Somos una adaptación de los métodos de los religiosos

 

En el Opus Dei importa más la limpieza que la verdad.

                                                              

Me he sorprendido, gratamente, por tantas personas a las que les ha gustado mi colaboración sobre la foto con la cara pegada de Escrivá. He visto que hubo bastante más de 1.000 accesos a la página de Flickr donde está la foto original: OpusLibros genera un tráfico considerable... Espero volver sobre ese tema y comentar lo que algunos escribieron (los he leído todos y les agradezco).

 

Hoy quiero escribir sobre un tema que fue tratado varias veces en esta página: la consideración de que la vida de los numerarios es una vida conventual-religiosa (cfr. Haenobarbo, Gervasio y EBE, entre muchos otros).

 

Si bien es poco lo que se podría agregar a lo ya escrito, mi colaboración va en la línea de las mentiras de Escrivá. No es por tanto un análisis comparativo entre la vida religiosa y la de los numerarios, sino que quiero resaltar las mentiras y contradicciones del santo Fundador y de la literatura oficial.

 

Quiero compartir unos datos sorprendentes, que prueba que Escrivá mentía en una famosa frase, tan conocida por todos en Obra. Frase que hemos utilizado como guía para tratar de navegar en un mar de incoherencias vitales y que hemos (he) enseñado a tantas personas.

 

Al suscitar el Señor su Obra nos ha dado una ascética, un espíritu plenamente secular y unos medios que no son como una adaptación de los métodos de las familias religiosas, sino específicos para nuestra situación en medio del mundo, que dan al Opus Dei una fisonomía espiritual propia. (Meditaciones, VI, p. 345).

 

Pues bien, la frase es una mentira. Eso ya se intuía… al ver la vida de numerarios y numerarias… Pero creo que no había una “demostración” de que Escrivá mintiera al afirmar tan rotundamente que Dios mismo le había dado unos medios que no son como una adaptación de los métodos de las familias religiosas. Hoy quiero transmitir una “prueba” de esta mentira: unas anotaciones manuscritas de puño y letra de José María Escrivá.

 

Por tanto, existe evidencia material, física, de que Escrivá mintió (lo que parecía obvio, pero no “probado”). Las pruebas existen. Os diré cuáles son, qué dicen y dónde se encuentran. Lamentablemente, no podré compartir copia de los documentos, pues carezco de ella.

 

Antes de pasar a los datos, recomiendo el escrito de E.B.E. sobre la mentira. El artículo comienza justamente glosando esta frase de Escrivá, como un ejemplo patente de una mentira indiscutida. EBE se pregunta por qué miente Escrivá y si era consciente de esto: ¿qué era verdad y qué era mentira para el Fundador? Si queréis leer ese artículo, os pido que, de ser posible, lo hagáis después del mío… porque la contribución de EBE es larga e interesante y no quiero que os enganchéis ya entrada y dejéis de leer lo que sigue ;-)

 

Instrucción de novicias carmelitas descalzas y otras fuentes

 

Los datos que quiero compartir los obtuve de la tesis doctoral de Jesús Gil Sáenz: La biblioteca de trabajo de san Josemaría Escrivá de Balaguer en Roma. Gil Sáenz trabajó en Villa Tevere catalogando la biblioteca del santo fundador.

 

Allí se listan al menos dos libros desde los cuales Escrivá adaptó los métodos religiosos para sus numerarias y numerarios: 1) Instrucción para educar las novicias carmelitas descalzas en todos los conventos de la religión, y 2) Nuevo curso de meditaciones sacerdotales de Pierre Chaignon, jesuita francés.

 

Gil Sáenz, joven sacerdote, parece sincero y transparente. No sólo enumera esos libros, sino que nos revela que Escrivá trabajó a fondo ambos textos y los adaptó para los numerarios y numerarias. Su perplejidad es compartible.

 

Vayamos, entonces, con la tesis doctoral. Uno de los libros de la biblioteca personal de Escrivá es:

 

“Instrucción para educar las novicias carmelitas descalzas en todos los conventos de la religión. Publicada por orden y mandato de nuestro definitorio general celebrado en Toledo el año de 1691, Nueva edición, Imprenta de El Monte Carmelo, Burgos 1907; 238 pp.; 18 cm. [Vida espiritual. OB10, 06 de 26. Numerosas frases subrayadas y párrafos señalados, incluso páginas enteras, con lápiz rojo. También hay una glosa, medio borrosa: «paciencia». Encuadernado en tela con las guardas iguales a los que presentan el anagrama EB.]” (Texto de Gil Sáenz. El subrayado es mío)

 

He ahí la inspiración para las numerarias. Una de las fuentes desde donde adaptó para su Obra.

