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CORRESPONDENCIA
Viernes, 18 de Julio de 2025
La gran farsa de la oficina de sanación del Opus Dei.- Agustina
La gran farsa de la “oficina de sanación” del Opus Dei Agustina L. de los Mozos, 18/07/2025

El Opus Dei ha lanzado en España, el 17 de julio de 2025, una “Oficina de sanación y escucha”, un canal oficial con más de 70 profesionales, supuestamente independientes, para atender traumas o reclamaciones de exmiembros, tanto personales como institucionales. Afirman que ofrecen acompañamiento, confidencialidad y asesoramiento incluso jurídico externo, si la persona lo desea. Pero, lejos de ser un gesto honesto de reparación, esta iniciativa reproduce el patrón de control y negación que caracteriza a la prelatura.
Por qué resulta insultante
- El maltratador como sanador. Invitar a quienes han denunciado abusos a acudir a la misma institución que los causó para “sanarse” genera una disonancia profunda. Es como pedirle a una víctima que confíe en su agresor. Esa dependencia emocional e institucional es una forma sutil —pero efectiva— de revictimización.
- Falta de independencia real. Aunque afirman autonomía, la oficina sigue operando dentro del Opus Dei, coordinada por un numerario y con profesionales ligados a la prelatura. Su imparcialidad queda gravemente comprometida.
- Evasión de la responsabilidad institucional. Hablan de “errores” y “carencias”, pero no de daño estructural ni de abusos sistemáticos. La narrativa refuerza la idea de fallos puntuales en lugar de una maquinaria bien organizada de manipulación y sometimiento.
- Gesto cosmético. Sin compromisos públicos, sin reparaciones económicas, sin cambios estructurales ni supervisión externa, esta oficina no es más que un instrumento de lavado de imagen. Un intento de suavizar críticas sin transformar nada esencial.
Un lavado de imagen cuidadosamente diseñado
La iniciativa está claramente pensada para mejorar la imagen pública de la institución. Diseñada de cara a la galería, busca que la prensa y la opinión perciban al Opus Dei como una organización sensible y moderna, cuando en realidad evita afrontar lo esencial: reconocer el daño estructural, transformar su cultura de fondo y responder con justicia real a quienes han sido profundamente heridos por sus prácticas.
El caso argentino: una omisión imperdonable
Resulta inaceptable que el Opus Dei hable hoy de “escucha y reparación” mientras ignora por completo las demandas formales de 43 ex numerarias auxiliares argentinas, que denunciaron años de explotación, servidumbre, manipulación y precariedad laboral. En lugar de ofrecer reparación o siquiera un reconocimiento público, la prelatura ha optado por el silencio y la negación. No se trata de testimonios aislados: la justicia argentina ha imputado a cinco sacerdotes, entre ellos Mariano Fazio, actual número dos de la prelatura, por trata de personas con fines de explotación laboral, en una causa penal en curso. ¿Cómo puede hablarse de “sanación” si quienes denuncian siguen siendo silenciadas, ignoradas o tratadas como si el problema fuera su percepción, y no el sistema que las destruyó?
Quien necesita sanación es el Opus Dei
Es la institución la que necesita sanar. Y para eso debe:
- Aceptar que el abuso fue causado por sus estructuras, no solo por individuos.
- Permitir una investigación externa, con reparación económica, apoyo psicológico y legal verdaderamente autónomos.
- Impulsar reformas estructurales reales, con cumplimiento verificable y supervisión independiente.
- Romper el círculo de impunidad y dependencia con medidas tangibles y públicas.
La llamada “oficina de sanación” no busca sanar: busca controlar el relato, proteger el poder y reconquistar legitimidad. Mientras siga operando como mecanismo de encubrimiento, la herida de las víctimas permanecerá abierta. Y quienes han sido dañados no necesitan reconciliarse con su agresor: necesitan verdad, justicia y reparación.
Agustina L. de los Mozos Coordinadora de Opuslibros.org
Cuando la servidumbre se disfraza de vocación.- Lvdovicvs
Cuando la servidumbre se disfraza de vocación
Lvdovicvs, 18/07/2025
"Lo normal... es aquello a lo que te acostumbras. Tal vez no os parezca normal, pero al cabo de un tiempo os acostumbraréis. Y se convertirá en algo normal". — Margaret Atwood, The Handmaid’s Tale (Bruce Miller, 2017)
La frase resuena como una bofetada cuando se la pone junto a los testimonios de las 43 mujeres de Sudamérica que denunciaron al Opus Dei por explotación laboral, servidumbre y abuso psicológico. Mujeres reclutadas siendo adolescentes pobres, separadas de sus familias, puestas al servicio de sacerdotes y miembros de alta jerarquía, entrenadas en obediencia, silencio y abnegación. Lo que a cualquiera le parecería anómalo —que una niña de 14 años trabaje gratis en condiciones casi monásticas, sin salario, sin libertad, sin contacto con su familia— se fue volviendo lo normal. Una normalidad manufacturada con rezos, cilicios, discursos piadosos y jerarquías inamovibles.
La imagen que acompaña esta reflexión —un grupo de mujeres de uniforme doméstico, sonriendo junto a señoras vestidas con elegancia y al prelado del Opus Dei— parece inocente. Pero para quien conoce la historia, se vuelve símbolo de una desigualdad espiritualizada. Las “numerarias auxiliares”, mujeres de origen humilde, eran formadas para servir con esmero y alegría, convencidas de que su vocación era “santificarse fregando”. No se las consideraba empleadas, sino llamadas a una forma específica de consagración: la de la servidumbre redentora. Y encima tenían el descaro de llamarles “Las hijas pequeñas del Padre”.
Durante décadas, esta estructura fue protegida por la opacidad institucional, la teología del sufrimiento redentor y un discurso que confundía santidad con subordinación. Y así, lo anómalo se volvió habitual. Lo injusto, admirable. Lo abusivo, espiritual. Este es el punto. Y conviene que no lo olvidemos, por más que el Opus intente distraer nuestra atención.
Margaret Atwood lo comprendió con claridad: las distopías no comienzan con violencia masiva, sino con convenciones. Con lo que uno se acostumbra a no ver. Hoy, esas mujeres piden justicia. No sólo económica, sino también eclesial y moral. Reclaman lo mínimo: que se reconozca que eso no fue normal. Nunca lo fue. Ni lo será jamás.
Lvdovicvs
Soneto de encargo.- Ramana
SONETO DE ENCARGO
Un soneto me pides, Agustina,
que explique, “un poco”, qué es la Prelatura.
El tercer verso cobra envergadura,
el cuarto es de cilicio y disciplina.
En el quinto, OpusLibros dictamina
que si quieren sortear la sepultura
pedir perdón debieran con premura
y luego que revisen su doctrina.
El terceto me pide hablar de secta,
una “familia” chunga y muy abyecta
que te lava el cerebro y te controla.
El último terceto ya me mola:
con la gracia de Dios y buen humor
damos fin al soneto sin rubor.
RAMANA
Correos
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