de iure un Instituto
de Vida Consagrada, y de facto una Asociación de fieles. Actualmente, en muchos
aspectos somos de facto una institución ad
instar religiosorum, de iure una
Prelatura.
5. Como
prueba general de las afirmaciones precedentes -que pueden sonar tal vez un
poco duras- más allá de las observaciones particulares que haré sobre aspectos
muy concretos en otras comunicaciones, me atrevo a señalar que del grueso de
las comunicaciones y ponencias que se presenten, se pondrán en evidencia dos
cosas:
a) una buena parte estarán plagadas de una
fraseología esteriotipada -no digo jerga, propia de ambientes cerrados, que no
se ha dado nunca ni se dará...- difícilmente inteligible para cualquier fiel
cristiano, clérigo o laico "no iniciado" en dicho lenguaje, no pocas
veces tomado en préstamo de los fenómenos de Vida Consagrada o de las Ciencias
de la Administración y Organización de otras culturas, concretamente de España
(1).
b) se avanzarán propuestas reduccionistas
de la común condición de fiel cristiano, como si los fieles del Opus Dei fueran
algo más, o algo distinto, de fieles corrientes que correspondiendo a la gracia
de Dios despliegan las virtualidades propias de los simples fieles (recuérdese
la analogía del farol apagado y encendido del Venerable Josemaría Escrivá de
Balaguer para describir esta idea), y consecuentemente la vida de los fieles
del Opus Dei y toda la acción apostólica y pastoral tuviera una
"especificidad" no radicada en la condición común bautismal en el
Pueblo de Dios ("lo nuestro..." "lo que hay que hacer...")
y fuera algo sobreañadido, y en virtud de esa "sobreañadidura"
pudiese disponerse de la vida, fortuna y conciencia de los fieles de la
Prelatura de modo análogo a las personas consagradas, que siguiendo su carisma
colectivo y camino de santidad sufren en el plano jurídico una capitis deminutio mayor o menor según el
derecho peculiar o propio, el marco jurídico común a toda la benemérita Vida
Consagrada y la legislación civil de la República Argentina, la República
Oriental del Uruguay, la República del Paraguay, y la República de Bolivia, y
requieren en virtud de su "especificidad carismática colectiva" una
atención pastoral y un modo de vida peculiar, y despliegan sus capacidades
vitales -actividad familiar, profesional, social, apostolados, etc.- por cauces
peculiares cuando no "raros" o "misteriosos", llenos de
"secretos" para "los de afuera"... (2).
Córdoba, 9 de septiembre de l990.
COMUNICACION 2
-Del ministerio y la vida de los clérigos de la
Prelatura Opus Dei
1. Ver
comunicación 1: son clérigos seculares, con todas las consecuencias que dicha
condición personal comporta.
-Cuestiones de protocolo y estilo
2. Resulta
sorprendente que los clérigos de la Prelatura toleren -y en muchos casos
utilicen, lo he visto en papeles que proceden de nuestra propia curia-
tratamientos que son impropios de los clérigos seculares, como son R.P. Juan
Pérez, o P. Juan, o P. Pérez, o R.P. Pérez. He visto utilizar esta terminología,
p. ej., en listas de gente que participa en actividades (cursos de retiro,
convivencias, etc.), en los sobres dirigidos a los clérigos desde la curia
regional, en participaciones y notas sociales o necrológicas en los diarios, en
noticias y gacetillas de prensa, etc.
En la
República Argentina -al menos, ese parece ser el stylus et praxis de la Conferencia Episcopal y de las curias
arquidiocesanas de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Tucumán, y de las curias de
los religiosos- a los clérigos seculares -en el tratamiento oficial y en
cualquier escrito, coloquialmente somos todos "padres"- se los trata
de Pbro., Sr. Pbro., Pbro. Lic., Pbro. Dr., Rev. o Rev.mo (cuando corresponda
este tratamiento, que no corresponde a todos), siendo el más usual el de Sr. Pbro.
Jamás -y a muchos clérigos les molesta que así los traten- se los trata de
R.P., o de P. No es muy usual -aunque no es impropio, alguna vez me lo han
dado- el tratamiento de don, Sac. o de Lic. o Dr.
3. Muchos
-no todos- de los clérigos de la Prelatura que están en la República Argentina
son doctores en alguna disciplina civil o eclesiástica. Resulta chocante y
pedante que siempre que no se use el R.P. o P. al que me he referido
anteriormente, se utilice el Pbro. Dr. Me parece conveniente que lo utilicen
quienes de verdad lo sean -es decir, que al menos sean doctor renuntiatus por haber defendido el grado en algún Ateneo o
Universidad eclesiástica. No lo son quienes estudiaron filosofía en nuestro
seminario, sin haber alcanzado tampoco el grado de doctor en el ámbito civil-
cuando utilizar esa denominación viniese al caso: en ámbitos académicos, al
formar una comisión de estudio, etc. Me resulta muy chocante la usurpación de
títulos por quienes no los tienen -en Córdoba, en el ámbito académico sólo de trata
de Dr. a los verdaderos doctores. En el ámbito profesional (médicos, abogados,
etc.) no lo suelen utilizar ni siquiera quienes realmente lo son, y está mal
visto que los utilicen quienes no lo son...- y también el abuso en su
utilización cuando no viene al caso: en la correspondencia familiar, en la
confección de un expediente matrimonial, al asentar un bautismo en el libro
parroquial, etc. Me resulta tan chocante como me resultaría que aquellos que
por su oficio eclesiástico son tratados de Su Excelencia Reverendísima,
Monseñor, Reverendísimo, o Su Señoría Ilustrísima, utilizaran siempre e
indiscriminadamente -no en la función, donde es propio utilizar esos
tratamientos- esas denominaciones o sus abreviaturas.