 

Los numerarios no nos quedamos atrás. Al “genio” de Escrivá se le ocurrió (¿luz de Dios?) adaptar… métodos de los sacerdotes… Para diseñar la vida de los numerarios, Escrivá no se inspiró en textos sobre la vocación de los laicos, de los cristianos corrientes en medio del mundo, sino que utilizó una ¡instrucción de sacerdotes! Y además adaptó un curso de meditaciones sacerdotales.

 

El libro Instrucción de Sacerdotes es de Antonio de Molina, cartujo. Escrivá se inspiró en ese libro y también lo utilizó para la lectura espiritual de los numerarios (por ejemplo en Jenner). Este libro lo acompañó literalmente hasta el día de su muerte: era de los pocos libros que se encontraban en su dormitorio el 26-VI-1975. De todas formas, Gil Sáenz no dice que Escrivá lo haya utilizado para adaptarlo.

 

El libro que sí adaptó fue el Nuevo curso de meditaciones sacerdotales de Pierre Chaignon. Es un libro que Escrivá leyó en sus ejercicios espirituales en el lejano 1932…, y tal vez lo conociera de antes. Por tanto, influyó en Escrivá bien en los comienzos de su Obra. Este libro lo recomendaba y utilizaban en Jenner varios años después (en 1940). Es decir, no fue una lectura puntual en su curso de retiro de Segovia. Es un libro que lo leyó, lo anotó, lo tachó, lo trabajó. Y así adaptó para aplicar a todos los fieles el ideal de santidad que el jesuita francés había propuesto para los sacerdotes. Gil Sáenz indica que Pedro Rodríguez no lo consideró como fuente para Camino. Y creo que ningún autor prelaticio escribió sobre estas cosas que son tan… fundacionales…

 

Escribe Gil Sáenz sobre el libro de Chaignon:

 

“En el segundo volumen del ejemplar que está en el cuarto de trabajo, hay una tira de papel con apuntes manuscritos a lápiz, que corresponden a capítulos de diversos tomos y a fechas –del 18-IV al 31-V, sin año–; bajo el encabezamiento: «tomo 4», aparece: «LXV – 3-V». La mayoría de los apuntes en esa tira, sin embargo, pertenecen al «tomo 2», que está profusamente iluminado: presenta incontables glosas –con letra de san Josemaría– y tachaduras a lápiz, para aplicar a todo cristiano lo que Chaignon dirige exclusivamente a los presbíteros. Así, por ejemplo, en la página 110, el título: «El sacerdote debe tender a su santificación» se convierte en: «Debemos tender a la santificación»; en la página 113, la frase: «no se trata pues, de indagar lo que cueste a un sacerdote el ser santo», pasa a leerse: «no se trata pues, de indagar lo que cueste a un hombre llamado por Dios el ser santo»; y en la 117, al presentar el elenco de medios que «el [buen sacerdote] hombre que quiere hacerse santo halla» para santificarse, ya no son «en sus estudios, en sus ministerios, en sus pruebas y trabajos, en el desempeño de sus mismas obligaciones», sino «en sus estudios, en sus ocupaciones, en sus pruebas y trabajos, en el desempeño de sus mismas obligaciones». Son solo tres ejemplos, pero hay muchos otros, que sin duda merecerán una investigación sistemática en el futuro.[i]

(el subrayado es mío)

 

Más adelante, Gil Sáenz utiliza el temido verbo adaptar en lugar del aplicar del párrafo anterior:

 

“…la biblioteca se conserva [un libro] cuyo contenido adaptó, como las meditaciones de Pierre Chaignon.” (las itálicas son del original… y muestran la perplejidad o ironía del autor de la tesis).

 

Más adelante insiste con esta idea:

 

“Sería interesante analizar con detenimiento el contenido de Nuevo curso de meditaciones sacerdotales, de Pierre Chaignon, y ver cómo san Josemaría adaptó con sus glosas y tachaduras a todos los fieles el modelo de santidad propuesto solo a los sacerdotes.”

(y yo no lo podía explicar con más claridad. ¡Felicitaciones!).

 

Y otra vez:

 

“Y a principios de los años cuarenta, cuando dio a leer las meditaciones de Chaignon a los primeros miembros del Opus Dei, las adaptó para aplicar a todos los fieles el ideal de santidad que el jesuita francés proponía a los sacerdotes.”

 

Finalmente, al listar los libros de la biblioteca de Escrivá, señala que varios volúmenes de la obra de Chaignon presentan “párrafos señalados y corregidos.”

