CÓMO VE EL OPUS DEI EL MOTU
PROPRIO
Antonio Moya Somolinos
Hace tiempo leí un libro
de José María Areilza muy sugerente titulado “Así los he visto”. Podría haberlo
titulado “Así son”, pero el autor fue más humilde al no confundir su propia
apreciación personal con la realidad, algo que no les vendría mal a todos los
del Opus Dei, desde el protonotario apostólico supernumerario Ocáriz hasta el
último mono.
En ese libro, quien fuera
ministro en la Transición española va desarrollando una serie de recuerdos de
gente muy variopinta que él conoció. Muy variopinta, e incluso antagónica, o
más, enemigos entre sí, con quienes el autor supo convivir en las situaciones
en que la vida les hizo coincidir. Desde los fundadores de la Falange y el
propio Franco hasta el ministro de asuntos exteriores de la URSS pasando por
todo tipo de gentes, no solo de la política sino de la Iglesia, del folclore,
etc.
Al conocer el motu
proprio Ad Charisma Tuendum,
no podemos perder de vista que tanto quienes leemos o participamos en OpusLibros como la mayoría de los informadores
profesionales, las gentes de Iglesia (sacerdotes diocesanos, laicos,
consagrados, etc.), somos gente NORMAL, con mayor o menor conocimiento del
asunto, pero gente normal, no condicionados por un prejuicio mental que nos
lleve a no ver, o a “no querer ver” lo evidente…
Por esto, la
abundantísima lectura que en pocos días existe ya sobre este tema, incidiendo
en un aspecto u otro, viene a ser coincidente. Basta ver en twitter
la voz “Opus Dei” para comprobar la abrumadora mayoría de gente que ha aprobado
sin restricciones la medida llevada a cabo por el Papa sobre el Opus Dei, lo
cual trasluce asimismo una especie de animadversión contenida hacia el Opus
Dei, que de golpe se ha desbocado, junto con un aumento de la popularidad del
Papa, por el coraje de meterles mano de una vez.
Cuando yo me fui del
Opus y la gente normal empezó a tratarme como un tipo normal, alguna vez he
contado que me quedé gratamente sorprendido. Gratamente, pero sorprendido. Un
amigo me dio la explicación: “Antonio, lo que te pasa es que en vez de ir por
la calle andando a un palmo del suelo, ahora andas por el suelo, como andamos
todos los demás, y eso la gente lo nota”.
Por eso, ahora, ante
este documento NORMATIVO del Papa en el que este ORDENA unas cuantas cosas,
todos los mortales, menos los del Opus, hemos visto una serie de cosas y
básicamente coincidimos en las apreciaciones.
Resulta sin embargo muy
interesante pararse a analizar “cómo lo ven ellos”, no solo cómo lo ve el
protonotario apostólico supernumerario Ocáriz, sino cómo lo ven las bases, esto
es, los numerarios y numerarias de a pie, los agregados y agregadas de a pie,
las numerarias auxiliares (que siempre son de a pie) y los supernumerarios y
supernumerarias, que también siempre son de a pie.
Para empezar, observemos
qué es lo que ha aparecido en la web del Opus. Han aparecido tres cosas: El
motu proprio, un mensajito del protonotario apostólico supernumerario Ocáriz y
un conjunto de preguntas y respuestas, al modo “Catecismo del Opus”.
Lo de las preguntas y
respuestas, propio de guardería de adultos a quienes se les trata como memos o
como niños de teta a quienes hay que darles masticaditos los textos
(masticaditos y manipulados, que es lo que se hace en el Catecismo del Opus
Dei, en cuyo preámbulo san Josemaría decía que había que sabérselo de memoria),
es algo a lo que ya nos tienen acostumbrados.
Las personas adultas
sabemos que ante textos legislativos hay que tener en cuenta dos cosas: Hasta
que no aparecen publicados, no existen, son mero borrador. Quizá solo valga la
pena leerlos para enterarse de por dónde iba la idea que más tarde se ha
plasmado en un texto. La otra cosa a tener en cuenta es que, no siendo
desdeñables los comentarios a un texto jurídico, lo importante es el propio
texto. Y por supuesto, lo que es una aberración es que se elabore otro texto
alternativo en el que te digan lo que dice el texto (que eso es la farsa del
Catecismo del Opus Dei).
Por tanto, lo de las
preguntas y respuestas entra como algo ya conocido en la secta.
El comentario del
protonotario apostólico supernumerario Ocáriz también entra dentro de lo
previsto. Obviamente no se podía quedar calladito ante un documento en el que
se ve una vez más que “el rey está desnudo”.
Puntualización
importante. Habida cuenta de que las preguntas y respuestas son más informales
pues se presume que las ha hecho algún yupi numerario del Opus, de estos que no
saben casi nada pero son muy influencer,
hay que tener en cuenta que en las preguntas y respuestas se dicen cosas que el
protonotario apostólico supernumerario Ocáriz, por razón del cargo tan elevado
que ocupa, no puede o no debe decir.
(Dicho ahora entre
nosotros: Que a nadie se le ocurra pensar que el propio protonotario apostólico
supernumerario Ocáriz o Fazio o Pujals no han revisado minuciosamente el
contenido de esas inocentes preguntas y respuestas rápidas sobre los
interrogantes creados a los del Opus ante el motu proprio del Papa. En la era
de Internet y ante el público de esa web, integrante de esa guardería de
adultos, sin inquietudes sobre dónde están y a qué pertenecen o no pertenecen,
mayormente superficiales en cuestiones de Iglesia y con una ignorancia
enciclopédica en cuestiones jurídicas que les atañen, esas preguntas y
respuestas están destinadas a que los del Opus NO LEAN el motu proprio Ad Charisma Tuendum, como tampoco
han leído la Constitución Praedicate Evangelium, ni la bula Ut Sit, ni
por supuesto, sus propios Estatutos y los cánones 294 a 297 del Código de
Derecho Canónico. De hecho, la mayoría de los miembros del Opus no saben qué es
eso del Código de Derecho Canónico.
En esas inocentes
preguntas y respuestas, dirigidas al rebaño, hay expresiones MUY PRECISAS, que
se pueden decir en la web y de modo informal, pero que no las puede/quiere
decir abiertamente el protonotario apostólico supernumerario Ocáriz en su
mensajito).
Por último, en la web
del Opus aparece el propio documento. Esto es una novedad dentro de la tónica
normal del Opus de ocultar los propios documentos jurídicos y preferir
“contárselos” a la parroquia. Pensemos en la prohibición de san Josemaría de
traducir del latín aquellos o los futuros estatutos del Opus Dei, la
publicación de la traducción de los mismos en la página web del Opus al no
haber otra alternativa, ya que OpusLibros ofrecía ya
una traducción desde tiempo atrás.
Pensemos también lo
difícil que es encontrar dicha traducción dentro de la página web del Opus.
Pensemos por ejemplo en algo tan patente como es que el 99% de los miembros del
Opus Dei, incluidos los numerarios, “aristocracia de la inteligencia”, no se ha
leído los Estatutos ni siente curiosidad al menos por leerlos.
Por ello, que en la web
se publique, tal cual, el motu proprio, es ya una novedad muy positiva que
indica un cambio de rumbo, forzado, pero inevitable.
Veamos ahora qué dicen
en el Opus sobre esto.
El protonotario
apostólico supernumerario Ocáriz dice varias tonterías. Acaso la más sonada, y
que nos recuerda a Groucho Marx, es la de decir que el prelado no tiene por qué
ser obispo cuando en 1991 decía justo todo lo contrario. “Tengo unos
principios, pero si no le gustan, no se preocupe, aquí tengo otros”.
¿Cómo es posible perder
la dignidad de esa manera?
Si yo fuera el
protonotario apostólico supernumerario Ocáriz, habiendo defendido y dando por
saco lo indecible desde 1991 para que el prelado de la prelatura personal de la
Santa Cruz fuera obispo, incluso habiendo enviado a Fazio a darle la monserga
al Papa con ese asunto, yo, en mi mensaje, hubiera dicho que le he pedido al
Papa que me destituya de mi cargo de prelado, por haberme equivocado tantos años
y por haber defendido obstinadamente ese error a sabiendas, o lo que es peor,
por haber engañado a todo el mundo con esa monserga.
Todo menos perder la
dignidad de esa manera.
Un buen ejemplo de
dignidad lo tiene ese protonotario apostólico supernumerario en las 42 mujeres
que han plantado cara a esa mafia después de haber sido explotadas y engañadas
durante años y años, y echadas fuera con lo puesto.
Todo menos perder la
dignidad.
¿Por qué? Por algo muy
sencillo: porque la dignidad es lo que se lega a la
siguiente generación, y por respeto a ella y a lo que se representa para ella,
hay cosas que uno debe cuidar. Una persona que en la ancianidad (atiende,
Ocáriz) pierde la dignidad, lo ha perdido todo y lo que es peor, ¿qué deja a
los que le sigan?
Pero peor que esto, es
perder la dignidad y seguir en la poltrona.
Puedo entender que el
protonotario apostólico supernumerario Ocáriz, desde 1991 hasta ahora haya
cambiado de opinión teológica acerca de si el prelado de las prelaturas
personales debe ser o no obispo. Parece que no ha cambiado en la medida en que
en estos 31 años anteriores no ha manifestado, DE FORMA RAZONADA, ese cambio de
opinión.
El motu proprio del Papa
no es algo sorpresivo. Ya Benedicto XVI intentó por las buenas que el Opus Dei
cambiara los estatutos y reconociera también que una entidad netamente carismática
como ellos no puede estar regida por un obispo. El actual Papa lleva años en
esa misma línea. La carta Iuvenescit Ecclesia, de 15 de mayo de 2016, es una auténtica joya
teológica, con advertencia incluida, en la que el Papa, a través de la Sagrada
Congregación para la Doctrina de la Fe, deslinda muy claramente lo que es una
entidad de naturaleza carismática de lo que es la estructura jerárquica de la
Iglesia. En la audiencia que el Papa concedió el 30 de enero de 2021 a
Ocáriz-Fazio empezaron a darse avisos ya serios.
Durante todos estos años
el protonotario apostólico supernumerario Ocáriz podría haber manifestado un
cambio de opinión y no lo ha hecho.
También podría haber
hecho otra cosa: Aceptar y obedecer a lo dispuesto por el Papa en Ad Charisma Tuendum
pero dejar claro que sigue opinando, con todo respeto, que el prelado de una
prelatura personal debe ser obispo. Al fin y al cabo, este motu proprio del
Papa no es dogma de fe sino una disposición disciplinar, que reclama
obediencia, pero no anula el derecho de cualquier cristiano a opinar
teológicamente lo contrario respecto de lo que diga el Papa.