4. Los
clérigos seculares tienen precedencia sobre los religiosos. Las precedencias se
utilizan hoy en día muy poco, pero cuando se utilizaren, han que saber
utilizarlas bien. P. Ej., si en una concelebración se dispusiese el lugar de
los concelebrantes en razón de precedencias, y no hubiera razón de precedencia
de un clérigo regular por razón de orden o de oficio, siempre la tendrán los
clérigos de la Prelatura -porque son clérigos seculares- sobre los religiosos,
por muy ilustres e importantes que fueran. Lo mismo puede decirse sobre una lista
de cualquier cosa. Me sucedió una vez que un presbítero de la Prelatura, que
redactó el acta de una reunión de clérigos, en su humildad mal entendida se
puso al final... y a mi penúltimo, dando precedencia injustificada a diez
venerables religiosos... lo que me molestó profundamente, no porque me sintiera
o me creyera más que nadie, sino por la injusticia que respecto a todo el clero
de la Prelatura, perpetrada por otro clérigo de la Prelatura, dicha actitud
comportaba.
5. En
algunas diócesis, la de Córdoba, por ejemplo, hay un uso litúrgico en las
solemnes concelebraciones (Misa Crismal, grandes fiestas, etc.) que consiste en
que el Sr. Arzobispo o quien presida en su lugar, invita a algún humilde
sacerdote regular a un lugar de honor, en el altar, junto a los Obispos
Auxiliares, Vicarios Generales, Dignidades, etc. Entiendo que jamás un
sacerdote de la prelatura debe aceptar ese "honor", con que se honra
a los regulares, por la sencilla razón de que no somos regulares.
-del Ministerio
6. Los
sacerdotes, colaboradores principales del Orden de los Obispos, desempeñan un
oficio o misión canónica que su Prelado les encomienda, y para cuyo ejercicio
les confiere las facultades oportunas.
7. La
determinación de la misión canónica, o la asignación de un oficio, tiene
importantísimas consecuencias: concreta la disponibilidad y la responsabilidad
del clérigo -que potencialmente abarca todo el sacerdocio de Jesucristo en la
medida en que el participado por los presbíteros respecto de la Iglesia
Universal, ya en alguna medida acotado en la actual formalización normativa por
la incardinación- a una dimensión más concreta, con todas las consecuencias que
esto comporta.
8. Me da
la impresión que los clérigos de la prelatura en la Región -como consecuencia
quizás de todo un planteamiento de la pastoral que repercute en su
organización- se afanan en muchas cosas, pero salvo algunos pocos (Vicarios,
algunos capellanes de colegios, y me parece que nadie más) no tienen un oficio
o misión canónica concreta. En definitiva, que además del desorden y desgaste
que esto comporta, actúan de hecho y de derecho, cara a Dios y a los hombres
-también sus hermanos sacerdotes diocesanos- como "mandados",
responsabilísimos pero absolutamente "irresponsables" de algo
concreto, que atienden "labores" asumiendo como propia toda "la
labor corporativa de la comunidad", y no siendo pastores o responsables de
nada ni de nadie en concreto. No me parece que este sea el modo más adecuado a
la vida y al espíritu de un sacerdote secular, donde aparece también muy
diluida la responsabilidad personal.
9. Este
modo tan peculiar en que se ha ido institucionalizando la atención pastoral
-sobre todo en Buenos Aires, donde hay gran concentración de clérigos- ha dado
lugar a verdaderas estructuras complejísimas e innecesarias:
"organizaciones de misas, con sus encargados y sustitutos",
"organizaciones de retiros, cursos de retiros, clases, atenciones y
sustituciones, etc." No he estado en Buenos Aires mas que de paso, pero
desde que fui repatriado en septiembre de 1987, he tenido -y sigo teniendo- la
sensación de que sobran sacerdotes y sobra desorden en la atención pastoral,
sensación que me parece ver confirmada en los hechos, pues cada vez salen más
sacerdotes hacia otras Regiones, o los que se ordenan no vuelven...
10. Por
otra parte, me da la impresión que los sacerdotes, lejos de prestar su
ministerio específico para la atención y formación de los fieles laicos y sus
apostolados, son "el palico de la gaita", si se me permite esta
expresión tan gráfica, aunque ajena a nuestra cultura y modo de decir, y que
lejos de aportar su ministerio específico cuando los fieles laicos llegan al
"muro sacramental", me da la impresión que cualquier apostolado o
tarea pastoral -un curso de retiro, una convivencia, un retiro, unas charlas,
etc.- gira alrededor del famosísimo predicador y consejero, el Padre Fulano, al
que asisten unos fieles laicos...