 

Los libros

 

A continuación incluyo unas imágenes de estos dos libros. No son, evidentemente, los ejemplares que trabajó Escrivá. ¡Ya me hubiera gustado!

 

La Instrucción para educar a las novicias es rica en reglamentaciones (más de 200 páginas). Las glosas, vademécums y experiencias del Opus Dei no se quedan atrás... La educación de las novicias carmelitas descalzas da buena cuenta de los orígenes de tanta reglamentación para las mujeres del Opus Dei. Por contraposición, no sé bien cuántos reglamentos tenían los primeros cristianos para vivir en medio del mundo...

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En este extracto (página 167) es bonito ver cómo hay que tratar con aspereza la carne: el tema de los cilicios (y cadenillas, que son las nuestras), disciplinas y dormir en tablas... (¡Cómo me intrigó siempre esto de dormir sobre tabla!). Hay otros detalles del funcionamiento en el dormitorio/celda que se me escapan. No sé si en la sección femenina habrá esos criterios, que no los veo en la sección de varones. Por lo de dormir con el crucifijo en el pecho, Escrivá lo vivió (en algún momento, volveré sobre este aspecto que es muy ilustrativo).

 

La verdad es que me he reído con ganas al leer que la vida de las numerarias es una adaptación de la forma de vida de las novicias carmelitas descalzas. Me dan ganas de escribir un correo electrónico a las numerarias que conozco y decirles: “¡estáis educadas como novicias carmelitas descalzas!”. Pero no se lo creerían, hasta ver el libro anotado con la inconfundible letra de nuestro santo Fundador…

 

Así es más fácil comprender tantos criterios que rechinan a un cristiano “común y corriente”. Si bien no he tenido tiempo para leer el libro completo, tal vez haya en esa Instrucción algunos otros aspectos de la vida de las numerarias, además de lo de dormir en tabla.

 

Me parece claro que Escrivá adaptó para las numerarias de un libro distinto que para los numerarios… Si en la Instrucción de sacerdotes hubiera hablado de que había que dormir en tabla, pues ahí estaríamos nosotros con la tabla. Pero, a Dios gracias, se ve que en el libro (o los libros) que utilizó para diseñar (reglar) la vida de los numerarios no hablaba ni de tablas ni de celdas. Habría que ver de dónde salen las diferencias, poco justificadas, entre numerarios y numerarias. Yo creo que, además de ser inspiración de Dios, en uno de los libros que adaptó había determinadas prohibiciones y en el otro no… Siempre tuve curiosidad no solo por lo de la tabla, sino también por los bañadores con faldita, la prohibición de fumar, el uso de falda (que no pantalones), la prohibición de utilizar vestidos sin mangas, y no sé de qué otras prohibiciones diferenciales me olvido.

 

De todos modos, los numerarios no nos quedamos atrás. Nuestra forma de vida fue en parte copiada de los sacerdotes. No es muy original, pero sirve para entender algunas incongruencias. Escrivá construyó un Frankenstein. Fue cosiendo fragmentos de distintas fuentes y tratando de hacer su numerario o una numeraria. Y el invento lo fue cambiando con el tiempo. Y sigue sin quedar muy claro qué somos…

 

Me imagino a Escrivá en 1930. Sentado en su escritorio, con poca luz. Estudiando estos libros, subrayándolos, iluminándolos profusamente, incluyendo incontables glosas, señalando párrafos, incluso páginas enteras, con lápiz rojo… Y me sonrío. Y a la vez me indigno. Y me da pena imaginarme al Fundador soñando con esta santidad reglada para sus hijas e hijos. Soñaba con eso, pero tuvo que reconocer que no lo lograría de forma fácil. Y escribiría, con cierta resignación, la palabra «paciencia», que aparece medio borrosa. Paciencia, ya llegará el día en que podamos funcionar como las santas novicias carmelitas. Ellas en el convento; las nuestras con un mismo espíritu y unos mismos métodos, pero trabajando en el mundo. Religiosos sin hábito[ii].

 

Debemos agradecer a Gil Sáenz que haya tenido la valentía de compartir las palabras borrosas, y también que a Escrivá le impresionaran páginas enteras del libro y que las subrayara con su característico lápiz rojo.

 

***

 

Tampoco debemos atribuir todas las luces divinas a este ejemplar sobre las novicias carmelitas descalzas. De ningún modo. Escrivá copió a diestra y siniestra. Recibía inspiraciones de Dios en todo momento.