Ahora bien, lo que es
totalmente inadmisible es que, SIN MOTIVACIÓN, el protonotario apostólico
supernumerario Ocáriz se despache de buenas a primeras con un lacónico “ la ordenación episcopal del prelado no era ni es
necesaria para la guía del Opus Dei”.
Esta
afirmación, al no ser motivada, es totalmente gratuita y sin poner ninguna
objeción a lo determinado por el Papa, lo cual es como decir a la gente del
Opus Dei “os he estado tomando el pelo 31 años pero no
tengo nada que decir a lo que dice el Papa, porque todos mis argumentos del
artículo que escribí en 1991 son pura patraña”.
Ante la
gente de fuera, el protonotario apostólico supernumerario Ocáriz se ha
convertido en el hazmerreír de todo el mundillo eclesiástico. Bien es verdad
que como teólogo siempre ha sido un mediocre y que su articulillo de 1991 está
colmado de disparates. Pero no es lo mismo ganarse honradamente la vida siendo
un profesional del arte cómico, como Groucho Marx, que protagonizar una
patética y pública mamarrachada.
Otra
afirmación del protonotario apostólico supernumerario Ocáriz – esta sí lleva
veneno – es la que se expresa así: “La voluntad del Papa de subrayar ahora la dimensión
carismática de la Obra nos invita a reforzar el ambiente de familia, de cariño
y confianza: el prelado ha de ser guía, pero, ante todo, padre”.
Ese
“ahora” parece indicar que no tiene por qué entenderse que todo será lo mismo
“después”, siendo ese “después” algo indeterminado que nos recuerda aquello de
“ceder sin conceder con ánimo de recuperar”, o lo que es lo mismo, una nula
voluntad de obedecer y sobre todo una persistente disposición de dar por saco
en el futuro hasta conseguir ser una iglesia paralela tomando como paradigma a
la Abadesa de las Huelgas, pretendiendo hacer, de la excepción, norma para
ellos. O lo que es lo mismo, que el Opus Dei ni ha estado, ni está, ni estará
nunca cómodo en la Iglesia hasta que el Papa y todo el que se ponga por delante
haga lo que ellos tengan por capricho.
Otro
detalle que no se nos puede pasar es esa expresión que el protonotario
apostólico supernumerario Ocáriz aplica al Opus Dei al mencionar “la dimensión
carismática de la Obra”.
Al leer
esta expresión, a más de un viejo como yo se nos habrá venido a la memoria esa
película de una tertulia de san Josemaría en la que, de pronto, en un ataque de
irascibilidad tan típico de él, se pone como un energúmeno y a voces y delante
de todo el auditorio empieza a decir que “solo hay una Iglesia que es, a la
vez, jerárquica y carismática”.
Cuando
yo vi por primera vez aquella película, me llamó la atención que san Josemaría
agarrara un cabreo tan sordo al decir eso. Pensé que se refería a cristianos
que pretendían anular a los obispos anteponiendo a estos sus “visiones” y
delirios carismáticos, que no ha habido pocos ni los hay en esta Iglesia
nuestra.
Pero
no, lo que san Josemaría tenía en la cabeza en aquel momento era lo mismo que
lo que el protonotario apostólico supernumerario Ocáriz ha sacado a relucir con
ese comentario, lo cual COINCIDE
EXACTAMENTE con un articulillo publicado en la revista digital Omnes por
el rector magnifico de la pontificia universidad de la Santa Cruz, Luis Felipe
Navarro el 25 de julio de este año 2022, tres días después del motu proprio del
Papa.
Si bien
es verdad que la afirmación de san Josemaría no plantea ningún problema, pues
efectivamente, la Iglesia es, a la vez, jerárquica y carismática, lo cual ya
venía tratado por san Pablo en una de sus cartas, y como digo, viene
teológicamente desarrollado de forma magistral por el Papa en Iuvenescit Ecclesia; si bien esa
afirmación es claramente cierta, NO ES VERDAD QUE TODA REALIDAD ECLESIAL de
naturaleza carismática (como el Opus Dei) SEA A LA VEZ JERÁRQUICA, en el
sentido de tener que estar ubicada jurídicamente en la estructura jerárquica de
la Iglesia.
Una vez
más vemos aquí la perversión continua del Opus Dei de aplicarse a sí mismo
categorías que son aplicables a la Iglesia Universal, pero no a cada realidad
eclesial, como podrían ser el Opus Dei, los Neocatecumenales,
los Dominicos, los Franciscanos, los Jesuitas, etc.
Es
verdad que toda realidad jerárquica es también carismática puesto que todo
obispo o sacerdote diocesano o toda estructura jerárquica de la iglesia tiene
también un don o carisma para ponerlo al servicio de la Iglesia desde esa
posición jerárquica.
Pero
viceversa no podemos decir lo mismo, pues hay realidades que nacieron
carismáticas en un momento de la historia, al margen de la estructura
jerárquica de la Iglesia, que les precede, y esas realidades son NETAMENTE
CARISMÁTICAS, sin que les esté permitido arrogarse ninguna intromisión sobre
cualidad o prerrogativa propia de la estructura jerárquica de la Iglesia, como
muy bien puntualiza Y ADVIERTE el Papa en el número 23 de Iuvenescit
Ecclesia.
Una
cosa es que el Opus Dei no sea jurídicamente una orden religiosa como los
franciscanos o los jesuitas, y otra que tenga en común con ellos (que lo tiene)
el carácter carismático, dado que los franciscanos sustentan un carisma y el
Opus otro, y tanto unos como otros fueron fundados en unos momentos
determinados de la historia de la Iglesia, mientras que la estructura
jerárquica de la Iglesia la ha fundado el propio Jesucristo, Dios, como muy
bien se puede comprobar en el Nuevo Testamento y muy concretamente en los
Hechos de los Apóstoles. Amén de que, en el Código de Derecho Canónico, el Opus
Dei está FUERA de la parte correspondiente a la Estructura Jerárquica de la
Iglesia.
Por
otra parte, tanto las órdenes religiosas como el Opus Dei tienen una estructura
jerárquica interna propia, como no podía ser menos, ya que no son meras
agrupaciones amorfas de curas, sino que tienen incardinados curas en ellas. Es
sabido que están prohibidos en la Iglesia Católica los llamados “curas vagos”,
esto es, los que van “vagando” por la Iglesia sin depender de nadie para el
ejercicio de su sacerdocio.
El
sacerdocio requiere una potestad de orden y otra de jurisdicción. Un sacerdote
no solo ejerce el sacramento del orden, sino que lo ejerce bajo la jurisdicción
de un ordinario. Por poner un ejemplo, el ordinario de los jesuitas es el
Prepósito General. Del mismo modo, el ordinario de las prelaturas personales es
el prelado y el ordinario de una diócesis es el obispo.
Pero es
un disparate decir que, puesto que las prelaturas personales tienen una
jerarquía (interna), pertenecen a la estructura jerárquica de la Iglesia o que
tienen dos dimensiones, una carismática y otra jerárquica, asimilando esta
última a la estructura jerárquica de la Iglesia.
No, las
prelaturas personales son TOTALMENTE Y NETAMENTE REALIDADES DE NATURALEZA
CARISMÁTICA, con independencia de que no sean meras asociaciones de curas, en
razón a que hay en ellas curas no meramente asociados sino incardinados, y de
que el prelado no es un mero presidente de una asociación, sino ordinario
propio de los curas incardinados en esa prelatura, y
por tanto, es quien tiene la potestad de jurisdicción sobre esos curas
incardinados.
Pero
esto mismo pasa en las órdenes religiosas, donde el superior de dichas órdenes
ejerce una potestad de jurisdicción sobre los religiosos-sacerdotes de dichas
órdenes.
Pero a
nadie se le ocurre decir el disparate de que el superior de una orden religiosa
deba ser obispo o que pertenezca a la estructura jerárquica de la Iglesia o que
en esa orden exista una dimensión carismática y otra jerárquica, en alusión,
esta última a una supuesta pertenencia a la estructura jerárquica de la
Iglesia.
Tampoco
el hecho de que en las prelaturas personales no exista la “exención”, por no
tratarse de consagrados, reclama necesariamente que el prelado deba ser obispo.
Todo
esto viene a cuento de que el protonotario apostólico supernumerario Ocáriz, en
su mensajito, deja caer inocentemente que el Papa ha querido “subrayar ahora la
dimensión carismática”.
No,
listo, el Papa no ha querido subrayar ninguna dimensión. Léete bien el motu
proprio y no intoxiques a tu parroquia: El Papa, en el motu proprio HA
CONFIRMADO el carácter carismático de la prelatura personal del Opus Dei.
Ya os
advirtió hace 6 años que no os dediquéis a jugar a ser estructura jerárquica (Iuvenescit Ecclesia número 23) y
no habéis querido hacer ni puñetero caso.
Léete
bien el motu proprio, en el que el Papa va siguiendo estos pasos lógicos e
inequívocos:
PRIMERO:
Propósito de tutelar vuestro carisma (ya que sois unos mantas y unos torpes que
no sabéis ni siquiera custodiar vuestro carisma, pues pretendéis hacerlo al
estilo mafioso en vez de actuando sobre la verdad).
SEGUNDO:
Actuar en todo caso en continuidad con la voluntad de su predecesor Juan Pablo
II.
TERCERO:
En fidelidad absoluta al carisma recibido por san Josemaría Escrivá de
“difundir la llamada a la santidad en el mundo, a través de la santificación
del trabajo y de los compromisos familiares y sociales”.
CUARTO:
De acuerdo con el Derecho de la Iglesia (cánones 294 a 297 del Código de
Derecho Canónico), según el cual, las prelaturas personales solo tienen
miembros sacerdotes o diáconos incardinados en ellas, pudiendo admitir “la
cooperación orgánica de los laicos que se dedican a las obras apostólicas”.
QUINTO:
Dejar muy claro que “El objetivo de este Motu Proprio es CONFIRMAR A LA PRELATURA DEL OPUS DEI EN EL
ÁMBITO AUTÉNTICAMENTE CARISMÁTICO DE LA IGLESIA, especificando su
organización en sintonía con el testimonio del Fundador, san Josemaría Escrivá
de Balaguer, y con las enseñanzas de la eclesiología conciliar sobre las
prelaturas personales”. Por tanto, nada de subrayar la dimensión carismática,
como si hubiera otras. CONFIRMAR,
a ver si te enteras, protonotario apostólico supernumerario Ocáriz. Confirmar
lo que sois, una entidad de carácter CARISMÁTICO, como se os recordó hace 6
años. Torpes, más que torpes, que entendéis las cosas peor que una acémila.