11. Me
parece que podría mejorar mucho la atención pastoral de los fieles de la
Prelatura, y la calidad de vida de los clérigos (entiéndase bien, y no
torcidamente esta expresión: para que puedan cultivar mejor su vida interior,
su preparación pastoral, su apostolado personal, etc.), si se potenciara la
responsabilidad personal de los clérigos asignándoles oficios y misiones
canónicas concretas, y los distintos "puntos de atención" y distintos
servicios pastorales se pensaran más en función de las necesidades reales y de
las posibilidades reales de atención, y no en una alocada asignación de
"clérigos todo servicio" al capricho o al vaivén de quien grita mas
fuerte, o de las "planificaciones" desde las
"superestructuras" artificiales y artificiosas a las que me he
referido antes. Pienso que se impone un cambio de mentalidad, pues en ciudades
del interior con 2, 3 o 4 sacerdotes, y dos o tres casas o altares que servir,
se dan las mismas "superestructuras" y la misma irresponsabilidad:
nadie es capellán ni pastor de nada, y todos de todo... y así muchas veces no
se llega a cubrir los mínimos de atención pastoral en lo más específico -como
son las confesiones, por ejemplo- y los sacerdotes terminan dedicándose a otras
tareas ("aceptando invitaciones" o creando "puntos de
ignición", por ejemplo) que multiplican el trabajo y el desorden, sin
alcanzarse los razonables objetivos mínimos en la atención de los fieles de la
Prelatura.
12. Otro
punto al respecto es el del sustentamiento de los clérigos, muy ligado a la
asignación de tareas u oficios. Pienso que debe asignarse una congrua
remuneración por las tareas, a pagar en efectivo. Es intolerable que los
clérigos piensen que son "mantenidos" por las laicos, y que algunos
laicos piensen que "mantienen clérigos", que vendrían a ser como
"sirvientas cama adentro", a las que se les da de comer y vestir y
todavía se quejan... Personalmente me ha pasado -y he pasado un mal rato- de
tener que aclarar este aspecto frente a alguna autoridad eclesiástica
importante, a la que algún prominente laico de la Prelatura había convencido
que "mantenía" a "sus" curas de su casa... En otra oportunidad,
otro prominente laico -no hay acritud o ironía en el adjetivo calificativo: se
trata de personas con años de fiel entrega en la lucha ascética, muy
cualificados personalmente, y de cierto relieve representativo profesional y
conocidos públicamente como fieles del Opus Dei- me desaconsejó utilizar un
automóvil que me había prestado un amigo de la infancia para visitar a otro
amigo, aduciendo que yo era "patrimonialmente irresponsable" y que
ante cualquier siniestro que me pudiera suceder "la comunidad" debería
afrontar los gastos...
13. Si
cada clérigo tuviese un oficio concreto -como sucede con todos los sacerdotes
seculares, excepto los privados, los que han perdido el estado clerical, los
viejitos del asilo y los postulantes en un Instituto de Vida Consagrada-
también se podría presentar ante los otros sacerdotes y los señores Obispos, y
actuar en el presbiterio diocesano como lo que realmente es: un sacerdote
secular no incardinado en la diócesis, que está en la diócesis no simplemente
"porque ha encontrado una comunidad de su agrado", o porque es un
tránsfuga o un vago -en el sentido propio y original de los términos-.
En este
punto he de señalar que he observado y me han ocurrido cosas muy sorprendentes
y hasta contradictorias: desde recibir el "consejo imperativo" de
"no mezclarme" con el clero (yo en realidad no me mezclo, soy clérigo
y desde que lo soy también soy consciente de un vínculo de fraternidad especial
con los demás clérigos, fundado en una especial configuración óntica con
Jesucristo), cuando además en la República Argentina hay un clero que a pesar
de todas las deficiencias y fragilidades me atrevo a calificar -pienso que con
un poco de conocimiento de causa- entre los mejores del mundo, a la vez que se
me impulsaba rehuir del trato con eclesiásticos de un cierto nivel humano y de
mayor influencia, y "lanzarme" a "la caza" del "clero
recogible" (cfr. infra n.15), hasta ver la actitud de alguno de los que
junto con "lanzar" "consejos imperativos en nombre de la
Voluntad de Dios y del espíritu del Opus Dei" pretendía asumir, y de hecho
asumía en un determinado presbiterio diocesano, la representación de "la
comunidad del Opus".
Tampoco me
parece adecuada y razonable -es más, me parece sorprendente y sumamente
inadecuada e inconveniente- la solución que ha plasmado institucionalmente en
la Arquidiócesis de Buenos Aires, donde se ha nombrado a un clérigo de la
Prelatura Opus Dei en el consejo presbiteral, no por vía del oficio, o por
elección, o por designación graciosa del Sr. Arzobispo, sino como
"representante del clero de la Prelatura Opus Dei", un genus diversus respecto del clero
diocesano en sentido amplio, o estricto, o de los sacerdotes seculares
extradiocesanos que viven en la arquidiócesis.
Me parece
que a todas estas situaciones se ha llegado no sólo, ni principalmente, por
falta de comprensión o por mala voluntad de los señores Obispos o de otros
sacerdotes, sino por actitudes como las descriptas asumidas por algunos
clérigos del Opus Dei, que parten de no tener clara, en los hechos, la propia
identidad.
14.
