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CORRESPONDENCIA

 

Miércoles, 11 de Septiembre de 2024



Aplicarse la sencillez, la sinceridad y la transparencia.- Soundofmusic

Venimos al Calvario y no al Tabor. Eso no me lo dijeron cuando pité (pedir la admisión), sino muchos años después.

Antes de pitar y todo el proceso hasta ese momento era el Tabor: todo es maravilloso, placentero, divertido. Después de pitar empieza la vida dura de las normas, encargos y reglas, desconocidas hasta ese momento. No hay momento para pensar. Llegas agotado al final del día. Todo es en función de si beneficia a la institución. Te pueden pedir que dejes tu trabajo para trabajar en lo que al Opus Dei le interese: escuela, director del centro, cambiar de país. Eso no lo tenía claro al pitar.

Se supone que todo numerario esté dispuesto a ordenarse sacerdote. No me enteré de eso hasta muchos años después. Santificación en el trabajo. Si crees que eso va a ser en tu profesión, muchos numerarios han descubierto que no es así: tus estudios y trabajar mucho y bien en tu profesión es muy difícil para no decir imposible para la mayoría de los numerarios mortales. Tienes demasiados encargos, normas y actividades que limitan tu trabajo y desarrollo profesional. Habrán personas que eso es lo que buscan porque es lo que quieren. Santo y bueno, pero el Opus Dei capturó a muchos numerarios sin explicarles estas cosas. Esa “pillería “ no ha sentado bien a unos cuantos y les ha hecho daño.

La Obra predica la sencillez, la sinceridad, la transparencia pero puede mejorar en esto.

Soundofmusic





Enmendar, pedir perdón y restituir.- Lucía Gimenez

Estos días, sacando mis conclusiones, me he dado cuenta de que la luz le está llegando al Opus Dei. Como dice aquel refrán, nunca es tarde cuando la dicha es buena.

Con tantas denuncias demostrando la cantidad de equivocaciones y abusos cometidos por las autoridades de la institución, es hora y pido que el Universo de Dios los ayude a darse cuenta para enmendar y pedir perdón con toda humildad y reconozcan la cantidad de daños cometidos sobre tantas almas inocentes que fueron engañadas por una supuesta vocación, que no era de Dios ni para el servicio a la Iglesia.

Después de años me he dado cuenta de que nunca conocí el Opus cuando estaba dentro de la obra. Todo lo entendí y conocí una vez que abandoné ese lugar.

Pido a Dios que me tenga en cuenta esos años perdidos por creer a una mujer adulta que a los 14 años me hizo pitar.

No la culpo a ella porque sé que era funcional al sistema.

Solo quiero escuchar un perdón y una compensación a todos los que hemos dejado años de vida perdida dentro del Opus.

Lucía Gimenez




 

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