Recuerdos
de la “labor” en Holanda
Paquito Putipeste
y Gervasio, 27/01/2020
1.
Los ríos Rin, Mosa y Escalda desembocan en el mar del Norte formando un delta,
que constituye la principal entrada
fluvial desde el Mar del Norte, el Mar Cantábrico e Inglaterra al interior de la
Europa central. La importancia económica de las correspondientes vías de
comunicación y navegación es enorme. En este delta se encuentran puertos tan
importantes y emblemáticos como los de Róterdam, Amberes, Flesinga,
Ámsterdam o Gante. Dado que sus tierras carecen de montañas y en gran
parte están situadas al nivel del mar, e incluso bajo el nivel del mar, en
castellano reciben el nombre de Países
Bajos y en el idioma indígena —el neerlandés—el de Nederland, literalmente Tierra Baja o bien País Bajo; es decir, usan el singular, en vez del plural. Sin
embargo, se utiliza sin inconveniente el plural para designar en neerlandés el
Reino de los Países Bajos: Het Koninkrijk der
Nederlanden.
El sintagma Países
Bajos históricamente y al día de hoy designa todas esas llanuras típicas
del delta del Rin, que, además de los territorios pertenecientes al Reino de
los Países Bajos, incluye territorios que pertenecen sobre todo a Bélgica, al
ducado de Luxemburgo, a Francia e incluso en una pequeña medida a la actual
República Federal Alemana. Con la expresión Reino de los Países Bajos,
designamos la parte con el nombre del todo.
El llamado algo
impropiamente Reino de los Países Bajos además de sus doce provincias sitas en
Europa, abarca restos de su antiguo imperio colonial, reducidos al día de hoy a
un
puñado de islas caribeñas, de las cuales las más importantes son Aruba, Bonaire, Curaçao y San Martín. De
San Martín sólo pertenece a Holanda un trozo, el otro trozo es de Francia. Esas
islas, aunque forman parte del Reino de los Países Bajos —con un estatuto peculiar
y marcadamente autónomo—, en modo alguno forman parte de las mencionadas
tierras bajas del Delta del Rin. Geográficamente son antillas
—anti ínsulas—; no son unos países bajos más. En fin, que, como suele decirse,
ni están todos los que son, ni son todos los que están. Ni todo el reino está
compuesto por Países Bajos, ni todos los Países Bajos forman parte del reino.
Las palabras Holanda,
Holland y demás de la misma raíz tienen dos
acepciones. En sentido amplio Holanda significa la totalidad de ese reino cuyo
jefe de Estado, desde la abdicación de la reina Beatriz en 2013, es Guillermo
Alejandro. En sentido restringido Holanda hace referencia sólo a dos de
las doce provincias en que se estructura administrativamente el reino: las provincias
llamadas Holanda del Norte y Holanda del Sur. En las presentes líneas, salvo
que del contexto se deduzca otra cosa, tomamos —y usaremos mucho— el sustantivo
Holanda y el correspondiente adjetivo holandés, en sentido
amplio. La
acepción amplia de Holanda está demasiado arraigada como para que se pueda prescindir de ella;
está arraigada no sólo en la literatura española, sino también en la inglesa,
italiana, francesa y en la generalidad de las lenguas europeas. Además da muy
buen gentilicio: holandés. Países
Bajos daría paisano bajero u otro
fonema malsonante.
Neerlandés
sirve para designar el idioma, pero no para adjetivar otras realidades, como la
salsa holandesa —hecha a base de mantequilla y limón— la vaca holandesa, las holandas provenientes de la destilación del vino, las
Antillas Holandesas, etc. En cualquier caso estos Recuerdos de la “labor” en Holanda son recuerdos relativos a una concreta
nación; no los relativos a un determinado ámbito idiomático.
En ambas
denominaciones —Holanda y Países Bajos—
no nos libramos de una sinécdoque. En la palabra Holanda designamos el
todo por una de sus partes: dos de sus provincias. En el sintagma Países
Bajos para referirnos al Reino de los Países Bajos, no sólo designamos una
parte con el nombre del todo, sino que incluimos indebidamente, en ese todo, a unas
cuantas islas sitas en el Mar Caribe. También por esta razón preferimos
Holanda. Y también porque Los Países Bajos suena un pelín
grandilocuente, como demasiado pomposo; algo así como Las Españas, Las
Américas, los Marruecos, etc.