También me parece conveniente una cierta estabilidad en el propio oficio o
misión canónica: los cambios constantes no favorecen la atención pastoral, ni
tampoco el necesario equilibrio personal de los clérigos.
-de la vida de los clérigos.
15. Muy
relacionado con lo expuesto acerca de la organización del ministerio, están
otros aspectos de la vida de los sacerdotes. Concretamente, no se distingue
entre el trabajo ministerial y el apostolado personal de los clérigos, en una
confusión que toca aspectos del espíritu. Incluso el apostolado personal de los
clérigos con otros clérigos -de amistad y confidencia, propio de cualquier fiel
cristiano con sus colegas- entiendo que está bastante desdibujado por dos
razones:
a) falta de inserción armónica de los
clérigos de la Prelatura Opus Dei junto a los otros clérigos, en parte por no
tener, en los hechos, clara la propia identidad.
b) concebir ese apostolado personal como
una dedicación ministerial. No se trata, en los hechos, de un apostolado
personal, sino de la actividad ministerial de algunos "especialistas"
que dedican "días o tardes" a "visitar curas"... algo poco
natural, que da sus frutos, pero sólo a nivel de "cura recojón" respecto
a los "curas recogibles", un apostolado como el que hacen algunas
congregaciones religiosas o sociedades de vida apostólica cuya misión es la
atención del clero diocesano...
16. Al no
tener deslindado el campo de las obligaciones ministeriales del tiempo libre,
para organizarlo con cierta autonomía y poder dedicar tiempo a las personas que
uno tiene alrededor, a la familia, al descanso, a la piedad, a cultivar la
amistad que es substrato del
apostolado, al estudio, etc. me da la impresión que muchos clérigos llevan un
ritmo de vida frenético, neurotizante, donde sufre la piedad, la calidad de la
atención pastoral, el apostolado personal, la alegría de vivir, el estudio, que
tan relacionado está con la calidad de la oración, la predicación y la atención
ministerial, etc.
17. Todo
esto comporta que en muchos casos los clérigos del Opus Dei constituyan un
verdadero genus diversus: una vida
distinta a la de los laicos, también a la de los religiosos, también a la del
resto del clero secular... Sin tiempo para nada, ocupándose de nada, sin tiempo
para estudiar, ni para vivir... fuera de la realidad, y que así algunos lleguen
a asumir conductas llamativas: desde el modo de vestir y comportarse, una jerga
distinta en el modo de hablar, una paulatina desactualización en su formación
doctrinal y humana, y hasta una cierta actitud paranoica ante lo que sucede
alrededor: los "otros" clérigos son herejes, pecadores, no nos
entienden, no nos quieren... que lleva a quien sufre este tipo de desubicación
a cerrarse más, y a veces a adoptar una actitud de suficiencia y de falta de
humildad personal y colectiva notable: he visto a veces a algunos sacerdotes
numerarios murmurar acerca de personas, situaciones de la vida de la Iglesia,
autores, autoridades eclesiásticas, etc. sin el necesario conocimiento de causa,
sin la suficiente formación, y sin un mínimo de prudencia, sembrando la
confusión entre los fieles, o llevando a los fieles laicos de la Prelatura a
asumir posturas que no sin razón pueden calificarse de ignorantes, fanáticas o
sectarias.
18. Otro
aspecto que cabe señalar -en mi opinión, todo parte de lo ya dicho en mi
comunicación primera, en que no se ha sabido, no se ha querido o no se ha
podido distinguir entre las obligaciones ministeriales y el apostolado
personal, lo que lleva como de la mano a otra confusión mayor y más peligrosa:
la del régimen de gobierno con la dirección espiritual y el ámbito de la
conciencia- es que algunos clérigos llevan una intensa vida social (son como
"el jesuita de antaño" de algunas familias...) con una gran proyección
ministerial: casamientos, bautismos, funerales, comuniones de enfermos, etc.,
con la que recargan su actividad, se cae quizás inconscientemente en
discriminaciones, y se confunde a los fieles (celotipias, doble discurso de que
los sacerdotes de la prelatura no están para atender ese tipo de cosas, junto a
la realidad que continuamente se atienden en ciertos casos ese tipo de
cosas...).
Concretamente,
me han pedido algunos fieles de la Prelatura -acostumbrados a este tipo de
atención preferencial- que bautice a sus hijos porque en su parroquia "no
se hacen las cosas bien", "se los hace esperar varias semanas",
y "sólo se hacen bautismo comunitarios (¿tienen algo de malo? si lo
tuvieran convendría hacerlo saber, pues he visto a muchos sacerdotes numerarios
que trabajan en parroquias o iglesias públicas hacerlos, y también hacer alguna
gestión en la respectiva congregación romana, en la Santa Sede, pues se han
extendido por todo el mundo, y han rituales aprobados que los autorizan y
recomiendan), cuando me consta de la falsedad de estas verdaderas calumnias en
el caso. También se me ha pedido muchas veces que lleve la comunión a enfermos
del Hospital X, "porque el Capellán no lo hace con suficiente dedicación y
decoro"... caso en el que también me consta de la dedicación y piedad del
capellán en cuestión y de la falsedad de esas imputaciones calumniosas y
difamantes.
