Aspectos críticos de la
praxis del Opus Dei
Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Junio de 2014
La siguiente es una breve síntesis
de los principales puntos críticos del Opus Dei observados o señalados por los
ex miembros abajo firmantes. Se trata de elementos constantes, que se repiten a
lo largo del tiempo y permanecen invariables.
EL DATO
1) Elevado número de miembros que
abandona la prelatura: es uno de los aspectos que más llama la atención de
quienes forman o formaron parte de esa organización. No hay estadísticas
oficiales, pero un alto porcentaje de los miembros deja la institución, incluyendo
a los que hicieron la “profesión temporal” (oblación) y la “profesión perpetua”
(fidelidad). La deserción no está vinculada a un período de tiempo en
particular. Es algo sistemático,
aunque su impacto está mitigado por el
secretismo. Las noticias de las salidas no se comentan jamás ni hay
despedidas de ningún tipo (se evita que los compañeros que conviven en la misma
casa presencien la salida). Los miembros se van de a poco, como un “efecto goteo”, y sin que los miembros registren el número global de personas
que se marcha a lo largo de los años. En cambio los ingresos sí se difunden
institucionalmente.
LA CUESTIÓN CANÓNICA
2) Engaño vocacional: quienes ingresan al Opus Dei están convencidos de que
llevarán un modo de vida plenamente laical, vinculados simplemente por un contrato de cooperación orgánica (CIC can.
296). Sin embargo, son progresivamente
inducidos a vivir –sin saberlo, por ignorar la naturaleza de la vida propia
de personas consagradas- según los modos
de vida de los religiosos. Muchísimos cánones del CIC correspondientes a
los Institutos Religiosos (Cann. 607
– 709) se aplican perfectamente a la
prelatura del Opus Dei, como por
ejemplo: el 671 (limitaciones profesionales),
el 668 (testamento), el 666 (uso
de la TV), el 665 (vida en común y su
dispensa), el 664 (confesión semanal), el 659 (preparación para el orden
sagrado) y el 629 (ausencia de los directores) aunque por otro lado el Opus Dei
no cumple con otros (can. 630, sobre
la libertad de dirección espiritual). Incluso la incorporación a la prelatura
se hace mediante una declaración propia
de un voto o vínculo sagrado, algo que los
laicos no saben (jamás se les
traduce literalmente la fórmula en latín que leen en voz alta) y que, por otro
lado, no se corresponde con la naturaleza de la prelatura (ni con las
obligaciones de los miembros contempladas en los Estatutos) sino -en todo caso-
con la de los institutos religiosos. Resulta extraño que se incorpore laicos a una estructura como la prelatura, que
no es un fenómeno asociativo, mediante una suerte de profesión temporal (oblación) y profesión perpetua (fidelidad). El compromiso de pobreza tiene
tanto alcance como el voto de pobreza de
los religiosos e incluso más. Esta ambigüedad jurídica provoca confusiones
y lleva a desengaños, que terminan en el abandono de la institución. Entendemos
que aquí estaríamos ante un caso de «falsedad
ideológica».
3)
Estatutos
inaccesibles: hasta el día de hoy,
los miembros de la institución no tienen acceso a los Estatutos de la Prelatura
redactados en latín ni a una traducción oficial en lengua vernácula. Lo mismo
sucedió anteriormente con las Constituciones de 1950. Los miembros pasan toda
su vida sin conocer el reglamento principal que los rige. Sólo tienen acceso a
lo que el Opus Dei llama “Catecismo de la Obra”, el cual es presentado como “un
compendio” de los principales aspectos de los Estatutos. En realidad, es mucho más que eso: por ejemplo, en
el Catecismo se establece que los miembros célibes deben hacer testamento antes
de la Fidelidad o entregar todo su salario y los Estatutos nada dicen de ello ni mandan nada al respecto. Dicho “Catecismo” (varias veces modificado)
debería ser revisado y supervisado por la Santa Sede, así como también
tantos otros documentos de gobierno, los cuales establecen disposiciones que no
aparecen en los Estatutos, como por ejemplo la obligación (“consejo imperativo”
se les llama) de confesarse exclusivamente con sacerdotes del Opus Dei.
RESPETO POR LA CONCIENCIA
4) Ausencia de plena libertad para
ingresar y egresar de la prelatura: es una
experiencia compartida por demasiados ex miembros la falta de verdadero discernimiento para ingresar y la falta
de plena libertad para abandonar la organización. Existen muchas presiones,
tanto para entrar como para evitar las salidas. La coacción es principalmente moral y emocional, con argumentos
religiosos (que hacen a la salvación eterna) y argumentos psicológicos (que
hacen a la felicidad, con verdaderas maldiciones
hacia quienes se marchan, por ej. tener hijos autistas, con cáncer, etc.).
