Opus Dei y Masonería
Carlo María
Premisa.
¿El Opus Dei es una Masonería? La
idea de hipotizar una respuesta exhaustiva a tal pregunta en un primer momento
me pareció muy difícil, por no decir imposible. Pero luego me he documentado
(con internet no es difícil), y he
descubierto algunas coincidencias sorprendentes.
Las hipótesis que se van a expresar,
respetando la libertad religiosa de cada uno, representan por otra parta solo
una de las posibles lecturas, una síntesis exclusivamente personal de lo que
está difundido, por así decirlo, en cualquier anécdota de la vida vivida, en la
documentación recogida aquí y allí, y en los testimonios publicados por los “ex”, que han tenido una experiencia
directa y presentan contenidos más intensos que lo que se relata.
Especialmente en el extranjero, han
mantenido un gran debate publicaciones como: Maria del Carmen Tapia (que tenía
un encargo de dirección muy alto, directamente en contacto con el fundador),
Tras
el umbral. Una vida en el Opus Dei, tradución italiana de Baldini
e Castoldi, Milano 1996. - V. Feltzmann, in P. Hertel, I segreti dell’Opus Dei. Documenti e retroscena,
traducida al italiano por Claudiana editrice, Torino 1997 - Ana Ananza
Elìo, Diecinueve
años de mi vida caminando en una mentira: Opus Dei), Grupo
Editorial El Olivo, Ubeda 2004. En
Italia los testimonios publicados recientemente por Ferruccio Pinotti, Opus Dei segreta, BUR, Milano 2006 y Emanuela Provera, Dentro l’Opus Dei, editorial Chiarelettere,
Milano 2009 provocan escalofríos. En internet en la web www.opuslibros.org en España y en www.odan.org (Opus Dei Awareness Network) en USA se pueden leer una gran cantidad de testimonios
e informaciones espantosas.
Esta posible lectura no va contra la
Iglesia católica, sino, por decirlo con el Card. Martini, es para una iglesia abierta[1],
es decir para una fe libre, o, por decirlo con san Juan de la Cruz, formula una
hipótesis reconstructiva en esta noche
oscura en que el Amado pone a prueba
la fe de su esposa en los trabajos y en las tribulaciones[2],
realizada por quien desde estudiante universitario con poco más de veinte años,
tuvo allí un quehacer, pero que con veinte años de distancia, es cuando se le
empieza a caer la venda de los ojos. Cada uno por tanto sea libre de pensar de
modo distinto, tanto en sentido positivo como negativo.
En este punto de vista, se tratará
de : 1. El Reino de Dios - 2. Analogías -
3. Aspectos controvertidos: El itinerario jurídico del Opus Dei - 4. Ignorancia
voluntaria - 5. Fanatismo religioso: 5.1. castidad, 5.2. pobreza, 5.3.
obediencia, 5.4. fe, 5.5. caridad, 5.6. A.O.P., 5.7. estudio, trabajo, orden,
alegría - 6. Ambiciones sociales - 7. Conclusiones.
*
1. El Reino de Dios.
Opus Dei, ¿o más bien “Opus non
Dei”? Es decir, ¿obra de Dios o más bien no? Para poder responder a tal
pregunta primero habría que entender a qué se debe calificar o no como Reino de
Dios.
Nadie se ofenda si nos
permitimos subrayar que el Reino de Dios ha sido definido de varios modos en el
Antiguo Testamento, Isaías profetiza que Preparará
el Señor de los ejércitos para todos los pueblos, sobre esta montaña, un
banquete de manjares suculentos, un banquete vinos excelentes, de
comidas sabrosas, de vinos refinados. El arrancará sobre esta montaña el velo
que cubría la faz de todos los pueblos y el paño tendido sobre todas las
naciones. Eliminará la muerte para siempre; el Señor Dios enjugará las lagrimas
de todos los rostros (Is 25, 6-8). Por tanto se habla de “manjares
suculentos” y “vinos
excelentes”, “comidas sabrosas” y “vinos refinados”. Por el contrario, en el
Nuevo Testamento san Pablo declera que El
Reino de Dios no es cuestión de comida o de bebida sino que es justicia paz y
alegría en el Espíritu Santo (Rom 14, 17), Parece bastante decepcionada la
expectativa de “manjares suculentos” y “vinos excelentes”.
Con una orientación intermedia, sin
embargo, en el Evangelio, a propósito del carácter transcendente del Reino de
Dios, Jesús dice que En la resurrección
no se toma ni mujer ni marido, sino se es como ángeles en el cielo (Mt
22,30). Por tanto no dice si habrá veinte vírgenes esperando a cada uno de los
justos, sino que, aunque estuvieran allí las veinte vírgenes, permanecerán
vírgenes. Durante la Última Cena, dice también que En verdad os digo que no beberé más del fruto de la vid hasta el día en
que beba el vino nuevo en el reino de Dios (Mc 14, 25). Por tanto, así como
en el episodio de las Bodas de Caná (Jn 2, 1-11) no dice si se trató de
Valpolicella, Piamonte, Toscana, Burdeos, Borgoña, Alsacia o Champagne
(incluso, por anticipar el tema, un aragonés Ribera del Duero), sino que dice
que, en todo caso, beberá “de nuevo” del “fruto de la vid”, como había
profetizado Isaías. Consuela más. También en otra ocasión Jesús, se apareció a los suyos
después de resucitar, y les dice: ¿tenéis
algo para comer? Y le ofrecieron un
trozo de pescado asado. Él lo tomó y lo comió delante de ellos (Lc 24,
41-43). Por tanto se podrá poner también una esperanza en la parrilla de peces.
No serán los manjares suculentos de Isaías, pero no está mal, incluso es más
dietética.
Pasemos a un plano más
abstracto. El ritual de la solemnidad de Cristo Rey en el misal define el Reino
de Dios como reino de verdad y de vida,
reino de santidad y de gracia, reino de justicia, de amor y de paz.
Por otra parte en un antiguo ritual masónico se habla de reino de la libertad y de la razón, de la justicia y del amor.
Estas dos definiciones, aunque por caminos distintos, tienden al mismo
objetivo, que es la “justicia” y el “amor” en el mundo, aunque sea diferente su
fundamento: “verdad y vida”, “santidad y gracia” en el primer caso, “libertad”
y “razón” en el segundo. Veremos dentro de poco cómo “verdad y “santidad” se
interpretan en el Opus Dei. Lo que interesa subrayar es que, de la misma
manera, también entre Opus Dei y Masonería se pueden encontrar sorprendentes
analogías, y al mismo tiempo radicales divergencias, tanto en los métodos como
en cuanto a los fines.
*
2. Analogías
Comencemos por las analogías.
Analogía de fines. En todo el mundo es manifiesta de la imagen de la pirámide
con el vértice iluminado, representada también en el dólar americano. El Opus
Dei utiliza un versículo del Evangelio de Juan (de esos poco comentados, que en
la Iglesia habitualmente no se leen), en que Jesús dice: Y yo, cuando sea elevado sobre la tierra, atraeré todos hacia mí
(Jn 12, 32). El siguiente versículo explica: Esto lo decía para indicar la clase de muerte con que había de morir
(Jn 12, 33). El fundador del Opus Dei en cambio (san Josemaría Escrivá de
Balaguer y Albás, español aragonés) explicaba ese versículo en el sentido que Jesús recuera a todos que “cuando sea
elevado sobre la tierra”, cuando me hayáis colocado en la cumbre de todas
las actividades de la tierra, entonces atraeré todo hacia mí. Significa
que la finalidad del Opus Dei es la de colocar a Cristo (o mejor, atención: la
versión del cristianismo de Escrivá), en la cima de toda actividad, o sea,
tener a sus propios “miembros” en la “cumbre” de toda profesión, para después
atraer a todos en la misma dirección. Aunque haya diversidad en la simbología,.
Allí hay una cierta analogía con la pirámide del vértice iluminado.
Analogía de métodos. El texto
base de Escrivá, que contiene 999 puntos de meditación, en lengua italiana se
llama Cammino (en el original español
Camino, en inglés The way; por esto, probablemente, en la
traducción a la lengua italiana del Codice
da Vinci de Dan Brown se habla de la Via).
Pues bien, en el punto de meditación º 833 de Camino, en el capítulo llamado Táctica,
se lee textualmente: Caudillos!...
Viriliza tu voluntad para que Dios te haga caudillo. ¿No ves cómo proceden las
malditas sociedades secretas? Nunca han ganado a las masas. -En sus antros
forman unos cuantos hombres-demonios que se agitan y revuelven a las
muchedumbres, alocándolas, para hacerlas ir tras ellos, al precipicio de todos
los desórdenes... y al infierno. -Ellos llevan una simiente maldecida. Si tú
quieres..., llevarás la Palabra de Dios, bendita mil y mil veces, que no puede
faltar. Si eres generoso..., si correspondes, con tu santificación personal,
obtendrás la de los demás: el reinado de Cristo. El texto hace enfadarse
tanto a los católicos, que no aceptan ser considerados una sociedad secreta,
como a los masones, por la concepción negativa de la Masonería. Pero si lo analizamos
con frialdad, el autor quiere que los suyos actúen precisamente como los que
califica de “maldita sociedad secreta”: “nunca han ganado a las masas”, dice,
es decir, están constituidos por un número de “miembros” exiguo en relación con
el número de personas que componen la sociedad, y “en sus antros”, o sea en sus
propias sedes, “ forman unos cuantos hombres”, es decir desarrollan una
actividad esencialmente de “formación” de sus propios “miembros”, que después
“se agitan y revuelven a las muchedumbres... para hacerlas ir tras ellos”, o
sea, iluminando la sociedad con su pensamiento, como la pirámide con la punta
iluminada, o intentan atraer todo a sí, como la cruz en la cumbre de todas las actividades humanas: esta es la actividad
de “formación” (algunos la llaman “formateo”) que se desarrolla en los antros, llamados “centros”, a cualquier
nivel, del Opus Dei.
Otras analogías se pueden
descubrir en el hecho de que los “miembros” se llaman entre ellos “hermanos”, y que no manifiestan la
pertenencia propia o de los “hermanos”, para evitar el riesgo de discriminación
en la realidad profesional determinada por su pertenencia. ¿Secreteo? Pues no,
¡no hay secretos! ¿Reserva? Pues no, se usa el término “naturalidad”, o bien el
más elegante de discreción.
De los testimonios publicados
por los “ex” “miembros” se aprende
sin embargo que las Constituciones internas de 1950 disponen que los miembros numerarios y supernumerarios
deben siempre mantener un prudente silencio respecto a los nombres de los otros
miembros; y ninguno debe revelar a otro que pertenecen al Opus Dei, y eso
con el fin de hacer más eficaz la labor
apostólica (art. 191), es decir, no para evitar el riesgo de discriminación
en las realidades profesionales, sino para acercar nuevos potenciales adeptos y
sondearle las características sin exponerse. Está prohibido hacer públicas las
Constituciones, las instrucciones internas y todo cuanto concierne al gobierno
de la institución (art.193). Ni siquiera internamente se conoce el
ordenamiento: alguien podría invocar alguna norma de allí a su favor.
A Escrivá le gustaba citar otro
versículo del Evangelio de los poco conocidos, en que Jesús enviaba a los suyos
diciéndoles: yo os mando como ovejas en
medio de lobos; sed pues prudentes como serpientes y sencillos como palomas
(Mt 10, 16).
*
3. Aspectos controvertidos: El itinerario jurídico del Opus Dei
Pasemos a algunos de los
aspectos más controvertidos.
La Masonería, según la
definición de un antiguo ritual inglés relatada por Dan Drown en el capítulo 6
de la novela El símbolo perdido, es
un sistema moral, oculto por alegorías e ilustrado por símbolos. Por tanto un
sistema ético.
Y el Opus Dei ¿qué es? ¿Un
movimiento? Pues no, nosotros no nos “movemos”. ¿Una orden religiosa? No, eso
es cosa del pasado: “los desafíos del mundo moderno exigen la intervención de
los laicos en la sociedad, por tanto nosotros no somos ni sacerdotes, ni
hermanos, somos laicos” ¿Entonces es una secta? Tampoco, estamos hablando de
una potente organización de la Iglesia católica. ¿Una asociación? No, tiene su
configuración jurídica particular en el ámbito del derecho canónico. Ah, ¿y
cuál es? Es una prelatura personal (esto se dice con aire muy culto). En ese
momento el interlocutor teme haber sido bastante indiscreto, ya no osa insistir
y se satisface con pensar que se trata de un grupo de “prelados” de los que se
cuentan prácticas religiosas un poco agobiantes, a disposición “personal” del
Papa.
