Escrivá de Balaguer y Opus
Dei. Investigación histórica actual
Los testigos.Los
documentos encontrados. Los nuevos caminos de investigación
En el
período actual, la investigación sobre el Opus Dei [1] parece,
en opinión de algunos estudiosos, centrarse más en cuestiones relacionadas con
las experiencias contemporáneas [2] ,
temas espirituales, escritos hagiográficos, y menos en documentos históricos, útiles
para comprender mejor la relación entre el sacerdote español Josemaría Escrivá
de Balaguer (1902-1975; canonizado en 2002) y la Obra que fundó. Para
algunas opiniones, una mayor claridad sobre las fuentes de esta institución
ayudaría a comprender mejor la personalidad del fundador y su pensamiento
auténtico. Hay diferentes líneas en este punto.
Monseñor Escrivá de Balaguer (centro) en Canterbury, Gran Bretaña (1958)
1) En algunos entornos la
documentación histórica actual se considera exhaustiva. Sin embargo, esta
línea debe reformarse a la luz de nuevos estudios. [3] 2)
En cuanto a la vida interior de la Obra, con frecuencia nos orientamos hacia
una distinción entre la enseñanza de Escrivá y las prácticas utilizadas en los
centros del Opus Dei. De esta manera, esa sería la lógica subyacente, hay
una positividad constante que concierne a la figura del sacerdote aragonés,
mientras que no se pueden excluir las debilidades, limitaciones y errores de
los miembros de la Obra, especialmente tras la muerte de Escrivá. 3)
También hay autores que prefieren seguir estudiando la relación entre el
fundador y la Obra desde el principio. El argumento es que ciertas críticas
se refieren a la forma de actuar de Escrivá. En este contexto, surge una
pregunta: ¿adónde ir? Llegados a este punto, no le corresponde al
historiador entrar en debates que a veces se desvían hacia largas controversias
y que construyen vallas inútiles. Por el contrario, la aportación del
estudioso puede ser útil para rastrear documentos para compartir con la
comunidad científica y con los propios historiadores del Opus Dei (profesores
Pioppi, Illanes y otros).
Testigo de la época. Ramón Rosal Cortés
Un aspecto en el que coinciden la mayoría de autores (García Moles,
Rocca, Moncada, Badules, Felztman ...) es que varios documentos referentes a
Escrivá y al Opus Dei aún no se han dado a conocer en el mundo científico, o no
lo han sido en forma completa (Por ejemplo, Quirógrafo de Pablo VI a Escrivá el
1 de octubre de 1964 [4]). Por
ello, continúa la búsqueda de escritos y memorias. Este trabajo ha dado
resultados. En 2009, por ejemplo, se pudo leer un libro de memorias de un
ex numerario (con documentos inéditos). Se trata de un sacerdote español:
P. Ramón Rosal Cortés. Este presbítero, nacido en Barcelona en 1932, tenía
cuatro años cuando su padre fue asesinado por miembros del Frente
Popular. [5]A los
siete años tuvo que afrontar otro tema crítico: las autoridades franquistas
dispararon a un tío por apoyar al Partido Socialista Obrero Español
(PSOE). En su ciudad natal, en el Colegio Mayor Monterols, conoció al Opus
Dei (1950). Sintió admiración al ser informado sobre algunos miembros:
Raimundo Panikkar, Antonio Pérez, Jesús Arellano, Álvaro d'Ors y
otros. Vinculado ya a la Obra, estudió en la Universidad de Barcelona y,
más tarde, en Roma (1953), en el Colegio Romano del Opus Dei. En 1955
recibió la ordenación sacerdotal. Posteriormente trabajó en Andalucía y en
otras zonas del país ibérico. Permaneció en la Obra durante 23 años (5
como laico y 18 como sacerdote). En 1973 dejó el Opus Dei, pero siguió
siendo sacerdote. Continuando sus estudios conoció el «Movimiento de la
Psicología Humanista». Esto le permitió interactuar con más académicos,
incluida la Dra. Ana Gimeno-Bayón Cobos.[6] Tras
afrontar nuevas investigaciones, Rosal Cortés fundó el Instituto de Psicología
Humanista Erich Fromm (Barcelona) en 1978. Este organismo sigue teniendo
varios finalidades: investigación científica, formación de psicoterapeutas,
actividades de supervisión, psicoterapias. Con el tiempo, este estudioso
llegó a idear un modelo terapéutico: la "Psicoterapia Integradora
Humanista". Los resultados de su viaje científico se han publicado en
ocho libros. [7]Otras
publicaciones se refieren a temas religiosos. Solo en 2009 este autor
finalmente decidió contar su experiencia en un libro. El título es: Naufragio
y rescate de un proyecto vital. Testimonio de un ex cura-del-Opus Dei
(Editorial Milenio, Lleida 2010, 430 páginas). El trabajo sigue siendo
significativo porque el Autor ha dedicado muchos años de su vida a ayudar a las
personas como sacerdote y como psicoterapeuta. Entre el autor de este
informe y Rosal Cortés hubo un intercambio de cartas con el regalo de libros.
Rosal
Cortés y Escrivá de Balaguer
En 1953, en Zaragoza, Ramón Rosal
Cortés conoció a Escrivá. Posteriormente, en los tres años que pasó en
Roma, pudo interactuar frecuentemente con el fundador del Opus Dei. Con el
paso del tiempo, quedó decepcionado de la figura de este
sacerdote. Observándolo atentamente le pareció un hombre bastante rústico,
con modales muy de pueblo. Excesivamente
autoritario. Conservador. Para estudiar mejor estos datos, puede
resultar útil leer un apartado de su libro Naufragio y rescate ...titulado:
"Creciente decepción respecto a la persona y conductas del
fundador". [8] En
esta parte del volumen hay algunos párrafos subrayados que siguen siendo
significativos porque fueron señalados por un testigo de la época:
Si esta canonización afirma que el Padre Escrivá constituye un modelo de santidad, en la línea de una espiritualidad secular, me cuesta aceptarlo. [9]
Lamento que durante el proceso fuese rechazada la intervención de algunos ex-miembros que habían tenido mucho contacto con el padre Escrivá y consideraban conveniente presentar sus objeciones a la canonización. Imagino que se supuso que partían de actitudes antieclesiales. ¿Se comprobó respecto a todos ellos? ¿No constituyó esto una pérdida importante de información para una satisfactoria investigación del caso?. [10]
Posteriormente, el autor intenta
ofrecer una lectura psicológica de la personalidad de Escrivá. A
continuación se indican algunos párrafos clave.
Cabe, eso
sí, admitir la probabilidad de que sus aparentes deficiencias éticas y
espirituales fuesen las consecuencias de algún trastorno psicológico, con lo
que su responsabilidad moral quedaría anulada o, al menos, notablemente
disminuida. Luego mostraré los fundamentos de esta hipótesis, que considero la
más probable. Aún así me resulta difícil percibirlo como un modelo de santidad
cristiana actual.[11]
Lo que pretendo es ofrecer una descripción de las principales características sobre la personalidad y la conducta del padre Escrivá. Una parte de ellas las pude percibir yo directamente en las ocasiones que tuve de verle y de escucharle, principalmente durante los tres cursos en los que viví cerca de él en el Colegio Romano, desde enero de 1953 hasta julio de 1955, aparte de esporádicos encuentros en sus viajes a España. [12]
Ramón Rosal Cortés, en su análisis,
además de los encuentros con el fundador (principalmente en forma de
"tertulias"[13]), también
utiliza los escritos de este último citando Camino, Praxis, Catecismo , Instrucciones , Notas).
Además, también se refiere a la información recibida de miembros de la Obra o
de antiguos numerarios.