Dicha praxis está avalada por una doctrina escrita por el mismo fundador, quien
compara el Opus Dei con la barca de la Iglesia, y por lo tanto, la salida del
Opus Dei como abandonar a Dios (Cfr. Meditación “Vivir para la Gloria de Dios”,
1972). Salir del Opus Dei ha sido
traumático para la mayoría.
5) El proselitismo: la búsqueda de nuevos prosélitos
está - de hecho - por encima de cualquier otra meta corporativa, incluso por
encima de la búsqueda de la santidad y la salud espiritual de quienes ya son
parte del Opus Dei, objetivos éstos más bien solitarios e individuales.
6) Los menores y el proselitismo: habría que señalar dos
cuestiones aquí. Los menores son llevados a asumir compromisos propios de adultos
a partir de los catorce años y medio, impidiéndose un verdadero proceso de
maduración y discernimiento interior. Al menos hasta hace poco, a quienes
recién ingresaban como “aspirantes” (figura jurídica con la cual el Opus Dei
denomina a los menores que ingresan) se les aconsejaba ocultar su condición de
miembros frente a sus padres (vale la pena citar aquí Directivas para el Opus Dei dentro de la diócesis de Westminster,
establecidas por el Cardenal Hume en 1981). Los menores, a su vez, son altamente
influenciables por los directores, quienes se presentan como representantes de la Voluntad de Dios,
por lo cual, el grado de libertad que tienen dichos menores para decidir su
ingreso al Opus Dei se ve altamente reducido. Les falta información y les falta
libertad para tomar una decisión que se les exige de por vida. Es muy
probable que esta sea otra de las razones por las cuales tantos abandonan el
Opus Dei con el paso de los años.
7) Gobierno de las conciencias: otro de los aspectos críticos
del Opus Dei es el recurso a la Voluntad de Dios para gobernar. Ello supone una enorme presión para la conciencia de
cada miembro, que debe obedecer a los
directores en razón de que se presentan como representantes de la Voluntad de Dios. Esto es causa de que muchos
se entreguen de forma extremadamente generosa y al mismo tiempo se los conduzca
así hacia un proceso de autodestrucción personal, del cual se toma conciencia
pasados muchos años. De más está aclarar que también es causa de muchos
abandonos de la práctica religiosa e incluso de la religión católica.
1) Una función esencial de la
dirección espiritual es la de ser un medio
privilegiado de información para los superiores. Por ejemplo, a partir de
una nota de gobierno denominada 20/80 el Opus Dei empezó a exigir a los
directores espirituales que averiguaran si algún miembro había cometido aborto
y lo informaran con nombre y apellido. Los directores espirituales informan permanentemente a los
superiores sobre aquellos aspectos de la intimidad de las personas que los
superiores consideren necesario saber, mediante informes escritos.
2) En el Opus Dei la dirección espiritual está sometida a los
fines de gobierno y no al servicio de las almas, lo mismo que el apostolado está sometido al proselitismo.
Finalmente habría que señalar la falta
de libertad para elegir el director espiritual, cambiarlo cuando mejor
parezca, elegir la regularidad de esa dirección espiritual (semanal, quincenal,
mensual, etc.), o incluso el contenido de la charla o dirección, o decidir no
tenerla. Lo mismo para elegir confesor y periodicidad de la confesión.
SALUD MENTAL
9) Demasiados miembros sufren depresión
(o algún tipo de enfermedad psiquiátrica o psicológica): aunque la prelatura quiera
quitarle importancia al problema, diciendo que se trata de una tendencia
mundial, lo cierto es que la vida ascética y espiritual propia del Opus Dei,
lejos de ser un remanso, no parece ser efectiva a la hora de promover una sana
vida psicológica. En muchos casos promueve hábitos
obsesivos, porque exige repetición mecánica de acciones y una obediencia
ciega. Teniendo en cuenta lo dicho en el acápite 2, habría que recordar aquí la
validez del canon 689, § 2 in fine.
