Comentarios a los Reglamentos del Opus
Dei como Pía Unión (8)
V. E
S P Í R I T U
(2ª Parte: art. 27-
62)
En estos artículos Escrivá trata, primero (art.
27-32), de la orientación de los apostolados de su Obra. Llama la atención la
ausencia de referencias sobrenaturales, quedando todo en cuestiones de
estrategia y eficacia.
A
continuación (art. 33-35), Escrivá menciona unas pocas prácticas religiosas,
para pasar enseguida (en los art. 36-38) a las relaciones con las diócesis,
especialmente en asuntos litúrgicos.
El resto (art. 39-62) es un caótico
amasijo de indicaciones ascéticas (virtudes) y comunitarias (sobre el trato
entre los socios y su sometimiento total –hasta de la intimidad- a los
Directores), en las que se echa en falta no sólo una espiritualidad más sólida,
sino hasta una adecuada antropología cristiana; y donde se intercalan diversas
afirmaciones estratégicas sobre el secreto o sobre el modo de influir en la sociedad, tan sorprendentes como la siguiente: “No
podemos perder el tiempo levantando casas: las tomamos” (art. 57).
[nº 31]
27.
Para extender la labor apostólica, es menester actuar desplegando en todas
direcciones. Al abrirse en abanico, se evita la actuación
de los socios formando grupos, y cada uno de los nuestros ejerce su influencia
en una zona distinta.
Parece bastante contradictoria esta afirmación con
lo que se dice en el Art. 18.
Si se lee este artículo ignorando el contexto,
podría pensarse en un apostolado de tipo espiritual. Pero basta seguir leyendo
para darse cuenta de que Escrivá se está refiriendo a alcanzar puestos de
influencia pública.
28. El espíritu de la Obra es que sus
socios varones
ocupen cargos oficiales
y, en general, puestos de dirección.
Oficiales: Es evidente la
orientación de toda la estrategia de la Obra de Escrivá a alcanzar cotas de
poder. Ahora bien, ¿cómo es posible que a esto lo
llame espíritu? ¿Esta es la inspiración divina que recibió Escrivá? ¡Vaya
espíritu el de esta institución! Este aspecto del espíritu del Opus Dei
demuestra lo poco evangélico que era Escrivá, así como su Obra.
Varones: Otra de machismo.
29. Para llegar a ocupar puestos de
dirección, necesitan los nuestros un prestigio científico sólido.
Por tanto, no pueden los socios
descuidar su formación profesional.
Aquí queda muy claro que no se busca la formación profesional para dar
gloria a Dios, sino como un medio de conquistar cargos públicos. Es un mero
“anzuelo de pescador de hombres” (Camino, n. 372)
30. Las socias del Opus Dei deben de un modo especial ejercitar el apostolado de la amistad y la confidencia con las colaboradoras sin formar asociaciones.
Otra muestra de su obsesión por no aparecer públicamente, pero que
luego se contradeciría con la creación de cadenas de librerías, como TROA; de
una revista de moda, como TELVA; de unas gestoras de distribución de alimentos
para los Centros de la Obra (GESTORÍA), etc.
31. Conviene advertir que las asociaciones
auxiliares de que se habla en Régimen (Art.33) han de ser, por regla general, culturales y, mejor, sociedades
de carácter económico y
comercial.
¿Cómo se compagina esto con el preconizado carácter sobrenatural de
los apostolados de la Obra de Escrivá? Nuevamente, se le ve el plumero a este “santo”
tan poco espiritual. Pues, si esto son el espíritu y los medios evangélicos,
resulta contradictoria la pobreza de Jesucristo. Esta institución, que proclama
como medios o fines montar sociedades económicas, no es cristiana.
32. Las socias ocuparán ordinariamente como empleadas (y este término ha de
entenderse en sentido estrictamente comercial), ateniéndose al Art. l. 2, del
Reglamento, los cargos administrativos
de las sociedades o asociaciones auxiliares planteadas para facilitar la labor
de apostolado que les es privativa. Bien entendido que no podrán llevar el
régimen económico más que en los Centros locales.
A las mujeres no les confía cargos directivos ni económicos, sino
meramente administrativos.
33. En una empresa de apostolado, la eficacia del trabajo está
en los medios sobrenaturales. Por eso, el
espíritu de oración y de penitencia es la base de toda la actividad exterior de
los socios de la Obra.
Resulta muy chocante que entienda la oración
y la mortificación como meros medios para que las iniciativas “apostólicas” (me
parece significativo que las llame trabajos)
de que habla en los art. inmediatamente anteriores, sean eficaces, y no como
caminos para la identificación con Jesucristo. Y es que, en realidad, el medio “sobrenatural”
que a Escrivá le interesaba era montar sociedades comerciales (cfr. art. 31).