 

Sin profundizar en el tema, no quiero dejar de plasmar mi reconocimiento a las inspiraciones que recibió Escrivá de las fundaciones del P. Onorato da Biała (Onorato Koźmiński, beato capuchino). Escrivá estuvo en 1932 inspirándose en ese prolífico fundador polaco. Ambos fundadores muestran muchísimos paralelismos. Un “problema” es que el P. Honorato se adelantó a Escrivá… Desarrolló sus fundaciones básicamente entre 1855 y 1895. Parece que de las congregaciones que fundó, hay 17 que todavía existen…

 

El P. Honorato falleció en 1916, justo cuando Escrivá empezaba a barruntar la Obra que Dios le habría de mostrar… doce años después. La labor del fundador polaco no venía a resolver los problemas concretos de la Polonia de su tiempo[iii], al igual que la Obra de Escrivá en principio no venía a resolver la situación de la España de fines de la década del 20 (esto no lo creo, pero repito la versión oficial).

 

En su Polonia dominada por los rusos, los religiosos del P. Honorato no vestían hábito. Vivían los consejos evangélicos en la vida ordinaria, sin un convento, de forma oculta[iv]. El P. Honorato se inspiraba en la vida de la Sagrada Familia de Nazareth, al igual que Escrivá… La labor del beato polaco llegó a intelectuales, jóvenes, trabajadores de las fábricas, personas de toda condición…[v]  El paralelismo es tal, que al igual que el P. José María, el P. Honorato había pensado en tres clases de socios, aunque la primer clase en la numeración de Honorato (los que viven en comunidad y dirigen al resto) resultaron ser la tercera clase de Escrivá (Régimen de 1941, artículo 2). La adaptación de Escrivá no parece muy original: invierte la numeración y llama a la tercera clase (la más periférica) primera clase…[vi]. El beato Honorato tuvo algunos problemillas porque parecía muy adelantado para su tiempo con eso de no pedir la utilización de hábitos. Hay más, pero con esto es suficiente.

 

También se inspiró (¿adaptó?) elementos de los Paulinos del Cardenal Ferrari, y de las fundaciones del jesuita holandés Jacques van Ginneken[vii] Y no nos olvidemos de otros fundadores, que le brindaron su empuje y asesoramiento directo: san Manuel González y san Pedro Poveda. También se inspiraría en artículos de la revista La Vida Sobrenatural, entre otras fuentes.

 

Me he apartado ligeramente de mi rumbo. Queda claro entonces que no hay que agradecer únicamente la adaptación de las Instrucciones para educar a las novicias carmelitas descalzas, sino que Escrivá utilizó muy variadas fuentes de inspiración, que contribuyeron a las luces tan claras del 2 de octubre de 1928 y de 14 de febrero de 1930.

 

***

 

Obviamente, ninguna de las dos ediciones que utilizo (novicias carmelitas y sacerdotes) son los que Escrivá subrayó, glosó y adaptó. Aquellos ejemplares se deben considerar reliquias, más valiosas que las gafas del santo o papeles de “Javi háblame”. Esos libros, con las palabras manuscritas, son reliquias verdaderamente fundacionales. Por la importancia que tienen, sería muy bueno, y lo pediré para el próximo 6 de enero, que desde Villa Tevere nos regalasen una copia fotográfica del trabajo que realizó Escrivá en los ejemplares que allí se conservan. Sería un buen gesto para entender el origen de la Obra de Escrivá.

 

Bien. Dejo de soñar y sigo ahora muy brevemente con una página de muestra del segundo libro: el Nuevo curso de meditaciones sacerdotales, del jesuita Chaignon. Veremos la primera página que destaca Gil Sáenz.

 

Elsacerdote.jpg

 

El título de la Meditación XIII «El sacerdote debe tender a su santificación» se convierte en: «Debemos tender a la santificación». Claramente, una foto del original subrayado y adaptado por Escrivá sería más ilustrativa que este texto, pero algo es mejor que nada…

 

No voy a poner otros ejemplos, que haberlos los hay, y muchos. Solamente quiero destacar una frase de este libro que me sorprendió. Es de la meditación Conformidad con la Voluntad de Dios, cuyo título me hizo pensar en las enseñanzas de san Josemaría. Escribe el autor francés:

 

“…soy como otro Cristo, un Dios hecho hombre que habla con los demás hombres (…) De este modo participamos también de los dos atributos divinos á que parecía que nuestra debilidad no podía llegar: la infalibilidad é impecabilidad; porque cuando cumplo con la voluntad del Señor, obedezco á las órdenes de su divina sabiduría. ¿Podré así engañarme? ¿Obro conforme á su infinita santidad? ¿Podré acaso pecar?”