En cambio, es el momento de
insistir. Prelatura personal significa que es una “porción del pueblo de Dios”
(es decir, de la iglesia católica), mandada por un Prelado (de ahí el nombre de
“prelatura”), que es además Obispo, que tiene una jurisdicción “personal”, es
decir no territorial, referido a la
persona que pertenece a la prelatura, en cualquier lugar en que se encuentre.
Una especie de diócesis extraterritorial. Simple, ¿no? ¿Y dónde está el truco?
En el Opus Dei se considera
fundamental el “itinerario jurídico” que ha llevado a esa configuración en el
ámbito del derecho canónico, y del que la prelatura se siente orgullosa y
celosa: en resumen: el Concilio Vaticano II había previsto la institución de
prelaturas personales a las que confiar
especiales encargos pastorales, y una vez prevista esa figura jurídica también
en el código de derecho canónico promulgado en 1983 en sustitución del de 1917,
se pudo realizar la “erección” en “prelatura personal”. Simple también esto
¿no? En ese momento, incluso el interlocutor más desconfiado se calma: ante el
derecho canónico... En cambio, conviene continuar mordiendo el hueso, sin
dejarse desviar.
Una tesis de fondo de la novela El Código da Vinci de Dan Brown se
contiene en el capítulo 7, donde se lee que Su
ascenso a la gracia había comenzado con un salto en 1982, cuando el papa Juan
Pablo II los había elevado de pronto a “prelatura personal”, dando así la
aprobación oficial a todas sus prácticas. Curiosamente, ese avance del Opus Dei
había ocurrido en el mismo año en que, por lo que se decía, la rica asociación
había transferido casi mil millones de dólares al Instituto vaticano para las
obras de religión -el IOR, comúnmente conocido como el Banco del Vaticano-
evitándole así una vergonzosa bancarrota. Con una segunda maniobra que había
hecho elevar muchas cejas, el papa había puesto al fundador del Opus Dei en el
“tren rápido” de la santificación, acelerando de este modo los procedimientos
para el nombramiento de santo y reduciéndolo de un periodo del orden de un
siglo a una simple veintena de años.
No por casualidad, los
testimonios publicados por los “ex”
refieren que en 1982-83 todos los directores nacionales invitaron a todos a
recoger dinero de todas las personas con las que estaban en contacto, asignando
incluso presupuestos concretos a cada miembro, y refieren haber asistido en los
años sucesivos a campañas económicas más específicas, pero ninguna comparable a
la de 1982-83. Hay quien defiende que las finanzas del IOR estuvieran a su vez
debilitadas por las ingentes financiaciones de Solidarnosc, el sindicato polaco que ha tenido históricamente la
función de contribuir a provocar la disgregación de los regímenes comunistas.
El corolario de la tesis de
fondo de la novela de Dan Brown está contenido en los capítulos 34 a 50, para
quien si un Papa manifestado de la parte
reformista del Colegio cardenalicio, que hubiera asumido la misión de rejuvenecer la doctrina del
Vaticano y poner al día el cristianismo para llevarlo al tercer milenio,
hiciera un día aflojar la “erección” de la prelatura personal, esta última
pondría en acto toda posible energía intelectual, económica y moral para tratar
de conferirle nuevamente la tersura. Por tanto, mordamos nuevamente el hueso, y
tratemos de completar una lectura alternativa de este “itinerario jurídico”.
Álvaro del Portillo, en aquella
época brazo derecho de Escrivá y después su primer sucesor, formaba parte de la
comisión del Concilio Vaticano II encargada de la redacción del texto de la “Presbyterorum ordinis”, el Decreto sobre el ministerio y la vida de los
presbíteros (es decir, los sacerdotes). Entre los pliegues de ese documento
incluyó la hipótesis de constituir prelaturas personales. ¿Pero cómo? ¿No se
trataba allí de los presbíteros? En el Opus Dei ¿no presumen de ser laicos? ¿Y
dónde se habla de eso?
Vayamos a leer la “Presbyterorum ordinis”: en el capítulo
II, El ministerio de los presbíteros,
título II, relaciones de los presbíteros
con los demás, en el párrafo 9, los
presbíteros y los laicos, no se habla de esto. Con una mirada maliciosa se
podría pensar que, quizás, hubiera podido saltar a la vista. Pero resulta que
en el capítulo II, título III, Distribución
de los sacerdotes y vocaciones sacerdotales, en el párrafo 10, solicitud por todas las Iglesias: en la
segunda mitad de un apartado dedicado a otra cosa, se lee en un determinado
momento que allí donde sea necesario por
motivos apostólicos, ha de facilitarse no sólo una distribución funcional de
los sacerdotes, sino también la actuación de peculiares iniciativas
pastorales a favor de diversos grupos sociales en determinadas regiones o naciones
o incluso continentes. Con esta finalidad podrá ser útil la creación de
seminarios internacionales, peculiares diócesis o prelaturas personales,
y otras instituciones por el estilo, a la que se podrán adscribir o incardinar presbíteros
por el bien de toda la Iglesia, según normas establecidas para cada una de
estas instituciones, y respetando siempre los derechos de los ordinarios
(es decir de los obispos) del lugar.
Con Pablo VI, papa de 1963 a
1978, no se hizo nada. Hasta el punto de que en una audiencia privada (bastante
conocida dentro de la prelatura), al preguntarle a Álvaro del Portillo,
convertido en sucesor de Escrivá, si había tenido algún problema, y habiendo
recibido como respuesta que “el problema es que nos estamos volviendo tantísimos”
(lo que en realidad significaba que tenía urgencia por obtener la configuración
jurídica que deseaba), Pablo VI se limitó a responder: “¿ése es todo el
problema?”, y a agradecer cordialmente al huésped por la visita.
Con Juan Pablo II, papa de 1978
a 2005, los tonos, como se ha resaltado, cambiaron: el 25.1.83 fue promulgado
el nuevo Código de derecho canónico; el 19.3.83 (menos de dos meses después) se
formalizó la decisión pontificia de “erigir” el Opus Dei en prelatura personal.
Vayamos a leer el Codex Iuris Canonici de 1983: en el
libro II, el pueblo de Dios, parte
II, se ocupa de la constitución
jerárquica de la Iglesia y, entre otras cosas, en el canon 369 dispone que La diócesis es la porción del pueblo de Dios
que se confía al cuidado pastoral del Obispo con la cooperación del presbiterio.
En el mismo libro II, el pueblo de Dios,
pero en la parte I, los fieles y por
tanto fuera de la parte II, dedicada a la constitución
jerárquica de la Iglesia, en el título IV se ocupa de las prelaturas personales. En particular,
allí está dispuesto que: canon 294 - Con
el fin de promover una adecuada distribución de los presbíteros o de realizar especiales
obras pastorales o misioneras para diversas regiones o para diversas
categorías sociales, la Sede Apostólica puede erigir prelaturas personales formadas
por presbíteros y diáconos del clero secular, oída las conferencias
episcopales afectadas. -canon 295 - 1. La prelatura personal está regida por
los estatutos realizados por la Sede Apostólica y a ella se le propone un
prelado como Ordinario propio, el cual tiene derecho a erigir un seminario
nacional o internacional, incardinar a los alumnos y promoverlos a las órdenes
con el título del servicio a la prelatura. -2. El prelado debe proveer tanto a
la formación espiritual de los que ha promovido con el titulo anteriormente
citado, como a su decoroso sostenimiento. -canon 296- Los laicos pueden
dedicarse a las obras apostólicas de una prelatura personal mediante
acuerdos estipulados con la misma prelatura; el modo de esa cooperación
orgánica y los principales deberes y derechos
con ella están determinados con precisión en los estatutos. Por
tanto una prelatura personal debe estar formada por prebíteros y diáconos, y la presencia de los laicos debe ser
sólo eventual y a nivel de cooperación externa.
Por el contrario, en el Opus Dei
los sacerdotes son el 2% de los miembros, no hay diáconos, y la presencia de
los laicos es esencial, hasta los niveles directivos más altos.
Además specialia opera pastoralia, o sea encargos pastorales específicos,
del latin specialis, contrapuesto a generalis, según lo que se lee en el
citado canon 294 y en el decreto del Concilio Vaticano II, deberían referirse a
una misión específicamente definida en el espacio y en el tiempo, con la finalidad
de una distribución equilibrada de los “presbíteros” en el seno del “pueblo de
Dios”. Y ¿cuáles serían las specialia
opera pastoralia que justificarían el estado de prelatura personal del Opus
Dei? Lo dicen los Estatutos de 1982: La Prelatura se propone dedicarse de hecho a
que personas de toda condición y estado de la sociedad civil, y sobre
todo los intelectuales, se adhieran con todo el corazón a los preceptos de
Cristo Señor y los pongan en práctica mediante la santificación del trabajo
profesional propio de cada uno, en medio del mundo, con el fin de que todo
esté ordenado a la Voluntad del Creador; y formar hombres y mujeres para
que ejerciten igualmente el apostolado en la sociedad civil (art. 2, par.
2). Para la realización de tal proyecto no bastarían siglos, significa quererse
instalar permanentemente en el interior de la Iglesia católica, no es
“distribución de los presbíteros” para una misión definida en el espacio y en
el tiempo.
Esa aplicación de las normas
jurídicas difícilmente pasarían ante un Tribunal civil, ya que no se sostiene
frente a un análisis severo en el plano lógico argumentativo. Se añade que,
según los testimonios de los “ex”,
las Constituciones de 1950, nunca hechas públicas, si bien formalmente
derogadas con la “erección” en prelatura personal, en realidad permanecen
vigentes dentro de la institución, ya que los Estatutos de 1982 no derogan las Constituciones de 1950, salvo que
esto no venga señalado expresamente. Hay que añadir lo referido por María del
Carmen Tapia, “ex” particularmente
creíble, ya que había colaborado directamente con Escrivá en el organismo
directivo mundial de la sección femenina, según la cual, cuando trabajaba en la
imprenta interna, la impresión del texto definitivo de las Constituciones de
1950 había sido mantenida en suspenso, para modificar el texto definitivo
después de que el Papa hubiera puesto su firma al final de la última página.
Obviamente, si los que tienen
jurisdicción en orden a la interpretación y aplicación del derecho canónico
quieren dejarlo como está, que lo hagan, también porque el asunto para la
prelatura parece de importancia vital, si han gastado sus mejores fuerzas
durante 35 años para obtenerla, para que se les permita, al contrario que los
religiosos: a) sustraerse de la jurisdicción de los obispos diocesanos, estando
ellos mismos regidos por un obispo, sujeto a su vez a la jurisdicción de la
congregación para los obispos, b) ejercitar actividades económicas.
Por esto parece razonable
suponer que, incluso sin imaginar los escenarios novelescos de Dan Brown,
alinearían a sus mejores inteligencias jurídicas y buscarían demostrar también
que la nieve es rosa, las rosas son negras y la tierra no gira alrededor del
sol, al contrario de lo que afirmaba en modo sacrílego Copérnico y Galileo, con
tal de destacar este aspecto: en caso de profundizar en los requisitos, de
hecho, podría resultar que no hay sitio para el Opus Dei tampoco en el actual
código de derecho canónico.
La hipótesis de fondo de la
novela El código da Vinci de Dan
Brown acerca de la importancia de la configuración jurídica de prelatura
personal aparece por tanto verosímil, aunque, a diferencia de las novelas El código da Vinci y El símbolo perdido de Dan Brown, no
existe la búsqueda de alguna palabra, file
o password perdida, di alguna sabiduría interior: allí la verdad existe ya,
yo soy el camino, la verdad y la vida (Io 14, 16), en ningún otro está la salvación (Hechos 4, 12), e incluso de la
Sagrada Escritura se comentan siempre los mismos pasajes, siempre de la misma
manera: una especie de “Evangelio según Escrivá”, cuyo único mérito sea
reproducir fielmente al copión.
Pero no anticipemos el contenido
de los próximos capítulos y continuemos con orden la reseña de los aspectos
controvertidos.
4. Ignorancia voluntaria.
El desarrollo interior propuesto
por la Masonería lleva a abarcar libremente todo campo del conocimiento, sin
limitaciones dogmáticas.
Pero entonces, ¿por qué entra
uno en el Opus Dei? Esta pregunta la habré escuchado al menos 300 veces. ¿Qué
es lo que atrae? Es la propuesta de un cristianismo robusto: no el de las
parroquias, de un movimiento cualquiera, o de las hoy marchitas órdenes
religiosas... o al menos es lo que te hacen creer. No es tampoco la credulidad
del que va a una bruja y le da mucho dinero a cambio de la promesa de evocar a
un espíritu satánico para que le proporcione sexo, dinero, éxito y felicidad,
para descubrir después que ni había evocado al espíritu, ni los beneficios se
habían producido realmente, y denunciar a la bruja por haberse quedado el
dinero (hecho acaecido realmente en los años 90 ante el Tribunal de Milán).