SEXTO:
Este motu proprio es una concreción de lo dispuesto en la constitución Praedicate Evangelium, lo cual es
lógico, pues toda reforma arriba viene seguida de reformas abajo, habida cuenta
de que “la única (prelatura personal) hasta ahora erigida es la del Opus Dei,
en consideración de la PREEMINENTE TAREA
QUE EN ELLA DESEMPEÑAN LOS CLÉRIGOS, según la norma del derecho”. Es
decir, que los importantes en las prelaturas personales son los clérigos, como
no podía ser de otro modo, ya que los laicos no pueden pertenecer a las
prelaturas personales, en todo caso cooperar con ellas.
SÉPTIMO:
“teniendo que adaptar al mismo tiempo las disposiciones relativas a la
Prelatura a la nueva organización de la Curia Romana”. Es decir, que vosotros,
los del Opus, no sois el ombligo de la Iglesia. Vuestra visión autorreferencial
no pinta nada en la Iglesia, y menos en los tiempos que corren. El “estar en la
Iglesia” supone adaptarse a las normas de la Iglesia. Esto es lo que hay.
OCTAVO:
“dispongo que se observen las siguientes normas”. El Papa no está pidiendo ni
sugiriendo ni suplicando; sino DISPONIENDO, cuyo sinónimo es “ORDENANDO”, como
corresponde a una carta en forma motu proprio, es decir, un texto normativo en
el que el Papa, como legislador, promulga una norma.
Por
tanto, protonotario apostólico supernumerario Ocáriz, métete por donde te quepa
ese falseamiento de las palabras del Papa (“Con estas líneas, os ruego también
que recéis por el trabajo que el Papa Francisco nos ha pedido que realicemos,
para adecuar el derecho particular de la Prelatura a las indicaciones del Motu
proprio Ad charisma tuendum,
manteniéndonos -como él mismo nos dice- fieles al carisma”), en el que además
veo que tienes cierto reparo a decir las cosas por su nombre: El Papa habla de
“los Estatutos propios de la Prelatura del Opus Dei serán convenientemente
adaptados”, mientras tú evitas mencionar la palabra “Estatutos”, que todos
sabemos que son “santos, perpetuos e inviolables” para decir en forma light
“adecuar el derecho particular de la Prelatura a las indicaciones del Motu
proprio”.
Una vez
dejado claro que el Papa ha confirmado la única dimensión que tiene una entidad
carismática como es el Opus Dei, y una vez dejado claro que ha ordenado adaptar
los Estatutos, queda claro que le ha tocado al protonotario apostólico
supernumerario Ocáriz darle la puntilla a Escrivá y a sus Estatutos santos
perpetuos e inviolables, y por tanto hacerse acreedor a las terribles
maldiciones de Álvaro del Portillo sobre la tumba del fundador.
Sin
embargo, Ocáriz, no te preocupes; no eres el primero que le corrige a tu santo
fundador. El primero que lo hizo fue precisamente Álvaro del Portillo, y lo que
es peor, lo hizo, además, mintiendo a todos los miembros del Opus Dei. Me
explico.
Todos
sabemos que el Opus Dei tuvo unos primeros estatutos como pía unión, luego
otros como instituto secular y luego otros como prelatura personal. Pero esto
no es tan simple.
Inmediatamente
de transformarse el Opus Dei en prelatura personal, Álvaro del Portillo se
apresuró a escribirnos una carta en la que, entre otras cosas (entre otras
mentiras) nos decía que los estatutos que el Papa había aprobado eran “los que
había dejado aprobados nuestro Padre”.
Se
refería a los estatutos que salieron del Congreso General del Opus Dei, en Roma,
que tuvo dos fases, la primera, del 1 al 15 de setiembre de 1969, y la segunda,
desde el 30 de agosto al 14 de setiembre de 1970.
Aquel
congreso quedó abierto hasta la aprobación del acta en la que se dejaba
constancia de la aprobación de los estatutos por parte de Josemaría Escrivá.
El acta
de aprobación de dichos estatutos está suscrita por el entonces secretario
general, Álvaro del Portillo y por el presidente general Josemaría Escrivá de
B., y tiene fecha de 1 de octubre de 1974. En dicha acta se dice que, en esa
misma fecha, Josemaría Escrivá “ha aprobado en todas sus partes” esos estatutos
en esa fecha.
También
se les designa a esos estatutos como “Codex Iuris Particularis”
del Opus Dei, para distinguirlo del Codex de 1963, de cuyo texto procede.
También
se dispone que “sea debidamente autenticado su texto original, para su archivo
en la Secretaría de su Consejo”.
Sin
embargo, los estatutos aprobados por san Juan Pablo II al erigir el Opus Dei en
prelatura personal NO SON LOS DE 1 DE OCTUBRE DE 1974, es decir, no son los que
aprobó san Josemaría como fruto de los trabajos del mencionado congreso general
especial.
¿Por
qué?
Por lo
que todos los que leemos OpusLibros sabemos (y que
los del Opus Dei no saben porque se lo han ocultado sistemáticamente durante
cuarenta años), pues en estas páginas se ha recogido la carta del cardenal
Baggio en la que le comunica a Álvaro del Portillo que las prelaturas
personales no van a tener “propio populo”, y en consecuencia no van a estar
incluidas en la estructura jerárquica de la Iglesia. Y todo ello como
consecuencia de ese informe del entonces cardenal Ratzinger que fue definitivo
para evitar el disparate de ubicar las prelaturas personales en la estructura
jerárquica de la Iglesia, del que OpusLibros se ha
hecho eco una vez más hace pocos días.
Todo
esto ocurrió poco antes de que el Papa erigiera el Opus Dei en prelatura
personal (28 de noviembre de 1982) y de que se promulgara el nuevo Código de
Derecho Canónico (25 de enero de 1983), es decir, posterior a la aprobación por
parte de san Josemaría del proyecto de estatutos, el 1 de octubre de 1974, y
también posterior a la muerte de san Josemaría el 26 de junio de 1975.
Los
estatutos aprobados por san Josemaría – difunto ya en 1982 – como hemos dicho,
estaban ARCHIVADOS en la Secretaría del Consejo General del Opus Dei desde
octubre de 1974, lo que quiere decir que NADIE LOS HA VISTO, puesto que el Secretario General era en aquel momento Álvaro del Portillo,
y en 1982 lo era Javier Echevarría, dos pájaros.
Si los
estatutos de 28 de noviembre de 1982 hubieran sido los que aprobó san
Josemaría, ni que decir tiene que nos los habrían enviado en facsímil a todos
los centros del Opus Dei, con la firma de san Josemaría y de Álvaro al final de
los mismos.
Pero
no. No los enviaron.
A mayor
abundamiento, si nos vamos al apéndice documental del libro “El itinerario
jurídico del Opus Dei. Historia y defensa de un carisma”, que tiene por autores
a Amadeo de Fuenmayor, Valentín Gómez Iglesias y José Luis Illanes, y que
apareció en marzo de 1989 en Ediciones Universidad de Navarra, en el número 59
de dicho apéndice documental se recoge el Capítulo Primero del Codex Iuris Particularis del Opus Dei de 1974, que NADA TIENE QUE VER
CON EL CAPÍTULO PRIMERO DE LOS ESTATUTOS APROBADOS POR EL PAPA EN 1982.
El
resto de los capítulos NO APARECEN
recogidos en el mencionado apéndice documental.
Si solo
recogen uno, y no coincide con los estatutos de 1982, de los demás mejor no
hablar.
O sea,
que Álvaro del Portillo MINTIÓ A TODOS LOS MIEMBROS DEL OPUS DEI al decirles en
esa carta que los estatutos aprobados por la Santa Sede eran los que había aprobado
san Josemaría en 1974.
Inciso.
Nótese que en el título del libro que acabo de citar, historia y defensa de un
“carisma”, los propios miembros del Opus Dei reconocen que su institución es
carismática, que responde a un concreto carisma. Fin del inciso. Más claro,
agua.
Es
evidente que ese informe de Ratzinger echó al traste las ansias de poder de san
Josemaría pretendiendo hacer del Opus Dei una iglesia paralela (que es lo que
pretendía con los estatutos de 1974), como denunciaron en 1982 los obispos españoles
que, ante la consulta que les hizo el Papa votaron casi por unanimidad en
contra.
Resultan
muy esclarecedoras las memorias del cardenal Fernando Sebastián, entonces
secretario de la Conferencia Episcopal Española, al hablar de este tema y de
las peripecias que pasaron en Roma él y Gabino Díaz Merchán, obispo de Asturias
y presidente de la CEE en ese momento, al querer ver al Papa, comisionados por
la Conferencia Episcopal Española, muy preocupada por la maniobra de poder que
pretendía el Opus en aquel momento, y que si no llega a ser por el cardenal
Ratzinger (y porque san Juan Pablo II tuvo la cordura y la lucidez de fiarse de
él), el daño que se hubiera ocasionado a la Iglesia hubiera sido de gran
alcance.
Como
digo, en una difícil tesitura, en 1981 y 1982, con el fundador difunto y los
estatutos guardados en la Secretaría General, Álvaro del Portillo optó por
aceptar unos estatutos DISTINTOS que ya venían algo adaptados al inminente
Código de Derecho Canónico en el que las prelaturas personales quedaban como
sociedades de sacerdotes y diáconos incardinados en ellas y dejaban fuera a los
laicos.
Optó
por un órdago a la grande, por una parte, dejando fuera de la prelatura a los
laicos, y por otra afirmando con falsedad consciente y voluntariamente que los
estatutos de 1982 eran los que había aprobado Josemaría Escrivá en 1974.
¡Ah!, y
echando maldiciones a quien ose en el futuro apartarse de lo establecido por
san Josemaría, y dejando al final de los estatutos de 1982 esa frase que dice
que esos estatutos son “santos, perpetuos e inviolables”.
¿No
será que con esos “cerrojos” lo que pretendía Álvaro del Portillo es que
quedaran ocultas durante el resto de la historia sus mafioserías
y sus mentiras?
La
prisa de Javier Echevarría en beatificar a Álvaro del Portillo, ¿no obedece al
mismo fin?
Estas
graves falsedades dan idea de la calaña y mafiosería
de Álvaro del Portillo, beatificado en Valdebebas (Madrid) en 2014.
Sin
comentarios.