 

¡Qué peligro que Escrivá leyera esto! ¡Y que se lo creyera! ¡Y que lo viviera!

 

***

 

Al leer estos libros, me ha surgido una mezcla de sensaciones. Y, disculpadme, me he acordado de la Guerra de las Galaxias. De aquella frase de DarthVader a Luke Skywalker: “soy tu padre”… Es que…, ver parte de nuestro modelo de vida en un libro escrito en 1691 para conventos carmelitas, es algo que sobrecoge. Que abre un panorama totalmente nuevo. No es que no lo supiera. De hecho, fue una de las cosas que destaqué en mi primer correo. Lo que ahora me sorprende es saber que efectivamente Escrivá subrayó, copió, adaptó… Y conocer por primera vez dos de los libros que utilizó para ese trabajo de dar a luz nuestro espíritu… Saber que existen esos libros, que no fue por ósmosis (capellán de monjas), sino algo deliberado, estudiado, buscado… Ver la portada de la Instrucción para educar las novicias carmelitas descalzas en todos los conventos de la religión y poder adentrarme en sus páginas tuvo eso de descubrimiento, mezcla de alegría y estupor, como Luke...

 

Es decir, el nacimiento de la Obra y de nuestras normas de vida no fue “virginal”, sin intervención de otra persona salvo Escrivá. Porque la imagen siempre fue de Escrivá recibiendo en su alma el espíritu y ascéticas de la Obra. Una infusión directa de Dios. Una creación ex nihilo. Pero no, no fue tan virginal: participaron muchas personas, incluso de distintos siglos y países. Muchos… eran jesuitas... al igual que lo fue su director espiritual en aquellos años.

 

Discusión

 

Con estas dos referencias creo que he contribuido a dilucidar la duda de E.B.E.: ¿la mentira de Escrivá era mentira a secas o mentira descarada?

 

Es decir, siguiendo la definición del diccionario, (Mentira: expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se cree o se piensa, DRAE 2002) habría que ver si Escrivá era consciente de que decía algo «contrario a lo que sabía, creía o pensaba». En caso afirmativo, no sólo se trataría de una mentira, sino una mentira descarada.

(…)

Cuál era el grado de conciencia de Escrivá, es un asunto que no se puede resolver en estas páginas. Se necesitan testigos y un análisis histórico riguroso, al menos.

 

Así que complemento el trabajo de EBE. Como hemos visto, Escribá estudió a fondo esos libros, los subrayó, los glosó, los adaptó y por tanto era totalmente consciente de lo que hacía.

 

No es que simplemente haya transmitido lo que había aprendido por ósmosis del ambiente religioso español de la década de 1920. Porque Escrivá fue formado en un ambiente religioso del que no se podía desligar. Tuvo numerosos tíos que eran sacerdotes y religiosas. Había sido párvulo con las Hijas de la Caridad, luego alumno de los P.P. Escolapios (desde los tres años me llevaron a uno de religiosas, y desde los siete a otro de religiosos). Luego, desde muy joven, alumno de Seminario. Más adelante pasó a ser capellán de monjas; y esta labor con monjas la mantuvo durante muchísimos años (¡hasta 1946, el año en que se estableció en Roma!)[viii]. Por tanto, se podía pensar que inconscientemente adaptó a sus numerarios lo que él había mamado desde niño, lo que había sido su formación y lo que era su vida como capellán en un convento. Pero no fue solo eso. Fue una tarea consciente de adaptación de los métodos de los sacerdotes y de las novicias carmelitas descalzas, además de lo que habrá copiado de las Constituciones de las órdenes religiosas que fue solicitando para estudiarlas, tanto del exterior como de España (p.ej. las de las Religiosas Operarias Doctrineras, de la Madre Josefa Campos, esas mujeres activas en la contemplación y contemplativas en la acción…).

 

***

 

Asimismo, estos datos sirven para complementar lo que en su momento escribió Gervasio: La espiritualidad del Opus Dei, y Eso de los “estados” en el Opus Dei. De la segunda colaboración, destaco los siguientes párrafos, ya que contienen la famosa cita sobre la (no) adaptación de los métodos religiosos:

 

“Con el rechazo de los consejos evangélicos, Escrivá rechaza algo que no debe rechazar. Se equivoca. En su afán de distanciase de los religiosos llega a afirmaciones tan ridículas y petulantes como esta:

—Al suscitar el Señor su Obra —por cierto a un capellán de monjas— nos ha dado una ascética, un espíritu plenamente secular —como es usual en los capellanes de monjas— y unos medios que no son como una adaptación de los métodos de las familias religiosas (Meditaciones, VI, p. 345).