Algunas evidencias encontradas por Ramón Rosal Cortés
Rosal
intenta observar la personalidad de Escrivá de forma paulatina, no
impulsiva. Examina varios aspectos, y al final escribe: "Por otro
lado, hay rasgos que no se concilian con las características de ciertas
virtudes de la moral y espiritualidad natural y cristiana". Añade
también: si, por hipótesis, el fundador había estado marcado por un cierto
"tipo de trastorno de personalidad", entonces la responsabilidad de
los que se mantenían cercanos a él se agravaba sin mejorar algunas situaciones
en el gobierno central de la Obra (Álvaro del Portillo [14] "ante
todo"). Otro aspecto que el Autor coloca al principio: “Lo malo es
que en la vida de los miembros del Opus Dei, a causa de afirmaciones explícitas
del fundador, se interpretan como voluntad de Dios cualquiera de sus múltiples
directrices y pensamientos, y cualquiera de las indicaciones
de los directores en la dirección espiritual”.. [15]
Foto de Ramón Rosal Cortés
Ramón Rosal Cortés luego relata:
Sentí cierto pesar por algunas de sus reiteradas
declaraciones; por ejemplo: su exagerada insistencia en que las Constituciones de la Obra eran
“santas, perpetuas e inmutables”; "El que obedece nunca
falla"; "Entre tú y tus hermanas, a 5.000 kilómetros de
distancia". Algunas de sus reacciones o declaraciones me
sorprendieron y desagradaron de una manera especial. Entre otras, estas
dos: su profundo enfado hacia el Papa Pío XII cuando este último aprobó la
legitimidad del método Ogino en las relaciones matrimoniales de los
católicos. Exclamó airadamente que si el Papa tenía la autoridad de un
doctor de la Iglesia, él también [la tenía]. Estaba claro que los miembros
casados de la Obra, los supernumerarios, tendrían prohibido
practicarla.
[...] Otra famosa frase que me molestó, sobre todo cuando la escuché por segunda o tercera vez (esto demostraba que no era un hecho espontáneo ocasional y exagerado, sino algo muy reflexivo), fue esta: “En vuestra vida conoceréis a unos cuantos Papas, a cientos de cardenales, a miles de obispos. Pero fundadores del Opus Dei sólo hay uno. Daréis cuenta a Dios de haberme conocido.[16]
Los siguientes pasos
Yo entonces, de todas
formas, le daba a esto poca importancia. Lo entendía como un lenguaje muy
espontáneo y enérgico, para mostrarnos la grave responsabilidad suya de llevar
a cabo algo que Dios le había inspirado (subrayaba que el fundador era Dios, no
él) y la nuestra como “cofundadores”, aunque pronto comprendí que esto último
era sólo una palabra sin contenido real.
También me
desagradó oírle un comentario despectivo respecto a Raimundo Panikkar “[17], encontrándonos reunidos
unos cincuenta en una tertulia en el Colegio Romano. Esto no debió de ocurrir
sólo en esa ocasión, pues un numerario desvinculado [18] en los años setenta
recogió algo parecido, refiriéndose a la descalificación de personas por parte
de Escrivá [19]
En varias
ocasiones me llamaron la atención sus explosiones de ira, con gritos,
mayoritariamente dirigidos al numerario arquitecto que se encargaba de
finalizar las obras del Colegio Romano. Los directores interpretaban esos
gritos comentándolos como una muestra del amor de Dios por parte del padre,
pero las menudencias que lo provocaban –pequeños e inevitables retrasos en las
obras, por ejemplo– poco tenían que ver con la indignación de Jesucristo expulsando
a los mercaderes del templo.[…] Algo que
también me llamó la atención, y supongo que me defraudó, fue su silencio total
[ de Escrivá] sobre cuestiones como las injusticias sociales, los problemas de
hambre en el Tercer y Cuarto Mundo, los documentos de la Doctrina Social de la
Iglesia, etc. No recuerdo haberle oído reflexionar sobre los problemas
sociales. Si alguna vez lo hizo debieron de ser muy pocas, pues no las recuerdo.[20]
La posición rigorista
A partir de mediados del pasado siglo [es
decir, en el XX], se fue incrementando la llegada a cada centro de notas y
avisos, enviados desde Roma, con múltiples directrices y prohibiciones. […]. De
todos ellos, el principal responsable tuvo que ser el padre Escrivá, con la
constante y eficaz colaboración de don Álvaro del Portillo[21], el
que fue luego su sucesor. Después he podido comprender que era la mente del
fundador la que se caracterizaba por una actitud radicalmente conservadora, la
que provocó un creciente autoritarismo, la que dio pie a un proselitismo
frecuentemente coactivo dirigido a adolescentes, con sus demandas de un
obligatorio crecimiento anual con cifras concretas, la que contribuyó a una
praxis cada vez más diferenciada respecto a una espiritualidad secular de
”cristiano corriente”, y la que fue reduciendo el ámbito para el ejercicio de
la libertad y la espontaneidad.
Todo ello, dado que era patente que provenía del padre Escrivá, que
era la encarnación institucionalizada de su mentalidad, interpretada por sus
fieles seguidores como voluntad divina, fue dando lugar en algunos, como en mí
mismo, a una gran decepción. Por mi parte, tenía la sensación, […] de que mi
proyecto vital “naufragaba”. [22]
Desarrollo de una reflexión. Cinco aspectos
Lamentablemente, cuando iban pasando los
años, de forma más acentuada desde la celebración del Concilio Vaticano II, y
de forma creciente en los años posteriores a mi desvinculación (desde 1973) he
podido ir comprobando que ya no se trata sólo de que el padre Escrivá tuviese
una personalidad peculiar –pero respetable– que para algunos hiciese
incompatible nuestra vida en la Obra. Dolorosamente tengo que reconocer que
aparecieron conductas habituales en su trayectoria vital que resultan
difícilmente compatibles y aparentemente contrarias a virtudes de la moral
natural y cristiana. Yo las resumo aquí en cinco comportamientos difícilmente
compatibles con: 1) la verdad y la veracidad; 2) el respeto a la persona; 3) la
sensibilidad social y la sobriedad; 4) al amor a la Iglesia; 5) la humildad. [23]
1)
¿Conducta compatible con el amor a la verdad y la veracidad?
En su libro, Ramón Rosal Cortés relata una serie de declaraciones de
Escrivá que fueron recogidas por la Prelatura en el libro: Conversaciones
con Monseñor Escrivá de Balaguer (en acrónimo: CME). [24] Se
transcriben a continuación.
a) Damos
una importancia primaria y fundamental a la espontaneidad apostólica de la
persona, a su libre y responsable iniciativa, guiada por la acción del
Espíritu, y no a las estructuras organizativas, mandatos, tácticas y planes
impuestos desde el vértice, en sede de gobierno (CME, 19).
b) No
sacamos a nadie de su sitio, ni alejamos a nadie de su trabajo o de sus empeños
y nobles compromisos de orden temporal (CME, 20).
c) La
primacía que en la organización de nuestras labores concedemos a la persona, a
la acción del Espíritu Santo en las almas, el respeto de la dignidad y de la
libertad que provienen de la filiación divina del cristiano; el defender,
contra la concepción monolítica e institucionalista del apostolado de los
laicos, la legítima capacidad de iniciativa dentro del necesario respeto al
bien común (CME, 22).
d) He
defendido siempre la libertad de las conciencias. No comprendo la violencia. No
me parece apta ni para convencer ni para vencer; el error se supera con la
oración, con la gracia de Dios, con el estudio; nunca con la fuerza, siempre
con la caridad (CME, 44).
e) Para
mí, después de la Trinidad Santísima y de nuestra Madre la Virgen, en la
jerarquía del amor, viene el Papa (CME, 46).
f) Espero
que haya quedado claro qué quiere decir organización desorganizada: que
se da primacía al espíritu sobre la organización, que la vida de los socios no
se encorseta en consignas, planes y reuniones (CME, 63).
g) En
cuanto al Opus Dei, considerado en conjunto, bien puede afirmarse sin ninguna
clase de arrogancia, con agradecimiento a la bondad de Dios, que no tendrá
nunca problemas de adaptación al mundo: nunca se encontrará en la necesidad de ponerse
al día (CME, 72)[25].