¿Habéis visto el itinerario de la entrada en el derecho canónico? Veamos ahora
el itinerario de la entrada en la vida de cada uno.
En el punto 1. de meditación de
Camino, en el capítulo inicial, titulado “carácter”,
se lee: Que tu vida no sea una vida
estéril. -Sé útil. -Deja poso. -Ilumina, con la luminaria de tu fe y de tu
amor. Borra, con tu vida de apóstol, la señal viscosa y sucia que dejaron los
sembradores impuros del odio. -Y enciende todos los caminos de la tierra con el
fuego de Cristo que llevas en el corazón. Y en el punto 999 se lee: ¿Que cuál es el secreto de la perseverancia?
El Amor. -Enamórate, y no “le” dejarás. Por tanto se ve aquí una fortísima
implicación emotiva, ligada a horizontes de significado de la propia
existencia. Este hecho puede contribuir a explicar también la intensidad del
odio de los “ex”, después de la
desilusión.
Y en el punto 1. de meditación
de Forja (similar a Camino), en el capítulo inicial, titulado “deslumbramiento” se lee: Hijos de Dios. - Portadores de la única
llama capaz de iluminar los caminos terrenos de las almas, del único fulgor, en
el que nunca podrán darse oscuridades, penumbras ni sombras. -El Señor se sirve
de nosotros como antorchas para que esa luz ilumine... De nosotros depende que
muchos no permanezcan en tinieblas, sino que anden por senderos que llevan
hasta la vida eterna. Es difícil no sentirse atraídos, o al menos
interesados, por tal grandeur de horizontes.
El estudiante universitario o la persona adulta, participa así en cualquier
reunión sobre temas de tipo religioso. Uno no había recibido, habitualmente,
una formación religiosa fuerte, que fuera más allá del antiguo catecismo
aprendido de niño (el nuevo Catecismo de
la Iglesia católica de Ratzinger en cambio es tan complicado que no hay
esperanzas de que los niños lo aprendan).
Así, mientras que en otras
materias a la escuela elemental le sigue la escuela media, el instituto, la
universidad, en materia religiosa se permanece ignorante como un niño. El Opus
Dei se presenta por tanto como una gran catequesis, que se propone resolver
esta laguna, para formar cristianos que vivan una fe presentada como adulta,
vigorosa, en edificios arreglados y lujosos, con personas que parecen alegres y
optimistas, bien cuidadas, apuestas y educadas.
Por tanto uno va allí y escucha.
Pero luego no hay ningún debate, ningún intercambio de opiniones, ningún
enriquecimiento recíproco a través de la discusión de las ideas: ninguno puede
intervenir y aportar una contribución para profundizar en el argumento tratado,
nenguno puede siquiera hacer una pregunta al ponente. Luego el ponente se
encarga de encontrar cuando pueda la ocasión para hablar con cada uno y
asegurarse de si hay objeciones: en ese caso, “se le explica” porque “no ha
entendido”. El trabajo de explicaciones no es difícil para el que lo hace,
porque las dificultades son casi siempre las mismas por parte de todos,
mientras que para él es precisamente su encargo.
Los argumentos tratados están
preestablecidos y distribuidos mes a mes de modo que, de septiembre a mayo,
tanto a los estudiantes que participan a las actividades “formativas” para
bachilleres o universitarios, como a los que participan a las actividades
“formativas” para adultos, se abre poco a poco la perspectiva de una verdadera
y propia “vocación”, es decir de una verdadera y propia llamada de Dios, a la
que sería poco generoso no corresponder: caray, encender todos los caminos de la tierrra, o alumbrar como antorchas
para que muchos no permanezcan en
tinieblas: ¿acaso querría uno quedarse como espectador?.
Un aspecto sorprendente que es
referido es la sensación de libertad que, incluso dentro de un camino tan
restringido, se siente: uno es consciente de que hay duras limitaciones, pero
las acepta, en nombre de la motivación superior de la que se ha hablado antes.
Incluso la inteligencia no parece efectivamente reprimida, por el contrario, se
estimulan una atención y una capacidad de observación constantes, incluso
teniendo el intelecto permanentemente ocupado en una dirección determinada.
Pero el uso de las facultades
intelectivas se somete a una dura prueba: no se admite pensar, el verbo “creo”,
es expresión que se reserva a los dogmas de la fe religiosa, y si alguien al
hablar usa expresiones como “yo diría que”, “me parece que”, “pienso que”,
alguno le puede preguntar con una sonrisa irónica: “¿tú piensas?” y todos se
ríen (que se rían...), y si alguno dice “estoy pensando”, se puede oír responder
algo como”entonces esfuérzate, ya saldrá algo” (aquí al menos se ríen un poco
menos por la vulgaridad de la alusión). Y las limitaciones de la vida se
vuelven asfixiantes con sorprendente rapidez cuando alguien osa plantearse
alguna duda y empieza a no estar perfectamente alineado.
¿Y por qué uno se sale? Cuando
empieza a darse cuenta de lo que está haciendo y se atreve a expresar alguna
duda, “se le explica” no sólo que es él quien “no ha entendido”, como a los que
participan en los primeros encuentros, sino que, asumiendo un aire
despreciativo, como si uno apestase, “se le explica” que “no ha entendido
nada”, incluso que, si se va, traicionaría a Cristo, a la Iglesia, y a la
institución: de tal modo que no terminará necesariamente en el infierno, pero
el riesgo que correrá de terminar allí será mucho mayor...
Este hecho de que es él quien no
ha entendido nada es uno de los aspectos inaceptables: sería como si, bajo una
obligación de conciencia (y atención, porque todo está obligado en conciencia), uno se viera forzado
a convencerse de que la nieve es rosa, las rosas son negras, o la tierra no
gira alrededor del sol. También por esto los adversarios más encarnizados (y
los más temidos, porque la conocen) son los “ex”. Por tanto sería oportuno reflexionar sobre los análisis
despiadados que hacen precisamente aquellos que han salido de allí.
Otro de los aspectos
inaceptables es la desconfianza por sistema, que es incluso teorizada en las
líneas preestablecidas para quien debe tener entrevistas de “formación espiritual”:
para ellos el límite de la mentira es la ocultación, basta con que una
afirmación sea cierta en parte y que se silencie otra parte que sea incómoda de
explicar, para que la afirmación completa no sea mentira. Posteriormente en las
declaraciones oficiales te demuestran la parte cierta, pretendiendo que valga
para todo, pasando por alto lo demás.
¿Un ejemplo? Como se deduce de
los testimonios publicados por los “ex”,
en respuesta a la pregunta parlamentaria de 1986 sobre la aplicabilidad al Opus
Dei de la ley 17/82, la que dispuso la disolución de la P2, el entonces
ministro del Interior, acerca del control al que pueden someterse los miembros
en el interior de la estructura, basándose en las declaraciones unilaterales
oficiales, concluía que la obligación de
la obediencia afecta exclusivamente a los asuntos espirituales. Es cierto.
¿Dónde está el truco? Que para Santo Tomás de Aquino[3] toda acción humana tiene
un relieve moral, si la consideramos en relación al fin para el que se ha
realizado, aunque sea un paseo. De este modo el deber de la obediencia asume el
perfil de un control total, a través del aspecto ético, o presentado como tal,
de las acciones humanas, en cada y cualquier acción comporta, incluso en el
campo profesional. Por tanto decir que el
deber de la obediencia afecta exclusivamente a los asuntos espirituales
equivale a decir que se refiere al aspecto moral, o presentado como tal, de
toda acción humana.
Otro ejemplo de reserva mental:
si uno, cuando se está planteando si entrar, pregunta si una profesión concreta
es compatible con ese camino, la respuesta ciertamente es que sí, en nada
cambia tu situación laical, no te conviertes en un religioso (aunque esto es
cierto solamente en el plano jurídico, o sea del derecho canónico, por lo demás
uno debe después vivir como un monje). Por tanto toda actividad profesional
puede ser “santificada como hijos de Dios en el Opus Dei”. Excepto que,
claramente, se presenten exigencias particulares por las cuales se te pueda
pedir algo distinto. Obvio, ¿no? Pero lamentablemente siempre habrá una cierta
exigencia particular por lo que se te pedirá algo distinto, también porque van
precisamente (o mejor, deberán ir, es el fundador quien las ha puesto en
marcha, ya que ha sido él quien ha establecido y aprobado cómo debe funcionar
todo) contra las tendencias de cada uno, para que esté “más libre” de sus
apegos personales. La presunción es que de esta forma uno rinda más (salvo que
alcance rápidamente un alto nivel en la profesión, o que provenga de una familia
a tal punto importante que sería contraproducente contrariarla).
Está claro que, en esas
condiciones, son muchos los que, antes o después, dejan de prestarse al juego.
El Opus Dei está plagado de
razonamientos sólo aparentemente concluyentes, los que en la terminología
propia de la lógica filosófica se llaman “sofismas”. Pero hace falta una
inteligencia de notable capacidad, es más, no basta la inteligencia de un sólo
individuo por espabilada que sea, para deshacer todas las telarañas
argumentativas. La única, pequeña satisfacción es que cuando uno deshace
verdaderamente alguna se enfadan, y de qué manera, aunque no lo divulguen fuera
de la “prelatura”.
Un tercer aspecto inaceptable,
aparte del hecho de que eres tú quien no ha entendido nada y la reserva mental
por sistema, son los “criterios sobre las lecturas”: las “publicaciones
internas” no se pueden divulgar por fuera, porque “no serían entendidas”, al
menos así hay que decir (pero quizás, por el contrario, precisamente porque
serían entendidas muy bien). Cualquier publicación externa, en cambio, se
clasifica del 1 al 6: 1 ó 2 se puede leer, 3 hay que valorarlo con los
directores del propio antro, o “centro”, 4 ó 5 hace falta el permiso de los
directores nacionales, para el 6 hace falta un permiso explícito del Prelado.
Por tanto si, por necesidades de estudios universitarios o profesionales
conviene leer uno de los libros prohibidos, o se encuentra el modo de evitarlo,
por ejemplo se cambia de examen o tesis de licenciatura, o se lee solamente un
resumen esterilizado, redactado por algún profesor universitario o director del
Opus Dei. Sólo por citar algunos ejemplos de “6”, tenemos desde Boccaccio a
Cartesio a Rousseau, de Kant a Hegel, de Marx a Engels, de Jung a Fromm, de
D’Annunzio a Umberto Eco y Norberto Bobbio. En las instrucciones internas para
los directores de los “centros”, de las que dan cuenta los testimonios
publicados por los “ex”, se lee
incluso que si un hijo de la Prelatura
debiera leer sin el necesario permiso -cosa que no sucederá- publicaciones
equivocadas o confusas, incumpliría una disposición expresa dictada por la
solicitud pastoral del Padre, y expondría su alma a un grave peligro; si este
comportamiento fuera habitual, habría que informar inmediatamente a la Comisión
regional, es decir a los directores nacionales.
La libertad de pensamiento en el
Opus Dei es como la sensación de libertad que se puede tener cuando se va en
automóvil y conduce otro: no necesitas conocer el camino, y no lo aprendes,
hasta el punto de que cuando debes hacer el camino conduciendo tú,
probablemente no seas capaz y debas aprenderla desde el principio. Pero esta
anulación del intelecto, mantenido despierto sólo aparentemente pero ocupado en
otras mil prioridades, va contra la naturaleza racional que ha sido dada por
Dios al hombre.
Una pregunta de cien millones de
dólares: el que ha salido de allí ¿puede luego encontrarse en sintonía con el
pensamiento de la Masonería? Si miramos al punto 833 de Camino, probablemente
no. Probablemente puede, si amando la libertad de pensamiento hace caer en su
interior las columnas del integrismo político y religioso y le da una patada en
su interior a sus vestigios. En todo caso, atendería a la célebre definición
del iluminismo de Kant: ¿El iluminismo?
Es la salida del hombre del estado de infancia que él debe darse a sí mismo.
Minoría de edad es la incapacidad de valerse del propio intelecto sin la guía
de otro. Imputable a sí mismo esta minoría de edad, si la causa de ella no
depende de defecto de la inteligencia sino de la falta de decisión y del coraje
de hacer uso de su inteligencia sin ser guiado por otros. Sapere aude! ¡Ten el valor de servirte de tu inteligencia! Éste es el lema del
iluminismo.
¿Qué se podría aconsejar, por
tanto, al que ha salido de allí, pero también al que podría ser atraído, e
incluso al que está dentro?