Mejor
dicho, un comentario: Está claro que Álvaro del Portillo no tenía salida:
O
desistía del expediente de modificación de la forma jurídica, lo cual se
hubiera interpretado en el Opus Dei como una traición a san Josemaría después
de todo lo que este había despotricado sobre la forma jurídica de los
institutos seculares y el coñazo que había dado en la Santa Sede para
cambiarla.
O bien
emprendía una huida hacia adelante bajo la bandera de que el fin justifica los
medios, y en consecuencia, mintiendo a unos y a otros
e intentando que sus amiguetes del Vaticano, al más puro estilo mafioso, poco a
poco, fueran metiendo al Opus Dei en donde él y san Josemaría habían querido (y
no podido) por la fuerza de los hechos consumados.
Se ha
vinculado la “solución” del caso Marcinkus y de la
bancarrota de la banca Ambrosiana con un “aporte” de dinero que misteriosamente
tapó el agujero a la vez que a Marcinkus se le hacía
desaparecer de la escena vaticana y se le enviaba a su Estados Unidos natal, a
la vez que eludía la cárcel gracias a su pasaporte diplomático.
La
investigación histórica no va a parar y es de esperar que en el futuro queden
más claros aspectos que hoy día necesitan mayor claridad, tales como confirmar
si el “precio” conjunto de la prelatura personal más la beatificación de san
Josemaría (por encima del fraude del proceso de beatificación) es el tapado del
agujero negro del banco Ambrosiano gracias a ese “complicado viaje” de dinero
negro de aportaciones sustanciosas de gente forrada (entonces) como José María
Ruíz Mateos y otros, y a la ingeniería financiera de numerarios tales como Luis
Valls Taberner o Rafael Termes, todos ellos ya difuntos, pero con una demanda
de respuesta ante la historia.
Hay que
comprender que el aprieto en el que se vio Álvaro del Portillo fue muy grande,
pero lo que nunca debió hacer fue faltar a la verdad. Eso nunca se debe hacer,
no solo por convencimiento moral, sino porque la verdad tarde o temprano se
abre paso y es mucho peor quedar como un mentiroso a la vuelta de los años.
Álvaro
del Portillo optó por la segunda salida, la huida hacia adelante y la mentira.
Los frutos se están viendo ahora. Y a la postre, aquellas mentiras han sido
totalmente inútiles, hasta el punto de que el Opus Dei vuelve a tener un
problema institucional de primer orden, peor que en 1974.
De
todas formas, esas mentiras han dejado claro una cosa: No pasa nada por no
seguir al pie de la letra los estatutos que aprobó san Josemaría. La famosa
maldición de Álvaro del Portillo es puro farol y él mismo debía habérsela
aplicado en primer lugar.
No te
preocupes, Ocáriz, no vas a ir al infierno si le cruzas la cara a san Josemaría
proponiendo unos estatutos que, como decía un político español de hace años, no
los va a conocer ni la madre que los parió. No solo no vas a ir al infierno por
eso, sino que estarás siendo (por fin) un buen hijo de la Iglesia si te liberas
de las gilipolleces de san Josemaría, de Álvaro y de Javi, y de una vez,
manteniendo el carisma, obedecéis al concilio Vaticano
II y al Papa y dejáis de actuar extravagantemente, como venís haciendo desde
los tiempos de vuestro fundador, para actuar como gente normal, con sentido
común, con fe de cristianos, sin complejos ni gilipolleces heredadas, que son
mala herencia.
En las
últimas líneas del mensaje del protonotario apostólico supernumerario Ocáriz
parece que hay un atisbo de que por fin quizá haya brillado en su cabeza un
hilo de inteligencia que le haya hecho comprender lo que acabo de decir. Dichas
líneas dicen así: “Con estas líneas, os ruego también que recéis por el trabajo
que el Papa Francisco nos ha pedido que realicemos, para adecuar el derecho
particular de la Prelatura a las indicaciones del Motu proprio Ad charisma tuendum,
manteniéndonos -como él mismo nos dice- fieles al carisma”.
Parece
que empieza a entender que la razón de ser de la organización Opus Dei es la de
sustentar y dar continuidad al carisma que les es propio. Las formas jurídicas,
los detalles materiales, los aspectos organizativos, etc., pueden variar, y no
pasa nada. Ninguna norma jurídica es santa, perpetua o inviolable.
En el
Opus Dei ese “cuidado de las cosas pequeñas”, del que tan maniáticamente ha
hecho gala el fundador y las dos generaciones siguientes, ha terminado siendo
psicopatía al más puro estilo escrivariano. Hasta que
no se liberen de esa tontuna fundacional no van a hacer nada provechoso en esta
vida. Cuento una anécdota para que se vea lo cerrado de mente del fundador y el
cerebro de mosquito que tenían él y sus fanáticos seguidores, empezando por
Álvaro del Portillo y Javier Echevarría al no tener ni puñetera idea de lo que
es la FIDELIDAD a un carisma.
La
anécdota es esta.
Hablando
san Josemaría en una ocasión de los franciscanos, que como se sabe, se pelearon
poco después de morir san Francisco, fruto de cuya pelea se produjeron
desmembraciones de la orden original en conventuales, observantes, capuchinos,
mínimos, etc.; hablando de esto san Josemaría comentaba como una falta de
fidelidad al carisma original, que la tela del hábito de una de las ramas en
que se desmembró la orden era de distinto color a la tela original de tiempos
de san Francisco de Asís. Ante esto, san Josemaría comentó, haciendo alusión a
las “cosas pequeñas” que, si estos señores habían tenido la osadía de no ser
fieles en un detalle como ese, no cabía esperar que lo fueran en otras
cuestiones más de fondo.
Por
eso, que el protonotario apostólico supernumerario Ocáriz diga ahora que lo
importante es el carisma y parezca decidido a emprender la modificación de los
estatutos, no deja de ser una buena noticia para ellos.
Me
imagino que el protonotario apostólico supernumerario Ocáriz usará algo la
cabeza a la hora de emprender esas modificaciones, que tendrán que tener un
amplio calado (no bastará un maquillaje, el Papa no lo aceptaría, y no
olvidemos que quien manda en el Opus Dei no es Ocáriz, sino un ex jesuita
llamado Bergoglio, actualmente llamado Francisco).
Es de
esperar que también abandone la parsimonia al presentar ese borrador de
estatutos a la Santa Sede. Nada de marear la perdiz, nada de tomar el pelo.
Nada de mentir diciendo (como va diciendo de tertulia en tertulia el
protonotario apostólico supernumerario Ocáriz) que el motu proprio le ha
“sorprendido” (el Papa lleva avisándote desde hace mucho tiempo, y desde OpusLibros también, no te hagas el despistado).
Ahora
hay que mover el culo y presentar el borrador de estatutos prontito. No creo
que el Papa le permita llegar al año que viene sin presentar dicho borrador.
Bueno,
Ocáriz, ya sabes que las reformas legislativas no solo requieren ser
redactadas, sino que participen las personas adecuadas. Te lo traduzco: Ponte
las pilas y apea cuanto antes a la vieja guardia al estilo Ramón Herrando,
Pedro Álvarez de Toledo, Juan Vera (este ya está apeado mortis causa) y demás
elementos de la gerontocracia opusina.
Y pon
en escena gente con la mente un poco abierta.
Es
decir, nombra como inscritos a un buen puñado de numerarios que respiren los
nuevos aires de la Iglesia, los del Vaticano II. Aprite
la finestra a nuovo sole, é
primavera, é primavera.
De
entre ellos, nombra congresistas a los de mentalidad más abierta y cesa cuanto
antes a los congresistas actuales de la vieja guardia agradeciéndoles los
servicios prestados, de modo que en el congreso general que apruebe la
propuesta de estatutos, los congresistas sean capaces de estar en sintonía con
el Papa, con la Iglesia, y por tanto de aceptar una reforma adecuada a vuestro
carisma y al Concilio Vaticano II, que es VUESTRA
ÚLTIMA OPORTUNIDAD antes de sufrir la debacle en caso contrario.
No
olvides que el Papa ha preferido daros esta oportunidad en vez de nombrar un
visitador e interveniros directamente, como hizo con los Legionarios de Cristo.
No juegues con fuego
Que los
protagonistas del congreso que propondrá los nuevos estatutos sean los
adecuados.
Este
modo de actuar es algo normal. Por ejemplo, ¿sabes lo que pasará en la Iglesia
a partir del 27 de agosto próximo?
Pues
que ese día el Papa entregará el capelo cardenalicio a 20 nuevos cardenales, lo
que supone, por primera vez en este pontificado, que más de los dos tercios de
los cardenales elegibles y electores han sido nombrados por Francisco. O lo que
es lo mismo, QUE SUS REFORMAS ESTÁN ASEGURADAS porque incluso en el caso de que
el Papa muriera, por ejemplo, en setiembre, en el siguiente cónclave, como para
que un cardenal pase a ser Papa debe unir al menos dos tercios de los votos de
los cardenales, el siguiente Papa está asegurado que está en la línea de las
reformas emprendidas por este Papa para rescatar el Concilio Vaticano II, y los
deseos de que este Papa muera no van a impedir que el siguiente siga la misma
línea. Francisco no da puntadas sin hilo.
Por
eso, Ocáriz, ánimo y a mover las piezas adecuadas para que haya unos
congresistas adecuados. En cierto modo es una buena ocasión para matar dos
pájaros de un tiro: A la vez que, de una vez os adecuáis al derecho de la
Iglesia (en los años cuarenta llegasteis con cien años de anticipación), os
sacudís de encima la vieja guardia pretoriana inmovilista escrivariana
y oliente a naftalina y a moralina, que ya va siendo hora.
¡Ah! Y
cuando te sea posible, sacúdete de encima también a Fazio, no solo porque le
acompaña siempre su actuación en la muerte de Danilo Eterovick
sino porque es un mediocre arribista del que ya me advirtió Alejandro Uteda en un correo electrónico de febrero de 2016 que
guardo como oro en paño en el que me decía que en Argentina le conocen
perfectamente y que es (decía textualmente) “un inútil”.
Vaya,
que se le podrían aplicar las expresiones de san Josemaría en Camino, que
siempre está flotando a base de tener poco peso específico.
Líbrate
de ese adulador. Si lo haces, harás un gran bien a la institución, de verdad.
Voy a
detenerme ahora en esa otra “reacción” al motu proprio protagonizada por el
rector de la Universidad Pontificia de la Santa Croce, o sea, de vuestra
universidad en la que tú eres el número uno, Fazio (que hubo un tiempo en el
que él también fue rector) el número dos y Luis Felipe Navarro, el rector
“magnífico”, el número tres.