-de la atención pastoral
19. Otra
cosa -que a mi modo de ver cada charla teórica sobre las Prelaturas personales,
y el Opus Dei, Prelatura personal no hace más que agravar, dada la inercia
vital con la teoría, cuando la exposición teórica misma no aparece un tanto
desdibujada- es que impera una terrible confusión entre dirección espiritual,
régimen de gobierno y actividad pastoral. Los clérigos mandaba mucho, pues en
la confusión de cual sea su misión canónica -por no estar canónicamente
determinada- el hecho de "pertenecer a un consejo local..." y una
cierta actitud clerical en el planteamiento de la pastoral -cfr. n. 10 supra-
el clero hace y deshace. Por otra parte, me parece que en muchos casos
el sacerdote asume su colaboración en la dirección espiritual in actu, como tarea o función de
Superior o Prepósito que manda "la Voluntad de Dios por la Santa
Obediencia"... cierto es que hay mucha gente que tiene una formación muy
clerical, o en la gente joven una ingenuidad unida a la inexperiencia y a una
veneración grande del clero... pero esa forma de atenderla no hace más que
profundizar en esa deformación.
20.
También me ha llamado la atención -aunque he notado una pequeña mejora después
que circuló una indicación concreta al respecto, pero entiendo que es mucho lo
que puede y debe mejorarse- la indiscreción de los clérigos respecto de las
cosas conocidas en el ejercicio del ministerio, particularmente a través de las
confidencias de dirección espiritual.
21.
Pasando a un aspecto muy práctico de la organización de ministerio, además de
lo ya dicho acerca de la conveniencia de la determinación canónica de los
oficios y encargos, y a la conveniencia de que esto se haga, y en general se
gobierne por escrito, para evitar malos entendidos y confusiones, y para que
cada uno pueda asumir su personal responsabilidad -también el Vicario que manda
por escrito- me da la impresión de que hay una multiplicación de trabajo
innecesaria e ineficaz.
Ejemplos concretos: en Córdoba, al menos en una
época, no se cómo se harán las cosas hoy día, se predicaba un retiro mensual
para 15 numerarias, otro para 3 agregadas y otro para 4 numerarias auxiliares.
Me parece un despropósito, sobre todo teniendo en cuenta que los sacerdotes no
hacen jamás un retiro que alguien les predique, que cada uno de esos grupos de
personas cuentan con otros medios de formación más específicos -charlas,
meditaciones, etc.- y que se trata de gente muy homogénea en formación, edad,
años de empeño en la lucha ascética, etc.
No tengo
idea como se organizan los retiros mensuales en Buenos Aires, pero dada la
cantidad de gente, de sacerdotes, y contando con oratorios de gran capacidad
como el del CUDES, quizás bastaría organizar solamente 4 al mes -de modo que,
en último término, cualquiera pudiese hacerlo en cualquier semana, ofreciendo
un servicio amplio y no multiplicando el trabajo y la organización
innecesariamente-
P. ej. 1* domingo: Centro de Estudios, 2* domingo:
gente mayor, 3* domingo: aspirantes, 4* domingo: gente joven.
Con
respecto a las confesiones, me da la impresión que se hacen grandes esfuerzos
teóricos -que quizás lleguen a violentar en algunos casos la libertad de los
fieles para acudir al sacerdote que les dé la gana- asignando confesores a
"casas" o "grupos" en lugar de ofrecer una amplia
disponibilidad de horarios y de
posibilidades -preferentemente en iglesias públicas y en confesionarios,
también para facilitar las cosas, por ejemplaridad, y por aprovechamiento del
tiempo: de rodillas nadie suele extenderse más de lo necesario...- para que los
fieles, libremente, porque les da la gana confesar semanalmente, puedan hacerlo
con facilidad y con quién quieran. Quizás no hay otro modo que el actual de
organizar las cosas... pero me da la impresión que todo está organizado más en
función de lo dicho supra n. 10, que
de facilitar realmente la posibilidad que la gente de confiese.
- del talante y la mentalidad
22. Me ha
llamado mucho la atención al llegar a la República Argentina después de siete
años de ausencia, y antes que se produjera el último doloroso cisma en la
Iglesia Católica protagonizado por Marcel Lefrebvre, que muchos sacerdotes de
la Prelatura -seria injusto decir todos, porque no he tenido oportunidad de
verlos a todos, y de los que vi, no todos parecían afines al personaje luego
cismático, pero sí un número necesario para proyectar una imagen ad extra e influir entre los fieles,
clérigos y laicos, de la Prelatura- estaban sentimentalmente plenamente
identificados con el Arzobispo rebelde y sus secuaces, y algunos no sólo
sentimentalmente sino también doctrinalmente, por pura ignorancia del
Magisterio Conciliar y posteriores desarrollos en el Magisterio del Romano
Pontífice en cuestiones de Doctrina Social de la Iglesia y otros temas: p. ej.,
libertad religiosa, promoción de los derechos de la persona, antisemitismo,
totalitarismos, liturgia, ecumenismo, moral fundamental, eclesiología, etc.
23.
También me sorprendió la rigidez -fruto de la ignorancia- de algunos frente a
ciertos problemas de moral matrimonial y educación sexual, en parte paliados
por unas indicaciones que nos trasmitieron.
24. Otra
cosa llamativa que he percibido es el apego a ciertas formas y cosas
secundarias, que he visto puestas en un primerísimo lugar, e incluso el afán de
algunos de singularizarse en aspectos que no dudo en calificar de ridículos.