10) En concreto, la presión que sufren sus conciencias
(coacción moral) para conseguir
prosélitos y someterse a una disciplina
religioso-conventual (llevada al
extremo a través del «holocausto del yo», modelo de vida muy
diferente al plenamente laical prometido) pareciera ser una de las causas
principales del elevado número de estos problemas psicológicos/psiquiátricos.
a)
Atenta contra la salud mental la realidad disociada que fomenta el Opus Dei: para ingresar a la
prelatura exige la condición de no ser jamás religiosos, pero luego impone una
disciplina y prácticas propias de religiosos, al mismo tiempo que niega categóricamente su existencia. Del mismo
modo, para ingresar como numerario o agregado, exige no tener vocación
sacerdotal, pero luego establece que «todos están dispuestos a ordenarse»
(Catecismo, 5. ed, n. 44.).
b)
Un aspecto no menos preocupante es el recurso a psicofármacos
para resolver “problemas de vocación”. La mayoría pareciera no tolerar
o no adaptarse bien a la disciplina religioso-conventual. En lugar de
buscar la raíz del problema, hablando con un director espiritual libremente elegido y con un terapeuta también libremente elegido, el Opus Dei
lo soluciona con pastillas.
c)
Otro aspecto inquietante es la falta de privacidad entre el paciente y el psiquiatra: los
directores se informan directamente a través del psiquiatra (obedeciendo a una
praxis escrita en los vademécums del Opus Dei), y en no pocos casos, sin que el
paciente lo sepa ni dé su consentimiento para ello. Si un paciente le comenta
al psiquiatra (usualmente también del Opus Dei) sobre dudas de vocación, el
psiquiatra tiene el deber de informar a los directores.
11)
El engaño vocacional (acápite 2) es causa de depresiones, porque se toma conciencia
de que se ha entregado la vida entera a
cambio de una defraudación, provocando un gran vacío existencial.
LA SALIDA
12) Falta de ayuda psicológica y
económica para quienes abandonan la prelatura: conforme a las enseñanzas del
fundador del Opus Dei, quienes abandonan la prelatura cometen un gravísimo
acto, incluso de traición. Se los compara a Judas ( cfr. Carta A. del Portillo,
19-III-1992). Esta mentalidad hace que sea impensable para la Institución
brindarles ayuda a quienes deciden dejarla. Por lo tanto, los que, por razones
psicológicas o de conciencia, deciden abandonar la prelatura, no suelen recibir ningún tipo de ayuda, más bien
todo lo contrario (yendo en contra del espíritu señalado en el CIC, canon 702, § 2). Se les dificulta
la salida (cfr. acápite 4)
13) Cuando ya están afuera –salvo
excepciones- se los deja desamparados, incluso cortando toda ayuda para
continuar los tratamientos psiquiátricos o psicológicos que venían recibiendo
antes de su salida. Resulta notable que tampoco reciben ayuda quienes,
aconsejados por la Prelatura, abandonan la institución: salvo excepciones, no
se les auxilia para rehacer sus vidas de ninguna forma, por lo cual se sienten
desamparados. Todo el marco de referencia afectiva que la Institución parecía
brindar, a cambio de la entrega más absoluta, desaparece instantáneamente y
pasan a ser consideradas almas “perdidas” para siempre. Habría que incluir
también a aquellos que son apartados de la Prelatura sin mediar causa grave,
yendo en contra del CIC, canon 696 § 1 (aplicable
a la prelatura según lo explicado en el acápite 2). Da la impresión de que el
Opus Dei usa y descarta a las personas como si fueran cosas.
14) A todo esto se suma que, además de
no contar con la ayuda del Opus Dei, la mayoría de los miembros ha sido
compelido a distanciarse de su familia de origen, ya que esta pasa a segundo
grado por debajo de la "familia del Opus Dei". En muchos casos la
intransigencia del Opus Dei genera confrontaciones o disputas familiares que
agravan la situación del miembro a la hora de la salida.
15) Falta de adaptación: los miembros numerarios/as que
abandonan la prelatura pasan por un proceso de “adaptación al mundo”, algo que
no debería suceder si hubieran vivido como laicos en vez de vivir como
religiosos (cfr. acápite 2 sobre Engaño vocacional). Posiblemente ello se deba
a la estricta obediencia, impuesta por el Opus Dei, que implica consultar todo tipo de cuestiones, desde
grandes decisiones hasta minucias, restringiendo de esta manera la
capacidad de tomar decisiones por cuenta propia y fomentando así un grado de inmadurez afectiva e inexperiencia
notables. Hay que tener en cuenta que muchos numerarios/as nunca han tenido un
trabajo externo sino ocupaciones internas (es decir dentro de los centros u
oficinas del Opus Dei), lo cual limita más aún la experiencia laboral y
conocimiento del mundo. De esta manera, al abandonar la prelatura, no pocos
miembros terminan en una situación ruinosa, sin los medios adecuados para adaptarse rápidamente a la nueva
situación y sin ayuda alguna por
parte de la prelatura. El Opus Dei crea esa situación y no suele hacer nada
para remediarla ni reconocerla.
CONCLUSIONES
16) Dimensiones del daño y defraudación: la extensa cantidad de ex
miembros permite plantear la existencia de un grave problema dentro de la misma prelatura, que iría más allá de
las fallas personales de cada persona que abandonó dicha institución o de las
personas que estuvieron a cargo de la dirección espiritual de los mismos, para
tornarse un problema crónico y
estructural.