Conozco
a Pipe Navarro del centro de estudios de Santillana. Coincidimos allí hace la
friolera de más de 46 años. Entonces él era estudiante, creo, que de físicas.
Ahora le veo en la foto institucional un poco más “estropeado” (como decimos en
Andalucía), como me imagino que me verán a mí, ya que los años no pasan en
balde para nadie.
Primera
observación acerca del artículo de Pipe. El artículo viene firmado por un
rector de una universidad eclesiástica. Mal empezamos enseñando los galones. No
olvidemos que Pipe es fundamentalmente un político, un político de política
eclesiástica universitaria.
Normalmente
los rectores de universidades no son precisamente los profesionales más
brillantes de las universidades, pues mientras sus compañeros se han dedicado a
la investigación y a la docencia, un rector tiene encima mucha vida social,
muchos compromisos institucionales, muchas reuniones, muchos claustros, muchos
eventos, mucha política universitaria, muchos expedientes administrativos,
mucho rollo burocrático. En su labor intelectual están oxidados.
No me
invento nada. Conozco a unos cuantos rectores y esto que digo es algo común a
ellos. Hoy día, para llegar a rector hay que tener influencias, amigos, grupos
de presión o lobbys. En definitiva, hay que moverse,
hacer política de pasillos.
En el
caso de la universidad de la Santa Croce casi basta una sola cosa: Ser un tipo
“de confianza” del gran canciller, o sea, de ti. Quizá venga bien además ser
mediocre, como viene siendo lo habitual de un tiempo a esta parte en el Opus
Dei para tener cargos de dirección al más alto nivel, y por supuesto, nada
crítico, nada de pensar por uno mismo y nada de disentir con los directores.
“Unidad”, como decís vosotros. Docilidad del barro o del corderito, que para el
caso es lo mismo. O sea, ser acrítico, justo todo lo contrario de lo que debe
ser un universitario
Estas
últimas cualidades no se si las tiene Pipe, pero me imagino que algo de eso
tendrá para haber llegado a rector de esa universidad. Subir como la espuma, a
base de tener poco peso específico.
Otra
cosa: Es evidente que Pipe ha dicho (o ha firmado) lo que tú no has
querido/podido decir, al igual que las preguntas y respuestas de vuestra página
web. No es extraño. Es un modo vuestro de actuar. Ya nos conocemos: enviar
“emisarios con galones” para que se “mojen” ellos y los de arriba no os queméis
demasiado. Esto es lo que habéis hecho siempre y lo que en concreto ESTÁIS
HACIENDO AHORA CON EL ASUNTO DE LAS 42 EXNUMERARIAS ARGENTINAS, a quienes
estáis acosando por todas partes con llamadas, whatsapp,
correos, etc. que vienen de parte de otras numerarias auxiliares o de otras
mujeres del Opus Dei que las conocen y que no las hicieron ni puto caso cuando
se fueron.
Vaya,
Ocáriz, parece que no les importa mucho a tus “hijas” la normativa de protección
de datos que tanto te preocupaba a ti y por la que le montaste un pollo a
Agustina. ¿Cómo es que tus hijas no respetan la intimidad y hacen uso indebido
de los datos de carácter personal de las 42 exnumerarias
argentinas?
¡Ah,
bueno, sí, “es cosa de ellas” y tú no tienes nada que ver en ello!
Ya.
Estábamos
con lo del artículo de Pipe. Este es el enlace:
Carisma y jerarquía en el Opus Dei
- Omnes (omnesmag.com)
Llama
también la atención que es la PRIMERA VEZ que alguien del Opus Dei presta
atención y cita en un artículo de difusión la carta Iuvenescit
Ecclesia de 15 de mayo de 2016, que fue EL PRIMER
AVISO que el Papa os dio con el asunto de vuestra extralimitación de entidad
carismática para invadir el terreno de la estructura jerárquica de la Iglesia.
Esto ya
me suena, pues se cita de forma torticera la carta Iuvenescit
Ecclesia, señalando, sin indicar el número, un pasaje
inicial del documento (el final del punto 10) en el que todavía “no se ha
entrado en harina”. Y OMITIENDO el número 23 y la nota a pie de página 116 en
los que claramente SE OS DICE QUE LOS DEL OPUS SOIS UNA REALIDAD DE NATURALEZA
CARISMÁTICA, no perteneciente a la estructura jerárquica de la Iglesia, Y SE OS
ADVIERTE que no traspaséis determinadas líneas rojas consistentes en invadir el
terreno de quienes sí ostentan la estructura jerárquica de la Iglesia.
Este
empleo torticero de un documento tan importante no es nada nuevo en vosotros.
Es sabido que en el Concilio Vaticano II había dos bloques en los padres
conciliares, los que veían claro que la Iglesia necesitaba una puesta al día y
unas reformas, y los inmovilistas. Si nos fijamos en las votaciones de cada
documento del Concilio podemos observar que en casi todos ellos el porcentaje
de votos favorables está en torno al 90%, mientras que los votos desfavorables,
en todos los documentos sueles ser entre el 5% y el 10% o 15%.
Ese
bloque minoritario estaba representado por los seguidores del obispo Marcel
Lefebvre y otros obispos sueltos entre los que estaba Karol
Wojtyla, futuro Juan Pablo II. Algunos de estos frecuentaban Villa Tevere en esas fechas, e intercambiaron impresiones con san
Josemaría Escrivá, que claramente era opuesto al concilio y a los documentos
que iban saliendo de él. Y, sobre todo, no podía ni ver en pintura a Juan
XXIII.
Después
de despotricar durante años del Concilio y quizá asesorado por alguien con un
poco de sentido práctico, en torno a 1968, san Josemaría empezó a APROPIARSE
DEL CONCILIO, de modo que desde el Opus Dei y desde entonces, desde los medios
de comunicación del Opus Dei (libros, revistas, universidades, etc.) no se ha
dejado de calificarle como “un precursor del concilio” y a Álvaro del Portillo
como el inspirador de los documentos más importantes (sobre todo la Lumen
Gentium), hasta el punto de que san Josemaría llegó a decir en público que
Álvaro “había metido el espíritu del Opus Dei en el Concilio”.
Si no
puedes contra ellos, únete.
Ya nos
conocemos, Ocáriz.
Ahora
Pipe Navarro nos sale comentando la Iuvenescit Ecclesia y omitiendo VOLUNTARIAMENTE lo más esencial de
ella que afecta a las prelaturas personales, o sea, al Opus Dei.
Pipe:
Te recuerdo que una universidad es el “ayuntamiento de maestros y discípulos en
búsqueda de la verdad”. Te recuerdo que tú, como rector de una universidad,
como universitario, no tienes por qué ser un mercenario de nadie, sino alguien
que, al menos en teoría, busca la verdad.
No
caigas tan bajo. No te arrastres. Ten un poco de dignidad, un poco de
independencia intelectual, un poco de libertad. Fíjate en mí: Soy el único arquitecto
(ya jubilado) de Córdoba que vive alquilado, puesto que en toda mi vida
profesional no he reunido el dinero suficiente, no ya para tener un casoplón,
como bastantes compañeros míos, sino para tener una modesta casa en propiedad
donde vivir. ¿Sabes por qué es? Por entregar mi sueldo durante 42 años al Opus
Dei, fiándome de la patraña de que esa secta era “mi familia”. Claro, cuando me
fui, algo tenía, pero poco, muy poco. Nunca pude tener casa propia.
Pero, a
diferencia de ti, tengo libertad, y le digo las verdades claras a Ocáriz y al
lucero del alba si es preciso. No estoy cogido por vosotros por las partes
bajas (como esos obispos a quienes el CARF paga los estudios de sus
seminaristas en Roma…a cambio de….) ni soy estómago
agradecido. “Nada os debo, debéisme cuanto he
escrito, a mi trabajo acudo, con mi dinero pago el traje que me cubre y la
mansión que habito, el pan que me alimenta y el lecho donde yago”.
La
mudanza de domicilio que hice hace meses me ha dejado económicamente deslomado
y hago a mis 66 años equilibrios divertidísimos (siempre bajo la ley, por
supuesto) para llegar a fin de mes.
Pero
tengo libertad de criterio, de opinión. Cuando quiero disentir de mi obispo de
Córdoba en algo, se lo digo a la cara. Si esto lo hago con mi obispo, ¿cómo no
lo voy a hacer con un protonotario apostólico supernumerario?
Te
aseguro que prefiero la libertad, con estrecheces, a estar bajo la bota de
alguien que tiene poder absoluto sobre mí, tanto en el fuero externo como en el
interno (como dicen los Estatutos del Opus Dei).
Vamos a
ver un poco lo que dices en tu escrito.
Para
empezar, veo que MIENTES al decir lo siguiente:
“En
efecto, la Prelatura del Opus Dei fue constituida por Juan Pablo II, con la
Constitución apostólica Ut sit, para
llevar a cabo un fin propio de estos entes jerárquicos: la realización de
peculiares obras pastorales (la otra finalidad es la de contribuir a la
distribución del clero: decreto Presbyterorum Ordinis, n. 10; Código de Derecho Canónico, canon 294)”.
Te pregunto:
¿Desde cuándo “llevar a cabo la realización de peculiares obras pastorales” es
algo exclusivo de un ente jerárquico? ¿Acaso esto no es esa la razón de ser de
la erección de unos entes QUE NO FORMAN PARTE DE LA ESTRUCTURA JERÁRQUICA DE LA
IGLESIA, las prelaturas personales, como se recoge en el canon 294 del Código
de Derecho Canónico?
Que una
entidad de carácter carismático esté formada por curas no quiere decir
necesariamente que esa entidad sea jerárquica. Léete el punto 22.b) de la Iuvenescit Ecclesia, que parece
que tienes un cacao mental que no te aclaras.
Otra
mentira: “Para alcanzar esta finalidad de difundir la vocación universal a la
santidad, que no es una tarea exclusiva del Opus Dei, sino de toda la Iglesia
(cfr. Lumen gentium, n. 11, y Francisco, Exhortación
Apostólica Gaudete et exultate,
de 19 marzo de 2018), la jerarquía ha creado una Prelatura, presentando un
modelo real y práctico de vivir esa santidad en medio del mundo”
Mientes
al decir que para una tarea “de toda la Iglesia” la jerarquía ha creado una
Prelatura”.
No, la
jerarquía no ha creado ninguna prelatura, sino que ha dado forma jurídica de
prelatura personal a una entidad carismática que antes era instituto secular,
porque entendió que esa forma jurídica era más acorde con ese carisma.