Concretamente:
25. Modo
de vestir: los clérigos en la República Argentina suelen utilizar camisa
clerical gris, celeste, blanca o negra y traje. No desentona el uso de la
sotana o del clergyman, pero ni todos
-ni siquiera la mayoría- de los sacerdotes visten así, ni los pocos que alguna
vez visten así utilizan la sotana o el clergyman
indiscriminadamente y en todas las circunstancias.
He notado que "está mal visto" -y
he sufrido miradas raras y reprensiones cuando lo he hecho- entre el clero y
muchos fieles laicos de la Prelatura el usar camisa clerical y traje negro... y
la tendencia es a usar siempre sotana, con camisa de puños dobles almidonados y
gemelos ricos. Esta vestimenta resulta en muchas ocasiones chocante y hasta
ridícula. He visto también que algunos clérigos utilizan además esa especie de
sobretodo hasta los tobillos que se usaba hace treinta o más años, y algunos
utilizan además una capa de terciopelo... este modo de vestir resulta
francamente ridículo y chocante: tanto como si a alguno -clérigo o laico- se le
ocurriera utilizar a diario levita o polainas... que hubiera entre los fieles
del Opus Dei algún excéntrico, es algo posible -también la excentricidad es
santificable, si no fuera pecaminosa- pero que varios sacerdotes de un mismo
presbiterio lo sean... ya no me parece tan bien.
26.
Liturgia: Muchos fieles de la Prelatura en Argentina consideran
"herético" o al menos poco piadoso el uso de la lengua vernácula en
la liturgia, o el utilizar una plegaria eucarística que no sea el canon romano,
o seguir una rúbrica (p. ej. en los ritos introductorios, o la monición para
introducir la oración dominical) que no coincida con la de la liturgia
tridentina; o la participación en concelebraciones.
También he observado en más de una
oportunidad y en ciudades distintas, en lugares donde hay un altar del sagrario
y uno coram populo, que se desprecia
olímpicamente el altar coram populo,
y se celebra preferentemente en el del sagrario, y que los actos eucarísticos
que no sean la synaxis, también se celebran en el altar del sagrario...
También he sido reprendido por rezar la
oración de los fieles en la celebración eucarística -como lo prescriben las
rúbricas- de lo que infiero que los demás sacerdotes no lo hacen. Hay también
un uso contra legem, y que sin
entender nada de liturgia me parece muy poco litúrgico, de iniciar la
celebración fuera del altar, en el ambón.
Otra cosa sorprendente es que esta
"mal visto" utilizar el color verde los días feriales -o en
sustitución de los ornamentos de otro color- y celebrar una misa votiva que no
fuera -en esos días feriales- el lunes: Votiva de la Santísima Trinidad, el
martes: Votiva de los Santos Ángeles, el miércoles: votiva de San José; el
jueves: Votiva de la Eucaristía; el viernes: votiva de la Santa Cruz; el
sábado: votiva de Santa Maria.
En toda esta materia litúrgica, por ser
algo tan importante y que hace al nervio de la disciplina eclesiástica y al
orden público, me parece que se impone una formal regulación normativa de las
cosas particulares (como se ha hecho, por ejemplo, mediante un formal decreto
-que sustancialmente es una ley- del Prelado en el caso de la Memoria litúrgica
de Santa Maria de la Paz, cfr. Romana, 2 <1986>1, 73/74) si es de acuerdo
a nuestro espíritu tener particularidades en materia litúrgica, cosa que dudo
mucho... En caso contrario, pienso que se impone una formal reprobación de las
costumbres contra legem que se han
introducido, o al menos una "imperativa monición pastoral" para que
se respete la libertad de actuar dentro del marco de libertad que la ordenación
general de la liturgia permite, y cesen los usos contrarios a las rúbricas.
27. Muy
ligado a lo litúrgico -y es cuestión más de los fieles laicos que de los
clérigos, en la que sin embargo los clérigos influyen de modo determinante...-
es la costumbre de rezar, después de la acción de gracias de la santa Misa, el
cántico de los tres jóvenes del Libro de Daniel, el salmo 2, etc. en coros
alternos. Lo llamativo en esta costumbre tradicional, no es la costumbre en sí
misma, sino el hecho que los fieles laicos varones utilicen para practicar esta
devoción la versión de la vulgata latina de estos textos, y no la versión de la
neovulgata, como hacen las mujeres y los varones del Opus Dei en otras
latitudes... Alguna vez lo he comentado, pero no he tenido más que el silencio
por respuesta... Sinceramente, me parece entrever en actitudes como esta una
torcida disposición de "defensa de las sanas tradiciones y de la
ortodoxia" ridículas, ajenas a la tradición viva de la Iglesia.
Personalmente tengo escasísima formación en materia de Sagradas Escrituras y de
espiritualidad, y nada tengo en contra de la versión vulgata latina de las
Sagradas Escrituras, cuya legitimidad en el uso no cuestiono, y que el mismo
Romano Pontífice ha hecho en alguna ocasión con posterioridad a la promulgación
de la versión neovulgata (v.g. Carta Salvifici
Doloris). La única cosa que me preocupa, dada la escasísima formación tanto
de los clérigos como de los fieles laicos en el cultivo de la lengua latina y
de las Sagradas Escrituras, es el cultivo de mentalidades cerriles por parte de
los clérigos en los fieles laicos... y si de repetir por repetir en latín de
trata, me quedo con la versión oficial al uso, como he visto hacer en otras
latitudes y como hacen las mujeres.
