¡No
tiren el bebé junto con el agua del baño!
AgustínB, 7 de
mayo de 2010
"Voy a proclamar el nombre del Señor: ¡den gloria a
nuestro Dios!
El es la Roca: su obra es perfecta, todos sus caminos
son justos; es un Dios fiel y sin falsedad, justo y recto."
(Deut 32:3-4)
No soy Opus Dei ni ex-OD, sino
que mi interés por el tema tratado en este sitio surgió a partir de haber
tenido como compañero de trabajo por varios años a un numerario. Y tras haber
leído unos cuantos artículos, creo poder ofrecer una reflexión que será útil a
los que están adentro y a algunos de los que se fueron.
En primer lugar, tuve que
hacer una evaluación crítica del contenido de los artículos. En esta evaluación
percibí la existencia de una consistencia entre las observaciones sobre la
personalidad del fundador [
1] [
2] [
3] [ 4] [ 7],
sobre las normas oficiales u oficiosas de la institución [ 5]
[ 6]
[ 7], y
sobre las consecuencias que se están
produciendo en la vida de sus miembros [
8], llegando a un alto grado de certeza relativa sobre la buena fe y
veracidad de los testimonios (sobre el testimonio de Manuel Mindán
Manero en particular [
1] sólo cabía cuestionar la exactitud de sus recuerdos - a la que estimo
total - y no su buena fe) y sobre la facticidad de la
situación que ellos describen. Esta conclusión fue apoyada por al menos un
sitio independiente [9] que satisface
el requisito de seguir una línea de ortodoxia doctrinaria católica.
Paradójicamente,
el aval final a esta conclusión provino de la respuesta de Calandria [10]
a Jacinto Choza, la cual también me motivó a escribir esta reflexión. (Irónicamente, es probable que Calandria la
descarte a priori y jamás lea más allá del primer párrafo, a partir del
criterio que expresa en [11]:
"Por último, Aldeano, tú no eres un
ex Opus Dei, no tenemos nada que hablar.") Esta respuesta de Calandria
en [10]
es como la otra cara de la moneda de algo que dice Jacinto Choza en [ 7]: "Queda una última cuestión, que afecta al crédito de la
Iglesia, y es ¿qué garantías hay de la calidad y legitimidad de los actos magisteriales
y de los actos jurídicos de la iglesia?"
En efecto, la confusión entre, por un lado, lo que el
magisterio de la Iglesia enseña como verdad de fe y todo fiel debe Creer con
certeza absoluta, y por otro lado, lo que es materia opinable y cada fiel puede
creer con distintos grados de certeza relativa o no creer, da lugar a la
situación espiritual testimoniada por Calandria en [10]
y más tarde, si y cuando esta situación se hace insostenible, a que el abandono
de aquellos conceptos y criterios que eran puramente humanos vaya acompañado
por el cuestionamiento o incluso abandono de verdades esenciales de fe. No
saber distinguir el bebé del agua hace que, cuando el peso de ésta se hace
insostenible, se corra el riesgo de arrojar ambos. Y la referencia para un
discernimiento correcto es el Motu Proprio "Ad
tuendam Fidem"
de Juan Pablo II y la correspondiente Nota
Doctrinal de la Congregación para la Doctrina de la Fe [12]. Esta Nota
Doctrinal expone la Profesión de Fe que es requerida a los fieles llamados a
ejercer un oficio en nombre de la Iglesia, la cual consiste en el Credo
Niceno-Constantinopolitano seguido por los siguientes tres párrafos:
«Creo,
también, con fe firme, todo aquello que se contiene en la Palabra de Dios
escrita o transmitida por la Tradición, y que la Iglesia propone para ser
creído, como divinamente revelado, mediante un juicio solemne o mediante el
Magisterio ordinario y universal»
«Acepto
y retengo firmemente, asimismo, todas y cada una de las cosas sobre la doctrina
de la fe y las costumbres, propuestas por la Iglesia de modo definitivo»
«Me
adhiero, además, con religioso asentimiento de voluntad y entendimiento, a las
doctrinas enunciadas por el Romano Pontífice o por el Colegio de los Obispos
cuando ejercen el Magisterio auténtico, aunque no tengan la intención de
proclamarlas con un acto definitivo»
El segundo párrafo adicional comprende aquellas
verdades concernientes a la fe o a las costumbres que están necesariamente
conectadas con la divina revelación, sea por razones históricas sea por lógica
concatenación, pero que no pertenecen a ella. Por ejemplo, si algún día el
Magisterio define definitivamente que la contraconcepción
es contraria a la ley natural, estaría dentro de lo incluido en el segundo
párrafo. Por ahora está en el tercero. Estos tres párrafos tienen su
correspondiente sanción en el Código de Derecho Canónico, donde el segundo
párrafo del canon 750 fue agregado justamente por el Motu Proprio "Ad tuendam Fidem" para reflejar
el segundo párrafo adicional de arriba:
Canon 750
§ 1. Se
ha de creer con fe divina y católica todo aquello que se contiene en la palabra
de Dios escrita o transmitida por tradición, es decir, en el único depósito de
la fe encomendado a la Iglesia, y que además es propuesto como revelado por
Dios, ya sea por el magisterio solemne de la Iglesia, ya por su magisterio
ordinario y universal, que se manifiesta en la común adhesión de los fieles
bajo la guía del sagrado magisterio; por tanto, todos están obligados a evitar
cualquier doctrina contraria.