Por
supuesto que la difusión de la llamada universal a la santidad no es tarea
exclusiva del Opus Dei, de la misma manera que ningún carisma es exclusivo de
la institución que lo sustenta en el tiempo, pero eso no quiere decir que el
carisma del Opus Dei se identifique con el don jerárquico, ni que se dé la
forma jurídica de prelatura personal a un ente carismático del mismo modo que
se erige o “crea” una prelatura nullius dioecesis,
que eso sí es un acto de erección de un ente perteneciente a la estructura
jerárquica de la Iglesia.
Otro
dato que lo tenemos todos delante de las narices y que tú lo mencionas: El Opus
Dei se fundó el 2 de octubre de 1928. Sin embargo, la Iglesia, al ser fundada
por Jesucristo, el mismo Cristo la fundó CON UNA ESTRUCTURA JERÁRQUICA, que
tiene continuidad hasta el día de hoy. En la Iglesia hemos vivido 20 siglos sin
Opus Dei y te aseguro que entre todos los de esa secta estáis haciendo
oposiciones para que antes de cumplir el centenario, el Opus Dei sea una
realidad eclesial del pasado, con solo relevancia en los libros de historia de
la Iglesia.
Otra
cita tuya que no es exactamente mentira, sino media verdad, que es peor: “Es
normal que, ante los dones carismáticos y jerárquicos, la tendencia sea pensar
que los depositarios de unos y otros son personas diversas”.
Te
repito, léete Iuvenescit Ecclesia,
en donde se habla de la interrelación de las dimensiones jerárquica y
carismática en el seno de la Iglesia, pero que tú llevas a tu terreno en el
párrafo siguiente de tu escrito al decir lo siguiente:
“En
este caso, encontramos un ente que es jerárquico (su guía es un Prelado, que
actúa con la colaboración necesaria de un presbiterio y de fieles laicos como
miembros: cfr. cánones 294 y 296, y Juan Pablo II, Constitución Apostólica Ut sit, artículos 3 y 4), y a la vez carismático: tiene que
vivir y difundir ese carisma. Todos sus miembros han recibido la llamada de
Dios a ser santos encarnando el espíritu que Dios dio al fundador de la Obra”
En este
párrafo sí que hay ya varias MENTIRAS, y de las gordas. Primero, no es
exactamente verdad eso que dices que “encontramos un ente que es jerárquico”.
Más bien deberías decir que es un “ente jerarquizado”, como lo puede ser un
equipo de fútbol o una comunidad de vecinos. Pero no se puede confundir ser un
ente jerarquizado con formar parte de la estructura jerárquica de la Iglesia.
También los jesuitas son un ente que es jerárquico, porque si no tuviera una
jerarquía propia sería un caos no jerarquizado.
El
hecho de que ese ente tenga un prelado (prelado, “prelación”, primum inter pares, o sea, cura, no obispo) indica que
tiene una propia estructura jerárquica interna. Pero eso no quiere decir que,
porque esté jerarquizado internamente, tenga que formar ya parte de la
estructura jerárquica de la Iglesia.
Sensu
contrario, un ente carismático no quiere decir que tenga que ser
organizativamente un cachondeo, sino que tiene que tener, en la medida en que
tiene una forma jurídica, una autoridad interna, unas normas, una jerarquía
interna.
Ahora
viene la mentira más gorda: Dices que tanto los curas como los laicos son
“miembros” de la prelatura, y encima tienes la caradura de citar los cánones
294 y 296 del Código de Derecho Canónico que dicen claramente lo contrario,
esto es, que solo forman parte de las prelaturas personales los presbíteros y
diáconos incardinados en ellas, de modo que los laicos, si los hay, no forman
parte de las prelaturas personales, sino que pueden cooperar orgánicamente con
ellas, estableciendo los estatutos “cómo” pueden cooperar.
Eres un
mentiroso, como el jefe de tu secta, Ocáriz. Y, además, un pringao
y un hombre de paja, que se presta a decir en un medio de comunicación algo que
Ocáriz no ha tenido lo que tiene que tener para decirlo, entre otras cosas
porque si lo hubiera dicho públicamente, hubiera sido un ACTO GRAVE DE
DESOBEDIENCIA AL PAPA y al motu proprio que acaba de publicar.
Sois
una panda de mafiosos y parásitos indeseables dentro de la Iglesia. El Papa es
un santo aguantando a gente de vuestra calaña.
Decíamos
que este escrito supuestamente escrito por Pipe Navarro es la primera vez que
desde el Opus Dei se presta atención públicamente a Iuvenescit
Ecclesia. En OpusLibros de
le prestó atención nada más ser publicado, y yo le dediqué un amplio comentario
hace cuatro años, en verano de 2018, en esa serie interminable que escribí en
Diario Siglo XXI (y recogida íntegra ene OpusLibros,
con los comentarios que se suscitaron en el foro) comentando una carta del
ahora protonotario apostólico supernumerario Ocáriz de enero de aquel año sobre
la libertad (¡Qué sabrá este tipo sobre la libertad!).
Para
quien le resulte largo leer el mismo, le recogeré un poco más adelante los
párrafos fundamentales de la citada carta Iuvenescit Ecclesia del Papa a los obispos (en realidad no es
propiamente una carta del Papa, sino una carta a los obispos, ratificada por el
Papa, dirigida desde la Congregación para la Doctrina de la Fe, ya que es una
carta de contenido teológico dirigida a los obispos, que son quienes detentan
la jerarquía de la Iglesia en las Iglesias particulares, y por tanto quienes
tienen la obligación y la potestad de discernir acerca de las realidades de
naturaleza carismática, como el Opus Dei, en sus diócesis):
El
documento es un poco denso. Para quienes quieran “ir al grano”, les recomiendo
que vayan directamente al punto 23 de la carta, el último, en donde se remite a
la nota 116 en donde se hace un elenco de cuáles son las “realidades eclesiales
de naturaleza carismática” contenidas en el Código de Derecho Canónico, entre
las cuales, clarísimamente se habla de “las prelaturas personales”, o sea, del
Opus Dei, única prelatura personal existente.
También
al final de ese punto 23 aparecen dos “criterios”, el segundo de los cuales es
una clara ADVERTENCIA A NAVEGANTES (al Opus Dei): la obligación de “respetar el
régimen eclesial fundamental (…), evitando que la realidad carismática se
conciba paralelamente a la vida de la Iglesia y no en una referencia ordenada a
los dones jerárquicos”.
Es
interesante hacer notar que en la carta Iuvenescit Ecclesia, se distinguen las realidades carismáticas más
antiguas de las más recientes, que se denominan de modo genérico
clasificándolas en tres grupos, “agregaciones de fieles”, “movimientos
eclesiales” y “nuevas comunidades”. También se las suele llamar en el documento
“realidades eclesiales de naturaleza carismática”.
También
es muy interesante un detalle que menciona la carta Iuvenescit
Ecclesia: Mientras los dones jerárquicos son
ESTABLES, los dones carismáticos no, ya que tuvieron históricamente un
principio y pueden tener un final histórico. Lo que nunca faltará en la vida de
la Iglesia es LA DIMENSIÓN CARISMÁTICA, pero eso no quiere decir que los
carismas concretos sean estables. En una palabra, el Opus Dei podría
desaparecer y no pasaría nada, como han desaparecido muchas realidades
eclesiales de naturaleza carismática, por ejemplo, la orden de los Templarios y
otras órdenes militares. Aunque desapareciera el Opus Dei, nunca desaparecería
de la Iglesia la dimensión carismática.
También
señala la carta Iuvenescit Ecclesia
que entra dentro de lo históricamente normal que de un carisma original surjan
diversas fundaciones. (Es el caso, por ejemplo, de los franciscanos). Y no
pasaría nada porque fuera también en el futuro el caso del Opus Dei, esto es,
que se desmembrase en varias entidades de naturaleza carismática,
independientes entre sí, por ejemplo, una prelatura personal, una o varias
asociaciones de fieles laicos, una sociedad de sacerdotes diocesanos, una
agrupación de laicos consagrados, etc.
No
olvidemos que tras Praedicate Evangelium
y tras Ad Charisma Tuendum,
el Opus Dei está claramente en periodo refundacional.
Hay
también una clara alusión a la fuerte autor
referencialidad del Opus Dei, absolutamente desentendido de la actividad
pastoral de las diócesis donde dicen trabajar. Ese “ir a su bola” se les va a
terminar. La carta también da un espaldarazo a los obispos diocesanos para que
se tomen en serio eso de que los del Opus Dei vayan por su cuenta en vez de
participar de la vida de la diócesis cuya cabeza es el obispo. De hecho, la
mayor parte de la gente del Opus Dei, incluidos los supernumerarios, creen que
su “ordinario” es el prelado y apenas participan de la vida de la diócesis y de
sus parroquias.
Esto
que acabo de decir, no se aplica solo a los laicos del Opus Dei, sino a los
curas numerarios, como dice la mencionada carta en el punto 22.b).
Como
digo, el documento es largo y denso, pero he aquí un extracto de los
principales párrafos sin sacar de contexto en donde se ve que el Opus Dei es
clarísimamente una realidad NETAMENTE carismática y totalmente diferente de la
estructura jerárquica de la Iglesia, y que una cosa es que en la Iglesia
existan “dones jerárquicos y carismáticos”, inseparables, pero esto es algo
totalmente opuesto a que se considere esta doble cualidad en una realidad
carismática con el propósito de hacer de ella parte de la estructura jerárquica
de la Iglesia.
La
selección de textos es esta que recojo a continuación, por orden de aparición
en el documento Iuvenescit Ecclesia.
Entre paréntesis aparecen las referencias a las notas a pie de página.
Especialmente importante es la nota 116.
(…)
“Estos grupos asociativos, de acuerdo con los diferentes carismas, pueden
también expresarse en diferentes estados de vida (fieles laicos, presbíteros y
miembros de la vida consagrada), manifestando así la multiforme riqueza de la
comunión eclesial. La fuerte capacidad de agregación de estas realidades es una
señal importante de que la Iglesia no crece «por proselitismo sino “por
atracción”»[8]”
(…) “El
mismo Pontífice ha recordado que para todos estos grupos eclesiales se abre el
momento de la «madurez eclesial», que implica su pleno desarrollo e inserción
«en las Iglesias locales y en las parroquias, permaneciendo siempre en comunión
con los pastores y atentos a sus indicaciones»[11]”.