¡Muy sencillo! Están en
predominio intelectual: como primera cosa extiendan sus horizontes
intelectuales, tanto dentro como fuera de la Iglesia católica. ¡Tengan un poco
de debate! Dense cuenta de que tanto dentro de la Iglesia católica, como fuera
de su estructura jerárquica, existen otras opciones culturales. Lean
atentamente, por ejemplo, los Ejercicios
espirituales de san Ignacio de Loyola, usados por toda la Iglesia católica,
en primer lugar por el Papa, excepto allí. O las obras, aunque un poco más
difíciles de leer, de Kant, que vivió como profesor de filosofía en Koenigsberg
(hoy Kaliningrad), capital del ducado de Prusia, en la época de Federico II,
que está considerado en la historia de la filosofía como el punto más alto del
iluminismo, aunque le hizo sombra el marxismo que lo consideraba filósofo
“burgués”, así como el resto de la revolución francesa era considerada por el
marxismo como revolución “burguesa”.
¿La existencia de Dios en Kant?
El gran filósofo demuestra que a eso no puede llegar la razón humana si se
somete a un severo análisis crítico los caminos que han sido propuestos a lo
largo del tiempo, pero que tampoco se puede llegar a lo contrario y demostrar
que Dios no existe, como explica en la Crítica
de la razón pura. ¿La inmortalidad del alma? Lo mismo: la razón humana no
puede demostrar ni cuándo ha empezado el alma ni si sobrevive después de la
muerte, pero tampoco puede demostrar que no haya tenido un comienzo ni que se
disuelva con la muerte. ¿El sumo bien? Si osamos adentrarnos un poco en el
pensamiento expuesto por Kant en la Crítica
de la razón práctica (si se me permite hacerlo) es un ente de razón, pero
de eso no se deduce que exista; aunque no se pueda demostrar tampoco que no
exista. ¿El fin último? Lo mismo: si nos adentramos en el pensamiento expuesto
por Kant en la Crítica del juicio, es
un ente de razón, pero del que no se deduce que exista, aunque tampoco se pueda
demostrar de ahí que no exista.
La razón humana no llega a ello,
con conceptos a los que se puede adherir sólo a través de la fe: no es una
conclusión escéptica, es ser consciente de los límites de la razón humana, que
no llega a comprender ni lo que es infinitamente grande, ni lo que es infinitamente
pequeño. Pero tal toma de consciencia en el Opus Dei, leader del ala radical de la Iglesia católica, no puede ser
aceptada, porque admitir que se trata de conceptos que se alcanzan sólo por la
fe y no a través de la razón humana legitima el pluralismo religioso de iure, y no solamente de facto, por usar palabras del entonces
card. Ratzinger[4].
En ese punto, efectivamente, la fe no será necesariamente la católica, o al
menos, la versión que da de ella el Opus Dei. Al respecto en cambio aparece
iluminante la posición del card. Martini[5], cuando resalta que Gandhi, por ejemplo, ha recorrido el camino
de un hindú, el camino hacia Dios, al que Jesús nos conduce a los cristianos.
Por tanto es distinto a la
búsqueda de la sabiduría interior: es todo lo contrario, por esto se puede
hablar de “ignorancia voluntaria” en la que permanece el intelecto. Y está
bastante lejos también san Ignacio de
Loyola, fundador de los jesuitas, cuando dice que la escritura supone que tenemos intelecto[6].
*
5. Fanatismo religioso
Los despiadados análisis de los
“ex” “miembros”, aparte de la
curiosidad que suscitan, en muchos casos se puede no entender el sentido, por
al menos tres tipos de razones: 1) dan una visitón totalmente negativa, y
limitada a la perspectiva de los miembros “numerarios” y “numerarias”, los que
no se pueden casar, viven en los “centros”, realizan estudios de filosofía y
teología eclesiástica y llevan la “dirección espiritual” de “supernumerarios” y
“supernumerarias”, que en cambio pueden casarse y viven con sus familias; 2)
provienen de los mismos que hasta el día anterior habían formado parte
activamente de la “prelatura”; 3) critican, a menudo sin realizar propuestas
alternativas, aspectos que constituyen característica común con ésta o aquélla realidad
de la Iglesia católica, que por tanto no interviene.
Por tanto trataremos de
alejarnos de estas tres actitudes.
5.1. Castidad
¿Cómo se vive la sexualidad? Ya
en el 700 san Alfonso María de Ligorio ponía en guardia contra el rigorismo en
materia de moral, afirmando que a las
almas les causa mucho daño la rigidez. En nuestros tiempos, el card.
Martini, jesuita, además de tener los ojos más inteligentes que yo haya podido
ver, con casi treinta años, está considerada la voz más autorizada del ala
moderada de la Iglesia, la que, según las afirmaciones aparecidas en los
periódicos, en el cónclave del 2005
mantenía al candidato minoritario con 50 votos contra 70, pero que tras
varias “fumatas negras” no quiso arrebatar al card. Ratzinger la mayoría
cualificada de 80 votos de 120 necesarios para la elección a Papa, para evitar
que un alargamiento del cónclave manifestara con demasiada evidencia las
divergencias de los planteamientos en el seno de la Iglesia católica.
En el tema de la sexualidad, en
el capítulo 2. de las citadas Conversaciones
nocturnas en Jerusalén el card Martini escribe que En la preparación para la elección del último papa hemos discutido
abiertamente entre los cardenales los problemas que lo esperaban, a los que
debía dar una nueva respuesta. Entre ellos, en mi opinión, figuraban la
relación con la sexualidad y la comunión a los divorciados vueltos a casar.
Y que no podemos fingir que no vemos cómo
la Iglesia en los últimos decenios ha perdido a muchos jóvenes. En el
capítulo 5. escribe también que Con la
encíclica Humanae vitae de Pablo VI (la que prohibió los anticonceptivos), muchas
personas se han alejado de la Iglesia. Después de ella, los obispos
austriacos y alemanes, y muchos otros obispos, han seguido, con sus
declaraciones de preocupación, una orientación que hoy podemos sacar adelante:
40 años de distancia podrían permitir una nueva visión. Estoy firmemente
convencido, sigue textualmente,
de que la dirección de la Iglesia puede mostrar un camino mejor, recuperando
credibilidad y competencia, si sabe admitir los propios errores y la limitación
de los propios puntos de vista de ayer. Y además: La Biblia limita de manera evidente los mensajes sobre la sexualidad.
De cara al adulterio traza una línea clara, y es clarísima también respecto a la
violencia sobre las mujeres.
Por el contrario, en el Opus
Dei, como revela elegantemente Dan Brown en el capítulo 15 de El código da Vinci, los numerarios
célibes, pero también los supernumerarios casados deben fielmente negarse toda licencia sexual, incluso autosuministrada.
La hipótesis es que el hombre se
distingue de los animales porque está dotado de inteligencia, por tanto puede
comprender que el sexo tiene por naturaleza la función de ser un instrumento
para la procreación. Por tanto cualquier uso del sexo realizado fuera de esta
finalidad es pecado, y pecado grave. Como he sentido explicar de modo poco
delicado por un numerario, sería como usar una bombilla para metérsela en el
estómago: la bombilla está hecha para iluminar, no para metérsela ahí.
A un razonamiento así se podría
replicar entonces que si los pies tienen por naturaleza la función de ser un
instrumento para caminar, por tanto el automóvil, el tren o el avión son
pecado, y pecado grave, ya que apartan a los pies de la importante finalidad
que les ha sido asignada por la naturaleza.
En todo caso, la consecuencia es
que los numerarios y las numerarias deben negarse completamente a toda y
cualquier permisión sexual, incluso autosuministrada, y deben evitar cualquier
posible contacto con personas del otro sexo, sobretodo con numerarios o
numerarias del otro sexo, o con las numerarias auxiliares, las que dedican su
vida a limpiar suelos, servir la mesa y fregar platos, para prevenir cualquier
posible tentación. Supernumerarios y supernumerarias pueden usar de los dones
de Venus, como los llamaba Catulo, solamente para procrear, salvo excepcional
autorización para seguir la doctrina del doctor Ogino-Knaus, y se les presiona
para formar una familia numerosa, a ser posible con 8, 10, 15 ó 50 hijos.
Incluso la palabra “castidad” no
se usa, quizás haga falta distinguirse del resto de la Iglesia: se llama
“pureza”, es más, “santa pureza”, como el título del capítulo 4 de Camino, así se le une al versículo del
evangelio bienaventurados los limpios de
corazón porque verán a Dios (Mt 5, 8), como si la pureza de corazón fuera
algo que está relacionado únicamente con el uso de los órganos de la
procreación: sin embargo éste es el argumento principal alrededor del cual gira
el 99% de las lecciones de moral impartidas en los “medios de formación” del
Opus Dei.
Por tanto, para ser claros, el
estudiante modelo que una hora después de haberse masturbado muere atropellado
por una moto, o el profesional integrísimo que muere en un accidente de tráfico
por la mañana después de haber practicado con su mujer un coitus interruptus coronado con una masturbación final, está
condenado al infierno, mientras Hitler o Stalin, si han tenido la rapidez para confesarse un momento antes
de morir, tienen acceso al menos al purgatorio. Velad pues, porque no sabéis ni el día ni la hora (Mt 25, 13). Es
una realidad dura de aceptar, pero lamentablemente es así... te explican.
Estamos en las antípodas del
card. Martini. Incluso el Papa Ratzinger, dando un paso más, comenta un versículo
de san Pablo, para quien el fuego probará
la calidad de la obra de cada uno. Si la obra construida sobre el fundamento
resiste la prueba, el que la hizo recibirá la recompensa; pero si la obra es
consumida, se perderá: sin embargo su autor se salvará, como quien se
libra del fuego (I Cor 3, 15). Y el comentario del Papa es que como el
paraíso está reservado a personas
purísimas, que se han dejado impregnar completamente de Dios y, por consiguiente, están totalmente
abiertas al prójimo, así el infierno estará reservado a personas que han vivido para el odio y que
han pisoteado en ellas mismas el amor, así en algunos casos de nuestra propia historia podemos distinguir con
horror figuras de este tipo[7].
Análogamente, en cuanto al
número de los hijos, el card. Martini escribe que hace falta una responsabilidad consciente frente al número de hijos:
¿puedo asumir la responsabilidad de traer
al mundo un hijo o no?[8].
Por tanto, también en este aspecto además de la sexualidad en general, estamos
en las antípodas del card. Martini.
5.3. Pobreza.
¿Cómo se vive la pobreza? Los
peregrinos y turistas que van bajo la Basílica inferior de Asís para visitar la
tumba de san Francisco, se quedan impresionados por el trozo de piedra gris que
guarda los restos mortales del santo y representa a lo largo de los siglos una
bofetada al uso desmedido del dinero, que recuerda a todos que aún hoy amplios
sectores de la población mundial viven en condiciones de miseria, y que hasta
hace poquísimos siglos, incluso en los países occidentales un pequeño círculo
de personas adineradas vivía junto a una gran mayoría de la población en
condiciones de miseria.
Sin embargo, sobre este aspecto
no se puede compartir lo que refiere Dan Brown en el capítulo 5 de El código da Vinci, para quien Murray
Hill Place, la nueva sede nacional en USA, en el corazón de Manhattan, habría
costado 47 millones de dólares, y que el obispo Manuel Aringarosa, es decir el
obispo prelado Javier Echevarría, vivía en la sede de New York. El habitual
centralismo americano. No es exacto, al menos por dos tipos de consideraciones:
la primera es que, según los testimonios publicados por los “ex”, solamente el valor declarado a
Hacienda sería de 70 millones de dólares, y no únicamente 47, a lo que se
añaden adornos y decoración. La segunda es que la sede mundial, donde vive el
obispo prelado, está en Roma, y es mucho más grade, ya que ha sido construida a
partir de un palacio que ocupa una manzana entera del lujoso barrio Parioli.
Los peregrinos que acuden al
pequeño trozo del palacio al que se accede desde el número 75 de viale Bruno
Buozzi, que es la dirección central oficial del Opus Dei, aunque fuera no haya
nada escrito, y descienden a los planos inferiores para visitar la tumba de
Escrivá, se quedan impresionados por la ostentación de mármoles relucientes que
hay junto a la “iglesia prelaticia”, donde el altar se apoya sobre una caja que
contiene la tumba de plata adornada de bajorrelieves que guarda los restos
mortales del santo y que representa, para el resto de los siglos, unida al
resto del palacio, que incluye amplias zonas de representación prohibidas a los
propios numerarios, una verdadera bofetada a la pobreza franciscana.
¿Pero cómo? ¿Y no dicen que el
Opus Dei no posee nada, y que sus miembros constituyen una “familia numerosa y
pobre”?
Es verdad. Pero, también esta
vez, sólo en sentido jurídico: ya que no tienen nada registrado a su nombre.