§ 2. Asímismo se han de aceptar y retener firmemente todas y
cada una de las cosas sobre la doctrina de la fe y las costumbres propuestas de
modo definitivo por el magisterio de la Iglesia, a saber, aquellas que son
necesarias para custodiar santamente y exponer fielmente el mismo depósito de
la fe; se opone por tanto a la doctrina de la Iglesia católica quien rechaza
dichas proposiciones que deben retenerse en modo definitivo.
Canon 752
Se ha
de prestar un asentimiento religioso del
entendimiento y de la voluntad, sin que llegue a ser de fe, a la doctrina que
el Sumo Pontífice o el Colegio de los Obispos, en el ejercicio de su magisterio
auténtico, enseñan acerca de la fe y de las costumbres, aunque no sea su
intención proclamarla con un acto definitivo; por tanto, los fieles cuiden de
evitar todo lo que no sea congruente con la misma.
A partir de ahora usaré
"Creer" con mayúscula para denotar la "fe firme, divina y
católica" del primer y segundo párrafos, que se refiere a verdades de las
que podemos y debemos tener certeza absoluta porque son garantizadas por El que
Es verdad y bien absolutos. Así, resumo diciendo que:
"Creo con certeza
absoluta todo lo que Dios ha revelado, tal cual lo enseña el Magisterio de la
Iglesia, y sólo eso."
"Rechazo con certeza
absoluta todo lo que se opone a lo que Dios ha revelado (tal cual lo
enseña...), y sólo eso."
Los "y sólo eso"
finales son cruciales. Yo no puedo ni debo Creer con certeza absoluta algo que
no pertenezca al depósito de la fe (o sea propuesto por la Iglesia de modo
definitivo por estar conectado con éste), aún cuando no se oponga a éste. En
otras palabras, hay tres categorías de enunciados:
A. Los que Dios ha revelado, y
debo Creer con certeza absoluta,
B. Los que se oponen a lo que
Dios ha revelado, y debo Rechazar con certeza absoluta,
C. Los que no están ni en la
categoría A ni en la B, y puedo creer o rechazar con distintos grados de
certeza relativa.
Por ejemplo, Creo con certeza
absoluta que Jesús es el Hijo Unigénito, Eterno y Consustancial de Dios Padre,
que resucitó, y que está verdadera, real y sustancialmente presente en la
Eucaristía. Por otro lado, creo con 100 % de certeza relativa que no existe
vida extraterrestre, ni inteligente ni bacterias ni nada. Si bien a mi juicio esa es la posición sobre
el tema que está más de acuerdo con la Revelación, sé perfectamente que no debo
ni puedo Creerla con certeza absoluta, porque la Revelación nada dice al
respecto y la posición opuesta es también compatible con ella.
Habiendo
dejado en claro estos criterios, paso a aplicarlos a la respuesta de Calandria
[10]
a la que cito en su casi totalidad, numerando sus párrafos:
"1. Cómo no
voy a creer en la verdad y sobrenaturalidad -la Obra es de Dios- de esta
institución a la que pertenezco hace tantos años.
2. Decir que fue
un error canonizar a Escrivá es decirle a la Iglesia “te equivocaste”, decir
que el Opus Dei no tiene un carácter sobrenatural es pretender arrebatar a Dios
lo suyo, es decir a Dios “no te creo, esto no es tuyo”.