34. La Obra no tiene, ni tendrá nunca, devociones
particulares.
Tiene las que el fundador ha ido instituyendo: saludar al Ángel
Custodio del Centro al salir y entrar, rezar el Salmo 2 los martes con el
rosario en la mano e invocando a la Virgen y al Ángel Custodio, las romerías a
la Virgen en mayo rezando tres partes del Rosario, recitar el Símbolo atanasiano los terceros domingos, meditar el Adoro te
devote los jueves, etc., ¿no son devociones particulares? ¿Quién más las
practica?
En realidad, esta afirmación parece ser un reconocimiento tácito de la
falta de originalidad de su espiritualidad. Todo son prácticas piadosas tomadas
de aquí y de allá.
35. La Santa Misa es el centro de la vida espiritual
de los socios.
Vaya, hombre, al fin empieza a hablarse, en este anexo titulado
“Espíritu”, de algo que no sea comercial, político o económico.
[nº 32]
36. Los nuestros, en los Centros donde desenvuelven sus actividades
apostólicas, solicitarán del Rvmo. Sr. Obispo
Diocesano, en nombre de la
Asociación legal respectiva, la erección de oratorio semipúblico con
Sagrario.
Una vez más, la Obra no aparece, siendo la
asociación interpuesta correspondiente la que dé la cara ante las autoridades
civiles y eclesiásticas. Con esta estrategia Escrivá evita a los bienes de su
Obra tanto el riesgo de desamortización por parte de las autoridades civiles,
como de supervisión por parte de las autoridades eclesiásticas. Lo cual provoca
una doble injusticia: la de que los bienes de la Obra evadan responsabilidades
fiscales que tendrían que asumir en el caso de que figuraran como propiedad de
su verdadero propietario; y la de que la jerarquía eclesiástica no supervise el
empleo de unos donativos que la gente entrega pensando que los dona para el
Reino de Dios.
37. Dado el carácter de intimidad que
han de tener los distintos apostolados que se desarrollan por los socios de la
Obra, nunca se celebrarán en los oratorios ceremonias religiosas ajenas a los
fines del Opus Dei.
O sea, que los
oratorios han de estar al servicio exclusivo de la institución, y no para nada
de la diócesis. Lo cual resulta anticristiano, puesto que las ceremonias
litúrgicas son ceremonias de toda la Iglesia como tal, acciones de Cristo y de
su Iglesia, lo que no admite restricciones ni discriminaciones.
38. El Opus Dei está
al servicio de la Santa Iglesia. Los socios la sirven
lealmente - adhuc
autem et animan suam (Luc. XIV, 26) - y nunca se sirven de ella. De aquí, otra característica muy particular de los nuestros:
su adhesión rendida y total a la Jerarquía Eclesiástica, a la autoridad eclesiástica
ordinaria.
Acaba de decir en el artículo anterior que no se prestarán los
oratorios de la Obra para ceremonias religiosas ajenas a los intereses de ésta,
y ahora viene con esta propagandística declaración de intenciones, totalmente
ajena a la realidad de lo que ha sido la historia de la Obra. Pues todas las
actividades de la Obra de Escrivá se ordenaron siempre al interés
institucional.
39. Los socios del Opus Dei viven con alegría su vida de apóstoles; su ascetismo es un ascetismo
sonriente.
Que se lo cuenten a tantos y tantas que han perdido
la salud psíquica en la Obra de Escrivá, llenando las consultas de los
psiquiatras de la Obra, de la cuarta planta de la Clínica Universitaria de
Navarra, y llegando incluso hasta el suicidio. Además, es voluntarismo plantear
la alegría no como un don del Espíritu Santo (cfr. Gálatas 5, 22), sino como una exigencia institucional.
40. Hemos de practicar gustosamente la
humildad colectiva de la Obra. Que nunca un falso amor a nuestra empresa
sobrenatural nos lleve a olvidar que el prestigio del Opus Dei es no tener prestigio humano: pasar oculto. Deo omnis gloria!
Resulta obsesivo su afán por el secreto.
41. Somos amigos -vos autem dixi amicos! (Joan. XV, 15)-, y, al
sobrenaturalizar esa amistad, al poner en esa amistad a Jesucristo, nos
sentimos hermanos.
¿Cómo puede denominar amistad una relación –la de
los miembros de la Obra entre sí– en que está prohibido y calificado como
desordenada amistad particular cualquier modo de compartir la intimidad?
Además, ¿quiénes son amigos? ¿Sólo los de la Obra? La cita del Evangelio
confunde aún más. No dice Jesús que 'somos amigos', sino 'os he llamado
amigos', o sea amigos de Jesús. ¿Se podría pensar que
Escrivá está diciendo a los de su Obra que 'sois mis amigos', poniéndose en
lugar de Jesucristo, como padre, y 'en consecuencia sois hermanos'. De cualquier forma, no se ve cómo se podría
llegar a esa fraternidad si los propios reglamentos obstaculizan realmente la
amistad en el art. 20 de Espíritu, y si como se manda en los
art. 18 y 44 de este mismo anexo, los socios han de ser inspectores de los
demás socios.