Centros, actividades culturales, residencias universitarias, editoriales, todo
está registrado y gestionado a través de una constelación de entes y
asociaciones, en las cuales no escapa un céntimo de euro a los ojos vigilantes
de los numerarios: esto hace la estructura, como se ha subrayado, 1) invisible
a las instituciones del gobierno y locales que deseen conceder una ayuda de
tipo financiero - 2) permitiría escapar a las leyes nacionales si un estado
cualquiera debiera confiscar un día los bienes eclesiásticos - 3) hace
invisible la estructura a los que son invitados a frecuentar alguna actividad
cultural, o que están alojados, por ejemplo, en una residencia universitaria
para estudiantes procedentes de ciudades distintas a donde se encuentra la
universidad: obviamente, a la invitación a las actividades culturales sigue
poco a poco la invitación a las actividades de “formación espiritual”, y
comienza el recorrido del reclutamiento.
Por ejemplo en Italia, como ha
sido referido en los testimonios publicados por los “ex”, la financiación decidida en 2005 por el entonces ministro de
la Universidad para incentivar la realización de nuevos alojamientos y
residencias para universitarios, en 18 casos sobre 40 instituciones
financiadas, acabó por subvencionar “iniciativas apostólicas del Opus Dei”, dos
de las cuales ni siquiera realizan la función de centros de alojamiento para estudiantes,
pues están habitadas exclusivamente por numerarios. En 2007 la ley financiera
había previsto una reducción de las contribuciones estatales destinadas a los
colegios universitarios, pero esa financiación se renovó por parte del actual
Gobierno con la ley nº 1 de 2009.
En todo caso, el sistema de
recogida del dinero, al que se ha aludido hablando del periodo en que estaba
tomando forma la “erección” de la prelatura, está detalladamente organizado,
tanto que hay quien ha comparado este tipo de institución con una especie de
“agujero negro” que fagocita todo el dinero que gira a su alrededor: además de
la financiación pública obtenida a través de un uso atentamente estudiado de
las leyes de los estados, está el patrimonio completo de numerarios y numerarias,
que no pueden tener nada propio, exactamente como un monje de clausura, y tras
un cierto número de años están moralmente obligados a hacer testamento a favor
de entes o asociaciones controlados por la prelatura. Además está una buena
tajada del patrimonio de los supernumerarios, que están obligados a una
aportación mensual mínima proporcional al coste del mantenimiento de un hijo,
pero son objeto de solicitud de aportaciones extraordinarias para iniciativas
particulares, y a las que por otra parte nadie puede impedir que contribuyan
posteriormente, en proporción a la propia “generosidad”. Además está el llamado
“apostolado de pedir”, o sea la constante petición de aportaciones económicas
también a los de fuera: id, que no os frene la vergüenza, y pedid opportune et importune, por usar una
expresión de san Pablo, las aportaciones llegarán a la primera petición, a la
segunda, o a la décima, pero llegarán. Además están los simples “cooperadores”,
que no son miembros efectivos, no están obligados al régimen de vida de los
supernumerarios, pero están obligados a contribuir económicamente, a cambio de
oraciones, sufragios e indulgencias que podrán abreviar su periodo de
permanencia en el purgatorio después de la muerte, al menos esta es la
hipótesis planteada.
Como la palabra “castidad”,
tampoco la de “pobreza” se usa, quizás es necesario distinguirse del resto de
la Iglesia católica: se le llama “desprendimiento”, para mantener una
mejor relación con los ingentes bienes materiales
lo que caracteriza la vida del que reside en centros de la Obra, en buena parte
de los casos dan envidia al palacio real de Versalles y a los chateaux del Loira, o en las lujosas
mansiones de muchos supernumerarios, mientras de la opción preferencial por los
pobres, característica del cristianismo, no se oye hablar.
5.3. Obediencia
¿Cómo se vive la obediencia?
También en este caso la distinción del resto de la Iglesia católica está
destacada por un juego lingüístico: efectivamente, en el resto de la Iglesia
católica la sumisión de la voluntad característica de la obediencia viene
marcada por la expresión “obedecer usque
ad cadaverem”. Por el contrario, Escrivá solía repetir que no quería
cadáveres, los enterraba, y usaba la expresión “obediencia inteligente”, para
indicar que uno debe esforzarse por asimilar contenidos y significados de la
orden recibida, llamada “indicación, y transformarla en una decisión propia.
Significa que no basta con
obedecer por el hecho de que forma parte del camino que se ha emprendido,
pisoteando la propia voluntad individual, sino que se pretende que también que
uno pisotee el propio intelecto,
esforzándose por entender que las rosas pueden ser negras, la nieve puede ser
rosa, la tierra puede no girar en torno al sol: es el sol el que gira alrededor
de la tierra, es más, todo el universo hasta las más remotas galaxias, es más,
la propia tierra se mueve por ella misma, pero en relación a la posición del
“Padre”, el obispo prelado; si, por ejemplo, él va en automóvil, es la
carretera la que se mueve bajo sus pies, y con ella la tierra, el sol y todo el
cielo estrellado.
Respecto a la obediencia en todo
caso ya se ha hablado: en respuesta a la interpelación parlamentaria de 1986
sobre la aplicabilidad al Opus Dei de la ley 17/82, la que dispuso la disolución
de la P2, el entonces ministro del Interior, basándose en las declaraciones
unilaterales de ellos, concluía que el
deber de la obediencia compete exclusivamente a materias espirituales. Y ya
se ha dicho que el deber de la obediencia compete al aspecto moral de toda y
cualquier acción humana.
El mecanismo de control es
sorprendentemente simple: una conversación semanal de veinte minutos, llamada
en italiano “colloquio” y en español
“charla”, con el propio superior directo u otro superior encargado, que todos
los numerarios y supernumerarios deben tener, que tiene por objeto “cómo se han
vivido” los aspectos sobre los que se ha hablado anteriormente y los que se
dirán a continuación, así como la comunicación de las “indicaciones”, es decir
de los mandatos, para la semana siguiente.
5.4. Fe
¿Cómo se vive la fe cristiana?
El card. Martini recientemente ha comentado un relato de los Hechos de los Apóstoles en que san Pablo
previene de las “doctrinas perversas”,
diciendo que “incluso en medio de
nosotros surgirán algunos que enseñarán doctrinas perversas para atraer
discípulos tras de sí” (Act 20, 30). El comentario es que Para nosotros hoy una doctrina perversa es
la que exagera las exigencias de la santidad, y la que impone acciones de
ascética y devociones absurdas, casi heroicas, sobre las espaldas de la pobre
gente[9]. Y Kant en el libro El fin de todas las cosas plantea
incluso la posibilidad de que el fin de todas las cosas se realice con la
llegada del Anticristo, es decir, con la imposición del cristianismo sobre la
base de un autoritarismo imperioso y la pérdida de la “amabilidad moral” que le
es característica.
Mucho se ha discutido sobre el
“plan de vida” o “plano de tu santidad”, como se le llama en Camino, es decir, sobre las costumbres
de vida que deber ser observadas por los supernumerarios y sobre todo por los
numerarios, semejantes a los de una monja de clausura. Más allá de la indudable
curiosidad que tales costumbres suscitan, no me parecen sin embargo el problema
principal. Uno será quizás libre de rezar en latín, de besar el suelo con el
trasero por arriba cuando se levanta por la mañana, de arrodillarse con los
brazos en cruz antes de ir a dormir, de asistir a Misa y comulgar todos los
días (en latín, si no participan personas ajenas a la prelatura), de rezar en
rosario todos los días (también en latín, pero sólo si no hay personas ajenas
presentes), de rezar cada martes por la mañana el salmo II (que al parecer
constituía el himno de batalla de los caballeros Templarios), de confesarse al
menos una vez a la semana, de saludar a sus “hermanos” con el augurio “pax” al que se responde “in aeternum” (se recomienda decirlos en
voz baja), de llamar a los “hermanos” “personas de casa”A para distinguirlos de quien “no
es de casa”, de llamar “nuestro Padre” al fundador y “Padre” al prelado, de
dormir sobre una tabla de madera sin el colchón (sólo si es mujer: los
numerarios varones duermen en cómodas camas de una plaza y media), de ducharse
con agua fría todas las mañanas, de llevar el cilicio al menos dos horas al
día, o de azotarse el trasero una vez a la semana. ¿O no? También el Papa dice
la Misa en latín, también los fieles de otras religiones rezan con la cara
pegada a la tierra, también los que pertenecen a las órdenes religiosas y
movimientos practican, unos más y otros menos, mortificaciones corporales,
también los masones, como cuenta Dan Brown en el prólogo de la novela El símbolo perdido, beben vino en un
cráneo.
Son cosas de nuestra vida
privada, se lamentan los del Opus Dei cuando se habla de ello: cierto, pero
ellos entran en la vida privada de las personas, y hasta el fondo.
A mí la cosa más curiosa me
resulta el hecho de besar el suelo donde camina el “Padre”, o sea el prelado:
esto lo he oído decir al escapársele a un joven numerario, que en una fracción
de segundo ha sido mandado callar por su director, que lo ha reprendido en voz
baja, recordándoles que se trata de una devoción personal y voluntaria de los
colaboradores directos del “Padre”: por tanto, se puede suponer que sea verdad.
Bien, pero debe ser el máximo del placer tener personas que besan el suelo por
donde caminas, mejor que beber vino en un cráneo, es un índice de total
sumisión, debe dar una satisfacción semejante a la de un magnum de Krug desmigajado, lleno de burbujitas.
Sin embargo, estos aspectos no
parecen compartidos por lo que relata Dan Brown en varios momentos de El Código da Vinci: el cilicio pincha,
pero no provoca heridas, está reservado a los numerarios, no se usa en absoluto
fuera de los “centros”, y en el interior de los centros, al menos para los no
sacerdotes, se pone “solamente” durante dos horas al día, además de los
momentos en que uno realiza “actividades formativas”, y con la excepción de los
días de fiesta según el calendario litúrgico interno. La disciplina, es decir,
el latiguito de cuerdas con el que se azotan el trasero una vez a la semana en
recuerdo de la flagelación de Nuestro Señor (los sacerdotes también después de
cada sesión de confesiones), está reservada a los numerarios, no debe reforzarse
con instrumentos de tortura adecuados para provocar sangre, esto lo hacía sólo
el fundador. Por tanto lo que refiere Dan Brown no es exacto: se puede dormir
boca arriba, como ha dicho el “Padre”, es decir el obispo prelado” en una
entrevista televisiva en la época de la publicación del libro.
En el fondo, la práctica de
mortificaciones corporales pueden ser vistas simplemente como una especie de
sado-maso al contrario, dirigidas no a aumentar, sino a prevenir la excitación
sexual, y, como tal, efectivamente forman parte de la vida privada. En segundo
lugar, probablemente también un religioso debe pedir permiso para tomar una
aspirina, también un miembro célibe de uno de los “movimientos” de la Iglesia
católica no puede tener a su nombre ni siquiera un automóvil, y ambos, por una
tradición milenaria, son alejados de su familia de origen. Por tanto, sobre
todos estos aspectos, las críticas aparecen un poco fuera de sitio: no parece
que en el plan de vida haya puntos que puedan despertar mayores perplejidades.
Lo que en cambio puede dejar
perplejo es ese plan de vida, es que internamente está prohibido informarse de
otras realidades de la Iglesia católica, e incluso referir experiencias de
otras espiritualidades (como está expresamente indicado en los “Cuadernos” de instrucciones internas):
incluso los Ejercicios espirituales
de san Ignacio de Loyola, fundador de los jesuitas, español como Escrivá pero
vasco, usados durante centenares de años en toda la Iglesia católica, son
totalmente desconocidos y completamente desfigurados: basta ver cómo se enfadan
cuando un numerario, pero también un supernumerario, o aún peor un estudiante
en fase de reclutamiento, va a confesarse con un sacerdote de fuera,
especialmente si es fraile, especialmente si es jesuita.
Incluso los modos de rezar están
canalizados únicamente hacia un diálogo mental imaginario del hombre con Dios,
y de hecho está excluida toda forma de oración alternativa común a las otras
realidades de la Iglesia católica, como el silencio interior de quien
reflexiona en la propia mente y encuentra el camino para limar los propios
defectos y asperezas por el camino de un equilibrio moral semejante al que
debería distinguir al que está llamado a tomar decisiones según la justicia:
¿existe quizás el riesgo de que alguno se ponga a pensar? También en este caso
la posición del card. Martini está en las antípodas: La oración más auténtica y más completa, según la Biblia, es la
contemplación libre y espontánea de Dios, es la alabanza de su grandeza, pero
no se le pide nada a Dios ni se le agradece por ningún motivo concreto, se le
exalta por el solo hecho de existir[10]
5.5. Caridad.
¿Cómo se vive la caridad
cristiana? Probablemente sean pocos los que no queden fascinados por el canto
de las Clarisas de clausura procedentes de detrás de la reja que las separa del
mundo, durante una de las celebraciones litúrgicas abiertas al público, o del
canto de la Salve Regina de los
monjes Benedictinos a las cinco de la tarde en el santuario que hay a la
entrada de la iglesia que precede al enorme monasterio de Einsiedeln, en Suiza
alemana. Pero a nadie se le pasa por la cabeza acusar a las Clarisas, o a los
Benedictinos, por el riguroso régimen de vida a que se someten.