-de la formación doctrinal y de la predicación.
28. En
general, son muy pocos los sacerdotes que están actualizados en lo que al
Magisterio del Romano Pontífice y de los Obispos se refiere. Se nota un
desconocimiento bastante grande del Magisterio del último Concilio Ecuménico, y
no parece que la exhortación del Romano Pontífice a toda la Iglesia, con
ocasión del Sínodo Extraordinario de 1985, de proceder a una "relectura
meditada" del "texto" de los documentos haya sido secundada por
los sacerdotes, y mucho menos por los fieles laicos, tampoco por aquellos que
han hecho o hacen estudios eclesiásticos.
29. El
tono de la predicación, a mi modo de ver, deja bastante que desear, aunque tal
vez haya mejorado un poco con ocasión de una indicación que llegó al respecto.
Cosas concretas:
a) rara vez se nota que el sacerdote haga
oración mientras predica.
b) percibo en general una excesiva
preocupación por aspectos formales accidentales -cuando no inconvenientes o
innecesarios- de la retórica, y una pobreza muy grande en el material de
predicación. Concretamente, es tema habitual de conversación de los sacerdotes
de la Prelatura la "preparación" de las meditaciones, dando a veces
un tono "poco normal" al ambiente... y la preocupación de centra
además en "la anécdota", "el chiste", "la
ficha"... El material de predicación suele ser un abundante glosario de
anécdotas, chistes, etc. mechados con algún texto de la escritura muchas veces
interpretado de un modo un tanto curioso, e innumerables textos y citas del
Venerable Siervo de Dios Josemaría Escrivá de Balaguer, traídos a colación sin
ton ni son, donde se mezclan textos maravillosos y originales, de gran belleza
poética, con cosas que también dijo nuestro fundador, pero que están tomadas
del Magisterio de la Iglesia, de los Padres, de los Santos y otros autores
espirituales o de la literatura hispánica y universal (P.ej., Santa Teresa,
Santa Teresita, San Bernardo, San Ignacio, San Benito, etc.), con cosas que
quizás alguna vez dijo, o nunca dijo, pero que si lo dijo, no viene al caso...
(como dijo nuestro Padre cuando llovía, "llueve, y la lluvia moja", o
cosas por el estilo). He contado mas de una vez, en 30 minutos de predicación,
20 y hasta 30 "como dijo nuestro Padre"...
30. En la
predicación, muchos utilizan un tono "intimista indiscreto", donde se
relatan aspectos de la vida espiritual, profesional, etc. de personas del Opus
Dei vivas de esta u otras latitudes, donde además se llega a desdibujar quizás
un poco la veracidad de los sucesos, se atenta contra la intimidad de los
protagonistas, o se presenta como "lo que hay que hacer" o "el
más genuino espíritu del Opus Dei" determinadas opciones personales
tomadas por alguien en un determinado contexto histórico, cuando hubiese sido
tan correcta y legítima la opción contraria del protagonista...
Córdoba (RA), 11 de septiembre de l990.
COMUNICACION 3
-Algunos pensamientos sueltos y no elaborados sobre
la vida y formación de los fieles laicos, particularmente de los que llamamos
Numerarios.
1. Ver
comunicación primera: son fieles corrientes y molientes, ni más, ni menos.
2. Noto
una notable confusión y falta de madurez en la asunción de la personal
vocación. De hecho, hay una extendida mentalidad de que son algo más o algo
distinto que simples fieles laicos, y que su vinculación con la Prelatura
comporta determinadas obligaciones jurídicas que en realidad no existen.
3. Las
casas donde viven los Numerarios tienen una organización
"comunitaria", donde a veces se confunden los planos
"comunitarios" o "corporativos" con los personales, y aún
personalísimos.
4. Observo
que algunos -muchos- Numerarios no tienen un trabajo profesional claro, estable
y definido, sea en medio de la calle o en la organización eclesiástica de la
Prelatura, o en las llamadas "labores corporativas", del que ganen su
sustento y tengan su natural inserción en la sociedad. Es verdad que formamos
una familia de vínculos sobrenaturales -analogía similar a aquella por la que
decimos que la Iglesia es una familia- pero siguiendo con la analogía, no es
cosa buena en familia alguna -es contraproducente para la familia, y para el
propio interesado- una sobreprotección paternalista que lleve a eludir las
propias responsabilidades personales, al extremo de no ganar siquiera el propio
sustento, y llegar a vivir como dama de familia acomodada (no me estoy refiriendo
tanto a las mujeres como a los varones...) a quién la vida no lo llevó por el
camino de ser la coqueta tía solterona o a un buen matrimonio de
conveniencia...
5. Pienso
que debe haber una exigencia mucho mayor en este aspecto, desde el primer día:
cada uno debe ganar -al menos- lo que consume, su propio sustento, y si no
lo hace, ubicarse en su realidad, y
bajar su nivel de vida... los casos verdaderamente excepcionales -incapacidad
total y permanente para cualquier trabajo (no para aquel que el interesado le
gustaría, o "se siente llamado"...)- se dan y deben contemplarse,
pero deben ser verdaderamente excepcionales.