Desde
la Baja Edad Media Holanda ha sido un país muy próspero y en continuo ascenso y
progreso. Róterdam es el puerto más grande de Europa, al que sigue Ámsterdam a
corta distancia. Nada menos que Shell, Phillips y Heinenken
son algunas de las empresas holandesas de mayor proyección universal. Sus
politécnicos son también muy prestigiosos internacionalmente. Holanda ha tenido
un imperio colonial ultramarino enorme, muchos hombres de mar y hasta piratas, como Piet
Hein. Holanda ha producido pintores, humanistas,
científicos, etc. de talla y renombre mundiales. Holanda posee, además, idioma
propio. Tiene hasta idioma propio. Su propio idioma. Ese idioma, o al menos
alguno de sus múltiples dialectos, no sólo se hablan en Holanda y en alguna de
sus ex colonias, sino también en las inmediaciones de la frontera de Holanda con
Francia, Bélgica y Alemania; es decir en las afueras y aledaños de Holanda. Se
calcula que hablan neerlandés un total de veintitrés millones de personas, de
las cuales diecisiete o dieciocho corresponden a Holanda. Sin embargo, la
literatura escrita en neerlandés no está a la altura de sus prohombres en otras ramas del saber. Hugo Grocio y Erasmo de Róterdam redactaron en latín las obras
que los hicieron mundialmente famosos. Su escritor—escritor en neerlandés, se
entiende— más conocido, quizá sea Johan Huizinga
(1872-1945). Es historiador más que literato. Se echa en falta un Shakespeare,
un Molière, un Cervantes, un Dante.
La
escasa utilidad del neerlandés fuera de Holanda —incluidos países como Francia,
Alemania y Bélgica, donde se habla en las cercanías de la frontera con Holanda—,
lo hace poco atractivo como segundo idioma. Los que tienen neerlandés como
lengua materna con frecuencia dominan algún otro idioma. Esa realidad se
manifiesta en que en los escaparates de las librerías de Holanda abundan los
libros en idiomas extranjeros. Por otra parte, un alemán puede comunicarse
bien, si hay un poco de buena voluntad —lo que no siempre sucede—, con un
neerlandés hablando cada uno su respectivo idioma materno. Estas características
del neerlandés han sido fuente de dificultades en la “labor”.
2. Desde
un punto de vista sociológico Holanda se asemeja a Alemania, en el sentido de que
la población está compuesta por católicos y protestantes en proporciones
similares, si bien en Alemania los protestantes son prevalentemente luteranos,
mientras en Holanda prevalentemente calvinistas. La crisis de la Iglesia
católica de los años sesenta se manifestó de forma más radical e intensa en los
Países Bajos que en Alemania. Actualmente Holanda puede considerarse uno de los
países más descristianizados de Europa. Entre 1965 y 1980 hubo cada año muchos
más sacerdotes que abandonaban el estado clerical que nuevas vocaciones. Los
laicos desertaron masivamente de la práctica religiosa con la consecuencia de
que “ser católico” al día de hoy entraña más un dato sociológico que religioso.
En este contexto el Opus Dei tiende a ser percibido —tanto por sus partidarios
como por sus detractores— como el único y último bastión de la ortodoxia
católica.
Con
anterioridad a la llegada de la Obra a Holanda en 1959, este país enviaba
misioneros a todo el mundo. El 12% de los misioneros de la Iglesia católica
eran holandeses, mientras la población católica de Holanda representaba sólo del
1%.
Hasta
bien entrado el siglo XIX en Holanda estaba prohibida la celebración de culto
católico y a los católicos les estaba vetado ocupar cargos públicos. Tenían
escaso acceso a la educación y eran prevalentemente campesinos. En 1853 fue reinstaurada
la jerarquía católica y empezó una época de emancipación de los católicos tanto
en el terreno político como social. En poquísimos años los católicos, además de
construir iglesias y las consabidas escuelas y hospitales, en su frenesí de superar
el maltrato y la discriminación de tres siglos, se dedicaron a “confesionalizar” todos los ámbitos habidos y por haber:
política, trabajo, cultura y deporte, creando muchas asociaciones e instituciones
oficialmente católicas. Todo ello contribuyó poderosamente a una rápida
emancipación de los católicos. Los calvinistas no se quedaron a la zaga. Así,
pocos años después de la reinstauración de catolicismo, empezaron a crearse
verdaderos compartimentos estancos, conocidos como zuilen, literalmente columnas;
es decir sectores de población —principalmente tres: católicos, calvinistas y
socialistas— que durante toda su vida desarrollaban cualquier actividad
—social, laboral, deportiva, recreativa, etc. y en el caso de los católicos y
calvinistas, religiosa—, desde la cuna hasta la tumba, en su propia columna,
sin contactos con otras columnas. Pieza muy importante en este proceso, para la
columna católica, fue, en temas de
educación, la fundación de la Universidad Católica de Nimega.