3. No soy
jurista, mucho menos canonista o literata, no creo tener mente filosófica,
mucho menos teológica. Lo que creo tener es un poco de FE. Hay que tener FE
para creer en aquello que a nuestros ojos -los ojos humanos- aparece como
equivocado, torcido, falso, repulsivo… Resultó siempre aleccionadora, para mí,
aquella frase “Dios escribe derecho con renglones torcidos”
4. Yo me imagino
a Dios sonriendo a quienes después de hacer largos estudios y disquisiciones
concluyen “no te creo, esto no es tuyo” y me lo imagino respondiendo con más
amplia la sonrisa “si yo lo quiero así, a ti qué?” Si
Dios permite que se desarrollen los acontecimientos de una determinada manera,
qué vamos a hacer nosotros? A lo más, se me ocurre,
preguntarle por qué lo quiere así y pedirle, si es nuestro deseo, que por favor
tome otros derroteros.
5. No puedo
tomar como verdaderas las afirmaciones que Jacinto Choza y otros tantos hacen
sobre Escrivá, sobre el Opus Dei, aquello del narcisismo y del carácter
fraudulento de la Obra de Dios porque significaría estar diciéndole a Dios creo más a Jacinto Choza, creo más en unas cuantas líneas
publicadas en Opuslibros en un determinado momento
que lo que TU me has dicho, dado y enseñado durante toda mi vida."
En el párrafo 1, las afirmaciones de la
sobrenaturalidad del Opus Dei y de que "la Obra es de Dios" pueden
entenderse en dos sentidos. En el primer sentido se aplican al Opus Dei tal
como pueden legítimamente aplicarse a la Compañía de Jesús, la orden Salesiana,
o la Institución Teresiana. Esto es correcto, siempre que en todos los casos se
haga en su justa medida, tal como explica el primer artículo en [9]:
"Si bien es
cierto que la Iglesia declara que los santos al desarrollar obras apostólicas
han sido movidos por el Espíritu Santo, ello no implica una declaración de que
todos los aspectos de sus obras hayan sido objeto de una novísima
"revelación". La revelación concluye con la muerte del último
apóstol, o a lo sumo, con la muerte del último discípulo del último apóstol. No
hay más. Sería adecuado decir que Dios inspiró a San Ignacio un profundo celo apostólico
para fundar la Compañía de Jesús. Por contra, sería inadecuado decir que el
libro de los Ejercicios le fue inspirado como camino seguro de santidad
ratificado por Dios, revelado por Él mismo para quienes entrasen a formar parte
de su compañía, ni tampoco que la hora de oración diaria que San Ignacio
prescribe entre en esos parámetros."
Sin embargo, sospecho que Calandria tiene otro sentido
en mente, tal como continúa el mismo artículo:
"Cualquier
miembro del Opus Dei aceptaría esto en principio. Pero lo aceptaría para todas
las demás instituciones y obras de la Iglesia. Cuando se trata del Opus Dei,
esto es distinto. Cada norma de piedad, cada costumbre, hasta incluso la manera
de decorar una habitación, lo "vió" el
fundador. Con estas metáforas floridas lo que se dice es algo sumamente ajeno a
la enseñanza pública de la Iglesia sobre tales puntos."
El párrafo 2 muestra una confusión en cuanto al
alcance de una canonización. Como dice
el punto 828 del Catecismo de la Iglesia Católica, canonizar un fiel es
"proclamar solemnemente que el fiel ha practicado heroicamente las virtudes
y ha vivido en la fidelidad a la gracia de Dios". Esto no implica que el
fiel no cometió errores, o que no tenía defectos personales, o que todo lo que
hizo fue inspirado por Dios e "incontaminado" por sus defectos
personales. Es bien sabido que Santo Tomás de Aquino, cuya Suma Teológica y la
Biblia fueron los dos únicos libros puestos sobre el altar por los Padres
Conciliares de Trento como referencias doctrinales, negaba la Inmaculada
Concepción de la Virgen (que en aquel momento distaba más de 500 años de ser
definida como dogma). Por lo tanto, a priori e independientemente de cualquier
característica particular de San Josemaría Escrivá o
del Opus Dei:
Por un lado, la canonización define una verdad de Fe: todo
fiel católico debe Creer con certeza absoluta que San Josemaría
Escrivá (SJME) "ha practicado
heroicamente las virtudes y ha vivido en la fidelidad a la gracia de Dios"
y que desde por lo menos 1992 (año del milagro) está gozando de la Visión
Beatífica.
