Gracias a Dios, ¡nos fuimos!
Opus Dei: ¿un CAMINO a ninguna parte?

Correspondencia
Inicio
Quiénes somos
Correspondencia
Libros silenciados
Documentos internos del Opus Dei
Tus escritos
Recursos para seguir adelante
La trampa de la vocación
Recortes de prensa
Sobre esta web (FAQs)
Contacta con nosotros si...
Homenaje
Links
Si quieres ayudar económicamente...

Google

en opuslibros

Si quieres ayudar económicamente al sostenimiento de Opuslibros puedes hacerlo desde aquí.


CORRESPONDENCIA

 

Viernes, 02 de Febrero de 2024



Isidoro Zorzano y los hermanos maristas.- Gómez

En la página dedicada a Isidoro Zorzano, en Wikipedia, dice: «En el curso 1910-1911 Isidoro estudió en el colegio de los Maristas […]. Realizó los estudios de bachillerato en el Instituto General y Técnico entre 1912 y 1918. En el curso 1915-16, cuando se encontraba en cuarto curso, conoció a un nuevo compañero de clase: Josemaría Escrivá». En la Biblioteca Virtual Josemaría Escrivá de Balaguer y Opus Dei se dice al respecto: «Entre los condiscípulos de Josemaría en el Instituto, mencionamos a Isidoro Zorzano, que fue años después uno de los primeros fieles del Opus Dei». Dice también este último texto, que Josemaría Escrivá iba al Colegio San Antonio de Padua durante sus estudios en el Instituto General Técnico.

Alguna vez oí que Escrivá había sido alumno de los hermanos maristas, pero según estas fuentes, él no lo fue, pero Isidoro Zorzano sí. Se me ocurre, a partir de estos datos, que el ambiente de un colegio marista en España en esa época podría ser muy parecido al de un colegio marista en Colombia en la década del 50. Colombia era un país confesionalmente católico, en el que las fiestas nacionales se celebraban con el mismo fervor que las fiestas de la Virgen. La diferencia era que en las fiestas nacionales se izaba el pabellón nacional, y en las de la Virgen, la bandera mariana, mitad azul y mitad blanca en dos franjas horizontales.

El concordato entre la Santa Sede y el Gobierno colombiano institucionalizaba el predomino de la educación católica en todo el territorio nacional. La partida de bautismo era documento oficial que hacía innecesario el registro civil. Los matrimonios católicos tenían validez civil. Los obispos podían vetar a alcaldes y a gobernadores. Los divorcios y matrimonios civiles solían hacerse en la vecina Venezuela, pues en Colombia era muy complicado. Hoy algunas de esas costumbres perduran por inercia y otras han crecido como manifestaciones populares, como es el caso de la celebración de la Virgen del Carmen; la Noche de las Velitas, víspera de la Inmaculada, y la Novena de Aguinaldo, a pesar de que la Constitución de 1991 cambió nuestra condición de estado confesionalmente católico por la de Estado Social de Derecho con libertad religiosa. En ese ambiente, la educación privada estaba en manos de comunidades religiosas como los jesuitas, los hermanos de La Salle, los hermanos corazonistas y los hermanos maristas, para varones, y las hermanas carmelitas, las de María Auxiliadora, las clarisas, las esclavas, las pachas, para mujeres.

Si Josemaría Escrivá pasó por un colegio maristas debió de encontrarse con manifestaciones de piedad como las siguientes, que sin duda a Isidoro Zorzano le tocaron. Estas costumbres existían en los colegios maristas de Colombia en los años 50: misa todos los domingos, a las 8 a. m., a la que había que asistir con uniforme de paño, que no se usaba entre semana; misa y comunión cada primer viernes de mes, con confesiones el jueves anterior, y asueto el resto del día; llamado a lista con la respuesta «¡Alabado sea el Señor!» (en vez de «¡presente!»), oración (al menos de un avemaría) al comenzar cada clase; inscripción de las iniciales VJMJ (‘Vivan Jesús, María y José’) en el ángulo superior izquierdo de cada página de cada cuaderno de cada materia; rezo diario del rosario, entre las 8:45 y las 9:00 a. m., tiempo que se podía aprovechar también para ir a la capilla a comulgar; rezo del ángelus un poco antes de las 12 m., pues la salida era a las 11:45 a. m., para regresar a las 2:00 p. m.; imposición y uso permanente del escapulario de la Virgen del Carmen. El pénsum incluía catecismo, historia sagrada y, los sábados, catecismo de la Virgen. Los cumpleaños del rector y los profesores se celebraban con ramilletes espirituales hecho por los alumnos. Los meses de mayo se celebraban con esmero, procesiones, arreglos florales, cantos a la Virgen y concursos de declamación de poemas marianos. El ambiente era muy militar y muy católico. Había cruzada eucarística y Corazones Valientes, con vinculación voluntaria. Los Corazones Valientes tenían círculo semanal, no vamos a decir de san Rafael, pero sí muy parecidos.

El Concilio Vaticano II acabó con esa realidad. En los años 60 los hermanos maristas, que hablaban francés, vestían siempre su hábito negro, con cíngulo negro, y con peto blanco y cristo cardenalicio cuando ya habían hecho los votos perpetuos, dejaron toda esa majestad, abandonaron su hábito, se dejaron crecer las patillas, usaban vestidos normales muy mal combinados y quedaron en el limbo, pues el Concilio fortaleció la importancia del sacerdocio y la del laicado, pero no de los religiosos no sacerdotes. El juniorado de Popayán, que tenía 1500 alumnos, es decir, 1500 potenciales hermanos maristas, quedó reducido a un grupito de 15 muchachos que fumaban y tenían novia en su juniorado de Usaquén, en Bogotá. Antes del Concilio cada curso del colegio tenía su hermano marista como profesor titular. Hoy los pocos hermanos que quedan viven en casas de ancianos y sus colegios son manejados por personas comunes y corrientes, exalumnos maristas cuando se puede o al menos católicos cuando no hay más remedio.

De los colegios maristas han salido numerarios y supernumerarios, pues a los hermanos les gustaba que sus alumnos se relacionaran con el Opus Dei, ya que el primer miembro del Opus Dei, el Ingeniero de Dios, Isidoro Zorzano, había sido alumno suyo. De hecho, en España había (¿o hay?) un colegio marista llamado Isidoro Zorzano.

Gómez




 

Correos Anteriores

Ir a la correspondencia del día

Ir a la nuevaweb

 

Gracias a Dios, ¡nos fuimos!
Opus Dei: ¿un CAMINO a ninguna parte?