Esta
falta de contacto y comunicación se producía entre gentes que hablaban el mismo
idioma y vivían en el mismo barrio y quizá eran vecinos del mismo edificio. Así
pues, el católico leía el periódico católico, compraba el pan al panadero
católicos, hacía deporte en la asociación deportiva católica, etc. Y todo esto
con la bendición y bajo el control de las autoridades eclesiásticas. Esta
situación fue el caldo de cultivo que producía, como hemos señalado, ese número
tan elevado de misioneros y vocaciones sacerdotales, que en un determinado
momento se detuvo.
3. En los
esquemas organizativos del Opus Dei, Holanda en mi época tenía la consideración
de quasi-región. No sé la que actualmente tiene.
Esta categoría administrativa significa
que, aunque no todos, tiene casi todos los elementos propios de una Región: una Comisión Regional con su Consiliario
o Vicario, con su Defensor, con sus vocales de San Miguel, San Gabriel, etc.
Faltan otros elementos, como un centro de estudios.
De
los holandeses que pitaron en Holanda sólo sé de una persona que en mi época
hubiese hecho el Centro de Estudios. Lo hizo en Alemania y para mayor inri dejó
la Obra poco después de su regreso del centro de estudios. Parece ser que no le
sirvió de mucho. Tampoco habían asistido a un Centro de Estudios los numerarios
extranjeros que periódicamente llegaban a Holanda, prevalentemente de España,
justo después de finalizar la enseñanza secundaria, para cursar sus estudios
universitarios en Holanda. Esa carencia se suplía en cierta medida con
convivencias periódicas de fin de semana. Sólo tenían el Centro de Estudios hecho
los numerarios que habían venido a Holanda tras haber terminado su carrera
universitaria en el país de origen.
Los
pitajes de numerarios eran tan escasos, que no
permitían crear para ellos un centro de estudios. Como consecuencia los numerarios
naturales del país, accedían a puestos de gobierno —quasi
regional o local— sin haber pasado previamente por un periodo de formación en
un centro de estudios. No se consideraba conveniente, como es natural, que esos
puestos estuviesen ocupados íntegramente por numerarios extranjeros
provenientes de otras regiones. Por otra parte tampoco cabía prescindir de los tan
necesarios nativos durante un par de años, enviándolos a cursar el centro de
estudios a otra región. Lo más que se hacía con los numerarios holandeses era
enviarlos a España, cuando entendían y hablaban español y resultaba factible,
para que cursasen allí al menos un semestre de estudios internos.
4. La
“labor” en Holanda empezó oficialmente en 1959 con la llegada de don Hermann Steinkamp (1923-2013) a
Ámsterdam, con el encargo expreso del Presidente General del Opus Dei de que
comenzase allí la “labor”. Si San Patricio es considerado el Apóstol de Irlanda
por ser el introductor del catolicismo en esa isla, Hermann
Steinkamp puede ser considerado, como el introductor
del Opus Dei en Holanda por antonomasia, el “Apóstol de Holanda”. Aunque no ha
sido elevado a los altares, la Prelatura ya ha empezado a difundir una
estampita suya, para la devoción privada. Por algo se empieza. Se le conoce
como Meneer Steinkamp. Meneer, seguido del apellido es como los sacerdotes de
la Obra se hacen llamar en Holanda. No deja de ser una extravagancia, porque
ningún sacerdote del país —excepto los de la Obra— se hace llamar así. Esa
palabra significa literalmente señor.
Se adoptó tal término para subrayar la “secularidad” de los sacerdotes del Opus
Dei, evitando la palabra pater,
que en Holanda se aplica a todos los sacerdotes en general, sean regulares o
seculares.