(…)

Concedamos que el Señor haya comunicado directamente a Escrivá la conveniencia de que en las “casas” de la Obra se vivan los llamados —en la vida ascética monacal— silencios mayor y menor. En tal caso, efectivamente, no se podría hablar de una “adaptación de los métodos de las familias religiosas”, sino de mera coincidencia. Independientemente de que las coincidencias —especialmente si son muchas— sean sospechosas, lo que no se acaba de comprender bien es por qué los silencios mayor y menor forman parte de un espíritu monacal en unos casos y de un espíritu secular, en otro. Lo propio sucede con muchas otras cosas.”

 

Evidentemente, las sospechosas similitudes, que son muchas, no son mera coincidencia. Son una copia y adaptación, que después Escrivá se dedicó a negar.

 

Gracias a Dios, Escrivá no quemó dos de los libros que utilizó para sus adaptaciones (como había quemado otras pruebas manuscritas). Y gracias sean dadas también a Jesús (Gil Sáenz) quien sacó a la luz parte del contenido de la biblioteca del santo Fundador.

 

Yo veo esos dos libros como pruebas documentales de que Escrivá mentía sobre el origen de esas “inspiraciones” (El Señor nos ha dado tal y cual…). Mentía en un tema sensible, que complicó la vida de tantos miles y miles de personas: fueron a su Obra buscando liebre (santidad en lo cotidiano) y Escrivá les dio gato (una vida conventual-religiosa).

 

***

 

Así que estamos frente a una nueva mentira, descarada esta vez, de Escrivá. Una más, ¿y van…? En mis colaboraciones he querido mostrar algunas de estas mentiras. Y ese es el motivo del epígrafe: En el Opus Dei importa más la limpieza que la verdad.

 

Mentiras estas que tienen el agravante de utilizar el nombre de Dios: “Dios lo quiso” “Dios nos ha dado”, etc., etc. A veces me molesta este uso “liviano” del nombre de Dios. Aunque, dentro de una cierta cosmovisión, tal vez no sea tan inapropiado decir que Dios quiso expresamente determinadas normas para el plan de vida de su Obra. Porque las quiso Escrivá, que para nosotros es dios. O, al menos, la persona que estaba más cercana a la Trinidad, que veía a Jesús y a la Virgen, que recibía constantes locuciones, que Dios ni siquiera lo dejaba leer el periódico en paz, etc. Y nosotros, para acceder a Dios, teníamos que pasar por el corazón y la cabeza de nuestro Padre: de nuestro Padre Escrivá para llegar a nuestro Padre Dios. Así que si Escrivá lo quiso es porque Dios lo quería.

 

***

 

¿De qué fecha es la cita? No lo sé, ya que el tomo de Meditaciones no lo indica. Dice simplemente “de nuestro Padre”.

 

Ciertamente, es imposible que dijera lo que dijo en la década de 1930 cuando estaba en plena tarea de adaptación de los métodos de los sacerdotes y religiosas. A mi modo de ver, debe ser de la década de 1960, cuando estaba reescribiendo la historia y el espíritu de su Obra (pero manteniendo la práctica religioso-conventual). Y me causa pena que mintiera en la madurez de su vida. No es una equivocación juvenil, cuando veía que la tarea fundacional lo superaba. Mentía cuando vio que su invento había quedado desactualizado por el CVII.

 

Jesús había enseñado algo sobre el vino nuevo en odres viejos. Pues, que no funciona demasiado este invento, este Frankenstein. Se termina rompiendo. Y no se sabe muy bien por qué, si es que todo venía “directamente de Dios”.

 

A mi modo de ver, la praxis de 1930 (adaptada de los religiosos) es inconsistente con el mensaje del Opus Dei de la década de 1960. Menaje este que lo diseñó y redactó después del Concilio, pero que lo fechó en la década de 1930 (otra mentira, gorda también). Escrivá mentía de forma patente y constante. Y le endosaba esos quereres al mismo Dios. Quiso encorsetar a miles y miles de personas en unos modos de vida que no les eran propios. Forzar la naturaleza vocacional de sus laicos (principalmente de los numerarios). Era de esperar, pues, que muchos de ellos explotaran por tantas incongruencias entre la supuesta llamada inicial y la realidad de la vida diaria. Mucha enfermedad, ansiedad, no entender, pastillas, frustración. Son pocos los que logran transitar con armonía el proceso de formación y perseverancia, que parece estar viciado desde la raíz.

 

 

No hay que creer a pies juntillas lo que afirma Escrivá.

 

Por último, quiero destacar otro párrafo de la tesis. Un párrafo que me parece fabuloso y que por sí solo ameritaría un summa cum laude.