(…) “La Congregación para la Doctrina de la Fe con este
documento tiene la intención de recordar, en vista de la relación entre «dones
jerárquicos y carismáticos» (…) Posteriormente, a partir de algunos principios
de orden teológico sistemático, se ofrecen elementos de identidad de los dones
jerárquicos y carismáticos, junto con algunos criterios para el discernimiento
de los nuevos grupos eclesiales”.
(…)
“Tanto él (san Pablo) como Pedro dan a los carismáticos
instrucciones sobre la manera de ejercitar los carismas. Su actitud es
en primer lugar de recepción favorable; se muestran convencidos del origen
divino de los carismas; sin embargo, no los consideran como dones que autorizan
para substraerse de la obediencia a la jerarquía eclesial o que den derecho a
un ministerio autónomo”
(…) “El
mismo Espíritu da a la jerarquía de la Iglesia, la capacidad de discernir los
carismas auténticos, para recibirlos con alegría y gratitud, para promoverlos
con generosidad y acompañarlos con paterna vigilancia”
(…) ”«En varias ocasiones he subrayado que no existe contraste
o contraposición en la Iglesia entre la dimensión institucional y la dimensión
carismática, de la que los movimientos son una expresión significativa.
Ambas son igualmente esenciales para la constitución divina de la Iglesia
fundada por Jesús, porque contribuyen a hacer presente el misterio de Cristo y
su obra salvífica en el mundo»[30]”
(…) “El vínculo originario entre los dones jerárquicos,
conferidos con la gracia sacramental del Orden, y los dones carismáticos,
distribuidos libremente por el Espíritu Santo, tiene su raíz última en la
relación entre el Logos divino encarnado y el Espíritu Santo, que es
siempre Espíritu del Padre y del Hijo.”
(…) “En
resumen, la relación entre los dones carismáticos y la estructura sacramental
eclesial confirma la co-esencialidad entre los dones
jerárquicos – en sí mismos estables, permanentes e irrevocables – y los dones
carismáticos. Aunque estos últimos, como tales, no sean garantizados para
siempre en sus formas históricas[52], la dimensión carismática nunca puede faltar en la
vida y misión de la Iglesia.”
(…) “En
resumen, los dones jerárquicos propios del sacramento del Orden, en sus
diversos grados, se dan para que, en la Iglesia, como comunión, no le falte
nunca a ningún fiel la oferta objetiva de la gracia en los Sacramentos, el
anuncio normativo de la Palabra de Dios y la cura pastoral.”
(…)
“Los dones carismáticos «se conceden a la persona concreta; pero pueden ser
participados también por otros y, de este modo, se continúan en el tiempo como
viva y preciosa herencia, que genera una particular afinidad espiritual entre
las personas»[63]. La relación entre el carácter personal del
carisma y la posibilidad de participar en él expresa un elemento decisivo de su
dinámica, en lo que se refiere a la relación que en la comunión eclesial
siempre une a la persona y la comunidad[64]. Los dones carismáticos en su práctica pueden generar
afinidad, proximidad y parentescos espirituales a través de los cuales el
patrimonio carismático, a partir de la persona del fundador, es participado y
profundizado, creando verdaderas familias espirituales. Los grupos eclesiales,
en sus diversas formas, aparecen como dones carismáticos compartidos. Los
movimientos eclesiales y las nuevas comunidades muestran cómo un carisma
original en particular puede agregar a los fieles y ayudarles a vivir
plenamente su vocación cristiana y el propio estado de vida al servicio de la
misión de la Iglesia. Las formas concretas e históricas de este intercambio se
pueden diferenciar en sí; esta es la causa por la que un carisma original,
fundacional, se pueden dar, como nos enseña la historia de la espiritualidad,
diversas fundaciones”.
(…)
“Entre los dones carismáticos, distribuidos libremente por el Espíritu, hay
muchos recibidos y vividos por la persona dentro de la comunidad cristiana que
no requieren de regulaciones especiales. Cuando un don carismático, sin
embargo, se presenta como «carisma originario» o «fundamental», entonces
necesita un reconocimiento específico, para que esa riqueza se articule de
manera adecuada en la comunión eclesial y se transmita fielmente a lo largo del
tiempo. Aquí surge la tarea decisiva del discernimiento que es propio de la
autoridad eclesiástica[65]. Reconocer la autenticidad del carisma no es siempre
una tarea fácil, pero es un servicio debido que los pastores tienen que
efectuar”.
(…) “Criterios
para el discernimiento de los dones carismáticos: a) El
primado de la vocación de todo cristiano a la santidad. b) El
compromiso con la difusión misionera del Evangelio. c) La
confesión de la fe católica. d) El testimonio de una comunión
activa con toda la Iglesia. Esto lleva a una «filial relación con el
Papa, centro perpetuo y visible de unidad en la Iglesia universal, y con el
Obispo “principio y fundamento visible de unidad” en la Iglesia particular»[73]. Esto implica la «leal disponibilidad para acoger sus
enseñanzas doctrinales y sus orientaciones pastorales»[74], así como «la disponibilidad a participar en los
programas y actividades de la Iglesia sea a nivel local, sea a nivel nacional o
internacional; el empeño catequético y la capacidad pedagógica para formar a
los cristianos»[75]. e) El respeto y el reconocimiento de la
complementariedad mutua de los otros componentes en la Iglesia
carismática. De aquí deriva también una disponibilidad a la
cooperación mutua[76]. De hecho, «un signo claro de la autenticidad de un
carisma es su eclesialidad, su capacidad para
integrarse armónicamente en la vida del santo Pueblo fiel de Dios para el bien
de todos. Una verdadera novedad suscitada por el Espíritu no necesita arrojar sombras
sobre otras espiritualidades y dones para afirmarse a sí misma»[77]. f)La aceptación de los momentos de prueba en el
discernimiento de los carismas. g) La
presencia de frutos espirituales como la caridad, la alegría, la
humanidad y la paz. h) La dimensión social de la evangelización.
También se debe reconocer que, gracias al impulso de la caridad, «el kerygma tiene un contenido ineludiblemente social:
en el corazón mismo del Evangelio está la vida comunitaria y el compromiso con
los otros»[82]. En este criterio de discernimiento, referido no sólo
a los grupos de laicos en la Iglesia, se hace hincapié en la necesidad de ser
«corrientes vivas de participación y de solidaridad, para crear unas
condiciones más justas y fraternas en la sociedad»[83]. Son significativos, en este sentido, «el impulsar a
una presencia cristiana en los diversos ambientes de la vida social, y el crear
y animar obras caritativas, culturales y espirituales; el espíritu de
desprendimiento y de pobreza evangélica que lleva a desarrollar una generosa
caridad para con todos»[84]. Decisiva es también la referencia a la Doctrina
Social de la Iglesia[85]. En particular, «de nuestra fe en Cristo hecho pobre,
y siempre cercano a los pobres y excluidos, brota la preocupación por el
desarrollo integral de los más abandonados de la sociedad»[86], que es una necesidad en una auténtica realidad
eclesial.
(…) “Es
necesario afrontar, por último, algunos elementos de la práctica concreta
eclesial acerca de la relación entre dones jerárquicos y carismáticos que se
configuran como agregaciones carismáticas dentro de la comunión eclesial”.
(…) “En
primer lugar, la práctica de la buena relación entre los diferentes dones en la
Iglesia requiere la inserción activa de la realidad carismática en la vida
pastoral de las Iglesias particulares”.
(…)
“Con respecto a la difusión y peculiaridades de las realidades carismática se
tendrá que tener en cuenta la relación esencial y constitutiva entre la Iglesia
universal y las Iglesias particulares” (…) “en cada Iglesia particular
«verdaderamente está y obra la Iglesia de Cristo, que es Una, Santa, Católica y
Apostólica»[90]. Por lo tanto, la referencia a la autoridad del
Sucesor de Pedro –cum Petro et sub Petro– es constitutiva de cada
Iglesia local[91]” (…)
“De esa forma, se sientan las bases para
correlacionar dones jerárquicos y carismáticos en la relación entre la Iglesia
universal y las Iglesias particulares. De hecho, por un lado, los dones
carismáticos se dan a toda la Iglesia; por el otro, la dinámica de estos dones
sólo puede realizarse en el servicio en una diócesis concreta, que «es una
porción del Pueblo de Dios que se confía a un Obispo para que la apaciente con
la cooperación del presbiterio»[92]” (…)
“Del mismo modo, las nuevas realidades
carismáticas, cuando poseen carácter supra diocesano, no deben ser concebidas
de manera totalmente autónoma respecto a la Iglesia particular; más bien la
deben enriquecer y servir en virtud de sus características compartidas más allá
de los límites de una diócesis individual”.
(…) “En
esta perspectiva, es útil hacer una lista de los argumentos fundamentales
acerca de las relaciones entre dones carismáticos y los diferentes estados de
vida, con especial referencia al sacerdocio común del Pueblo de Dios y al
sacerdocio ministerial o jerárquico, que «aunque diferentes esencialmente y no
sólo en grado, se ordenan, sin embargo, el uno al otro, pues ambos participan a
su manera del único sacerdocio de Cristo»[97]. De hecho, se trata de «dos modos de participación en
el único sacerdocio de Cristo, en el que hay dos dimensiones que se unen en el
acto supremo del sacrificio de la cruz»[98]”.
(…) “b) También el ministro ordenado podrá encontrar en la
participación a una realidad carismática, tanto la referencia al significado de
su bautismo, por medio del cual ha sido hecho hijo de Dios, como su vocación y
misión específica. Un fiel ordenado podrá encontrar en una determinada
agregación eclesial fuerza y ayuda para vivir plenamente cuanto se requiere de
su ministerio específico, tanto en relación a todo el Pueblo de Dios, y en
particular a la porción que se le confía, así como a la obediencia sincera que
le debe a su propio Ordinario[102]. Lo mismo se aplica también en el caso de los
candidatos al sacerdocio que provengan de una cierta agregación eclesial, como
lo afirma la Exhortación post-sinodal Pastores dabo
vobis[103]; esa relación debe expresarse en su docilidad eficaz
a su propia formación específica, llevando la riqueza derivada del carisma de
referencia. Por último, la ayuda pastoral que el sacerdote podrá ofrecer a la
agregación eclesial, de acuerdo con las características del mismo movimiento,
podrá tener lugar observando el regimen previsto
en la comunión eclesial para el Orden sagrado, en referencia a la incardinación[104]y a la obediencia debida a su Ordinario[105]”.