Detengámonos
en esta figura clave del comienzo de la “labor” en los países Bajos. En 28 de
septiembre de 1958 Hermann se encontraba, en calidad
de alumno de Colegio Romano en Terracina, localidad
en la provincia del Lacio, donde por aquel entonces pasaban los veranos los
alumnos del Colegio Romano. En una tertulia José Luis Illanes
llegó con la noticia de que se había terminado la “prehistoria de Holanda”. Se
refería a que el fundador y don Álvaro acababan de volver de un viaje a
Holanda, donde encontraron a uno o varios obispos dispuestos a dar su
beneplácito para que comenzasen allí la “labor”. Los alumnos del Colegio romano
se preguntaban intrigados quiénes de entre ellos se irían a Holanda a “fundar”.
Hermann pensó para sus adentros: “Pobres hombres, no
saben dónde se van”.
Previamente
el Padre le había dicho a Hermann, cuando éste le
comunicó su disponibilidad para hacerse sacerdote: “Hermann
tú te irás a Alemania o a otro país de habla alemana”. Semejante destino no
tenía nada de sorprendente. Hermann, era hijo de
padres católicos alemanes, aunque nació en Alicante, España, en 1923, donde su padre
era cónsul honorario de Alemania. Ambos progenitores eran originarios de Meppen, en Emsland, muy cerca de
la frontera con Holanda, en lo que entonces era Prusia y después de la segunda
guerra mundial pasaría a ser el Land Niedersachsen. En 1934 sus padres lo enviaron a un colegio
en Emsland, donde acabó su bachillerato (Abitur). Fue
oficial de la marina alemana. Lo hirieron en una batalla naval. Al final de la
guerra mundial se encontraba en Bergen, Noruega, donde los ingleses lo hicieron
prisionero de guerra.
Acabada
la guerra mundial, estudió química en la Universidad de Münster.
Posteriormente regresó a España, donde se doctoró en la Universidad de Murcia y
pitó. Fue el primer numerario alemán, por lo que tiene cruz de palo. En agosto
de 1959 fue ordenado sacerdote y a continuación se trasladó a Ámsterdam. Él fue
el único miembro del Opus Dei de toda Holanda durante un par de años.
Inicialmente se matriculó como alumno libre-oyente (Toehoorder)
en la Facultad de letras en la GU, Gemeente Universiteit, que a partir de los setenta se convertirá en
la UvA: Universiteit van Amsterdam. Encontró trabajo en el Scheikundige Laboratorium, un laboratorio químico en el centro
universitario Roeterseiland. En razón de su condición
de sacerdote, el profesor Huysman dudaba si proporcionarle
o no un trabajo de investigación. Ante tal actitud, Hermann
le propone trabajar a prueba gratis durante tres meses. A la vista de su rendimiento académico, al cabo de un mes lo
contrataron, con efecto retroactivo, por un sueldo de 350 florines.
Cuando
en 1968 la Delegación de Holanda pasó a ser una
quasi región, fue su consiliario. Ejerciendo
todavía como consiliario, Hermann fue nombrado rector
de la Onze Lieve Vrouwekerk, una iglesia dedicada a Nuestra Señora en el
centro de Ámsterdam. El templo es un
edificio neogótico con una ubicación estupenda, en el Keizersgracht,
el segundo y más amplio de los canales del centro de Ámsterdam. A partir de
1986 se produce lo que muy probablemente fue una de las primeras —o quizá la
primera o la única— “experiencia ecuménica” de la Obra, pues en la iglesia en
cuestión se alternan el culto sirio ortodoxo y el católico. Tras dejar de ser
consiliario, continuó desarrollando en
esa iglesia su actividad pastoral, hasta su fallecimiento en 31 de marzo de 2013, después de una breve
enfermedad.
5. En otoño de 1961 los numerarios residentes en Holanda pasaros a ser tres. Además de Hermann llegaron a Ámsterdam dos numerarios más, ambos laicos: Desmond Sweeny, de Irlanda, y José (o Josep) Valls, de España. Muy poco se sabe, porque muy poco se ha hablado, de los años sesenta. Josep Valls volvió a España, después de una temporadita en Holanda, se ordenó sacerdote y ejerció su sacerdocio en España. Murió hace pocos años en Barcelona, siendo sacerdote del Opus Dei. Desmond antes de llegar a Holanda había sido director del centro de Galway, en Irlanda. Era socio elector y se dedicó prevalentemente a tareas internas, aunque trabajaba a tiempo parcial en la Universidad. Fue el primer numerario que falleció en Holanda.