Rosal Cortés también informa de
otras dos declaraciones que el fundador repitió en numerosas ocasiones.
h) Nunca tendremos seminarios menores.
i) En la Obra la puerta está entreabierta para entrar, y abierta de par en par para salir”.[26]
Al respecto, Rosal Cortés comenta:
Lamento tener que afirmar que en la vida de la gran mayoría de los
miembros numerarios y agregados del Opus Dei estas descripciones no se cumplen;
se experimenta justamente lo contrario, es decir, no son verdaderas. [27]
Aparte de estas contradicciones entre la teoría y la vida real, se han
ido dando una serie de prácticas que constituyen conscientes mentiras, aunque puede suponerse que se realizaban con
el buen fin de proteger la vida y desarrollo del Opus Dei. Veamos unos
ejemplos. Publicaciones del padre Escrivá –suponiendo
que sean auténticamente obra suya– escritas en una determinada fecha, se
han editado atribuyendo su autoría muchos
años antes.[28] Hay dos revistas para uso interno de los
miembros tituladas Crónica y Obras. A la segunda pueden acceder personas ajenas
a la institución pero interesadas en conocer sus realizaciones sociales y
apostólicas por distintos países del mundo. Cuando un miembro de la Obra se
desvincula, desde Roma se ordena que en todos los números de estas revistas
–desde su aparición alrededor de 1950– sean cortadas o retiradas las páginas en
las que aparezca su nombre o quizá también su fotografía. Tarea, por cierto,
muy laboriosa, aunque supongo que desde Roma deben de enviar las nuevas páginas
que sustituyan a aquellas. En todas las casas de la Obra hay un encargado de
escribir un diario. Pero en él nunca se puede escribir un suceso que pueda
considerarse negativo como, por ejemplo, que van pasando meses sin captar a
nuevos prosélitos, o que alguno de la casa lleva un tiempo con un estado de
ánimo deprimido. Si a la persona encargada del diario se le escapa narrar algún
suceso de este estilo, el director o la directora le manda arrancar esas hojas
de la libreta. Según el diario todo tiene que ir transcurriendo sin problemas,
y los sentimientos de admiración hacia “el padre” (sucesor del fundador), o de
“nuestro Padre” (el fundador), como las reflexiones sobre sus palabras,
convendrá que aparezcan con frecuencia.[29]
2)
¿Conductas compatibles con el respeto a las personas?
Uno de sus puntos débiles –del cual fui testigo alguna vez en el
Colegio Romano, […]– fueron sus explosiones de rabia por menudencias. Una de
las primeras numerarias, a la que ya me he referido, atestigua lo siguiente:
Estallaba en furia por cosas insignificantes que él traducía “como
faltas de amor de Dios”. Por ejemplo que un objeto estuviera un poco torcido,
que las sirvientes se dejaran algún utensilio de limpieza olvidado, que hubiese
un pequeño fallo en la comida, o que ésta no fuera de su gusto. Entonces
chillaba, se enfadaba, gritaba y nosotras recibíamos el chaparrón sin chistar.
Un día que llovía a cántaros, el verdulero que traía la fruta entró en
la cocina con las provisiones, para no mojarse ya que la puerta de la cocina
daba directamente al jardín. El padre Escrivá pasó por allí y lo vio. Había
dado orden de que ningún proveedor hombre podía entrar jamás (porque siempre era
“jamás”) (su obsesión sexual era enfermiza). Sus gritos se oían por toda la
casa.
Nunca sabíamos el motivo para que en cualquier momento irrumpiera en
gritos, tal era la violencia de su carácter. Según él, nunca era tratado con el
honor, reverencia, cariño que merecía, siempre estábamos en deuda.
Hablaba mal de todo el mundo. En el proceso de beatificación, se habla
de virtudes heroicas. ¿Qué virtudes? Creo que de la que hay que hablar es de la
virtud por excelencia que es la caridad y yo no la vi por ninguna parte (Rosario Badules: Se habla
de sus virtudes heroicas ¿cuáles? www.opuslibros.org/nuevaweb,
1-12-2002)”[30].
Otra numeraria que tuvo un cargo directivo en el gobierno central de
la rama femenina y posteriormente realizó una actividad apostólica muy fecunda
en Venezuela que provocó abundantes vocaciones, fue retirada repentinamente a
la casa central, amonestada violentamente por el fundador con insultos que no quiero aquí mencionar [31]
y tuvo graves dificultades para poder escaparse de su encerramiento,
decidiendo desvincularse [dejar la Obra]. Probablemente se pudo deber a que se
permitió adaptar algunas normas de la praxis a la mentalidad y circunstancias
del pueblo venezolano, como se deduce de este párrafo:
A distancia de los años comprendo que monseñor Escrivá se permitía dar
criterios sobre cosas que desconocía plenamente, países, costumbres, etc. Y
juzgaba a hijos e hijas suyas sin conocimiento pleno de causa, lo cual, a mi
juicio, era reflejo de una notoria ignorancia humana y una soberbia muy a tener
en cuenta. Y nosotras, las que él mandaba a otros países, como títeres suyos,
bailábamos al ritmo de la cuerda que desde Roma nos movía (Tapia, 1992, p. 273).[32]
Esta misma se lamenta del infantilismo que provocaba en las numerarias
auxiliares, las dedicadas a las tareas domésticas, bajo la dirección de una
numeraria. Creo correcto considerar también esto como una falta de respeto a la
persona.
Monseñor Escrivá las trataba como a niñas pequeñas y les fomentaba tal
infantilidad que rayaba en lo necio. Ellas sabían que eran “las hijas pequeñas
del Padre” y como tal se comportaban. Hasta el punto de que en la casa de Roma
la mentalidad infantil de las sirvientas era deplorable. Era un espectáculo
tristísimo comprobar que mujeres mayores actuaran, producto del adoctrinamiento
recibido, como criaturas de trece años (Ibidem,
p. 215).[33]
La doctrina rígida y exagerada que establecía que todo lo que decida
su director es voluntad divina tendía a provocar un estilo creciente de
obediencia ciega, cuando en los primeros años siempre se había defendido la
obediencia inteligente.[34]
En este punto Rosal Cortés relata el
testimonio de un ex numerario. Este es el texto:
La formación en el llamado “espíritu de la Obra” resulta por fuerza
voluntarista, reiterativa de tópicos y de frases hechas, autoritaria y –lo
peor– nada racional, porque sólo se enseña a reconducir todas las
argumentaciones a una ecuación principal, tan indefectible como falaz:
“Voluntad de Dios es igual a voluntad de Directores”, o la viceversa. ¿Qué
sucede entonces cuando alguien comprueba que esa ecuación ni es indefectible,
ni es necesaria, y ni siquiera es verdadera? Sucede entonces que el tópico
intelectual genera una crisis personal de hondo calado, siempre dolorosa y no exenta
de angustias
(Oráculo: Escritos y pseudoescritos del
fundador el Opus Dei. www.opuslibros.org/nuevaweb, 5-05-2006).[35]
Rosal Cortés señala luego un subrayado:
Todo lo que he referido en el capítulo tercero sobre la creciente
disminución del margen para el ejercicio de su libertad y espontaneidad
constituye también una falta de respeto a la persona. Pero también lo es su
contribución a malograr vocaciones intelectuales, dada su falta de empatía y
comprensión respecto al valor intrínseco, y no sólo instrumental (para hacer
apostolado, o más bien proselitismo con los compañeros) del trabajo científico,
filosófico, o teológico [36]
3)
¿Conducta compatible con la sensibilidad social y la sobriedad?
Son abundantes las anécdotas que desconciertan, no sólo por no poderse
compaginar con el espíritu de pobreza, desprendimiento y sobriedad que se
exigía a todos los miembros, sino porque en algunos casos podían provocar [en
el observador] una pésima impresión de “nuevo rico” que gasta dejándose
conducir por sus caprichos. Claro está que su finalidad subjetiva buena era que
los edificios principales de la Obra de Dios tenían que cuidarse con esmero,
especialmente los oratorios, y debían durar siglos. Pero las situaciones en las
que él improvisaba gastos, o permitía atenciones exageradas a sus caprichos no
podían dejar de herir la sensibilidad social de algunos observadores. Algunas
anécdotas resultan sorprendentes y grotescas:
Le gustaban los objetos caros, los restaurantes caros, y todo de la
mejor calidad.
En una ocasión fue a Sevilla y comió en el comedor de la Residencia de
estudiantes masculina. Como el comedor era muy grande se cerró con dos biombos
pertenecientes a una aristócrata andaluza. […] Cuando [Escrivá] vio los
biombos, la numeraria que estaba en la cocina atendiendo su comida oyó como
decía:
“ Estos biombos para Roma”.
Naturalmente la Marquesa no pudo regalarlos y dio dinero para que se
adquirieran otros por lo menos parecidos.
