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CORRESPONDENCIA

 

Miércoles, 21 de Febrero de 2024



¿Vale la pena seguir obedeciendo al muerto?.- E.B.E.

Decía Escriva, con ocasión del iam foetet (apesta) de Lázaro:

«[quien] no quisiera hacer proselitismo, estaría muerto y podrido. Y a los muertos yo no los quiero» (Escrivá, Noticias XI-62, pp. 36-37).

Dice Escrivá que no quería a los muertos y podridos. Al parecer tampoco le interesaba resucitarlos. A Lázaro lo hubiera dado por muerto, sin esperanza.

Y así se entiende la política del Opus Dei para los que no le obedecen: los dan por muertos.

Ahora bien, ¿quién es el que está realmente muerto, hoy en 2024?

Pues bien, tomando pie del tema de la obediencia, asunto que fue objeto recientemente de una carta interna, yo me pregunto: ¿vale la pena seguir obedeciendo al muerto?

No lo digo a la ligera, al contrario, pienso que merece una profunda y lenta reflexión.

Creo que es una pregunta que se deberían hacer todos los que vienen obedeciendo desde hace años y siguen estando dispuestos a obedecer al Opus Dei.

¿Por qué es importante la pregunta?

Porque las consecuencias de obedecer al muerto las paga la persona viva que le obedece. El muerto no va a rendir cuentas por nada de lo que haya mandado, porque ya está del otro lado.

Entiendo que muchos del Opus Dei seguirán obedeciendo al muerto. Hasta que se den cuenta de que la responsabilidad de obedecerle recaerá sobre ellos, los vivos, no sobre el que dio la orden.

Y ahí surgirá la pregunta, ya cuando sea tarde: ¿para qué obedecí al muerto?

E.B.E.





Damnatio memoriae: condena de la memoria.- Zartán



Damnatio memoriae
: condena de la memoria

Zartán, 21/02/2024


Querido Fulgencio (nombre ficticio), hace unos meses paseábamos comentando de lo político, de lo militar y de lo eterno, mientras caminábamos hacia el acostumbrado lugar donde nos tomamos un café cada vez que recalo en la ciudad donde vives. Me es agradable conversar contigo porque eres de los pocos externos a mi selva (internos en el dark-side) con quien puedo tocar todos los temas imaginables y sin que te cierres en banda.

Recuerdo haberte dicho la mala imagen que la obra tiene montada con su problema con las 43, asentiste y -como de tonto no tienes un pelo-, inmediatamente comentaste que lo mejor sería llegar a un acuerdo monetario con ellas como sea y a cuanto sea, pedirles perdón y cerrar el tema. Me aseguraste que ya eso no ocurre y continuamos arreglando el mundo con Gaza o con Ucrania, no recuerdo. 

No te pregunté nada de los estatutos (me dio la impresión de que sobre ellos sabías tanto como yo: nada) pero sí te sugerí que, si os piden que aportéis algo sobre ellos, te apuntaras un tanto hablando sobre los ex.

Mira el trato que la obra da a sus ex es simplemente vergonzoso y más si lo comparas con el que dan otras instituciones de la Iglesia con sus ovejas descarriadas, que en todos lados cuecen habas.

Con trato me refiero a ese contacto tanto material como espiritual, que mantienen una vez que se ha roto el vínculo jurídico que los unía.

¿Te acuerdas eso que se contaba de la pobre monjita que estaba por estirar la pata y que decía “ustedes me tratan con caridad, pero mi madre me trataba con cariño”? Bueno, pues en la obra ni lo uno ni lo otro, ni recordáis el cariño que hasta hace poco declarabais más fuerte que el de la sangre, ni practicáis el más mínimo sentido de justicia ni de caridad con el caído. Simplemente se olvida esa persona o, mejor aún, nunca existió. Perfecta aplicación de la damnatio memoriae: se ejecuta sumariamente la memoria que pueda haber de ese desgraciado merecedor de ser marcado por la maldición del rejalgar.