¿Entonces porqué hacerlo con el
Opus Dei? ¿Acaso no son libres de pegarse en el trasero con un latigo o de
besar donde quieran? El problema es que no se quedan tranquilos en sus centros
golpeándose en el trasero, o arrodillándose ante una hostia consagrada entre
humos de incienso y cantos gregorianos en latín.
Uno de los aspectos más
discutidos, y sobre el cual los testimonios de los “ex” son absolutamente unívocos, es la connotación esencialmente
proselitista que la caracteriza, pero un proselitismo oculto, lo que es un
elemento esencial constitutivo. Hemos visto en el capítulo anterior cómo uno es
atraído; hemos visto algunos de los puntos de meditación que atraen por la grandeur de horizontes que suponen;
hemos visto que estudiantes y adultos son inducidos en el plazo de pocos meses
hacia la perspectiva de una verdadera y propia vocación. De los testimonios
publicados por los “ex”, graves,
concretos y concordantes, como tales por tanto, como dicen los juristas,
constituyen una prueba, surge sin posibilidad de equívoco que la naturaleza
misionera o proselitista del cristianismo, volcada a abrir la posibilidad de la
fe cristiana a quien no la conoce, está unívocamente orientada al reclutamiento
de nuevos miembros, actividad impuesta poco a poco a los numerarios y
supernumerarios, sin exclusión, aunque los supernumerarios casados la ejercitan
de manera menos agresiva, y sólo a los numerarios les viene impuesta como su
verdadera y propia actividad profesional. A propósito, como en los ejemplos
puestos en algunos de los párrafos anteriores, también la palabra proselitismo,
o impulso misionero, usada en el resto de la Iglesia católica, no se usa en el
mismo plano terminológico; en este caso, la palabra a emplear es “apostolado”,
como se le llama también en los últimos capítulos de Camino.
Este aspecto constituye la prioridad
absoluta, si se relee el punto nº1 de Camino
con esta clave de lectura: Que tu vida no
sea una vida estéril. -Sé útil. -Deja poso. -Ilumina, con la luminaria de tu fe
y de tu amor. Borra, con tu vida de apóstol, la señal viscosa y sucia que
dejaron los sembradores impuros del odio. -Y enciende todos los caminos de la
tierra con el fuego de Cristo que llevas en el corazón, es decir de
numerario. Y también si se relee el punto nº 1 de Forja: Hijos de Dios. -
Portadores de la única llama capaz de iluminar los caminos terrenos de las
almas, del único fulgor, en el que nunca podrán darse oscuridades, penumbras ni
sombras. -El Señor se sirve de nosotros como antorchas para que esa luz
ilumine... De nosotros depende que muchos no permanezcan en tinieblas, sino que
anden por senderos que llevan hasta la vida eterna: los de numerario. Al
comienzo de Camino el Prólogo del Autor muestra también el
intento de actuar sobre el subconsciente del lector: Lee despacio estos consejos. Medita pausadamente estas consideraciones.
Son cosas que te digo al oído, en confidencia de amigo, de hermano, de padre. Y
estas confidencias las escuchas Dios. No te contaré nada nuevo. Voy a
remover en tus recuerdos, para que se alce algún pensamiento que te hiera;
y así mejores tu vida y te metas por caminos de oración y de Amor. Y acabes por
ser alma de criterio, es decir un numerario o si acaso un supernumerario.
Por tanto esto se considera el
aspecto más peligroso. Los otros serían casi inocuos si se limitasen a los
miembros que espontáneamente se le adhieren. Que se le prefiera calificar como
apostolado, impulso misionero,
proselitismo, reclutamiento o seducción, el problema es que creen ejercitarlo
por el bien del prójimo: si el bien más grande que tienes es la vocación que
has recibido de Dios, ¿qué mayor acto de caridad que abrir esta posibilidad
también a los demás? Están enamorados de la grandeur
de horizonte de que hemos hablado, y algunos incluso piensan que quienes han
sido puestos en su camino han sido puestos por Dios en el camino de la
“vocación al Opus Dei”, y por tanto se encuentra en condiciones de entrar: él
quiere entrar, pero no sabe todavía que lo quiere... ¡éste es el punto de
vista! Y atención, que la técnica ha sido totalmente establecida por el
fundador: por ejemplo, cuando uno está preguntándose si aceptar entrar, el
consejo de Escrivá es que en este periodo
de transición, hay que ser prudente al imponer e incluso manifestar las
obligaciones que nuestra gente tiene.
¿A quién se dirige la actividad
del reclutamiento? Esencialmente a reclutar profesionales establecidos para la
categoría de los supernumerarios (la cumbre
de todas las actividades humanas de que se ha hablado al principio), y
estudiantes de bachillerato o universitarios de calidad intelectual superior a la
media, mejor si pertenecen a familias acomodadas, para los destinados al papel
de numerarios. En las Constituciones de 1950, nunca publicadas, pero todavía en
vigor por razón de la referencia actuada en los Estatutos de 1982, en el art. 3
se lee que el fin específico de los miembros del Opus Dei es ocuparse para que la llamada clase
intelectual se adhiera a los preceptos de Cristo Nuestro Señor y los ponga en
práctica. Por tanto está reservada una atención privilegiada a los
intelectuales, que muy frecuentemente acaban por asumir papeles directivos en
el ámbito de la sociedad civil.
Desde este punto de vista, en
toda ciudad y en cada país, se contacta con la cúpula de la política, fianzas y
mass media en la “labor de san
Gabriel”, de reclutamiento de supernumerarios.
El mismo Escrivá escribía que bancos,
compañías aseguradoras, actividades económicas, yo querría que fuesen mil veces
más de las que son, y espero sólo que tomen cuerpo lo antes posible. Por lo
demás, un cristianismo tan “exclusivo” parece particularmente adecuado para
hacer presa sobre personas en la cúpula de la sociedad, porque “no es cosa de
todos”, “la gente”, es decir el vulgo, “no entiende ciertas cosas”. Los otros
cristianos, los de las parroquias y las diócesis, los movimientos y las órdenes
religiosas, son una especie de “profanos”, que no están en condiciones
comprender ciertas cosas sublimes.
En cuanto al proselitismo
juvenil, llamado “labor de san Rafael”, orientado al reclutamiento de los
numerarios, en los mejores institutos y universidades se acumulan los
estudiantes más despiertos, que pueden ser reclutados a todos los efectos, de
hecho, desde la edda de 14 años, aunque en términos jurídicos tendrán la
clasificación de simples “aspirantes” para eludir la normativa eclesiástica que
para la incorporación jurídica verdadera y propia se requiere el cumplimiento
de la mayoría de edad y, mientras sean menores de edad, están obligados a no
manifestar su pertenencia al Opus Dei a sus propios padres. Entre los jóvenes,
están claramente casi predestinados los numerosos hijos de los supernumerarios,
que son encaminados a las actividades culturales y espirituales desarrolladas
por los numerarios que viven en los centros de la prelatura ya desde los
primeros años de edad, y se encuentran rodeados por el insaciable “anhelo
apostólico” (en español afán de almas)
de los numerarios por una parte y de los celantes padres por otro.
En cambio no es deseable, el que
está separado, divorciado, sin trabajo o en dificultades económicas o en los
estudios, ni el que está considerado cercano a la Masonería o a otras
realidades de la Iglesia católica, porque puede enfrentarse, con el doble
inconveniente de que difícilmente entrara y al mismo tiempo se corre el riesgo
de que influencie negativamente a quien lo quisiera hacer entrar.
Se ha visto en el apartado
“pobreza” que los centros no aparecen al exterior como tales: residencias
universitarias, centros culturales, actividades deportivas y recreativas,
encuentros y seminarios de estudiantes, aunque gestionados por numerarios, como
máximo llevan a pie de página una pequeña indicación en los folletos
informativos, que explican que se pueden desarrollar actividades de formación
espiritual confiadas al Opus Dei. La técnica utilizada es la de invitar a
profesionales y estudiantes a actividades deportivas y culturales de varios
tipos, para después hacerles participar en “actividades formativas” dirigidas
por sacerdotes o miembros de la prelatura, según esquemas preestablecidos sobre
temas a tratar a lo largo del año.
Esa técnica ha sido llamada por
el propio Escrivá como “plano inclinado”, en la que las características de la
“vocación” se proponen, explican y hacen poner en práctica una cada vez, de
modo que uno vaya subiendo gradualmente; o bien como la técnica de la “caña de
pescar”: el pescador cuando el pez muerde el anzuelo, no debe tirar de golpe,
de otra manera el sedal se rompe, debe tirar poco a poco; según vaya haciendo
falta, si el pez se agita, debe soltar un poco de hilo, para después volver a
tirar un poco cada vez, hasta que poco a poco el pez es sacado fuera del agua.
Un verdadero y propio marketing
religioso, en que conviene hacer entender al potencial adquirente que el
producto que se le quiere colocar es precisamente el que él está buscando y el
que necesita, de otro modo no lo compra.
No debe pensarse que sea fácil
resistir: está su actividad profesional, hay toda una serie de preguntas y
respuestas preparadas, tienen “fichas de experiencia” recogidas sobre millares
de casos similares, archivos organizados detenidamente sobre todas las
actividades en que uno participa y todas las objeciones que uno manifiesta. Si
uno de los reclutadores recibe una objeción a la que no sabe responder, habla
de ella en la “charla semanal” con su “director”, que le explica cómo replicar,
y si él tampoco lo consigue, sube y sube, hasta el obispo prelado y sus
consejeros, si hiciera falta... Y después, es una realidad que ha obtenido el
respaldo DOCG de la Iglesia católica ¡por favor! Y uno no se da cuenta de dónde
se está metiendo.
Las mismas “actividades
formativas”, llevadas alternativamente por sacerdotes y laicos, se efectúan
sobre la bese de argumentos y señales rigurosamente preestablecidas, cuyo único
espacio dejado a la fantasía de quien desarrolla la actividad es: a) el de
poner ejemplos que apliquen los principios que se exponen, de forma que parezca
una exposición original (por ejemplo, en cierto momento citar el punto tal de
tal de Camino e ilustrarlo con
ejemplos), b) insertar referencias a medida para alguno de los que escuchan
(por ejemplo, si alguno ha dicho que está leyendo las obras de tal Papa o tal
santo, se explica la importancia de la lectura de los escritos del fundador).
¿Qué hacer para resistir?
También sobre esto los testimonios publicados y las webs de internet son unívocos: la recete es una
sola: huir por piernas, y decir sin tantos medios palabras, a quien te persigue
que deje de fingir. ¿Y qué deben hacer los padres si sus hijos se arriesgan a
quedar enredados bajos sus narices? No basta con invitarles a reflexionar bien
para que puedan resistir a tal seducción, porque ya tienen la impresión de
reflexionar e invitarles a reflexionar sólo sirve para reforzar en ellos la
atracción a la que se dirigen. Es necesario que pongan en práctica el mismo
consejo que Escrivá daba para prevenir correrías amorosas o desviaciones de
otro tipo por parte de los numerarios: estar
de vuelta, llegar a tiempo, y saber de trigonometría, es decir tener los
ojos abiertos, llegar a tiempo y saber efectuar las oportunas triangulaciones,
sin expresar nunca el propio consentimiento, es más, teniendo cuidado de negar
expresamente el consentimiento acerca de la pertenencia de los hijos, aunque
sean mayores de edad.
¿Pero cuántos se van de ahí?
Probablemente se trata de la realidad de la Iglesia católica que puede presumir
del mayor número de defecciones. Los testimonios publicados por los “ex” concuerdan al defender que el número
de los que salen, sobre todo numerarios y numerarias entre los 30 y los 40
años, está creciendo en todo el mundo. Efectivamente, la expansión iniciada en
España después de la guerra civil a finales de los años 30; en 1975 a la muerte
del fundador, los miembros declarados eran 62.000 y ahora son en torno a los
85.000.