A
partir de 1961 la “labor” en Holanda pasó
a depender de la Comisión Regional de Alemania. Don José María Hernández
Garnica, entonces Delegado del Padre en Alemania y Austria, viajaba periódicamente
a Holanda. Con anterioridad era don Hermann el que
una vez al mes viajaba a Alemania, para recibir atención espiritual. Como
consecuencia de la llegada de estos dos numerarios, al tiempo que se erigía la Delegación
de Holanda, se puso en marcha en el propio Ámsterdam una residencia para estudiantes
denominada Leidenhoven que aún continúa, incluso en
el mismo edificio.
En
1968 Holanda se convirtió en quasi región. Desde 1961
y aun antes,Hermann fue el factótum de toda la labor en Holanda
hasta 1991. Como ya dijimos, a partir de 1968, en que Holanda se convirtió en quasi región, fue su consiliario. Lo sustituyó como consiliario
–cargo equivalente al hoy llamado vicario
regional- en 1991 Willem Schnell.
Willem Schnell había
llegado a Holanda en los años sesenta. Era español, aunque oriundo de Europa
del Norte, e ingeniero naval. Trabajó una corta temporada como ingeniero en un
astillero, y dejó ese trabajo para dedicarse a tiempo completo a tareas
internas. Se ordenó sacerdote en 1989, cuando tenía 53 años. Antes de ser
nombrado consiliario, había estado muchos años en la Comisión Regional, como
Defensor y como Secretario, entre otros
cargos. Falleció en 2012.
En
la misma época en que Willem Schnell
también llegó a Holanda Francesco dʹAgostino,
uno de los primeros numerarios italianos. Se dedicó igualmente a tareas
internas. Es Elector y fue durante una larga temporada Delegado del Padre.
Recibió órdenes sagradas en 1972 y estuvo muchos años de Sacerdote Secretario.
De esa época es también José Antonio Núñez, que llegó siendo ya cura, un madrileño
total y en general gran entusiasta.
6.
En Holanda hay “labor” en tres ciudades: Ámsterdam, Utrecht y Maastricht. En
esas tres ciudades también llevaba a cabo su “labor” la sección de mujeres.
Empecemos
por Ámsterdam. En Ámsterdam estaba y continúa estando la mencionada residencia
de estudiantes Leidenhoven. Sigue en el mismo
edificio donde comenzó en 1961. Al principio el edificio estaba en alquiler.
Posteriormente se compró y se reformó. El Club de bachilleres Lariks, de Ámsterdam, se atendía desde Leidenhoven.
Esta residencia estaba destinada no sólo a personas de la Obra sino que sus
puertas están abiertas a cualquier clase de estudiantes. Recuerdo que por el
verano siempre estaba llena de ese tipo de estudiantes extranjeros que pasan
unos meses en Holanda haciendo stages en empresas multinacionales.
En
Amsterdam, además de Leidenhoven,
estaba la casa de la Comisión Regional y
un centro, para mayores, anejo a la mencionada iglesia neogótica Onze Lieve Vrouwkerk.
En
Utrecht en 1972 comenzó la residencia Lepelenburg. La
residencia de Maastricht, denominada Den Eker, se
inauguró en 1982. En ambas inicialmente sólo vivían numerarios. Como en Den Eker inicialmente sólo residían numerarios españoles, por
supuesto en broma, algunos empezaron a denominarla Casa Paco.
Hubo
una temporada en los años ochenta/noventa en la que se abrió una casa en Delft, ciudad famosa por sus porcelanas azules y blancas, y
por su politécnico. Aunque por semana vivían allí unos cuantos numerarios, éstos
dependían del centro de Utrecht. Todos los numerarios estudiantes que vivieron
allí —futuros ingenieros y arquitectos— despitaron. Solo
perseveró Desmond que era el que hacía cabeza. Me
refiero al mismo Desmond del que ya hemos hablado: un
irlandés que llegó a Holanda en 1961.