Vamos a ver si con un par de ejemplos te pudieras hacer idea de a qué me refiero. Conozco un señor que un tiempo fue reverendo padre Jesuita, ya mayorcito, y sin mucha capacidad laboral decidió dejar la orden y quedose tal como casi todos hemos salido de la obra: avec una mano delante y otra atrás. Lógicamente, una persona que ha dejado en el sistema sus mejores años de vida no merece ser tratado así y en brevísimo tiempo le instalaron un pisito (que sigue siendo propiedad de los padres Ititas pero que él tiene en usufructo), y además, recibe una cantidad de dinero que le permite subsistir con dignidad (no puede hacer cruceros por las islas griegas, pero vive).

Tres cuartos de lo mismo con una monja Dominica (aquí no me queda claro si es por motivos de salud o porque ya no le cuadraba seguir de clausura), la orden le sigue ayudando, le han conseguido un pequeño trabajo y le aportan lo suficiente económicamente para poder mantener una vida digna en su casita.

En ambos casos tienen también soporte espiritual (confesor y director espiritual) que visita a ambos regularmente. En el caso de la monja incluso hay de por medio una psicóloga que la trata.

Esos son los que “solamente” tratan con caridad. ¡Con un canto en los dientes me daría yo si la obra hiciese la mitad!

Curiosamente me vuelve un recuerdo de don Florentino Pérez Embid (cuando era alguien importante en el régimen de Franco) quien, en un momento de verdadera confidencia, me dijo que se estaba facilitando el regreso de Antonio Pérez Tenessa y que el Padre (the founder) les había pedido a los bien-situados, toda la ayuda posible en ese sentido. (Mucho me temo que ya nadie sabe quién era Antonio Pérez Tenessa, Florentino Pérez Embid o el Movimiento Nacional).

Yo creía que la situación había mejorado, que los mano-alante-mano-atrás eramos los que dejamos la madre guapa hace milenios y que ya las cosas no se hacían así de deshumanizadas, pero el otro día me tomé un helado con un espécimen salido hace poco tiempo. Fue captada con los 14 y medio de rigor, ha dado sus mejores años a la obra (todo su money y toda su vida) y ahora, a sus sesenta y algo, se encuentra en la calle sin posibilidad de jubilación, sin trabajo digno y con gordas dificultades económicas. Bueno, en realidad dificultades económicas solamente los últimos días del mes: los últimos 25. Por supuesto que le he dicho que si el tema se pone duro que lo diga, que la selva sabe lo que es necesidad y también lo que es la empatía.

Pero me da rabia, me jode, que estos impolutos seres superiores no se den cuenta de las cagadas que van dejando. Ya me he dejado llevar por mis humores exaltados, pido perdón y penitencia por las malsonantes palabras aquí vertidas impropias del cargo y posición que ocupo.

A esta pobre mujer la captaron con 14,5, edad que claramente te hace inhábil para comprometerte en un contrato serio, no hay suficiente discernimiento como cualquier jurista podría confirmar. Al hacerle firmar, hubo dolo ya que le ocultaron voluntariamente el 99,9% de lo que significaba el compromiso. Le hicieron trabajar en sus años brillantes en favor de la obra y ahora, cuando tiene comprometida su capacidad de trabajo, con más de sesenta años, sin posibilidades de recomenzar desde cero… de patitas en la calle. Pero las directoras dormirán tranquilas porque fue ella la que quiso marcharse, la que dejó la obra. ¡Falsas, más que falsas! ¡Hipócritas! Mucha misa, mucho salmo II y Trium puerorum, oración, lectura y la madre que las trajo, pero caridad… pues no lo sé.

Si un hermano mío, por las razones que sea, abandona la familia yo lo seguiría hasta donde hiciese falta, en un tren militar o en un barco de guerra como a Adelita. Si es necesario -si rechazase mi ayuda- a través de terceros, le intentaría hacer llegar lo que necesitara. Pero claro, yo no soy un ser superior como ellos o ellas, por mi alma no dan ni medio euro, soy un rejalgárico empedernido de vida desordenada y poco ejemplar.