(…)
“23. El presente documento tiene por objeto aclarar la posición teológica y
eclesiológica de las nuevas agregaciones eclesiales a partir de la relación
entre dones jerárquicos y carismáticos, para favorecer la individuación
concreta de las modalidades más adecuadas para su reconocimiento eclesial. El
actual Código de Derecho Canónico prevé diversas formas
jurídicas de reconocimiento de las nuevas realidades eclesiales que hacen
referencia a los dones carismáticos. Tales formas deben considerarse cuidadosamente[116], evitando situaciones que no tenga en adecuada
consideración ya sea los principios fundamentales del derecho que la naturaleza
y la peculiaridad de las distintas realidades carismáticas”.
“[116] La forma jurídica más simple para el
reconocimiento de las realidades eclesiales de naturaleza carismática es la de
la Asociación de fieles (cf. Código de Derecho Canónico, can. 321 –
326; Código de los Cánones de las Iglesias Orientales, can. 573, §
2-583). Sin embargo, es bueno considerar atentamente también las otras formas
jurídicas con sus propias características específicas, como por ejemplo las
Asociaciones públicas de fieles (cf. Código de Derecho Canónico,
can. 312 – 320; Código de los Cánones de las Iglesias Orientales,
can. 573, § 2-583), las Asociaciones de fieles “clericales” (cf. Código
de Derecho Canónico, can. 302), los Institutos de vida consagrada (cf. Código
de Derecho Canónico, can. 573-730; Código de los Cánones de las
Iglesias Orientales, can. 410-571), las Sociedades de Vida apostólica (cf. Código
de Derecho Canónico, can. 531-746; Código de los Cánones de las
Iglesias Orientales, can. 572) y las Prelaturas personales (cf. Código
de Derecho Canónico, can. 294 – 297)”.
(…) “Desde el punto de vista
de la relación entre los diversos dones jerárquicos y carismáticos es necesario
respetar dos criterios fundamentales que deben ser considerados
inseparablemente: a) el respeto por las características carismáticas de cada uno
de los grupos eclesiales, evitando forzamientos jurídicos que mortifiquen la
novedad de la cual la experiencia específica es portadora. De este modo se
evitará que los diversos carismas puedan considerarse como recursos no
diferenciados dentro de la Iglesia. b) El respeto del regimen eclesial fundamental, favoreciendo la
promoción activa de los dones carismáticos en la vida de la Iglesia universal y
particular, evitando que la realidad carismática se conciba paralelamente a la
vida de la Iglesia y no en una referencia ordenada a los dones jerárquicos”.
Hasta aquí el extracto de
los párrafos de Iuvenescit Ecclesia
que tienen una relación más directa con la prelatura personal de la Santa Cruz
de la que estamos hablando.
A la vista de estos
textos queda patente la chapuza del artículo de Pipe Navarro y la poca decencia
de este al prestarse, desde su cargo institucional, a firmar un esperpento así.
Verdaderamente lamentable.
Un detalle. El artículo
de Pipe ha sido publicado en la revista digital Omnes. ¿Qué es Omnes?
Omnes es la revista
Palabra, una revista del Opus para curas, que tras 50 años de publicación
cambió el nombre por “Omnes” hace unos cuatro años. Mal tiene que estar una
revista para, después de ese tiempo – que normalmente suele dar solera – tenga
que cambiar el nombre y le ponga otro que indica “Todos” en vez de solo los
curas, ya que “Palabra” evocaba “predicación de la Palabra de Dios, tarea
propia del sacerdote”, mientras que “Omnes=Todos” evoca también a los laicos
¿tendrá este cambio alguna relación con ese afán de intentar evitar que en la
opinión pública calase que la prelatura personal de la Santa Cruz es una
organización exclusivamente clerical?
No sé, el hecho es que
Omnes es uno más de los medios de comunicación interpuestos del Opus Dei que
forman parte de la voz de su amo y sirven para decir cosas que no pueden/no
quieren decir abiertamente.
En vez de que Ocáriz haya
dicho las tonterías aparecidas en Omnes, al final, estas terminan publicadas en
una revista digital que no se sabe quién la dirige ni de quien depende (depende
del Opus Dei y mandan en ella los directores del Opus Dei), y dichas tonterías
aparecen firmadas por un desconocido para la mayoría de la gente llamado Luis
Felipe Navarro, pero que a renglón seguido exhibe sus galones de “Rector de la
Universidad Pontificia de la Santa Cruz, Profesor de Derecho de la Persona,
Consultor del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida”, los cuales dan
cierto prestigio ante quien lee el artículo y en consecuencia, quien lo lee
tiende a no pensar que está mintiendo como un bellaco y que en el fondo es la
voz de su amo, Fernando Ocáriz Braña, que no da la cara porque si la diera, en
vez de esa “aceptación filial” que expresó en el mensaje que emitió sobre el
motu proprio del Papa, quedaría con el culo al aire su desobediencia a la Santa
Sede, además de su ignorancia acerca de la eclesiología del Concilio Vaticano
II.
Pero la realidad es que
el artículo de Pipe Navarro es la posición oficial del Opus Dei, incluso hasta
el punto de que es muy dudoso que el propio Pipe Navarro lo haya escrito además
de firmarlo. Pipe, di la verdad: ¿lo has escrito tú o te lo han escrito y tú lo
has firmado en razón de la santa obediencia?
Claro que, tal y como
están las cosas, si no lo hubieras escrito tú y te hubieras negado a firmarlo,
probablemente el asiento que tienes bajo el trasero empezaría a moverse de
forma inquietante…
Sea como fuere, es una
pena que haya quien no tiene el pudor de exhibir sus galones al final de una
porquería de artículo como ese.
No, eso no es un rector,
es simplemente un pobre hombre.
Un detalle final sobre
este artículo. Si nos fijamos en la foto que lo acompaña en la revista Omnes,
vemos al Papa sonriente y a Ocáriz y Fazio con cara de abatidos. Parece como si
Ocáriz estuviera diciendo más o menos: “joé, yo
quería ser obispo, coño”, mientras que Fazio parece estar diciendo algo así
como “la hemos cagado”.
Por el contrario, el Papa
parece que tiene un ademán sonriente y como de infundirles ilusión. Además, hay
un detalle: el Papa les ha recibido en la esquina izquierda de la mesa de su despacho,
no con la mesa interponiéndose entre él y los que está recibiendo.
Este gesto el Papa lo
suele tener con la gente a la que quiere manifestarle un afecto añadido. De
hecho, si vemos otras fotos de entrevistas anteriores de Ocáriz-Fazio con el
Papa, como la de 30 de enero de 2021, por ejemplo, vemos que, en esas otras
recepciones, Ocáriz y Fazio están tras la mesa. Ahora no, están en los asientos
de la esquina, sin mesa por medio, más cercanos al Papa.
Ocáriz, agradécele ese
gesto al Papa. Es una muestra de cariño hacia ti y hacia Fazio. Es una muestra
de confianza y de que el Papa TODAVÍA espera cosas buenas de vosotros (que ya
es esperar).
Sí, es verdad que cuando
fuiste nombrado prelado te faltó tiempo para exhibir las insignias episcopales
que no te correspondían, y el Papa poco a poco os está situando en vuestro
sitio. No es que os haya dado un palo, es que os está situando donde os
corresponde estar.
Es verdad que has tenido
“salida de caballo percherón y llegada de burro sarnoso”, pero también es
verdad que vuestro fundador se veía a sí mismo como un “burrito sarnoso”, y en
esa historia ñoña del borrico que tanto lleváis a la oración los del Opus, os
volvéis locos de alegría por ser un borrico de noria y por ser vuestro gozo el
trabajar.
En el fondo tenéis lo que
deseáis.
¿Que el nombramiento de
protonotario apostólico supernumerario es un premio de consolación para
quienes, queriendo la mitra episcopal, no la han logrado, al igual que le pasó
a san Josemaría, quien tras 20 años luchando por ser obispo, se quedó en
prelado doméstico de Su Santidad? Puede ser.
Pero no me negarás que
este nombramiento, con derecho a ser llamado “reverendo monseñor” no está nada
mal. Menos da una piedra. Imagínate que te hubieras quedado de curilla raso y
que no tuvieras derecho a llevar nada más que una sotanilla o un clerygman de medio pelo.
Agradécele al Papa esa
distinción y esa dignidad. (noto que todavía no le has agradecido al Papa esa
dignidad). No seas desagradecido, que ahí en Roma, llevar algún modelito clerical
en el que se manifieste que se es algo más que un curilla,
es algo que vale la pena. Ya se sabe que, en Roma, si miras hacia adelante y no
ves un cura, y miras hacia atrás y tampoco ves otro cura, el cura eres tú.
Te voy a hacer una
confidencia, Ocáriz. Yo, desde mi más tierna infancia, siempre he querido ser
protonotario apostólico supernumerario y que me llamen reverendo monseñor.
Siempre lo he deseado desde pequeño. Además, viendo el modelito que aparece en wikipedia, creo que llevar esas insignias es como para
correrse de gusto. Espiritualmente hablando, se entiende.
Un cura de mi colegio, el
padre Miguel, nos decía que él pensaba que lo primero que hizo el hombre al ser
puesto en el paraíso fue dar saltos de alegría y bailar por el gozo de vivir.
Yo creo que lo que más se
parece a esa sensación que describía el padre Miguel es ser nombrado
protonotario apostólico supernumerario y vestirse como tal. Pruébalo a solas en
tu cuarto. Seguro que te da un orgasmo, por supuesto, espiritual. Y ponte a
bailar, aunque sea solo. Y a dar saltos de gozo, como hacía Peter Sellers en la
película El Guateque, cuando se pone un mono de color naranja al haberse mojado
el traje que llevaba, y se pone a bailar suelto con ese mono, y a dar saltos de
inmensa alegría, no se sabe si por lo bien que le sentaba el mono o porque
estaba bailando con la chica de la que en el fondo se había enamorado.
¡Ah! y no te duermas en
los laureles. Muévete rápido con lo del congreso general especial, que está
claro que al Papa no le vas a tomar más el pelo, y como te pongas a remolonear,
se te va a ver el plumero y – te repito – no está el horno para bollos y los
nuevos estatutos del Opus tienen que estar para ya.
Otra cosa: El anillo
episcopal, la mitra, el báculo, el pectoral y demás arreos episcopales, ponlos
a la venta en wallapop, ebay,
todocolección o vinted.
Así, además de sacar un dinerillo por ellos, llevaréis a efecto uno de los
“criterios” más predicados en meditaciones, charlas, círculos, cursos anuales y
convivencias: que los objetos que no usáis, deben ir al cuarto de recuperación
salvo que ya no vayan a ser usados por otro, en cuyo caso, hay que desprenderse
de ellos por pobreza.
Pues hala, a predicar con
el ejemplo.
Antonio Moya Somolinos