También
hubo, más tarde, otro “apeadero” en Hengelo, sede de
otro politécnico. Allí también vivían
durante la semana unos pocos numerarios, que trabajaban en el politécnico.
También dependían del centro de Utrecht.
Zonnenwende
es el nombre de la única casa de retiros que hay en Holanda. Está situada en la provincia de
Brabante. Se compró en 1987. Años más tarde, como es usual en otros países, la
sección femenina instaló allí una escuela de hostelería. Con anterioridad, los
cursos anuales se hacían en Lepelenburg o en Den Eker o en el extranjero. Hubo una temporada, en los años
setenta, en la que Bélgica era una delegación de Holanda. Allí, aunque era una
mera Delegación, se llegó a comprar, mucho antes que en Holanda, una casa de
retiros̶ Dongelberg ̶, donde los numerarios
de Holanda hacían cursos de retiro. Desde que Bélgica pasó a ser también quasi región, hubo muchos menos contactos y pocos o ningún
curso anual allí para los de Holanda.
Por
Zonnenwende pasaron muchos numerarios jóvenes y no
tan jóvenes para hacer su curso anual, con vistas a sopesar y decidir quedarse
o no permanentemente en Holanda. Cuando las obras de reestructuración de la
casa se acabaron, empezaron a aparecer personas mayores provenientes de varios
países. Esto se agradecía mucho por varias razones: conocer y tratar a otras
personas distintas de las de todo el año y tener la posibilidad de recibir
clases de teología de gente más preparada que los “profesores” que normalmente
teníamos: sacerdotes llenos de buena voluntad que preparaban sus clases en base
a unos apuntes tomados por los años cincuenta o sesenta en el Angelicum o en Laterano.
7.
Aunque la “labor” empezó como dijimos en 1959, hay que esperar al año 1972 para
toparnos con el primer pitaje, acontecido en la propia Holanda, de holandés que
persevera al día de hoy. Con anterioridad se había producido en los años
sesenta el pitaje del primer holandés, que fue cruz de
palo, pero despitó. Se trata de un holandés de
nacionalidad, pero con rasgos raciales claramente coloniales. Fuera ya de la
institución, logró desarrollar una excelente actividad profesional como
catedrático de medicina. Calculo que a
lo largo de los años sesenta habrán pitado entre cinco y diez numerarios, pero ninguno de ellos perseveró.
Los
tres primeros numerarios holandeses que perseveraron tienen en común dos
características: los tres son sacerdotes y los tres viven en la actualidad fuera
de Holanda. JS vive en Sevilla; RJR vive en Valencia y CG en una ciudad de Canadá.
No hace falta explicar que Holanda no es una región exportadora de esos numerarios
que van a reforzar la “labor” en otros lugares. Es todo lo contrario. Las
razones de su ausencia de Holanda son otras. JS y RJR, aunque holandeses,
pitaron el primero en Alemania y el segundo en Suiza.
Los
primeros holandeses que pitaron en Holanda y perseveraron, pitaron en los años
setenta. De los que pitaron en esta década sólo han perseverado cinco. De estos
cinco, tres son sacerdotes, entre los que se cuenta el actual consiliario, Christian van der Ploeg. Los otros dos sacerdotes son hermanos
biológicos entre sí. Los dos laicos restantes son, por así decirlo, numerarios
de pie. Nunca estuvieron involucrados en tareas de dirección. En los años
ochenta pitaron de numerarios unos siete u ocho, de los que perseveran tres: un
sacerdote y dos laicos. Estos últimos son hermanos biológicos.
No
es fácil presentar una estimación exacta. Podría calcularse a ojo que entre 1961
y 2020 pitaron —llegando a hacer lo oblación— de 30 o 40 holandeses; es decir,
poco más de una persona cada dos años. De estos han perseverado menos de la
mitad.
Todavía
más descorazonador es lo que se refiere a los supernumerarios. Sólo hubo uno
que perseveró hasta los años ochenta. Era hermano biológico de los mencionados dos sacerdotes hermanos biológicos
entre sí. Después pitaron muy, muy pocos. Con cuentagotas.
8.
