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CORRESPONDENCIA

 

Viernes, 01 de Marzo de 2024



Análisis de Giancarlo Rocca del libro Historia del Opus Dei.- Elena Longo

 

ANÁLISIS DE GIANCARLO ROCCA DEL LIBRO “HISTORIA DEL OPUS DEI”

 

 

 

Giarcarlo Rocca – Pontificia Università Gregoriana – Facoltà di Storia della Chiesa

Artículo original publicado en Revue d’histoire ecclésiastique (PDF) - Université Catholique de Louvain

El texto en italiano trascrito de las imágenes del PDF

 

 

José Luis GONZALEZ GULLÓN, John F. COVERDALE.

Historia del Opus Dei, Madrid,

Ediciones Rialp, 2021. 21 * 16 cm, 726 p

ISBN 978-84-321-5956-5, 978-81-321-5957-2

 

Con considerable compromiso los dos autores, ambos miembros del Opus Dei (= OD) -el prof. José Luis González Gullón, profesor de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz de Roma y J.Coverdale, profesor de la Universidad de Princeton y otras universidades americanas—, han decidido colaborar para presentar, por primera vez, una historia del OD desde sus orígenes hasta la actualidad. Los dos Autores, físicamente distantes pero que se han encontrado varias veces, han compartido no solo sus conocimientos, sino también sus responsabilidades, declarando que la autoría del volumen es de ambos, precisando sin embargo que la mayor parte del volumen es obra de González Gullón y que a Coverdale solo se debe el capítulo sobre Álvaro del Portillo (p. 403-512), que sigue su propia metodología para contar la historia, una diferencia que consideran de enriquecimiento para la investigación.

 

Texto completo

 





No hay bondad sin libertad.- La Lectora


No hay bondad sin libertad
La Lectora, 1/03/2024

 

En muchas ocasiones, en los escritos que se suben a Opuslibros, veo que se repite la idea de “gente buena o bondadosa” dentro de una institución nefasta como es el Opus Dei. Y cada vez que leo algo así, me pregunto: ¿Yo encontré gente buena dentro del Opus?, ¿Vi esa bondad?

Yo no encontré una “bondad” especial dentro del Opus Dei más allá de la que se pueda dar en las relaciones interpersonales, cuando estas son sanas y generamos vínculos con otras personas, ya sea fuera o dentro del Opus. Claro que me encontré con gente maja, como en todos sitios, pero lamentablemente, por esa idea deformada que tienen de los afectos y la amistad, muchos amigos reales allí dentro no hice. La gente del Opus no es mejor o más bondadosa por lo que soportan o el sacrificio que hacen…



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Pasa el tiempo.- Desdelapuerta

Pasa el tiempo. El otro día, tomando el café con un familiar, me dijo que le había llamado José .... Un numerario al que ambos conocemos. Yo le suelo ver, mantenemos contacto de aquellos años del club. Jubilado, mayor, le aprecio. Lo que le sorprendía, a mi familiar, un cuñado, es que no sabía nada de él desde hacía treinta o cuarenta años. Y le llamaba para ir a no se qué de la Obra. Después de treinta años de silencio: la agenda. Esos números de teléfono conservados. Tomando un café recordamos cuando íbamos de críos a su casa, una señora casona, hace eso, treinta o cuarenta años, en convivencias del Opus. Ni nos imaginábamos entonces que acabaríamos siendo cuñados.

Lo que me llama la atención es que numerarios mayores, pasa de los 70, tire de agenda cuarenta años después, y llame a aquellos críos de entonces que ya le dijeron no.

Desdelapuerta





¿La víctima debe perdonar y el culpable no tiene que pedir perdón?.- Patricia M.

Querida Fernanda,

Me ha enviado una amiga de Guadalajara el artículo ”El poder del perdón” que publicaste en el EXCELSIOR el pasado 16 de febrero. Hay varios detalles que echo en falta, el primero es que no menciones el nombre del autor espiritual del siglo XX que no tuvo que aprender a perdonar porque supo amar. Si es un modelo en el perdón ¿por qué no nombrarlo?

Hablas bien de los síntomas de la injusticia: el quiebre interior, las heridas, la decepción y la ruptura de la confianza. Todas marcas que quedan en quien sufre la injusticia. ¿Qué se pueden reparar? Si. ¿Que se quite totalmente la huella? No.