17) Esas grandes pérdidas de
vocaciones incluyen un daño generalizado,
que se manifiesta en depresiones o diversas patologías psiquiátricas, pérdida
de fe y otras con un gran sentimiento de defraudación personal y culpa, por
haber dejado allí los mejores años de sus vidas (su dinero, sus proyectos
profesionales, su salud, sus nobles ilusiones cristianas, etc.) a cambio de lo
que consideran un engaño.
18) El daño generalizado se podría vincular con la defraudación esencial en lo que hace a la vocación y no es difícil
considerar a un gran número de vocaciones como inexistentes y de lo cual el
Opus Dei debería responsabilizarse. El
daño suele ser proporcional al compromiso que se les exigió a cada uno y
según la forma en que respondieron: una compromiso radical, un vaciamiento total (un holocausto del yo,
quemando las naves, en palabras del fundador del Opus Dei) y una confianza
ciega en la institución, creando así una peligrosa situación de vulnerabilidad e indefensión frente a la vida y frente a la propia organización.
19) El daño está relacionado también a la desprotección por parte de la
prelatura, creando, en quienes salen
al mundo sin la ayuda del Opus Dei ni los recursos propios por habérselos
entregado al Opus Dei durante su permanencia en la Institución, el
sentimiento de haber sido objetos de una crueldad. El grave problema, entonces,
sería doble: defraudación y desprotección.
20) El Opus Dei difícilmente cambiará si
no es forzado a ello: el objetivo de este escrito es
puntualizar algunos aspectos críticos del Opus Dei, el daño que produce en
tantas conciencias y la necesidad de ponerle un freno a ello. Pero, en la
medida en que al Opus Dei se “le sugiera” cualquier cambio, el Opus Dei buscará
por todos los medios esquivar las indicaciones de la Santa Sede, con una enorme
delicadeza pero sin ningún tipo de escrúpulos, porque considera que “todo lo
que es fundacional es Voluntad de Dios” y, por lo tanto, no puede ser cambiado
por ninguna autoridad sobre la Tierra. Por si quedaran dudas, el futuro beato
Álvaro del Portillo expresó explícitamente una maldición sobre quien se
atreviera a cambiar algo divino del Opus Dei: «[si alguno intentara] desviar la Obra de las características
divinas con que nuestro Fundador nos la ha entregado, que el Señor lo confunda
(...) si [alguno] pretendiese desvirtuar la Obra de Dios (...) se haría
acreedor a la maldición divina» (A. del Portillo, carta, 30/9/1975, n 39).
21) Resumiendo: habría que estudiar hasta qué
punto no ha habido una sistemática
actitud de dolo en ese modo de actuar tan peculiar del Opus Dei
(caracterizado por su opacidad y su ambigüedad). El Opus Dei no es lo suficientemente claro con sus
miembros, especialmente en todo lo relativo al modo de vida secular de la
vocación y en muchos casos induce a la
confusión y contradicción (cfr. acápite 3), por lo cual se puede decir que
habría defraudado la nobleza y la lealtad de quienes se entregaron (y se
entregan) en un acto de generosidad
cristiana poco común, provocando -en excesivas oportunidades- una verdadera ruina espiritual y psicológica, llevando
a muchos a abandonar la religión y hacer odiosa a la Iglesia. Además, pareciera
no atenerse a las leyes canónicas
(por ejemplo en la separación entre dirección
espiritual y gobierno, o en lo que hace al ingreso de menores de edad que asumen compromisos de adultos) y actuar de
manera engañosa frente a los miembros y la Santa Sede (por ejemplo modificando sus Estatutos a través de su
“Catecismo” interno, señalado en el acápite 3).
Aparentemente el Opus Dei no ha
hecho nada, durante décadas, por evitar la abundante pérdida de miembros. Es
razonable pensar que el Opus Dei tiene responsabilidad en ello, e incluso daría
la impresión de beneficiarse de ese lento y constante reciclaje de personas, quienes han dejado allí sus mejores años y
todos sus ingresos económicos ganados y obtenidos durante ese tiempo. Se
marchan con las manos vacías y sin recibir ninguna ayuda.
Es difícil no ver una actitud dolosa en todo ello.
A modo de síntesis: De manera habitual el Opus Dei hace una propaganda seductora y engañosa
de la vocación, acepta el ingreso de personas que no están preparadas para
vivirla, produciéndoles por ello un gran daño, y luego, cuando ya no son
útiles, las abandona o induce a que se marchen por su propia iniciativa. De
esta manera, defrauda la generosidad cristiana de tantas mujeres y hombres, sin
que nadie tenga posibilidad de reclamar nada.