Algo parecido ocurrió aquí en Madrid con un tapiz de época. También le
gustó y dijo a la gente del Opus que lo pidieran. La misma respuesta que la de
Sevilla. No podía ser porque pertenecía al patrimonio familiar. Y entonces
fueron a un anticuario y se le compró un tapiz parecido (un millón de pesetas
del año 68-69).[…]
Compró una gran sopera de plata de orfebrería maravillosa y dijo:
Esta es para la Procura, para que cuando vengan los cardenales se
queden con la boca abierta y digan ¡ah! (Rosario Badules: Se habla de sus virtudes
heroicas ¿cuáles? www.opuslibros.org/nuevaweb,
1-12-2002).
Nos enseñaba la biblioteca de la casa de Roma y decía:
“Este suelo es de ónice. Con estas piedras se hacen anillos las
señoras”.
Otra vez [fue] una colección de monedas peluconas. Las consiguió como
siempre a través de las ricas supernumerarias, lo mismo que una colección de
abanicos antiguos que quiso para una vitrina. Otra vez quiso joyas. Consiguió
una esmeralda de gran tamaño “para ponerla en el fondo de la copa de un cáliz y
no la viera más que Dios”. Y después estaba expuesta en la sacristía con luces
indirectas para que la viera todo el mundo.
Otra vez fue a Lisboa con la ilusión de comer langosta. Curiosamente
ese día no la encontraron en el Mercado. Su enfado fue tanto que no quiso
probar y se molestó porque los otros comían.
Le gustaban mucho los reposteros. Tenía un gusto barroco, recargado y
pedía que confeccionásemos los reposteros que le gustaban.
“¡Hale, manos a la obra!”
Cuando se iba salíamos enseguida a comprar lo necesario, no dormíamos
en toda la noche para que cuando se levantase se lo encontrase ya colgado.
Pienso que fue un hombre que consiguió siempre sus caprichos, cuya
lista de ellos podría ser casi interminable. Tuvo todo, todo, todo lo que quiso
[…]
Al comienzo de mi ingreso en el Opus Dei, el
fundador vio que una chica se servicio
de la casa donde yo vivía salía a la calle sin medias (esto sucedió enel año 1945) y me dijo que la
despidiera. Al día siguiente, me llamó
por teléfono diciéndome:
“¿Has despedido a la
sirvienta?”
“No padre. Me ha dado pena echarla a la
calle”.
Montó en cólera y me
dijo:
“¡Pena sólo con la Obra! Despídela inmediatamente “(Rosario Badules: Se habla
de sus virtudes heroicas ¿cuáles? www.opuslibros.org/nuevaweb,
1-12-2002). [37]
La cuestión social
Un numerario que perteneció a la Obra también durante muchos años, desde
los años cuarenta del siglo pasado, expresaba su decepción con estas palabras,
refiriéndose a la despreocupación de Escrivá respecto a la cuestión social:
La santificación del trabajo y de las obligaciones de cada día es un
mensaje hermoso, sencillo y esperanzador, interclasista y universal. Siempre
que incluya las obligaciones sociales, que empiezan –pero no terminan– en el
círculo familiar. Y siempre que dé más importancia a una tradición milenaria de
la Iglesia católica, a los concilios y, en último término, a los evangelios…
que a las palabras, quizá ocasionales, de un hombre apasionado en el contexto
dramático de la guerra civil española y de la Segunda Guerra Mundial. Al cual
respeto, sin compartir en absoluto su autoritarismo, su intolerancia con los
discrepantes, ni su unidimensionalidad (Saralegui, en Moncada, 1978, p. 128).[38]
Además, ¿puede considerarse una manifestación de sensibilidad social
el hecho de que todos los miembros con dedicación plena a trabajos internos de
la institución –sean laicos o clérigos– no coticen a la Seguridad Social, de
forma que si llega un día en el que deciden desvincularse se encuentran
socialmente desprotegidos? Es posible que se haya producido algún cambio
recientemente, a partir de algunas reclamaciones o denuncias. No estoy seguro.
Hay que tener en cuenta que en el caso de las numerarias han sido desde siempre
una gran mayoría las que no han ejercido un trabajo profesional normal en la
sociedad civil. Entre las que han sido destinadas a la administración de las
casas y centros de los miembros de la Obra –hombres o mujeres– más las que han
recibido el encargo de enfocar su trabajo en las obras corporativas, más las
que se ocupan de tareas burocráticas como directivas o ayudantes, han quedado
reducidas a una pequeña minoría las que, por ejercer un trabajo civil, han
tenido que cotizar a la Seguridad Social. Por parte de los varones, de una
etapa inicial en la que la gran mayoría de miembros numerarios y agregados
ejercían diversidad de profesiones en la sociedad civil, ha ido creciendo el
porcentaje de los acaparados por tareas internas, mayoría de ellos en obras
educativas o sociales corporativas, u otras controladas indirectamente por la
institución. Al parecer, en el caso de los varones se ha cumplido más lo referente
a la cotización a la Seguridad Social, con gran diferencia de lo ocurrido con
las administradoras, las numerarias auxiliares, y los sacerdotes numerarios.[39]
4)
¿Conducta compatible con el amor a la Iglesia?
Ya me he referido anteriormente a algunas de
estas conductas, en concreto: a) su actitud despectiva respecto a alguna
actuación del papa Pio XII, manifestando su enfado en más de una ocasión ante
un grupo numeroso de jóvenes numerarios en proceso de formación interna; b)
también hay testimonios de algún adjetivo despectivo referido a los papas Juan
XXIII y Pablo VI; c) su claro desinterés respecto a las encíclicas de estos dos
últimos sobre la doctrina social de la Iglesia; d) su forma un tanto despectiva
de proclamar, ante auditorios numerosos, que si Pablo VI había decidido
suprimir el Índice de libros prohibidos, él decidió inmediatamente crear el
suyo. Por cierto que era incomparablemente más limitador que el anterior, dada
la abundancia de teólogos actuales que quedaban censurados; y de una forma
destacada, su profundo desinterés y malestar respecto al Concilio Vaticano II,
a pesar de que en algunas ocasiones –p.e. en el libro Conversaciones…– elogiase
su aportación, aunque refiriéndose sólo a algunos contenidos.
Evocando los años del Concilio, durante su estancia en Roma, una
ex-numeraria escribe:
No se hablaba de la Iglesia, no se hablaba de apostolado, se hablaba
solamente de proselitismo. No se hablaba tanto de Dios como del Padre. El
Concilio Vaticano II se estaba celebrando, pero ni se mencionaba en una sola
tertulia
(Tapia, 1992, p. 359).[40]
No pocas veces ante auditorios muy numerosos se le escucharon
comentarios exageradamente pesimistas y negativos sobre la situación de la
Iglesia después del Concilio; frases que comenzaban con la declaración: “La
Iglesia está corrompida…”, sin hacer nunca mención de los logros y actuaciones
valiosas de muy diversos colectivos eclesiales en muchas partes del mundo.[41]
5)
¿Conducta poco compatible con la humildad?
Me he referido ya a alguna de ellas entre las
que pude ser testigo directo. Pero hay otros ejemplos acreditados
suficientemente como auténticos.
Un ex-miembro sacerdote numerario, poco antes de decidir su
desvinculación y su posterior reducción al estado laical describía en una carta
algunas de las causas de su decepción respecto al padre Escrivá […]
Personalmente fueron otras más las conductas concretas del fundador
que me fueron defraudando, por no acabar de verlas compatibles con la virtud
cristiana de la humildad. Señalaré algunas:
a) El hecho de que permitiese, o incluso fomentase, un culto exagerado
a su persona y que estableciese el deber de saludarle con una genuflexión. Una
manifestación de este culto fue la costumbre de conservar objetos relacionados
con su persona como sotanas y pijamas viejos, dientes extraídos, o pelo de
cuando iba al peluquero, venerados como futuras reliquias.
b) El hecho de los cambios de su apellido, y la elaboración de una
deformada historia familiar, en busca de apellidos que se remontan al pasado y
que pretendían justificar blasones que se confeccionaban para colocarlos en
muchos edificios.