 

Es una sorprendente lección (una verdad a gritos) que nos enseña Gil Sáenz. Es reconfortante leer esto en una tesis de la PUSC. No se ve todos los días en la “literatura oficial” una afirmación que diga que san Josemaría es contradictorio. Que hacía lo contrario a lo que decía…

 

“Ante el fallecimiento repentino del padre, san Josemaría hubo de hacerse cargo de la familia. Una vez ordenado sacerdote, aunque mantendría el deseo de leer, le faltó el dinero para adquirir libros y el tiempo para consultarlos. Esta situación se agudizó en Madrid, adonde se había trasladado –nueva mudanza– con permiso del Arzobispo de Zaragoza para obtener el doctorado en Derecho. Con el fin de sostener a los suyos, dedicaba a la docencia las pocas horas que su extensa labor pastoral le dejaba libre. De todas formas, los datos sobre libros y lecturas en esta época son contradictorios:

 

1.      contaba con los ingresos justos, pero compraba publicaciones a su hermano Santiago;

 

2.       no tenía tiempo y se fijaba la mortificación de prescindir de determinada prensa periódica, pero empezaba y terminaba la Vida de la sierva de Dios Francisca Javiera del Valle en una sola jornada, o leía el Evangelio y rezaba el Breviario mientras caminaba por la calle;

 

3.      practicaba la lectura espiritual, pero hacía oración sin textos de apoyo, repitiendo despacio las palabras del Padre Nuestro, o contemplando pasajes del Nuevo Testamento;

 

4.      se propuso escribir y leer poco durante los ejercicios espirituales que realizó en 1932 en Segovia, pero copió citas textuales de Nuevo curso de meditaciones sacerdotales, de Pierre Chaignon, en sus Apuntes íntimos[ix].

 

Este marco complejo invita a la prudencia y a cotejar los datos en varias fuentes, para no sacar conclusiones aventuradas.”

 

(el subrayado y la numeración son míos)

 

Ciertamente, es un elenco breve y focalizado únicamente a las contradicciones de Escrivá referidas a las lecturas. Se podría hacer un listado similar de casi todos los aspectos de la vida de este personaje. Una contradicción permanente entre lo que decía y lo que hacía. Inconsistente. Inconstante. Me recuerda la cita que utilizó MarkusTank cuando escribió sobre el quirógrafo, y que en esta ocasión también viene como anillo al dedo. Al igual que Escrivá, Stalin siempre se cuidó de decir lo opuesto de lo que hacía y de hacer lo opuesto de lo que decía”.

 

***

 

Finalmente, vuelvo a recomendar la tesis de Jesús Gil Sáenz sobre la biblioteca de trabajo de san Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás. Les advierto que no encontrarán en esos 2.000 volúmenes a los autores que Benedicto XVI consideraba como los grandes del Concilio: Henri de Lubac, Yves Congar o Jean Daniélou. Incluye otro tipo de libros. Dime qué lees y te diré quién eres.

 

Cordialmente,

Stoner

 



[i] “En la Oficina para las Causas de los Santos custodian otra edición de Nuevo curso de meditaciones sacerdotales relacionada con san Josemaría. Corresponde a la 4.ª española, corregida con arreglo a la 16.ª francesa (Librería Editorial de María Auxiliadora: vols. 1 y 2; Escuelas Profesionales de Artes y Oficios: vols. 3, 4 y 5, Sevilla [s.a.]). Los cinco tomos presentan exlibris de la «Residencia de Universitarios. Jenner, 6. Madrid»; están encuadernados en holandesa con el mismo papel estampado en las guardas que otros libros a los que se añadió el anagrama EB; y también tienen muchas glosas, tachaduras, párrafos y frases señaladas (con lápiz normal y rojo), y papeles y estampas en el interior para marcar páginas. No consta que el fundador del Opus Dei conservara esta edición en su biblioteca de trabajo.” (el subrayado es mío).

                       

Así que resulta que trabajó a fondo varios ejemplares de esta obra para adaptarlos a su Obra (no solo los que estaban en su cuarto de trabajo y por tanto eran el objeto de la tesis de Gil Sáenz).

 

[ii]Ahora, mediante un impulso divino y universal también, está surgiendo una milicia (…) que tiene soldados sin hábito exterior ninguno, que a veces serán mojes, y a veces frailes corretones que andarán todos los caminos de la vida” (Instrucción acerca del espíritu sobrenatural de la Obra de Dios, supuestamente de 1934, n.45).