Por otro lado, el carácter de sobrenatural que una
canonización confiere a una institución fundada por el Santo en cuestión no es
mayor que el de cualquier orden religiosa, instituto secular, o asociación
internacional de fieles de derecho pontificio fundada por cualquier otro santo.
Ahora bien, ¿es compatible la canonización con la afirmación
de Manuel Mindán Manero de que SJME "era un buen
sacerdote sujeto a dos pasiones dominantes: la de presumir de alta alcurnia y
la de dominio y mando sobre los demás"[1]? ¿Pueden los rasgos de personalidad descriptos
en [2],
[3]
y [4] ser
compatibles con un caso de práctica heroica de las virtudes? A mi juicio, y
disintiendo en este punto con [1],
no sólo son compatibles sino que fortalecen el caso en cuestión, porque
acarrear el bagaje de una personalidad semejante hace que sea más heroico vivir
la fidelidad a Jesucristo, no menos. O en otros términos, el mismo grado de
heroicidad "interno" en la adhesión a Jesucristo (que sólo puede ser
medido por Dios) produciría mejores frutos "externos" en una persona
con personalidad "sana" que en otra con personalidad
"defectuosa", pero rendiría a ambas el mismo grado de gloria. Por
otro lado, las conductas debidas a los rasgos defectuosos de personalidad son
en gran medida inculpables, tal cual reconoce Vado Via
[2]:
"sé positivamente como sufren las personas con estas conductas neuróticas,
muchas de las cuales tienen reacciones y conductas “automáticas”, como si
fuesen vidas independientes, en que la responsabilidad del sujeto está muy
disminuida porque la voluntad está muy restringida por la “automaticidad” de esas
conductas “instantáneas”." Debe además tenerse en cuenta que desde los 40
SJME fue diabético insulinodependiente, y que las variaciones del nivel de
glucosa en la sangre afectan fuertemente el humor y comportamiento de tales
pacientes. Queda así claro que:
Por un lado, la canonización es completamente
compatible con los rasgos defectuosos de personalidad de SJME descriptos en
varios artículos de Opuslibros (descripciones que yo
simplemente tomo como hipótesis de trabajo).
Por otro lado, tales rasgos de personalidad pueden
haber afectado sustancialmente la calidad objetiva de sus actos y, sobre todo,
de las características, particularmente normas y costumbres, que confirió a la
institución por él fundada.
Por lo tanto, ¿estaba SJME movido por el Espíritu Santo
en su actividad apostólica? Sí, al igual que cualquier sacerdote santo. ¿Estaba
esa actividad apostólica afectada por los rasgos negativos de su personalidad?
Sí. ¿Realizaba Dios su obra en SJME (su santificación personal) y a través de SJME
(y no me refiero a la validez de los sacramentos administrados, lo cual está
fuera de cuestión)? Sí, al igual que la realizaba en y a través de cualquier
otro sacerdote santo, y a pesar de sus defectos de personalidad. ¿Es el Opus Dei
con respecto al conjunto de órdenes religiosas, institutos seculares, y
asociaciones internacionales de fieles de derecho pontificio una especie de
Virgen María entre los santos, la única toda santa sin mancha ni arruga?
Definitivamente no. Más aún, probablemente esté debajo del promedio en lo que
podríamos llamar "índice de calidad objetiva" = 1 - (características
debidas a defectos humanos / características debidas a la inspiración divina) ¿Es
el Opus Dei "la obra de Dios"? En principio, tanto como cualquiera de
las instituciones nombradas, y en detalle probablemente menos que el promedio
de ellas. ¿Realiza Dios su obra en el Opus Dei y a través del Opus Dei? Sí, al
igual que la realiza en y a través de las otras instituciones, y a pesar de las
características negativas del Opus Dei e incluso a través de estas, sin por eso
implicar que las apruebe. Quiero decir que el hecho de que Dios permita que el
Opus Dei imponga una carga excesiva sobre sus miembros para dar ocasión a que
muchos de éstos practiquen las virtudes en grado heroico no implica que El
positivamente quiera la imposición de esa carga. Similarmente, el hecho de que
Dios permitió que la Inquisición encarcelase a San Juan de Avila
por dos años y a Fray Luis de León por cinco para darles ocasión de dar frutos
de caridad en la adversidad no implica que El positivamente aprobase los
encarcelamientos.