Simultáneamente afirmaba, de vez en cuando, que él no era más que un
pobre pecador, y un instrumento inepto y sordo (lo cual era posiblemente una
afirmación sabia), pero pienso que no va muy desencaminada la siguiente
interpretación de un ex-numerario sacerdote:
En la Obra nadie puede ser admirado, querido, honrado y glorificado
sino el Padre y, en menor escala y paulatinamente, los demás directores. A
nadie se le puede ofrecer un regalo sino al Padre, a nadie se le puede alabar y
amar (y adorar) sino a él. Sólo a él se le permite ser o mostrarse bueno y
humilde. Él suele decir: “rezad por mí que soy un pobre pecador”. Pero si tú
dijeras lo mismo, te dirían que quién te creías que eras. Tal humildad sólo la
puede tener el Padre. Se trata de una Humildad con mayúscula, no de la
verdadera humildad
(Carta de otro ex-numerario desvinculado en los años setenta).
c) Atribuirse un grado de unión con Dios excepcional y único, como se
manifiesta en esta declaración que ya me sorprendió durante los últimos años de
mi pertenencia a la Obra: “Hijos míos, si no pasáis por mi cabeza, si no pasáis
por mi corazón, habéis equivocado el camino, y no tenéis a Cristo en vosotros”.
De ahí que algunas veces se pudiese escuchar en el círculo semanal de estudios
a un director declarando lo que un ex-miembro informa en el siguiente párrafo:
El ponente [de la última charla en unos ejercicios espirituales] era un ponente cualificado del stablishment
de la Prelatura. Y esto hizo más inquietante el discurso oído. En síntesis –una
síntesis que hacía el mismo charlista– decía (sic) literalmente: “hemos de
parecernos a nuestro Padre, el modelo que nos ha dado Dios es san Josemaría, y
cuando más nos parezcamos al Padre más nos pareceremos a Dios”. Quien hablaba
entonces era sin duda una buena persona. Parecía convencido de sus
afirmaciones, y se quedaba tan pancho.
Pero me resultan preocupantes esas expresiones, la intencionalidad
pastoral a la que sirven, y también su contexto, ya que parece establecerse de
facto una “mediación” de ese “nuestro Padre”, análoga a la del Verbo
encarnado, para la unión con Dios, por el hecho de haberse recibido la vocación
al Opus Dei (Oráculo: La devoción al mito de José María Escrivá,
21-07-2006).[43]
d) El hecho de reclamar siempre un trato especial. Por ejemplo,
estableció que cuando viajase a España le fuesen a recibir los ministros del
gobierno franquista que eran miembros de la Obra durante aquellos años.
Decidió e hizo cumplir que cada vez que él llegase a España, le fueran
a esperar, junto a las autoridades de la Obra, todos los ministros de Franco
pertenecientes a ella. Y aquello, que no tenía mayor importancia cuando llegaba
en avión, siempre recibido en la sala de VIPs, resultaba un tanto chocante
cuando venía por carretera, con Ullastres[44] y los demás teniendo
que desplazarse al efecto a Irún[45]. Era sin duda una reminiscencia
de los usos episcopales, a los cuales no tuvo el acceso deseado (Moncada, 1987, p. 72).[46]
El padre Escrivá no solía ir a reuniones en las que no quedara claro
de antemano que él iba a ser la persona más importante –cuenta Antonio Pérez[47]–.
Por eso iba a tan pocas, Pero una tarde le invitó Ruiz Jiménez a una recepción
en la Embajada española y al llegar, le saludó con un “¿cómo está usted padre
Escrivá?”. Escrivá se dio media vuelta y se marchó. Luego explicaba Álvaro
Portillo que aquella no era manera de tratarle. Ruiz Jiménez [48] le
hubiera podido decir, padre, o monseñor Escrivá, pero no “padre Escrivá”
(Antonio Perez, cit. en Moncada,
1987, p. 63).[49]
Escrivà (izquierda) con Juan XXIII. Se nota la falta de cordialidad.
Fuente:
https://opusencastillayleon.wordpress.com/category/casa-aldebaran/
Algunas críticas a Escrivá de Balaguer también se expresaron en España con
caricaturas humorísticas.
Dos
numerarias especialmente seleccionadas preparaban sus comidas con gran delicadeza y le acompañaban también cuando viajaba, llevando
latas de paté francés y flores para las mesas, además de otras vituallas
exquisitas, según el testimonio de Rosario Badules. Mientras que a todos los
miembros del Opus Dei se nos ha insistido en que comiéramos sin rechistar lo
que nos ponen, evitando excepciones, el fundador viajaba siempre acompañado de
varias numerarias que se encargaban de hacerle la comida según sus gustos.
Cuando esto no ocurría, era frecuente que se produjeran escenas violentas de
protesta, como la que tuvo lugar en una de sus visitas al Colegio Mayor La
Estila (Santiago de Compostela), en la que se mostró muy contrariado por
cuestiones nimias, como el tipo de pan que le habían puesto, y además dio voces
y se encargó de manifestar su disgusto porque esos días no tuvieron agua en el
Colegio Mayor por una avería.
Pienso que es conveniente que se sepa que este modo de obrar con el
fundador se ha perpetuado institucionalmente, ya que se ha continuado haciendo
con sus sucesores: éstos viajan también con servicio especial, incluso cuando
van a comer a un centro cualquiera de Roma. Es frecuente que en esos viajes se
pida a la numeraria del lugar experta en cocina, con varios meses de antelación
(!), que elaboren el proyecto de menús, pensando también en la presentación
estética. El proyecto es revisado en la Asesoría regional y en la Central,
pidiendo que se rehaga tantas veces como sea necesario, que a veces han llegado
a ser más de una docena. ¿Qué opinión puede tener un cristiano corriente sobre
estos modos de vida? Es posible que sean los propios de un “marqués” déspota,
de otros tiempos, pero desde luego no son un modelo de santidad para la ordinary
people, la gente corriente, sencilla, de a pie, que vive la pobreza común
sin aspavientos. O, ¿acaso vamos a convertir en “divinos” los refinamientos
mundanos de la comodidad burguesa –no exenta de clasismo– con la excusa de la
secularidad? (Markus
Tank: Trastorno narcisista de la
personalidad del fundador del Opus Dei. w.w.w.opuslibros.org/nuevaweb,
14-09-2007).[50]
Cuando el padre Escrivá venía a España el derroche era increíble
porque cuando se trataba de él no se miraba el dinero para nada “porque Padre
sólo hay uno” se decía. Conozco a una persona que estuvo a punto de marcharse
de la Obra, porque en uno de esos viajes la habían tenido durante tres días
buscando una merluza de pincho para su comida. Una vez el P. Escrivá dijo: “si
fuerais listas y pillas me daríais vino de marca en una jarra de agua, para que
yo no lo note”. Para mandarle a Roma he comprado las cosas más caras de Madrid,
frutas fuera de época, almendras dulces que sólo había en un sitio determinado
(por cierto, un día fui a comprar unos caramelos y me dijo: “yo a Vd. Le
conozco, me compraba grandes cantidades de aquello tan carísimo”). Todo esto se
enviaba a Roma para que el P. Escrivá lo diera en las tertulias.
Otra vez hicieron su primera comunión los sobrinos del P. Escrivá en
Molino Viejo. [Aquél lugar] se convirtió en una floristería, tales eran los
centros de flores que allí había, y que además no se traían de Segovia que
estaba al lado, sino de Burguiñon que era la tienda más cara de Madrid. Y en la
despensa se hicieron toda clase de pequeños dulces para que los sobrinos
pudieran tomar todo aquello que les apeteciera (Ortiz de las Heras: Proselitismo feroz. www.opuslibros.org/nuevaweb, 1-12-2002).[51]
e) Sus relaciones con las personas aparecían como explotadoras.