 

[iii] Per lui, la vita nascosta non è un'esigenza contingente imposta dalle particolari condizioni politico-social i della Polonia del suo tempo, bensì un postulato del vangelo. Egliscrive: "In queste congregazioni è osservata la vita nascosta agliocchi del mondo. Questo modo di vita religioso non è suggerito solo da motivi di prudenza o di necessità, madall'impegno di imitare la vita nascosta della Vergine. Questa forma, che non va soggetta alla vicendadelle esterneci rcostanze sociali e politiche, è volontariamentes celta da ciascuno perché amabile per se stessa, perché consente una maggior gloria di Dio, un più facile progresso spirituale e una più sicura salvezza"

http://www.fraticappuccini.it/new_site/index.php/beati/151-beato-onorato-kozminski-1892-1916.html

 

[iv]Poiché le leggi civili del tempo proibivano di fare apostolato e di ricevere novizi (condannando così i religiosi all'estinzione), e chidesiderava farsi religioso era costretto a espatriare) il p. Onorato a chig li chiedeva consiglio proibiva l'espatrio e proponeva di vivere i consiglie vangelici, nello spirito del Terz'Ordine francescano, così come si trova vanonella vita ordinaria, senza abito, senza convento, nascostamente.

 

[v]presero forma e vita numerosi istituti, ognuno dei qualido ve varag giungere un ceto particolare: gli intellettuali, i giovani, glioperaideg listabilimenti, le operaiedellefabbriche, le addetteaiservizidomestici, i bambini, gliammalati, gliartigiani, i contadini, e i luoghi e le attività con lequali si potevagiovare al prossimo e influire su una vasta cerchia di persone, come le osterie e i ristoranti, le librerie, le biblioteche, le scuole, le sartorie, i negozi.

 

[vi]Per la irradiazione dell'apostolato deisuoireligiosi, volle che ognicongregazionefosseformata da trediversecategorie di membri: la prima costituita da religiosi, che, vivendo in comune, avevanoil compito di accogliere e dirigeregli altri; dellas econdafacevano parte religiosi con voti temporanei, viventipresso le proprie famiglieoppure in piccoli gruppi: sonogli "uniti" e le "unite", l'elemento più dinamico di ogni congregazione, che avevano maggiori possibilità di influiré suglialtri con l'apostolato attivo e l'esempio; finalmente, la terza categoría accoglievaterziari particolarmente impegnatinella collaborazione apostolica.

 

[vii] El P. van Ginneken, sj, fundó “Las Mujeres de Nazareth”, “Las Mujeres de Betania” y los "Cruzados de San Juan". En particular, de las Mujeres de Betania dice que las concibió como fermento en la masa.

 

La rama de USA, ahora denominadas The Grail, se han alejado bastante de lo que era el carisma de su fundador… La rama de Inglaterra permanece como instituto secular. Su carisma es buscar a Dios en las situaciones cotidianas. “All member sseek to find God in thei revery day life situations.” http://www.secularinstitutes.co.uk/grail.htm

 

Ginneken concibió sus Mujeres de Nazareth pensando en los primeros cristianos, en particular en aquellas mujeres que acompañaron a Jesús. Su fundación es de 1921 y apuntaba a mujeres laicas, que vivían en medio del mundo…

http://www.zendobetania.com/Geestelijk%20Testament.pdf

 

[viii]presento la renuncia al cargo de Rector del Real Patronato de Santa Isabel, a partir del día primero de enero del próximo año 1946. (Carta del 19 de diciembre de 1945).

 

[ix] Esta nota es de otro fragmento de la tesis, que profundiza un poco más en el tema.

 

“En este sentido, es también muy revelador lo sucedido en los ejercicios espirituales que realizó en octubre de 1932, en el convento de los carmelitas descalzos de Segovia. El día 1, el fundador del Opus Dei había charlado con el P. Sánchez, quien le dio un guión para esos días. Su intención era pasarlos a solas con Dios: «acaba de dejarme en mi soledad el P. Narciso –anota refiriéndose al encargado de atenderle–. Dios mediante, escribiré poco. También leeré poco: he hecho que el fraile carmelita se llevara tres libros que encontré en la celda. No quiero que intervengan los extraños: Dios y yo». Sin embargo, en sus notas copió a la letra párrafos «del libro que empleo en este retiro», con el que mostraba una gran compenetración espiritual, especialmente con un capítulo titulado «La vida de Jesucristo resucitado es modelo de la vida apostólica». Aunque san Josemaría no cite el autor ni la obra, puede identificarse como Nuevo curso de meditaciones sacerdotales, o sea, el sacerdote santificado mediante la práctica de la oración, de Pierre Chaignon, S. J.”