Para los numerarios que llegan de fuera, Holanda presenta problemas de adaptación
más graves que en otros países. En Bélgica un extranjero puede integrarse en el
país fácilmente, aunque sólo sepa francés. En Holanda es de todo punto necesario
saber neerlandés. Se trata de un idioma
de raíz germánica, por lo que es fácil para un alemán. No obstante, Hermann Steinkamp, sobre todo
recién acabada la guerra mundial, tenía problemas de aceptación por ser alemán.
Cualquier otro extranjero es mejor recibido que un alemán. Los numerarios exportados
a Holanda provenían principalmente de España; pero su idioma materno no les
ayudaba a dominar bien el neerlandés.
Los
numerarios laicos de cierta edad que llegan a Holanda, tienen una probabilidad
muy alta de volver a su país de procedencia bastante rápidamente. Contribuye a
ello la dificultad de aprender el idioma —tarea bastante más sencilla para
estudiantes universitarios—; la dificultad de encontrar trabajo sin hablar
holandés; costumbres locales, como las gastronómicas, y el clima tan distinto del de los países del sur de
Europa, que es de donde generalmente proceden. En cualquier caso, a partir
de cierta edad la flexibilidad para
adaptarse es menor. De hecho muchos han vuelto a su país de origen después de
una temporada relativamente breve en Holanda.
Regularmente
llegaban también sacerdotes del extranjero, casi siempre de España. Aunque se
han dado casos de inadaptación por lo que regresaron a su país de origen, hay
bastantes que se quedaron. Quizá se deba a que tienen más tiempo que los laicos
para estudiar el idioma, junto con la falta de agobio para encontrar trabajo
externo y la posibilidad de ejercer su ministerio con los de la Obra hablando y
predicando en castellano. Por obvias razones los que llegaron ya sacerdotes son
los que peor dominan el neerlandés.
También
se importaron numerarios estudiantes, para que cursasen estudios universitarios
en Holanda, con lo que quedaba asegurada su integración tanto lingüística como
cultural. Dio buen resultado. En la Comisión hay por lo menos dos numerarios
españoles que llegaron a Holanda de estudiantes. Por supuesto nunca llegaron a
hacer el centro de estudios, pues en
Holanda no lo hay.
En
los años 70 el director típico era una persona bastante mayor, mientras
ocupaban los cargos de subdirector y secretario estudiantes que no habían
cursado el Centro de Estudios. En los años 80 y 90 bastantes numerarios en
primero o segundo año de carrera universitaria, sin haber pasado por un Centro
de Estudios, formaban parte de consejos locales de las residencias
universitarias. El nuevo milenio trajo escasez de “numerarios de importación”,
con lo que se comenzó a producir el fenómeno de consejos locales de residencias
y centros estudiantiles compuestos por “jóvenes” de 40 y 50 años.
9.
En los Países Bajos, en mi época, nunca hubo numerarios que se dedicasen a
tareas profesionales con éxito. La mayoría se dedicó a tiempo completo a trabajos internos. De los que ¡se doctoraron
—tanto españoles como holandeses— poquísimos se dedicaron a la investigación
científica y creo que sólo uno —un alemán llegado me parece que alrededor de
los años setenta— logró obtener una cátedra.
Entre
los numerarios con un trabajo verdadero —no interno— que no fuese la enseñanza,
cabía contar dos abogados, pero sólo a tiempo parcial. Cabía contar también a
dos ingenieros: uno holandés y el otro español, que regresó a España tras
jubilarse. Con trabajo en la banca cabía enumerar a un español que volvió a su
país después de muchos años y a un italiano que acabó despitando.
Es
interesante tomar nota del éxito profesional de algunos ex holandeses, después
de su salida de la Obra. Ya dije que el que obtuvo la cruz de palo, tras despitar, se convirtió en un catedrático de medicina
prestigioso. Un segundo (q.e.p..d.) se convirtió en líder de una asociación promotora de
los derechos de los homosexuales. Creo que la mayoría de numerarios que viven
en Holanda han conocido a este líder por la prensa, sin tener la más mínima
idea de que había sido numerario. Otro ex numerario logró desarrollarse
profesionalmente poniendo en marcha una empresa que se ha vuelto muy famosa en
Holanda.
10. End.
Paquito Putipeste y Gervasio
PD.
Ambos invitan a todo bicho viviente a que completen lo anterior con nuevos
datos, noticias, comentarios, corrección de errores, digresiones, aclaraciones o lo que sea. Queda abierto el fichero sobre
Holanda.