Su mentalidad totalitaria lo invadía todo, hasta el dominio de las
esferas más íntimas de la persona y de la conciencia. El ámbito de la libre
autonomía no existía prácticamente. Y a esto llamaba: “estar absolutamente
entregados”. Pero no era una entrega a Dios, sino a la empresa de Escrivá: él
era el llamado a decidir todo lo que era importante y, una vez tomadas las
grandes decisiones, su concreción y realización habría de correr a cargo de
quienes le servían, sin reparar en sacrificios hasta su plena consecución (Markus Tank: Trastorno narcisista de la personalidad del
fundador del Opus Dei. www.opuslibros.org/nuevaweb, 14-09-2007).[52]
El lavado de cerebro consiste precisamente en hacerles ver a los
miembros, particularmente en la primera hora, que la Obra es perfecta porque es
de Dios, y que cuanto diga el Fundador es divino también porque es inspiración
del mismo Dios (Tapia,
1992, p. 101).[53]
De ahí brota la “divinización” de las acciones de gobierno, en la
medida en que sus decisiones son presentadas como “concreción” auténtica” del
espíritu transmitido por el Fundador –sobre el que no cabe discutir ni
polemizar– y, por tanto, tan “divinas” como el espíritu fundacional. Al
no hacerse distinciones ni separación de temas, la institución se va haciendo
cada vez más totalizadora, más totalizante y también totalitaria. Se suplanta
lo empírico por el mito y luego no se reconoce la realidad a las vocaciones
singulares, como distintas de la vocación única del Fundador; según este
parecer, en el fundador “mitificado” está todo, y éste no es sólo causa
ejemplar sino eficiente y formal de todas las “llamadas” al Opus Dei (Oráculo: La devoción al “mito” de José María Escrivá. www.opuslibros.org/nuevaweb,
21-07-2006).[54]
f) Su tendencia a molestarse cuando otros recibían muestras de
deferencia. Don Antonio Pérez, en los tiempos en los que era consiliario de la
Obra en España, en un viaje a Roma se encontró allí con un peruano numerario,
Lucho Sánchez Moreno[55], que había llegado a ser obispo. Don
Antonio se acercó cordialmente a él para besarle el anillo pastoral. Al
observar este gesto el padre Escrivá se molestó y advirtió que “en casa sólo se
le besa la mano al Padre”. Cuando un miembro de la Obra comenzaba a destacar y
entrar en competencia con su prestigio era apartado y trasladado a otro lugar.
Raimundo Panikkar[56], “según Miguel Siguán, ‘fue un director
espiritual en olor de multitudes’, cuando era capellán del Colegio Mayor de la
Moncloa[57]. Poco después colaboró en el intento de renovación
universitaria de Laín Entralgo[58]. Aparentemente, los celos de
Escrivá por la fama de Panikkar hicieron que fuera desterrado a Salamanca
durante tres años. Aprovechó para estudiar” (Pérez Prieto, cit. en El Ciervo,
nº 690-691, sept-oct 2008, p. 15).[59]
Como ya he dicho, era norma del padre Escrivá no asistir a reuniones o
celebraciones en las que él no fuese la persona principal, p.e.: funerales de
obispos o cardenales, ordenaciones sacerdotales de miembros numerarios o
agregados, etc.[60]
Unas de sus muestras de actitud arrogante fueron sus reacciones
violentas ante aspectos de la decoración de una casa que le desagradasen.
Desarrollo de investigaciones históricas. La renovación del Opus Dei
Todavía hay otro camino que están
siguiendo varios historiadores, para proseguir las tareas encargadas. Esta
orientación tiende a responder a una pregunta: ¿se encuentra hoy el Opus Dei en
una fase de renovación o sigue siendo, más allá de declaraciones genéricas, un
"statu quo"?
Al respecto, algunos recuerdan una
frase de Escrivá: "En cuanto al Opus Dei, considerado en su conjunto, bien
se puede decir sin ninguna arrogancia, gracias a la bondad de Dios, que nunca
tendrá problemas para adaptarse al mundo: nunca se encontrará en la necesidad
de “recuperarse” ”(CME, 72). [72]Los
sucesores del fundador también mantuvieron esta línea. Entrevistado por
Marco Politi, el prelado monseñor Javier Echevarría remarcó un punto
considerado clave: "Veo lo que tantas veces escuché de San Josemaría
Escrivá, no por orgullo o soberbia: que la Obra no había tenido nunca necesidad
de renovación para adaptarme al mundo, porque su propósito es enseñar a todos,
empezando por nosotros, a santificar la vida cotidiana ". [73] El
1 de octubre de 2018 el prelado Monseñor Fernando Ocáriz Braña [74] ha
querido transmitir una carta pastoral a los miembros del Opus Dei con motivo
del 90 aniversario de la fundación de la institución. [75] Como
han señalado varios comentaristas, [76] también
en esta ocasión se evitó cualquier referencia a una posible renovación de la
Obra. Además, parece haber una ausencia de reflexión sobre el Opus Dei
como una de las diversas expresiones de la Iglesia (y, por tanto, como
institución que se sitúa en relación de comunión con otras instituciones
católicas también inspiradas por Dios).
Sin embargo, con el paso del tiempo,
algunos problemas críticos se han acentuado. Están documentados, por
ejemplo, por la desvinculación de numerarios y numerarias y sus testimonios
(artículos, libros, entrevistas). Ramón Rosal Cortés escribe al respecto:
Durante
los últimos ocho o nueve años de mi presencia en la Institución fueron
abundantes los informes orales o escritos que dirigí a directivos en España,
presentándoles mi desconcierto ante las contradicciones que constataba entre la
praxis y algunos principios de sus documentos fundacionales. La fe ciega que
respiraban, casi todos ellos, en la total validez de cualquiera de las
indicaciones o preferencias de Escrivá fui comprobando que hacía inútil este
tipo de reflexiones o diálogos.
[...] Ya
he citado fragmentos de cartas de ex-socios, algunas dirigidas al fundador, en
los que se manifiesta su decepción ante una serie de directrices que les
resultaban contradictorias. Transcribo a continuación uno de los muchos
escritos o cartas que dirigí a directores de distinto nivel en la institución
(todos los nombres que aparecen citados ocupaban algún cargo directivo). Esta
carta constituyó mi respuesta a una serie de correcciones que me dirigieron
respecto a siete puntos.[77]
Las respuestas de Rosal Cortés fueron precisas y detalladas. El estilo siempre se mantiene respetuoso. Algunos pasajes clave se pueden extraer de las distintas páginas siguientes. [78]
¿Qué entiendes por desconfianza? Yo considero
como uno de los signos principales de la existencia de confianza la franqueza
en la comunicación con las personas.
[...]sensación de incapacidad psíquica para
resistir el régimen impuesto por una praxis y por una interpretación rigorista
de la misma, en la que van acentuándose progresivamente las disposiciones de
tipo defensivo, preventivo, restrictivo en una línea integrista que respeto y
aprecio pero que nunca correspondió a mi temperamento y mentalidad y en la que nunca me hubiese vinculado –digo
[considerando el hecho de] que desde el primer momento de mis dudas las informé
con todo detalle– en numerosas y largas comunicaciones tanto a mi director
local[cita a otras personas]. [...]
Doy por
supuesto que se entiende la obediencia, en la Obra, no en el sentido de
obediencia al estilo de los religiosos, ni de otros “estados jurídicos de perfección”,
sino al estilo que corresponde vivir esta virtud en una espiritualidad secular
que se dirige a laicos y a sacerdotes seculares. El tema de la obediencia –como
es lógico– apenas se toca en “Conversaciones…” pero entre otros aspectos
propios de una espiritualidad secular se dice: “quiero decir que damos una
importancia primaria y fundamental a la espontaneidad apostólica de la persona,
a su libre y responsable iniciativa, guiados por la acción del Espíritu; y no a
las estructuras organizativas, mandatos, tácticas y planes impuestos desde el
vértice, en sede de gobierno”.[...]
Añadiste que en conclusión se trata lo mío de
una enfermedad de orgullo, en la que el mal está en la cabeza. Que debo confiar
todo a los directores, de lo contrario actuaría el poder de Satanás.
Mi
respuesta es: No pretendo en absoluto cambiar la “Constituciones” de la Obra,
pretensión que me resulta grotesca y descabellada. Pretendo practicar la
corrección fraterna, o las propuestas y sugerencias convenientes, a los
directores –de cualquier nivel– que presenten una praxis contradictoria con
algunos puntos esenciales del Derecho interno y de los documentos principales
del Padre. Pretendo hacer notar –porque en conciencia me veo obligado a ello
aún en el caso de que mi conciencia pueda estar equivocada– que constituye un
grave perjuicio para algunos socios de la Obra (los que no participen de la
vibración de una fe ciega, y tengan determinadas características de
temperamento y mentalidad), y también para el servicio a la Iglesia, dar pie a
la apariencia de contradicciones e incoherencias notables entre la Obra de los
escritos fundamentales y de la información pública (v. gr. la de Conversaciones)
y la Obra concreta de la praxis vigente y especialmente de la interpretación
que de ella hacen mayoría de los directores.