Se puede perdonar a una persona o a muchas, pero eso no quita que el acto injusto deje de serlo. Me parece que promover esa falsa humildad de creer que quien perdona debe olvidar, meterse a su cueva y callarse, no es humano ni siquiera cristiano. Lo humano y cristiano es defender la vida, propia y de los demás y la vida tiene muchas facetas no solo la biológica.

La decisión de perdonar es un acto personalismo. Habrá quien quiera perdonar, habrá quien no, pero el acto injusto, el hecho, lo objetivo, debe señalarse con perdón o sin él. Creo que el perdón como cualquier acto humano fluye en dos direcciones: de una manera pasiva si sufres la injusticia y uno decide perdonar o no perdonar; pero también está el perdonar de una manera activa, esto es pedir perdón si eres la persona o grupo de personas que cometió la injusticia.

Escribes y con razón que perdonar hace renacer a los agraviados y a los humillados, pero se echa en falta algunas sugerencias para los que agravian y humillan. Transitar del resentimiento al perdón como dice Ugarte en el libro que recomiendas, es muy sanador para quien padece la injusticia, pero hacerles creer que “calladitos se ven más bonitos” o que son resentidos por defenderse o defender a los demás no es muy terapéutico. Ayudaría mucho otro libro de cómo los que, culpables del agravio y de la ofensa, pueden pasar al respeto y a la restauración con quien han cometido la injusticia.

Patricia Martínez
Monterrey, México, 29 de febrero del 2024

El artículo lo escribe Fernanda Llergo, numeraria, rectora general de la Universidad Panamericana e IPADE.





Santo espionaje.- Indagar

Estaba yo en los últimos semestres de mis estudios universitarios, cuando una profesora nos pidió leer un pasaje del Tractatus de Wittgenstein. Yo era un numerario en una universidad del opus, y por mi interés en filosofía sabía que ese autor estaba entre los libros "prohibidos" por no ir de acuerdo con la doctrina de la iglesia católica.

Me encantaba la clase de esa profesora y me atraía mucho la filosofía del austríaco, pero aún así sentí escrúpulos porque esas lecturas se estuvieran haciendo sin más ni más. Así que lo hablé en la llamada "charla fraterna". Allí me aconsejaron contarle al decano, también numerario, lo que estábamos leyendo en esa clase. El decano me escuchó desentendido (no era muy amante de nada que tuviera que ver con filosofía) y me dijo que informara al vice decano, otro numerario.

Yo ya me sentía como si estuviese en una red de espionaje y con un gran remordimiento por poder causarle problemas a la profesora. En todo caso, busqué al vice decano y le conté de las lecturas. Él puso cara seria y me dijo que se encargaría. Pasaron los días y, para consuelo mío, mis informes no tuvieron ningún efecto. Supongo que fue en parte porque ese numerario vice decano tenía cabeza para esos temas (al poco tiempo abandonó al opus, viviendo abiertamente una relación de pareja con otra persona de la universidad).

En mi caso conté con suerte: no hice daño ni a la profesora, ni a nadie, poniéndolos en el radar de esa institución. Pero con seguridad esas prácticas sectarias y de espionaje causaron, y siguen causando, daño a muchos. Lo único que necesita el opus es maquillar el mal en apariencia de bien y manipular a los que ciegamente piensan que ese es un buen camino. Nada más lejos de la realidad.

Indagar





LA JAULA INVISIBLE.- Gómez

«La jaula invisible», de Martín López de Romaña, editado por Ramdom, en Lima, en el año 2021, es otro libro sobre el Sodalicio, asunto sobre el que ya reseñé «Mitad monjes, mitad soldados» y «Siervas». Trataré de no repetir lo ya dicho, no sé si lo logre.

En la portada se ve un niño de unos 11 o 12 años. Él es Martín López de Romaña, que estuvo vinculado al Sodalicio desde esa edad hasta los 33 años. En su recorrido fue miembro de las asociaciones marinas, equivalentes a labor de san Rafael, aspirante (hasta los 18), sodálite, con profesiones temporales (oblación), profesión perpetua (fidelidad), estudios universitarios de Filosofía y Teología, con formación de marine en San Bartolo, Lima; encargos como secretario del fundador del Sodalicio, Luis Fernando Figari, y cargos de dirección, de formación y de consejería espiritual a los nuevos sodálites. En la portada, arriba y atrás, se ve como una nube negra el rostro de Luis Fernando Figari, el santo ídolo y perverso verdugo del chico blanco, rubio y ojiclaro. El Sodalicio de Vida Cristiana es una copia del Opus Dei, pero a lo bestia. Siguiendo las páginas del libro, veamos similitudes y diferencias…



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