42. Nunca despreciamos las virtudes
humanas. Son complemento de las virtudes sobrenaturales.
Sería conveniente realizar un estudio antropológico
sobre esta visión “acumulativa” que Escrivá tiene de las virtudes cristianas:
las virtudes humanas no son para él manifestación de las virtudes teologales en
la relación del cristiano con los demás, sino unas actitudes que se han de
intentar conseguir para complementar el perfil del miembro de la Obra.
43. Fraternidad, optimismo, valentía, intransigencia,
alegría, naturalidad, nobleza, sinceridad y sencillez son virtudes propias de
los socios del Opus Dei.
[33]
44. In hoc cognoscent omnes quia discipuli mei estis, si dilectionem
habueritis ad invicem (Joan. XIII, 35).
- Esta caridad nos obliga a advertir, enseñar, ayudar y amonestar a los nuestros, dentro
de los límites de la corrección
fraterna.
Resulta muy chocante que reduzca la caridad con los demás miembros a
hacerles corrección fraterna.
45. Nuestra ilusión debe ser vivir como vivieron los primeros cristianos, sin odios de casta, de frontera,
ni de lengua.
Somos hijos
del mismo Padre, y soldados
del mismo Rey: non habemus hic manentem civitatem (Hebr. XIII, l4).
Sin
odios de casta: Pero con castas y
clases sociales.
Soldados
del mismo Rey: Se le nota muy
influido por el magisterio de Pío XI, tan anticuado en esta visión del
apostolado de la Iglesia como cristiandad, que sería superada por el Concilio
Vaticano II. Fue el papa de de sus años mozos, cuando todavía Escrivá “no había
perdido la inocencia”.
46. E1
tesoro del Opus Dei son nuestros enfermos y nuestros ancianos.
¿De qué enfermos y de qué ancianos habla en 1941? Y, desde luego, no
dice mucho a favor de esa afirmación el que Isidoro Zorzano,
el primero que perseveró, muriera solo en el hospital.
47. El espíritu del Opus Dei es penitente, pero enemigo de singularidades; hace buscar con amor la mortificación en las
cosas pequeñas y ordinarias, en el
trabajo habitual ordenado y perseverante.
Una vez más, la obsesión por no ser reconocidos como
religiosos, a fin de poder alcanzar más fácilmente cargos y puestos de poder,
condiciona la práctica de la penitencia de los miembros de la Obra de Escrivá.
48. La fe sobrenatural, viva y operativa, nos dará una convicción también
sobrenatural, que nos hará pasar por encima de
todos los obstáculos, hasta decir
con el Apóstol: omnia possum
in eo qui me confortat (Philip. IV, 13).
49. Nuestra perseverancia está llena de voluntad. En el
Opus Dei no hay gendarmes.
Llena
de voluntad: Esto muestra la propensión al voluntarismo de la
ascética opusiana.
No
hay gendarmes: Eso de que no hay control es justo lo contrario de
la praxis de la Obra, según puede verse, sin ir más lejos, en la segunda parte
del artículo 18 de este anexo.
50. Seamos sinceros, valientemente
sinceros, con Dios, con nosotros mismos y con quienes hacen cabeza; y habremos asegurado nuestra
perseverancia.
Pone la sinceridad consigo mismo y con Dios, que son necesarias para
una vida recta, en el mismo nivel que la sinceridad con quienes hacen cabeza,
que no tienen derecho a entrometerse en el fuero de la conciencia de sus
súbditos. Por eso, esta petición de sinceridad total con los Directores, cuando
se entiende –como se ha enseñado siempre en la Obra– como una exigencia de
manifestar la interioridad a los que gobiernan, es algo contrario a la ley de
la Iglesia, que prohíbe cualquier inducción a manifestarles el estado interior
(así lo señalaba el canon 530 del Código de 1917, y el 630 del Código vigente).
¿Cómo va a ser imprescindible para salvarse algo que
la Iglesia prohíbe? Además, este planteamiento adolece de voluntarismo: la
perseverancia es, ante todo, un don Dios.
51.
¡E1 ejemplo! Con nuestro ejemplo edifica
Dios o destruye el enemigo.
52. Estamos, con entrega sobrenatural, al servicio de la
Iglesia. Toda la ilusión de nuestra alma debe ser esta: servir.
Falso de toda falsedad. Si algo caracteriza el
estilo de la Obra es su instrumentalización de todo, su falta de espíritu
desinteresado con la Iglesia, en el apostolado, y en el trato con los miembros.