Este es el
tema del que sin prisas vengo preparando un escrito para el Padre puesto que no
hacerlo sería una grave deslealtad, un pecado contra la unidad de espíritu, y
una coObración culpable (en mi caso, por así sentirlo) del daño que se produzca
en socios de la Obra.
Del mismo
modo que, según doctrina común en la teología fundamental, un solo criterio
negativo de credibilidad (por ejemplo las contradicciones o incoherencias
intrínsecas de una doctrina) invalida la sobrenaturalidad de una presunta
revelación religiosa divina, me duele mucho que se pueda dar pie a obstaculizar
de esta forma la credibilidad de la sobrenaturalidad de la Obra, apoyándose de
momento en el fideísmo temperamental de las personas conservadoras.
Por lo
demás mi concepto sobre los carismas en la Iglesia se atiene rigurosamente a la
doctrina del Magisterio, especialmente en el 4n. 48 de la Lumen Gentium.
Renovación: la voz de los antiguos numerarios
Además de Ramón Rosal Cortés, otros
ex numerarios intervinieron en el tema de la renovación. Entre ellos Carlo
Maria (que solicitó no publicar el apellido). Este autor quiso ampliar el
análisis para incluir un aspecto más. Se trata de la no divulgación al exterior
de las solicitudes internas de renovación y de las transmitidas por quienes han
abandonado la Prelatura. En este sentido, recordó que en el Opus Dei
funciona un servicio, estructurado a nivel nacional y central, denominado
"Apostolado de la opinión pública" (AOP). Esta definición retoma
una expresión ya ideada por otros autores en 1947. [79]En
Roma, el AOP tiene una oficina de prensa externa: una especie de "opinión
making". En este contexto, varios autores se han preguntado [80]:
¿Qué atención se presta a los que abandonan la Obra? De los testimonios de
antiguos numerarios se extrae la impresión de que existe el más completo
silencio dentro de la institución sobre quién se va. Junto a esto, en las
relaciones exteriores, el servicio AOP también se encargó de desdibujar la
atención de la opinión pública sobre los temas críticos destacados por varios
círculos católicos, por diferentes sectores de las Iglesias locales o por los
propios ex miembros de la Prelatura. En la práctica: se expresan dudas
sobre su veracidad, se evita contestar como se merece a las evidencias
subrayadas, se evita cualquier debate mutuo o público, se repite que, en
definitiva, se trataría de opiniones aisladas, provenientes de quienes, después
de haber sido atraídos por la perspectiva de un cristianismo fuerte y
comprometido, no habían sabido afrontar, por límites personales, las
consecuencias de una vocación tan exigente.
Los antiguos numerarios
responden [81] que,
por el contrario, serían aquellos que, después de haber sido atraídos por la
perspectiva de un cristianismo vigoroso, no se dejaron controlar por directivas
más allá de cierto límite. En segundo lugar, para los antiguos numerarios
sería necesaria una discusión serena y justa sobre la validez de las críticas
evidenciadas. En tercer lugar, estas no serían opiniones aisladas: en la
era de Internet, ya no se pueden ignorar los cientos de testimonios detallados
y unánimes en sentido negativo de antiguos numerarios de varios países, ya que
presentan contenidos serios, precisos y orientados en una sola dirección.[82] En
conclusión, son varias las voces (se trata de intervenciones publicadas y en la
red) que, en nombre de la transparencia, piden a la Prelatura que modifique
algunas intervenciones del AOP.
Renovación: silencio y transparencia
Del contexto esbozado hasta ahora, parece desprenderse que hasta el día
de hoy los indicios provenientes de las directivas internas de la Prelatura
(fuente: ex numerarios y numerarias; documentos publicados) permanecen en
posiciones de silencio (y estricta autodefensa) sobre la vida interna de la
Obra y sobre las actividades territoriales imputables a la acción de los
miembros de la Obra y a la participación de sacerdotes numerarios. Esta
práctica, se ha destacado que [83] ,
debe en cualquier caso ser remodelada para eventos repentinos y no
positivos. Estos últimos también son conocidos por la opinión
pública. [84] Nos
limitamos a las mencionadas.
En 2003, el filósofo Eugenio Trías Sagnier, que perteneció al Opus Dei en 1960-1963, quiso publicar sus memorias. [85] En este texto quiso revelar las directivas internas transmitidas por Roma a los Centros del Opus Dei en el mayor secreto. Al tomar esta decisión pretendía demostrar las verdaderas intenciones de la institución y su estrategia (páginas 240-241). Esta última actividad también se destaca en la correspondencia entre el embajador Antonio Garrigues y el ministro español Fernando Castiella (4 de abril de 1968). [86]
El 27 de julio de 2016, en Francia, el tribunal de Amiens emitió un veredicto a favor de Catherine Tissier. Esta última había acusado a la dirección de una escuela hotelera (promovida por miembros del Opus Dei y atendida por sacerdotes numerarios) de delitos relacionados con la legislación laboral. [87] En marzo de 2014, en Portugal, un sacerdote numerario, el P. José Alfonso Guedes, se convirtió en protagonista de un episodio dramático. Quería acabar con su vida mediante el suicidio. Previamente había manifestado su intención de dejar la Obra. [88] El hecho impresionó a mucha gente. [89]
El miércoles 5 de marzo de 2014, a
las 21.25 horas, en Argentina, otro sacerdote numerario, el P. Danilo Eterovic
Garret, optó por quitarse la vida arrojándose frente a un tren en marcha.
Foto de Don Danilo Eterovic Garret
Tenía una nota en el bolsillo:
«Avisar al padre Mariano Fazzio: Via Vicente López (Cap. Fed.) 1950 Tel.
4803-6071. PP Jorge C. me dijo que no tengo encargos para -sg -sr -sm (me
rechazan). Estoy muy ENFERMO, no sé cómo llegué a esto ». Las siglas
hacen referencia a una clasificación interna de los apostolados de la Prelatura
(obra de San Rafael SR, con jóvenes; obra de San Gabriel SG con personas
habitualmente casadas; obra de San Miguel SM que se hace con
numerarios). Lo que Don Danilo quiso decir con esas iniciales es que le habían
quitado todo el trabajo pastoral dentro de la Prelatura. No está claro
cuándo las autoridades del Opus Dei se enteraron de la desaparición de Don
Danilo y cuándo iniciaron las búsquedas. Entre las 21.00 y las 12.30 horas
del día siguiente, ningún superior de la Prelatura había tenido claro
conocimiento de la tragedia acaecida quince horas antes.
El jueves 6 de marzo, a las 11.20
horas, los policías se dirigen a un centro del Opus Dei para informarles de lo
sucedido y pedir que un "familiar" identifique el cuerpo. En ese
centro se declara [confrontar texto del informe, publicado] que Don Danilo
"no vive [aquí]" y "no se le conoce". A las 12.35 de
ese mismo jueves, un miembro de la Comisión Regional de la Obra se presentó al
personal de la morgue judicial para recoger el cuerpo de Don Danilo (la entrega
tuvo lugar pasadas las 15.30). La noticia todavía está clasificada. A
las 23 horas, los miembros del Opus Dei se enteran de la historia por vía
electrónica.
El viernes 7 de marzo, a las 12
horas, se emite una breve comunicación oficial (a pesar de la notoriedad de Don
Danilo y su antigüedad en Argentina). A las 13 h: celebración del rito
fúnebre [90] y
entierro (cementerio de la Recoleta, a metros del Pilar). En la homilía de
la Misa, el entonces vicario regional Don Mariano Fazio (destinatario del
mensaje de Don Danilo) afirmó que «en la vida del Padre Danilo el sufrimiento
no estuvo ausente. El dolor físico y moral lo acompañó durante toda su
vida. El Señor habrá eliminado muy bien estos sufrimientos, para él y para
muchas almas”, y también recordó que “ en nuestra familia nos amamos con obras
y verdad ”.