El párrafo 3 refleja una confusión muy grande. Si
bien es totalmente correcto que "hay que tener Fe" (y no solamente
"un poco", agrego), esa Fe consiste en creer en Dios y en creerle a
Dios, a la verdad que Dios ha revelado. Y como el Dios en que creemos es la
absoluta plenitud del ser y de toda perfección, la suma verdad, el sumo bien,
la suma belleza, y "su obra es esplendor y majestad, ...
las obras de sus manos son verdad y justicia," (Sal 111) la fe NO es creer
en lo que "aparece como equivocado, torcido, falso, repulsivo". Y
esto enlaza con lo dicho anteriormente y con el párrafo 4: no hay que
confundir lo que Dios hace y lo que Dios quiere con lo que Dios permite. Que
Dios se sirva de instrumentos defectuosos no implica que se complazca en esos
defectos, o que quiera positivamente aquellas características del Opus Dei (o
de cualquier otra institución) que sean consecuencia de esos defectos, o que no
quiera que los miembros actuales de esas instituciones corrijan esas
características negativas.
En el párrafo
5, por último, al manifestar que no
puede tomar como verdaderas las afirmaciones de Jacinto Choza [7] y
otros sobre el narcisismo y el carácter fraudulento del Opus Dei porque
significaría decirle a Dios "creo más a Jacinto Choza, creo más en unas
cuantas líneas publicadas en Opuslibros en un
determinado momento que lo que TU me has dicho, dado y enseñado durante toda mi
vida", Calandria revela una vez más su confusión sobre qué es lo que Dios
le ha revelado, a ella y a cada católico. Reiterando la Nota Doctrinal de la
CDF sobre el Motu Proprio "Ad tuendam Fidem", lo que Dios ha revelado es, con certeza
absoluta, "todo aquello que se contiene en la Palabra de Dios escrita o
transmitida por la Tradición, y que la Iglesia propone para ser creído, como
divinamente revelado, mediante un juicio solemne o mediante el Magisterio
ordinario y universal" y solamente eso. Y con 100% de certeza relativa,
"las doctrinas enunciadas por el Romano Pontífice o por el Colegio de los
Obispos cuando ejercen el Magisterio auténtico, aunque no tengan la intención
de proclamarlas con un acto definitivo", y solamente eso. Y lo que el Magisterio
de la Iglesia propone a los fieles para Creer con certeza absoluta es que SJME
"ha practicado heroicamente las virtudes y ha vivido en la fidelidad a la
gracia de Dios" y que desde por lo menos 1992 (año del milagro) está
gozando de la Visión Beatífica, y solamente eso. El Magisterio de la Iglesia no
propone a la fe de los creyentes que SJME tuvo una revelación divina en 1928, o
que las características que forjó en el Opus Dei fueron divinamente inspiradas.
Con respecto a la afirmación de Jacinto Choza [7]
acerca del "carácter fraudulento y falsario en cuanto a sus orígenes sobrenaturales
y en cuanto a la santidad de su fundador" debe ser vista en conjunto con
su otra afirmación acerca de que SJME "era una personalidad narcisista y
fantasiosa, que siguiendo sus delirios se embaucó a sí mismo y a mucha gente de
buena fe." Al decir que SJME "se embaucó a sí mismo" acerca del
origen sobrenatural del Opus Dei y de su propia relevancia, queda excluida
cualquier mala fe de su parte y por lo tanto cualquier obstáculo insalvable
para su canonización. Y esto está totalmente en línea con las conclusiones de
Marcus Tank en [4] que
cito extensamente a continuación porque resumen admirablemente el tema:
"Sobre el
mundo interior de la subjetividad del fundador, pienso que, de los datos
mencionados y conocidos, puede aceptarse que no actuó con intención y
conciencia de engañar en lo sustancial, sino movido por su personalidad
trastornada. No obstante, tengo la impresión de que no faltaron las ocasiones
en que tuvo clara conciencia de estar manipulando la verdad para conseguir sus
fines. Y, a pesar de todo, pienso que esto puede ser compatible con una sincera
búsqueda de Dios, pues nadie es quién para juzgar sobre su conciencia y su real
o ficticia santidad.