Por tanto, a pesar de la matriz
exasperantemente proselitista y el vivero de “vocaciones” constituido por los
hijos de los supernumerarios, el crecimiento no es en progresión geométrica, ni
siquiera aritmética: con un análisis elemental de los datos apenas
proporcionados, en los 39 años del 1975 hasta hoy se tiene un incremento medio
de menos de 666 miembros al año, el número de la “bestia” del Apocalipsis, poco
más de un tercio. Un verdadero desastre, diría Escrivá: que deja suponer que la
parábola de la expansión numérica comience el descenso.
Hay que añadir la calidad de las
defecciones: no solamente personajes famosos como el senador Marcello Dell’Utri
en Italia o el filósofo Raimon Panikkar en España, sino en torno a 1972 incluso
el jefe de la organización para Italia, circunstancia que hizo decir a Escrivá
que “se consideraba un fracasado” en Italia, y, parece, en los años 50 incluso
el brazo derecho original de Escrivá. Claramente el que sale, según la versión
que cuentan de él, es porque no consigue vivir una vocación tan exigente... que
lo sigan creyendo, si les gusta.
En todo caso, no hay elementos
suficientes para suponer que la estructura haya agotado su función histórica:
en primer lugar, los datos oficiales no son verificables, en segundo lugar,
continúan formando parte personajes de relieve, también en las altas jerarquías
eclesiásticas. En todo caso los 85.000 miembros actualmente declarados están
concentrados geográficamente en el 90% en España y América latina, donde
disputan el campo a la teología de la liberación. Fuera de esta área, una
presencia significativa se registra sólo en Italia con 4.000 miembros, y unpoco
en los Estados Unidos, con 3.000, mientras su presencia es numéricamente
irrelevante en el resto de Europa y del mundo.
En Italia, las ciudades donde se
desarrolla son más que nada Milán (corazón económico de la nación, donde tiene
la sede la dirección para Italia), Roma (donde tiene la sede la dirección
mundial, cerca del Papa y de la cúpula de la Iglesia católica), y Palermo
(donde tiene sede una delegación de la dirección nacional). En cambio no parece
que arraigue con facilidad en una ciudad donde esté radicada una significativa
cultura laica o una significativa realidad católica local con la que entrar en
competencia.
En los países de lengua española
se discute mucho de la presencia de ministros que pertenecen al Opus Dei en los
gobiernos de Franco en España, Pinochet en Chile y Videla en Argentina (quien
será famoso en los libros de historia por el desconcertante fenómeno de los desaparecidos). Incluso hay quien ha
testimoniado de haber oído personalmente a Escrivá calificar a Hitler y la II
guerra mundial como una cruzada contra el marxismo. En Italia, actualmente se
refiere como miembro supernumerario, entre otros, al senador relator del
proyecto de ley sobre el testamento biológico, dirigido a limitar el derecho de
autodeterminación reconocido por la jurisprudencia de la corte de casación
italiana.
Otro aspecto que puede suscitar
desconcierto es que, según los testimonios publicados por los “ex” numerarios, la planta cuarta de la
clínica psiquiátrica de la Universidad de Navarra está reservada a los
numerarios y numerarias que están en crisis de duda en orden a su propia
vocación, para que acepten la propia condición como una enfermedad mental que
hay que recibir como una prueba divina. Hay quien observa que en esto, la
cúpula del Opus Dei tendría en común con los teóricos del estalinismo la idea
de que la desviación ideológica sea una enfermedad mental. Ahora que en Roma ha
sido abierta en 2006 la clínica universitaria Campus biomedico romano, la misma “idea” probablemente podría ser
importada a Italia.
Los mismos testimonios refieren
además que se empiezan a divulgar, a pesar del esfuerzo de ocultación realizado
por parte de la cúpula, además de frecuentes frustraciones, depresiones y
abandonos, también un creciente número de suicidios o de tentativas de
suicidios, situaciones sobre las que las informaciones crecen a medida que
aumenta el número de los “ex”
numerarios dispuestos a contar los sucesos en los que han estado presentes.
5.6. A.O.P.
La sigla es del “apostolado de
la opinión pública”, es decir relaciones con la prensa y los medios de
comunicación, otra actividad para ejercitar profesionalmente y de importancia
esencial para una realidad que ya desde sus comienzos ha suscitado una fuerte
perplejidad tanto dentro como fuera de la Iglesia católica.
Los encargados de este delicado
“apostolado”, además de tratar de reclutar periodistas para la “vocación” a la
prelatura, hacen de las respuestas a las críticas la propia actividad
profesional. El director mundial de este sector neurálgico era Joaquín Navarro
Valls, antes de ser nombrado portavoz de la Santa Sede por Juan Pablo II, cargo
que ha mantenido hasta el 2007, cuando el papa Ratzinger sorprendentemente lo
ha sustituido por el padre Federico Lombardi, jesuita.
También el sector AOP está
dotado de un consumado repertorio de respuestas a las críticas, que vierten
frecuentemente sobre argumentos similares entre si, y también en este caso si
un encargado del AOP no tiene la respuesta preparada, una vez más se consulta,
más y más arriba, hasta al obispo prelado y a sus consejeros, para unir la
inteligencia en defensa de la institución.
Las críticas procedentes de
fuera de la Iglesia católica, habitualmente son neutralizadas tratando de
mostrar que quieren atacar aspectos que forman parte integrante de la Iglesia
católica, y por tanto que se trata de ataques no contra el Opus Dei, sino
contra la Iglesia católica. Siempre evitando entrar en el meollo de las
críticas que se van proponiendo.
Las críticas procedentes de
dentro de la Iglesia católica habitualmente son neutralizadas explicando que
los que critican no la conocen, no la han entendido suficientemente, son
inexactos sobre algún detalle, o siempre teniendo cuidado de no entrar en el
meollo de las críticas que se van proponiendo, explicando que éstas son hechas putantes se obsequium praestare Deo, es
decir, pensando equivocadamente de actuar ad
maiorem Dei gloriam, de dar a Dios más gloria: por tanto, “rezamos por sus
almas”.
Las críticas de los “ex” provienen de quien ha tenido
conocimiento directo de los hechos, entonces para neutralizarlos e importante
minarles la credibilidad, explicando que se trata de “opiniones aisladas”, de
quien ha tenido problemas de orden personal, quizás psiquiátricos, o que no ha
sabido “hacer frente a las necesidades de una vocación tan exigente”. Pero
siempre evitando cuidadosamente entrar en el meollo de las críticas que se van
produciendo: “esto no, por caridad”, o permitir cualquier debate,
enfrentamiento, réplica o contradicción, ni siquiera a distancia.
Sin embargo en tiempos
recientes, han sido cada vez más numerosos los testimonios publicados por los “ex”, sobre todo numerarios, y han
surgido las webs de internet citadas
al principio, que recogen y ponen en circulación una cantidad relevante de
información. Algunos testimonios presentan los límites a que ya me he referido,
otros parece incluso esperar ingenuamente un cambio de ruta en la institución.
Esto parece imposible, si se releen los textos del fundador, que presentan las
características constitutivas, y si se considera que ni siquiera los sucesores
del fundador están legitimados para modificar algo, porque es él quien lo había
“visto de Dios” tal como es. En la era de la información, los testimonios en
todo caso son siempre más numerosos y con contenidos unívocamente graves,
precisos y concordantes, por tanto ya no pueden ser marcados con la etiqueta de
“opinión aislada”.
5.7. Estudio, trabajo, orden, alegría
El lector que desee formarse una
opinión equilibrada debe escuchar con atención también los argumentos a favor.
Por tanto, ¿dónde están los aspectos positivos, o al menos los que quedan como
tales incluso después de la desilusión? En el “plan de vida” cotidiano, del que
se ha hablado anteriormente en el apartado “fe”, Escrivá incluyó una serie de
“normas de siempre”, es decir de actitudes de fondo que se prescribe a los
miembros tener siempre; entre estas, las cuatro últimas son: estudio, trabajo,
orden, alegría.
Estudio. No es solamente la
exigencia de asimilar una profunda preparación escolar y profesional, sino una
actitud, como se ha dicho, de fondo por la cual, por ejemplo, a) todo primero
se estudia y luego se hace; b) hay que buscar
los relieves, decía Escrivá, es decir, buscar los aspectos relevantes de lo
que se ve o se lee; c) también las personas con que se habla primero se
observan, se estudian, luego se habla, un poco como se puede ver que hacen en
las filmaciones televisadas de jefes de estado como Gorbaciov o Putin, o como
se puede notar que le ocurre a quien ha formado parte de los servicios secretos
de algunos países, o algunos eclesiásticos de alto nivel.
Trabajo. Es un aspecto
fundamental en una organización que tiene la palabra trabajo, en latín opus, incluso en el nombre, y consiste
según un slogan del fundador, en
“santificar el trabajo, santificarse con el trabajo, santificar a los demás con
el trabajo”, es decir: a) acostumbrarse al cuidado del más pequeño detalle sin
dejar nada al azar, ni siquiera el modo de colocar una grapa con la grapadora o
el sello en un sobre, aprovechar de manera ordenada cada instante de tiempo de
que se dispone, y poner no sólo la primera piedra, sino también “la última
piedra” en todo lo que se hace - b) considerar el trabajo como participación a
la obra de la creación, según el versículo del Génesis en que El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el
jardín del Edén, para que lo cultivase y guardase (Gen 2, 15): el texto en
latín dice ut operaretur et custodiret
illum y este ut operaretur,
encargado al hombre antes del pecado original, significa que la participación
del hombre en la obra de la creación a través del trabajo forma parte del
estado de naturaleza original - c) tercer aspecto, santificar a los demás con
el trabajo, o sea utilizar el propio appeal
profesional con fines proselitistas; pero este último aspecto vuelve sobre la
instrumentalización de la caridad de que se ha hablado anteriormente. Además
hay que tener cuidados con los juegos lingüísticos con la palabra “trabajo”:
también en la entrada del campo de exterminio de Auschwitz destacaba la palabra
“trabajo” en la expresión arbeit macht
frei, es decir “el trabajo os hace libres”. Además es una lástima que
también Jesús en el episodio de Marta y María (Lc 10, 38-42) haya declarado que
María ha elegido la mejor parte,
prefiriendo la vida contemplativa a la operativa.
Orden. También esto como actitud
de fondo significa que si uno es ordenado por dentro, si uno pone “orden en su
propia vida”, como diría un jesuita[11], tendrá claros los
órdenes de prioridades en las cosas, observará una puntualidad suiza en los
horarios, tendrá orden también en los cajones del armario o del escritorio, o
los objetos en el bolso si es mujer, dejará siempre despejado el escritorio una
vez terminado un trabajo, y todo esto se reflejará también en su comportamiento
exterior: cierto, es más difícil tener claro el propio orden de prioridades
cuando uno al poner orden a partir del caos
debe hacerlo solo y quiere usar su propia inteligencia sin la guía de otro.
Alegría. También esta como
actitud de fondo significa poner buen humor en todo lo que se hace; tener
“visión positiva”, por usar otro escrivaísmo, es decir ver en cada cosa el
aspecto positivo que puede presentar, y considerar la tristeza como un enemigo
a suprimir. Efectivamente, si uno espera alcanzar la felicidad para vivir con
alegría, no estará contento nunca, porque los deseos humanos no son nunca
saciados, siempre nos llevan a tratar de alcanzar algo más intenso.
Se trata de aspectos
indudablemente positivos, aunque de hecho no representan una exclusiva del Opus
Dei: probablemente también los dependientes del banco suizo deben dejar
despejada la mesa por la tarde. El fundamento de la espiritualidad de los jesuitas
está en el hecho de que el hombre debe servirse de las cosas creadas en tanto en cuanto lo ayuden a alcanzar
el fin para el ha sido creado y tanto
debe librarse de ellas en cuanto se
lo impidan[12].
Por esta razón, por ejemplo, los jesuitas de la Universidad Gregoriana, a
veinte años de la caída del comunismo, están reflexionando sobre qué aspectos
de la filosofía de Marx conservan permanente actualidad y son todavía
susceptibles de profundización. Sin embargo, en los debates del Opus Dei, una
operación tal de discernimiento parece prematura, ya que no son ingenuos, está
todo monitorizado, y no es posible hacer nada solamente por estudio, trabajo, orden, alegría (y por
la utilidad que se puede derivar de ahí), sin “vivir” también la fe, caridad,
obediencia, pobreza, castidad y limitaciones intelectuales o, si se prefiere,
sin practicar “santa pureza”, “desprendimiento”, “docilidad”, “plan de vida”,
“apostolado”, “criterios sobre lecturas” (después te preguntan), “naturaleza”,
“discreción” en los términos anteriormente perfilados.