Por la nota que dejó y por la forma en que terminó la vida de Don Danilo, varios argentinos y ex numerarios siguen dudando sobre el verdadero cuidado que se le ha dado al sacerdote, y sobre un verdadero acompañamiento afectuoso por parte de los miembros y superiores de la Prelatura. En diciembre de 2014 Don Mariano Fazio fue nombrado Vicario General del Opus Dei. [91]
En 2019 Vatican Insider (columna del diario «La Stampa»), junto con muchos otros medios, informó sobre la noticia de que la Prelatura debía indemnizar a una mujer por el acoso sexual realizado por un sacerdote (Don C. John McCloskey) en años anteriores. En 2002 este sacerdote era muy conocido y activo. Fue director del Centro de Información Católica en Washington DC. Solo después de tres años, la Obra logró llegar a un acuerdo con la víctima pagándole una indemnización de 977.000 dólares (unos 875.000 euros). Y después de diecisiete años hubo noticia de la denuncia, hecha pública en enero de 2019 por el "Washington Post". No hubo juicio al respecto.[92]
Los hechos aquí mencionados, no
tienen como finalidad alimentar noticias de periódico. Para un
historiador, que estudia la evolución del Opus Dei desde 1928 (Madrid) hasta la
actualidad, son más bien hechos firmes, que hay que abordar con respeto y
atención. Enseñan la importancia en toda la Iglesia, y por tanto también
en la Prelatura, de mantener una línea capaz de tener en cuenta todos los
hechos de la vida. De cada experiencia. De cualquier solicitud,
directa o indirecta, de ayuda. De todas las sensibilidades. De todos
los límites humanos. De cualquier crítica. De cualquier realidad
desterrada más allá de esquemas rígidos predefinidos. En este sentido,
según la opinión de varios estudiosos [93]querer
mantener un velo de silencio sobre casos "difíciles" no es para
afianzarse sino para renovarse. Los cambios para una renovación también
comienzan desde aquí.
Renovación: identidad y relaciones
El tema de la renovación eclesial
también en el Opus Dei, en armonía con el Vaticano II y con la doctrina
pontificia [94] ,
encuentra un nuevo campo de investigación en determinadas situaciones que han
sorprendido a muchos estudiosos. Nos limitaremos a algunas pistas. En
el número 17 del semanario «Ora» (13 de mayo de 2020), se publica la habitual
columna Tra cielo e terra (página 10). Un sacerdote, Don
Mauro Leonardi, responde a las preguntas de los lectores o comenta algunos
hechos. Lo que han informado algunas personas (cartas recibidas) es la
forma de presentación. Además del hecho de ser presbítero, está la nota:
"Sacerdote voluntario en Rebibbia [desde 2018], bloguero, escritor, rostro
de televisión". No está escrito que sea un sacerdote numerario del
Opus Dei (conocido en Como), activo en el Centro ELIS de Roma (conectado de
varias maneras al Opus, confrontar la relación Escrivá-Pablo VI). En el
mismo período, en el periódico «Nuovo» (número 20, 20 de mayo de 2020, página
13), Monseñor Giovanni D'Ercole también responde a los lectores del
periódico. En este caso, aunque puede hacerlo (animador de muchos
proyectos, miembro de Don Orione), no aparece por las actividades que apoya
sino por su papel básico: es el obispo de Ascoli Piceno. De esta manera el
escritor sabe exactamente que se enfrenta a un prelado con posiciones
doctrinales y pastorales precisas. De ahí que algunos sugieran al Opus Dei
una renovación también en la forma de presentarse. Si un sacerdote es
miembro de la Prelatura, es justo que se presente en todas partes como
tal.
Además de Don Leonardi, algunos
eruditos (incluidos profesores de historia de la Iglesia) se sorprendieron por
otros eventos. Una mención es suficiente. El profesor Luis Martínez
Ferrer (nacido en Madrid en 1964) es numerario de la Prelatura. Catedrático
de Historia de la Iglesia. [95] Subdirector
del Departamento de Historia Eclesiástica. En su compromiso eclesial y
científico ha sido ayudado a lo largo de los años en numerosas ocasiones. [96] Más
allá de aspectos que son de escaso interés para el historiador (querer ser un
"padre espiritual" de los laicos; dolores abdominales que se remontan
a eventos internos de la Obra; mensajes con palabras tan ponderadas que
sugieran controles internos; afirmaciones poco serenas) el punto es
otro. Empieza con una pregunta. ¿La experiencia de muchos años de
relación con el profesor Ferrer atestigua una renovación en la acción de los
numerarios? Parece que no. El escritor ha leído los tres volúmenes de
Andrés Vázquez de Prada. [97] Varios
pasajes de esta obra, datos espurios y silencios sobre contextos precisos,
aconsejaron una profundización. Pero con el profesor este diálogo entre
historiadores no fue posible. Más allá de hechos contingentes que
contradecían al profesor Ferrer (por ejemplo las referencias, en paseos, a la
conocida casa del cardenal Julián Herranz, a la conocida amistad entre el
obispo Andrea Maria Erba y el prelado Echevarría), el profesor reaccionó
tranquilo cuando una tarde fue presentado como numerario del Opus Dei a una
anciana de la Obra de la Realeza de Nuestro Señor Jesucristo.[98] . La
presencia de tres amigos no fue bienvenida: un gerente, un ingeniero
informático [99] ; el
gran historiador de Pío XII, el padre jesuita Peter Gumpel [100] ; el
Director de la Policía del Estado, doctor Raffaele Camposano [101] . El
"animus" del profesor Ferrer también dio lugar a otros eventos
evitables. Más tarde, con mis estudios sobre los antiguos numerarios del
Opus Dei, la falta de serenidad del profesor Ferrer se expresó de la siguiente
manera [102] :
con él ya no se debe hablar más de Escrivá y del Opus Dei.
Aunque tenue, esto parecería indicar
una falta de renovación. En la práctica, todo aquel que haga comentarios
sobre el Opus Dei, o se acerque a personas que no estén de acuerdo con las
prácticas de vida interna de la prelatura, será removido. Criticado.
Devaluado. La relación con él termina. [103] En
este contexto, por invitación de las Autoridades Eclesiásticas, se me pidió que
continuara transmitiendo "online" a monseñor Mariano Fazio y al profesor
Luis Martínez Ferrer mi investigación sobre Escrivá y el Opus Dei. El
objetivo es mantener una línea de información (dando a conocer fuentes incluso
distintas a las del Opus Dei), transparencia y comunión.
Algunas consideraciones resumidas
En la historia de la Iglesia, a
pesar de la presencia de canonizaciones, muchos historiadores han continuado
sus estudios sobre aspectos relacionados con un determinado fundador y su
Obra. De ahí, por ejemplo, la "cuestión franciscana" (1893; a
instancias del calvinista Paul Sabatier), o la de las fuentes de la doctrina
cateriniana (abordada por Giuliana Cavallini). Los Papas siempre han
fomentado la investigación sobre los fundadores y sobre diversas expresiones
eclesiales para superar posiciones retóricas, triunfalistas, actitudes
falsamente humildes y ocultas, y datos espurios. [104]Además,
la contribución de los historiadores sigue siendo muy importante en las causas
de la canonización. [105] Es
en este contexto que este estudio también encaja. La información reportada
se pone a disposición de la comunidad científica. Cada académico podrá
revisar las fuentes, realizar análisis comparativos, identificar tendencias,
anotar impresiones y análisis.
Algunas
indicaciones bibliográficas
Autores Varios, Pubblicazioni a cura dell’Istituto Storico
dell’Opus Dei, Roma
Autores
Varios, Testimonios, artículos y libros sobre el Opus Dei ,
en: Opus libros nueva web (en línea), Madrid
Correspondencia entre el profesor
Luis Martínez Ferrer y el profesor Pier Luigi Guiducci (archivo
privado del Profesor Pier Luigi Guiducci, colección del Opus Dei, numerarios)
R. Rosal Cortés, Naufragio y rescate de un proyecto vital. Testimonio de un ex cura-del
-Opus Dei (Editorial Milenio, Lleida 2010, 430 páginas)
E. Provera, Dentro
l’Opus Dei , Chiarelettere, Milán 2016 (tres ediciones).
Agradecimientos
Doctor Ramón Rosal Cortés, Director
del "Instituto Erich Fromm de Psicoterapia Integradora Humanista" de
Barcelona. Donó una ejemplar de su libro Naufragio y rescate de un
proyecto vital con esta dedicatoria: "Al Profesor Pier Luigi
Guiducci agradeciendo su valioso trabajo de investigación histórica, con
especial afecto, Ramón Rosal, Barcelona, 5 de agosto de
2019". Ana Gimeno-Bayón, codirectora del "Instituto de
Psicología Humanista Erich Fromm" de Barcelona.
Traducción del
italiano: Ramón Rosal.