Ahora
bien, lo que no puedo admitir es que el Opus Dei que conocemos sea una “criatura” más
o menos inspirada por Dios, pues en ella no se descubren los signos distintivos
de las obras de Dios. No me cuesta admitir que tal vez la mayor parte de los
excelentes miembros del Opus Dei, que fueron seducidos por el señuelo de lo
divino, hayan actuado con rectitud, entregando sinceramente sus vidas en favor
de los demás según el carisma de la santificación en las tareas seculares. De
ahí es de donde han brotado los buenos frutos, en el universo mundo, porque el
“buen Opus Dei” lo han hecho gentes con buena voluntad, y aun a pesar del
Escrivá real."
En este punto acoto que la fuente última de donde han
brotado los buenos frutos es el Señor, cuya misericordia llega hasta el cielo y
su fidelidad hasta las nubes (Sal 36 y 57). El tiene compasión del pueblo que
lleva su Nombre, de la Iglesia Católica, el Cuerpo Místico de su Hijo
Unigénito. (Si 36) El Señor gobierna a su pueblo y se compadece de sus siervos
(Sal 134), y los que en El confían no quedan defraudados (Dan 3). A aquellos
miembros del Opus Dei que todavía no son capaces de entender que las
características negativas del Opus Dei no vienen de El,
les da fuerza para perseverar en el camino de la santidad y dar fruto mientras
están adentro, y a los que son capaces, les hace ver la verdad y los ayuda a
salir y perseverar en el camino de la santidad y dar fruto cuando ya están
afuera. Continuando ahora con la cita de [4]:
"Con el
paso del tiempo, al cabo de las décadas, la semilla de falsedad que se
encontraba en la raíz de este montaje se ha desarrollado y ha contaminado casi
todo, ya que los sucesores de Escrivá —también fautores de la manipulación—
continúan resistiéndose a mostrar la verdad desnuda. Por eso han optado por
mantener el mito y el fanatismo a toda costa, usando medidas de control
asfixiantes, e integrando en el escalafón de su particular “jerarquía” a
dóciles ejecutores que saben aparcar su conciencia. Es así como ha llegado a
corromperse casi todo y ya no existe tarea pastoral incontaminada, ni reducto
de aire sobrenatural limpio, ni reunión familiar “interna” que no sea
artificial. Una obra religiosa donde no está el hálito de Dios, sino que es el
desarrollo empresarial de una idea humana, deforme y sin verdad, es una
organización de sectarios fanáticos. Y lo seguirá siendo mientras no triunfe en
ella la verdad."
Este último párrafo, durísimo como es, explica
perfectamente el fenómeno, también durísimo, de la multiplicación de casos de
miembros del Opus Dei con problemas psicológicos como "depresión,
síndromes de pérdida de personalidad, problemas notorios de inmadurez, crisis
de identidad", muchos de ellos "medicados con psico-fármacos",
que reporta Segundo en [8].
Y da también la clave para la solución del problema: la verdad. Reconocer la
verdad de la realidad del Opus Dei y la Verdad de la voluntad de Dios como
Jesús nos la enseña, confrontar ambas verdades para discernir cuáles
características del Opus Dei están de acuerdo con la voluntad de Dios y cuáles
son consecuencia de los defectos humanos del fundador o de sus sucesores, y
tener el coraje de cambiar estas últimas. La Inquisición fue transformada en el
Santo Oficio y finalmente en la Congregación para la Doctrina de la Fe. ¿Podrá
el Opus Dei transformarse a sí mismo?
Termino mencionando dos claves
esenciales para esa transformación. Una es nuevamente la verdad,
específicamente la manifestación abierta de la verdadera naturaleza del Opus Dei,
tanto a sus propios miembros como a los potenciales candidatos a serlo. Y aquí
vuelvo a mi contacto personal con el Opus Dei, el numerario con el que trabajé
varios años en una empresa grande. Cuando me explicó el régimen de vida que
seguía, me surgió espontáneamente decirle: "Pero vos sos
un monje: vivís en una residencia con gente que no es tu familia, entregás tus ingresos al Opus Dei, empleás
la mayor parte de tu tiempo libre en prácticas de piedad, estás dispuesto a
mudarte donde el Opus Dei te destine. La única diferencia con un benedictino es
que éste trabaja en la huerta, viña o imprenta del monasterio vistiendo un
hábito, y vos trabajás en una empresa del mundo
secular vistiendo un traje." Y me complace (intelectualmente) verificar
que esta simple observación espontánea está en línea con el análisis detallado
que hizo Gervasio en [6].