*
6. Ambiciones sociales.
Contrariamente a lo que podría
parecer por algunas de las intervenciones publicadas en las webs de internet citadas al comienzo, todo eso
no parece un fin en sí mismo, como una especie de mecanismo dirigido sólo a
ejercitar un poder sádico sobre las personas o sobre grupos, aunque numerosos,
de personas. Intentemos pues especular sobre su fundamento filosófico
Hemos visto al comienzo el
versículo en que Jesús dice: Y yo, cuando
sea levantado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí (Io 12, 32), y la
explicación que le daba Escrivá. Veamos ahora el versículo precedente: el príncipe de este mundo será echado fuera
(Io 12, 31). Por tanto el texto completo se lee de otra manera: el príncipe de este mundo, identificado
con Satanás, es decir con todo lo que se opone a Dios (o al menos a lo que se
identifica como Dios), será echado fuera,
y yo cuando sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí.
Hemos visto también el punto 833
de Camino, que invita a mirar a lo
que viene calificado como el método operativa de las “malditas sociedades
secretas”.
En el Opus Dei hay quien teme a
la Masonería, acusándola, si se puede hablar de acusaciones, de haber provocado
no solo la constitución, todavía actual, de los Estados Unidos, la revolución
francesa, la unidad de Italia (con la consecuente caída del Estado pontificio,
definida en su momento sacrílega por Pío IX) y el nacimiento y las actividades,
todavía actuales, de la ONU, sino incluso la disgregación del Imperio
austrohúngaro, en cuanto considerado demasiado cercano a la Iglesia de Roma, y
la caída de los zares, en cuanto monarquía teocrática. Exagerados.
Probablemente a los romanos pontífices de la época no les ha gustado la unidad
de Italia, de la que se celebrará el 150º aniversario el año próximo, y la
consecuente caída del estado pontificio, y esto probablemente contribuye a
explicar algunas posiciones tomadas, no totalmente favorables a la Masonería
que se han asumido por la Iglesia católica.
El punto de referencia al
respecto es León XIII, que en la encíclica Humanum
genus - condena del relativismo filosófico y moral de la Masonería, del
20.4.1894 declaraba que la Masonería se
propagó con increíble rapidez, y comenzó a ser poderosa en tal modo que parecía
patrona de los Estados, y que de la
Masónica secta aparece el supremo entendimiento de destruir desde el comienzo
hasta el fondo todo el orden religioso y social, tal como fue creado por el
Cristianismo.
No sé qué aspectos de la
Masonería pueden legitimar tal conclusión, pero ante una sentencia de condena
hay que verificar sus motivos. Veamos pues las razones adoptadas por León XIII:
a) sostienen que un principio fundamental
es la soberanidad de la razón humana. Por tanto no admiten dogmas, ni verdades
superiores a la inteligencia humana, ni maestro alguno, a quien se deba por
la autoridad de su oficio creer en conciencia - b) proponen separación de la Iglesia del Estado... entrega al Estado de los bienes
eclesiásticos... el Romano Pontífice despojado por el principado civil - c)
proponen el gran error moderno del
indeferentismo religioso y de la igualdad de todos los cultos: camino
oportunísimo para destruir todas las religiones, y concretamente la católica
que, siendo la única verdadera, no puede sin enorme injusticia ser puesta en un
montón con las otras - d) enseñan que
los hombres tienen todos los mismos derechos, y son de condiciones
perfectamente iguales; que por tanto el pueblo es soberano: quien manda, no
tiene la autoridad de mandar sino por mandato o concesión del pueblo - e)
al contrario, respecto al poder
soberano... el investido de tal autoridad es ministro de Dios. Por lo cual
hasta donde se lo pide el fin y la naturaleza de la sociedad humana, se deben
obedecer los mandatos justos del poder legítimo, no de otra manera que a la
soberanidad de Dios, rey del universo: y es un gran error dar al pueblo plena
posibilidad de sacudirse, cuando le plazca, el yugo de la obediencia - f)
además, al hacer creer a la multitud que
toda la culpa de la inicua servidumbre y miseria de que se lamentaban era de la
Iglesia y los soberanos, hostigaron al pueblo, y él ansioso de novedades
procuraron el daño a uno y otro poder.
“¿Este es todo el problema?” se
podría decir. Veamos una por una tales acusaciones. La primera es la de no
admitir maestro alguno, al que se deba
por la autoridad de su oficio creer en conciencia: pero sobre el plano
ético esto depende de la libre adhesión de la fe de cada uno, no se le puede
imponer por argumentación racional, si no es por la fuerza de la corrección
intrínseca de la argumentación adoptada.
La segunda acusación es la
supresión del Estado pontificio y la separación de la Iglesia del Estado: se
trata sin embargo de cuestiones que hoy pueden considerarse históricamente
superadas.
La tercera acusación es la de
proponer la igualdad de todos los cultos:
pero también la vía del ecumenismo abierta por el Concilio Vaticano II podría
haber superado históricamente la cuestión
de la igual dignidad de las diferentes religiones.
La cuarta acusación es la de
enseñar la igualdad de todos ante la ley y de hacer derivar la autoridad de
gobernar de un mandato del pueblo: efectivamente, la igualdad de todos ante la
ley, así como el “no” a la pena de muerte y a la tortura es la garantía en el
proceso penal actualmente aceptado en gran parte de las Constituciones de los
países occidentales y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de
las Naciones Unidas del 10.12.1948, no aparecen históricamente como fruto del
pensamiento ni de los latinos ni de la cultura cristiana, más bien del
iluminismo jurídico.
La quinta acusación, unida a la
cuarta, es negar que la investidura del poder político proceda directamente de
Dios: pero también esta imposición hoy parece históricamente superada.
La sexta acusación dirigida a la
Masonería es la de hacer creer a las multitudes que la miseria en la que
entonces se encontraban viviendo la mayor parte de la población en todos los
países del mundo dependiese de la responsabilidad de quien ostentara el poder político
y religioso: ¿y de quién, si no?
Veamos ahora también los
consejos de León XIII contra tal infamia: Lo
primero que hay que hacer es quitar a la secta Masónica su falsa
apariencia y darle la suya, enseñando a los pueblos, a los que pertenezcan
a esa sociedad cuales son sus trucos para halagar y seducir, como la
perversidad de las doctrinas y la deshonestidad de las obras. Este consejo,
de desenmascarar las falsas apariencias,
parece adaptarse bien también al Opus Dei.
Y después: Es necesario en segundo lugar... el celo de la instrucción religiosa...
pero algo tan bello y de tanta
importancia necesita además la industria cooperadora de aquellos laicos,
a los que al amor de la religión y de la patria se unen probidad y doctrina.
¡Ése es el punto! Aquí está quizás la explicación de porqué dicen que es una gran catequesis, y porqué está formada
esencialmente por laicos: porque para algo
tan bello y de tanta importancia... es necesario el celo de la instrucción
religiosa, que necesita la industria
cooperadora de los laicos.
Por tanto parece posible suponer
que no sea una Masonería, sino una especie de antimasonería en el seno de la Iglesia católica,
constituida no para atacar abiertamente a los jesuitas, ni a la Masonería, sino
para disputar a los jesuitas, dentro de la Iglesia católica, la misión de la
defensa y propagación de la fe y a la Masonería, fuera de la Iglesia, la de
trabajar por el progreso de la humanidad, para que el príncipe de este mundo, identificado como se ha dicho hace poco,
sea echado fuera (Io 12, 31).
Parafraseando a León XIII, si de la secta Masónica aparece supremo
entendimiento destruiría de principio a fin todo el orden religioso y social,
tal como fue creado por el Cristianismo, del Opus Dei, que no es una secta
aunque probablemente tenga todas las característica de ella, sino una prelatura
personal, se puede por tanto suponer que aparece
supremo entendimiento restaurar desde
el principio al fin todo el orden religioso y social previo, tratando de
restaurarle los aspectos a que se refiere León XIII: si fuese así se trataría
de un verdadero y propio retroceso de la humanidad, hacia el Medioevo.
*
7. Conclusiones.
La historia, que no sabes de dónde viene ni dónde va (Io
3, 8), dirá si el Opus Dei atraerá verdaderamente a todos los de la cúpula, o
si conseguirá hundir consigo a la Iglesia católica en la fosa de un integrismo
religioso, o si incluso, una Iglesia
abierta sabrá librarse de lo que le obstaculiza respecto a la libertad de
pensamiento y a la libertad religiosa, que es falta de respeto por las
opiniones de los demás, también en materia religiosa, no es la libertad de
adherirse a unos determinados preceptos o acabar en la hoguera, aunque en
nuestros tiempos, afortunadamente se puede temer solamente al fuego eterno, el
del infierno, y no también al fuego físico, el del que era quemado vivo en la
plaza pública.
Si ha tratado del Reino de Dios,
aparentes analogías, itinerario jurídico, ignorancia voluntaria, fanatismo
religioso y ambición social. Estos últimos tres aspectos, ignorancia, fanatismo
y ambición, corresponden a las tres preguntas a las que, para Kant, la
filosofía está llamada a dar una respuesta: 1.
¿Qué puedo saber? - 2. ¿Qué debo hacer? - 3. ¿Qué me es lícito esperar?,
desarrolladas respectivamente en la Crítica
de la razón pura, en la Crítica de la
razón práctica y en la Crítica del
juicio. También se pueden entender como correspondientes a una fe, una
caridad y una esperanza laica: una fe laica, que tenga claros los límites y las
posibilidades de la razón humana y de lo que pertenece a las opciones de la fe
religiosa, al contrario de una ignorancia cultural voluntaria; una caridad
laica, hecha de amor por el bien prójimo, al contrario de un integrismo
cristiano; y una esperanza laica en
el progreso del hombre y de la humanidad, como dice la encíclica Populorum progressio de Pablo VI, al
contrario de la ambición de atraerlo todo hacia sí. Pues bien, sobre estos tres
aspectos, más allá de las posibles semejanzas de método y de la sólo aparente
semejanza de fines, por lo que se ha visto en los capítulos anteriores la
divergencia no sólo con la Masonería, sino, más en general con el iluminismo y
con toda la modernidad, no puede ser más radical.
Un aspecto misterioso, pero
probablemente en la línea de los que se ha dicho poco antes, es que el emblema,
que todos encuentran bajo los ojos en las sedes, pero al que ninguno hace caso,
como a menudo ocurre con los símbolos que uno tiene ante la nariz, está
representado por una rosa y una cruz. La cruz está inscrita en una circunferencia,
con el brazo transversal puesto en posición elevada respecto a las habituales
representaciones, de modo que la longitud de los brazos esté entre ellos en una
proporción correspondiente a la sección áurea. Bajo el círculo, más abajo, está
representada una rosa. Pero los que he tenido ocasión de preguntarle sobre este
símbolo no me han proporcionado explicaciones de interés, sólo decirme que la
cruz en el círculo representaría la cruz en medio del mundo, y añadir
puntualmente una anécdota repetida como un papagayo y ligada a una visión más o
menos mística del fundador, que un buen día había visto una rosa, pero sin
decir nada sobre el significado simbólico del emblema.
Una última anotación:
contrariamente a algunas fantasías periodísticas, si alguno participase a una
de las actividades y lograra informarse de los nombres, apellidos y direcciones
de los participantes, en la mayor parte de los casos terminaría por decir:
“¿Pero cómo? ¿Eso es todo?” Es verdad: hay personajes de relieve, pero no se dejan
ver fácilmente. A los demás, si los encuentras por la calle sin haberlos visto
en las páginas de algún periódico, no los reconoces tan fácilmente, y en todo
caso no están allí para ayudar al primero que pasa.
En este punto, para parafrasear
el último capítulo de El Código da Vinci,
el profesor Robert Langdon se despertó en el hotel Ritz de París, y se dio
cuenta de que sólo había estado soñando: todo es una burla, dijo para sí. ¡No
puede ser así! ¡Es imposible!
Es verdad, puede no ser así,
espero que no sea así: es solamente una de las posibles lecturas, por una Iglesia abierta, por una fe
libre.
Brescia, 19.2.10
Carlo
Maria
[1] Conversazioni notturne a Gerusalemme, Mondadori, Milano 2008, título del capítulo 6
[2] Noche oscura, II, 21, 5
[3] Summa Theologicae, I-II q. 18 a.9
[4] Congregación para la Doctrina de la Fe, declaración Dominus Iesus del 6.8.2000, párrafo 4.
[5] Conversazioni notturne a Gerusalemme, cit. Capítulo 6., per una chiesa aperta.
[6] Ejercicios espirituales, 299.
[7] Encíclica Spe salvi, 30.II.07, capítulos 45-47
[8] Conversazioni nottuerne a Gerusalemme, cit. capítulo 5
[9] Le ali della libertà, Piemme, Milán 2009, pág. 61-62
[10] Le ali della libertà, cit., pág. 66
[11] S. Ignacio de Loyola, Ejercicios espirituales, 21
[12] S. Ignacio de Loyola, Ejercicios
espirituales, 23