No se sirve a las personas, sino que se las utiliza para los intereses institucionales.
[nº 34]
53. El celo, que nos abrasa, ha de tener esta ambición: omnes cum Petro ad
Jesum per Mariam.
54. E1 corazón -nuestro
corazón- ha nacido para amar, se ha dicho. Metamos en é1 estos
tres amores: Cristo, María, el Papa, y el amor nos llevará al sacrificio:
a la pureza y a la abnegación, que tienen por fruto el gaudium
cum pace.
Nuevamente un planteamiento muy voluntarista, en que no se da prioridad
a la iniciativa divina.
55. La
obediencia, que hemos de vivir,
no es una virtud corriente: nuestra disposición actual ha de ser obedecer usque ad mortem, mortem autem
crucis (Philip. II, 8).
¿A quién? Porque si se trata de seguir la voluntad de Dios, la cita
bíblica está bien traída. Pero si pretende esa totalidad en la obediencia a los
Directores, el planteamiento es fanático.
56. No tengamos miedo a nada ni nadie:
Dominus illuminatio mea et salus mea, quem timebo?: Dominus protector vitae meae, a quo trepidabo? Si consistant adversum me castra, non timebit cor meum (Ps.
XXVI, 1, 2, 5).
57. No podemos perder el tiempo
levantando casas: las
tomamos.
Resulta llamativo que pase de la confianza en Dios a esta
cuestión estratégica, que además es tan chocante. Este artículo es muy
revelador de su estrategia: introducirse en empresas y entidades para hacerse
con su control.
No se trata, por ejemplo, de construir
una facultad universitaria, sino ocupar sus cargos directivos. El resultado es
casi el mismo, pero sin coste económico.
58. Amemos la virtud santa de la pobreza. No
olvidemos, sin embargo, que nuestra pobreza no ha de entreverse jamás en el
porte exterior, que ha de ser el que nos corresponda por nuestra posición y
cargo social.
Una vez más la virtud ha de supeditarse a la
estrategia.
59. En nuestras virtudes y nuestro
apostolado huyamos del espectáculo. Sin misterio, ni secreteo, seamos
discretos: admiremos la fecundidad de los treinta años de vida oculta de
Jesucristo.
Suena hasta irreverente justificar el
secreteo que aparece por doquier en estos anexos de los reglamentos de 1941,
con la imitación de la vida oculta de nuestro Señor.
Además,
lo contrario del espectáculo no tiene que ser el misterio ni el secreteo, sino
la sencilla naturalidad. Sólo cuando se desvela algo vergonzoso, es cuando se
produce un espectáculo.
60. Tres son los puntos que determinan
el plano de nuestra felicidad en la tierra y nos aseguran la dicha eterna: la Fe,
la Pureza y el Camino.
Resulta chocante esta sustitución de la esperanza y
la caridad teologales por la pureza y el camino. Es una humanizante
reducción de la esperanza a una de sus manifestaciones humanas, y una
sustitución de la caridad por la fidelidad a la Obra de Escrivá.
61. No hablemos de nuestra vocación, bajo ningún pretexto,
si no es con nuestros hermanos, y con sacerdotes que íntimamente conozcan y
amen el espíritu de la Obra.
Una indiscreción puede bastar para perjudicar la labor y aún
[nº 35]
para perder el Camino. ¿Cómo van a aconsejar en negocio que no conocen, o que han llegado a conocer de modo fragmentario -por curiosidad o por falta de espíritu de quien les habló - y quizá apasionadamente?
No hay que interpretar este punto como una limitación de la plena
sinceridad con que se debe abrir el alma a un director espiritual; pero, en todo caso, téngase
presente que no es fácil que el director espiritual pueda
aconsejar bien respecto de la Obra si no le es bien conocida.
En este punto ya está contenida la doctrina que Escrivá llamaría del
Buen Pastor, con la que, en contra de la ley eclesiástica (expresada en el
canon 530 del Código de 1917 y en el 630 del Código de 1983), siempre buscó que
los miembros de la Obra sólo se aconsejaran con los Directores y sacerdotes de
la institución.
62. La guarda de nuestras
costumbres nos dará, con el espíritu de la Obra, la fisonomía, el parecido de familia.
Por lo que puede comprobarse leyendo este primer escrito fundacional,
en realidad, lo que Escrivá considera espíritu de la Obra no es más que un
estilo en la apariencia y una praxis de funcionamiento. Lo define muy bien en
este punto, al hablar de fisonomía, que muestra que Escrivá no tuvo un espíritu
fundacional, sino unas preferencias en el aspecto o apariencia de su modo de
funcionar.
INDICE
Nota
Introductoria a los Comentarios
Comentarios
a los Reglamentos del Opus Dei como Pía Unión (1)