Una consecuencia de esto es que es completamente impropio plantear la vocación
de numerario a cualquiera, de la misma manera que un benedictino o un
franciscano no andaría tratando de reclutar a cuanto católico practicante y
todavía soltero se le cruzase en el camino. Y sin embargo ésta es precisamente
la praxis del Opus Dei, como describe Castalio en [13].
La otra clave esencial para la transformación es el respeto a la libertad de
conciencia, tema extensamente tratado por Oráculo en [5].
Para aquellos que hayan
llegado hasta aquí, un último pensamiento. Recen por aquellos que están
adentro. Por aquellos que alguna vez verán lo que vieron Uds,
para que cuando ello ocurra no se debilite su fe, sino que puedan tirar el agua
y conservar el bebé. Por aquellos otros cuya resistencia subconsciente al
régimen está siendo apagada a fuerza de psico-fármacos.
Y por los de arriba, para que tengan el coraje de reconocer y cambiar lo que
debe ser cambiado. Y no duden en invocar la intercesión del Santo al que más le
interesa que esto ocurra: San Josemaría Escrivá
mismo. Puede parecer chocante, pero es exactamente así. Sabemos con certeza absoluta que SJME está en
el cielo. En el cielo nada defectuoso entra: todo rasgo desordenado es
expurgado en el Purgatorio si es a nivel moral, o desaparece con la muerte si
es a nivel puramente psicológico. Por lo tanto SJME, a partir de la Visión
Beatífica, percibe claramente y reconoce totalmente la verdad sobre las
características negativas del Opus Dei debidas a sus defectos, y sobre el
efecto que esas características tienen en sus miembros. Al estar inflamado por la caridad divina y sin
ninguna pasión contraria a ella, desea totalmente y sin reservas el bien de los
miembros del Opus Dei. Y al estar gozando de la gloria celestial, no le afecta
ni importa en absoluto que en la Tierra se reconozcan abiertamente sus defectos
si esa es la condición necesaria para la transformación del Opus Dei. Por lo
tanto, si hay un Santo que va a interceder sin descanso para que se reforme el
Opus Dei a partir de un crudo reconocimiento de la verdad, es precisamente San Josemaría Escrivá.
Agustín B.
Referencias:
[1]
Manuel
Mindán Manero (1995). Libro "Testigo de noventa años de
historia. Conversaciones con un amigo en el último recodo del camino",
Zaragoza 1995, editado por el autor e impreso por la Librería General. En el
capítulo V, "Los últimos cursos en el seminario" dedica el apartado
4, a "Mi compañero José María Escribá" (pp.
115-120)
[2] Vado Via, 6 de diciembre de 2006. "Qué
personalidad! ¡Qué pena! Pero, ¡detengan la locura!"
[3] Doserra, 23 octubre 2006. "La
compleja personalidad del Fundador del Opus Dei".
[4] Marcus Tank, 26 noviembre 2008. "El
trastorno narcisista de la personalidad del fundador del Opus Dei".
[5] Oráculo, enero
de 2007. "La libertad de las
conciencias en el Opus Dei".
[6] Gervasio,
febrero de 2009. "La
espiritualidad del Opus Dei".
[7] Jacinto Choza,
15 de febrero de 2010. "Lo que queda del
día".
[8] Segundo, 6 de agosto de 2008. "Argentina:
Una labor en caída libre".
Segundo, 24 de noviembre de 2008. "Argentina: una
labor en caida libre (II)".
[9] http://diario-de-una-prelatura.blogspot.com
[10] Calandria, 26
febrero 2010. "Sobre
lo que Jacinto Choza escribió."
[11] Calandria, 14
diciembre 2009. "Los
integrantes de Opuslibros carecen de sentido
sobrenatural." De paso, Calandria tiene total razón en este
artículo. Es totalmente correcto, y era práctica común en la pintura medieval y
renacentista, incluir al oferente de una pintura de un acontecimiento de la
Historia Sagrada en la escena pintada en una actitud de contemplación del
acontecimiento, reflejando que realmente lo contempla con los ojos de la fe.
[12]
Juan Pablo II, 18 de mayo de 1998. Carta Apostólica dada en forma de 'Motu
Proprio' «Ad
tuendam Fidem». Junto
con Nota
Doctrinal de la Congregación para la Doctrina de la Fe del 29 de junio
de 1998:
[13] Castalio, 10 de julio de 2009. "Cómo
fabricábamos numerarios en México".
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