6. Deben
pagarse con una justa retribución los trabajos profesionales de aquellos que
trabajan full time en la organización
eclesiástica de la Prelatura, o en las llamadas "labores
corporativas"... así podrán sostenerse, o tomar otros rumbos
profesionales. Esto contribuirá a ubicar a todo el mundo en la realidad de los
costos operativos, a pagar buenos sueldos al personal cualificado, y a evitar
los "ñoquis", o parásitos del "aparato", y lo que podrá ser
más grave aún, a asumir personal y "corporativamente" un estilo de
vida ad instar comunitatis de personas devotas...
7. He
notado que muchos "hacen ascos" cuando alguien hace referencia a
nuestros seminarios, o que fulanito de tal está en el seminario, etc. como si
el tener seminarios o que alguno de los Numerarios vaya a un seminario fuera
peyorativo de la "laicidad (?)". Es pura ignorancia, pero pienso que
en materia no leve: ni ir al seminario desdice de la laicidad o de la
secularidad, y tampoco es bueno que la gente piense que no tenemos seminarios,
o que se oculte la verdad -que nada de malo tiene: cuanto costó poder decir
propiamente seminarios y seminaristas...- con circunloquios.
Córdoba, 11 de septiembre de
l990.
COMUNICACION 4
-Apuntes de cuestiones de índole jurídica a
clarificar y resolver.
1.
Conocimiento de los Statuta
por los que se rige la Prelatura.
Al ser repatriado, me llamó poderosamente
la atención el "misterio" en torno a esa legislación, y la falta de
ejemplares a disposición de los fieles en los Centros... alguna vez lo hice
notar, pero no tuve respuesta alguna. Mientras tanto, en Europa, estaban a
disposición de cualquiera -incluso de los curiosos- y eran publicados total o
parcialmente en traducciones oficiosas... realmente me sentí muy mal, esta
circunstancia me pareció entre otras cosas profundamente injusta ¿es que hace
falta algún escándalo de prensa para que las cosas que no tienen misterio
alguno dejen de ser "misteriosas"?
Desconozco si la situación ha variado,
personalmente tengo resuelto el problema, pues he adquirido mi ejemplar en el comercio.
2. Pienso
que es conveniente clarificar -sobre todo ab
intra, para vivir en consecuencia...- el perfil jurídico-canónico de las
casas donde viven los Numerarios y está erigido un Centro del Opus Dei.
3. Pienso
que es conveniente clarificar -sobre todo ad
extra- el perfil jurídico en el derecho argentino de las casas donde viven
los Numerarios y está erigido un Centro del Opus Dei.
4. Pienso
que es conveniente clarificar operativamente tanto en la sociedad civil como en
la eclesiástica la condición jurídica de los fieles del Opus Dei, laicos o
clérigos, y la de la Prelatura.
5. Pienso
que resultaría sumamente conveniente distinguir claramente la personalidad y
los patrimonios de las casas y Centros del Opus Dei, de la de la Prelatura, y
de las de las actualmente "sociedades controladas" (AFC, APDES,
distintas sociedades de hecho, etc.). No se diga que no se trata de
"sociedades controladas", porque esa negativa, frente a los hechos,
carece de consistencia...
6. Pienso
que conviene, clarificadas las cosas precedentes, clarificar las distintas
relaciones jurídicas de los distintos miembros del Opus Dei con los diversos
entes (sobre todo las relaciones laborales y de servicios profesionales). Donde
más urgente me parece este aspecto, por muchísimas razones, es en el caso de
las personas que atienden los servicios domésticos -o de hotelería en la mayor
parte de los casos- de las distintas "labores corporativas".
Córdoba, 11 de septiembre de
1990.
Encontré en el “baúl de los recuerdos”:
cuatro papers, uno principal y los otros tres
con desarrollos particulares, escritos entre el 09 y el 14 de septiembre de
1991, y que envié por aquellas fechas, por vía postal con aviso de recibo
(acusó recibo el Pbro. Ignacio Echeverría, que en paz descanse) que aún conservo,
a La Chacra, la Casa de Retiros donde sesionó por aquellas fechas lo que se
dió en llamar una “semana de trabajo”, o
sea las juntas (adunationes) regionales
previstas por los Statuta,
Cap. IV, nn. 162 a 170, a las que conforme el n. 166 & 3 tenía perfecto
derecho a participar, pero a las que no fui invitado, y por eso me pareció
prudente y oportuno, conforme lo dispuesto en los nn. 167,168 y 169 de los
Statuta,
remitir mis comunicaciones por escrito. Si bien no escribí aquello en su momento
en orden a su publicación, dado el tiempo transcurrido, y el hecho que por
lo visto nadie tuvo en cuenta lo que escribí, extremando la delicadeza,
intentando que se corrigieran ciertas cosas, ya que según los testimonios
publicados en opuslibros la cosa sigue más o menos parecida, me parece prudente
y conveniente darlo a publicidad: los problemas no son nuevos, y hubo MUCHOS
y MUCHAS que intentaron que las cosas fueran diferentes.
Sergio Dubrowsky
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