Creo que se me han ido los alaridos más arriba de lo esperado, miradme con compasión que los viejitos a veces perdemos los estribos pero, si alguien tiene lo que ha de tener, que demuestre en qué estoy equivocado y pediré públicamente perdón por poner verde a la obra. Para un otro día dejaré lo de la ayuda espiritual a los ex, que también tiene mucho de caridad.

Desde mi selva y con cariño, muchos abrazos.

Zartán

Nota de Agustina.- Querido Zartán, a Antonio Perez Tenessa no parece que le ayudaran mucho, al menos no guardaba buen recuerdo de su paso por el opusdei, ni por el fundador ni por su hijo predilecto, en la carta que publicó en El País: “No hablaré mal de la Obra”. El original sigue en el periódico, y este es su enlace, no sé si se podrá leer en caso de no ser suscriptor.





Dos tipos de soldados numerarios en el Opus Dei.- Sor_presa

Un numerario/a del opus dei es un soldado de Cristo. Por eso se levanta de un salto cuando suena el despertador o llaman a su puerta y besa el suelo diciendo “serviam”, te serviré. Por eso se ducha con agua fría (todo el año). Por eso usa un cilicio 2 horas al día y las disciplinas (autoflagelación no cruenta) una vez a la semana. Porque necesita estar entrenado en el sacrificio y la abnegación. Y todo esto “puede” estar bien.

Un posible problema, en algunos numerarios y en algunas circunstancias (gracias a los que me recordáis que no se puede generalizar) viene cuando este soldado está metido en una guerra sin tregua y casi desde nacimiento (14,5 años e incluso antes si va por un club desde los 6 años). Porque los soldados reales tienen tiempos de descanso en los que vuelven a sus familias, a ese novio o novia que le espera con ansias, o a esos amigos. Pero el soldado del opus dei puede no tener esos espacios de intimidad, de cariño, de ternura… solo hay guerra. Cada minuto de su día es una guerra. Y puede tener momentos de paz y tranquilidad, pero raramente de caricias (físicas o emocionales), intimidad y complicidad. Y cuando llegan a los 40, 50 o cuando sea que se hacen la pregunta: “¿Qué he hecho con mi vida? ¿Quién soy?” es cuando viene (o puede venir) la crisis de identidad. Porque en su vida solo hay un marco (el opus) y un lienzo en blanco dentro (su vida, sin desarrollar).

Aquí hay dos posibles situaciones.

La primera: la de los soldados incondicionales, fieles y entregados, que han hecho siempre y en todo momento lo que la obra les ha pedido, han dejado su trabajo (quizás), su ciudad de origen, sus amistades… y no tienen en su vida nada más que el opus dei. En estos casos, puede que su personalidad no se haya desarrollado, porque por regla general han puesto “a dios” (a lo que los directores de turno han dicho ser la voluntad divina) por delante de sí mismo. En este caso, la crisis de identidad puede ser muy gorda. Cuando abandonan el opus tienen que comenzar desde cero, vivir esa adolescencia que no han vivido porque nacieron siendo mayores, adultos, responsables… nunca han roto un plato (voluntariamente), ni han experimentado con su vida, ni se han vestido con pantalones cortos (prohibidos para los numerarios) o solo con pantalones largos (prohibidos para las numerarias hasta hace pocos años). Este es el grupo más vulnerable y de mayor riesgo de “suicidio” vital. Estos están dentro porque no tienen, ni se imaginan, ni sueñan, con ninguna otra opción o alternativa.

La segunda: la de los numerarios que han sabido no ser demasiado obedientes, han sabido proteger sus empleos fuera de las obras corporativas (o no), hacer viajes con cualquier excusa, mantener amigos, disponer de un coche personal (pocos tienen derecho a ello), gestión económica independiente (con excusas profesionales), tener hobbies… En resumen, haber desarrollado una parte de su vida según sus necesidades y deseos. Estos pueden ser muy felices dentro de la obra (haberlos hay-los) y también fuera, porque han sabido desarrollar su yo y protegerlo del molde de la obra. Y me alegro mucho por ellos. Mi experiencia personal es que estos segundos están ahí dentro porque quieren, y se salen cuando quieren (cuando los beneficios personales de estar dentro son inferiores a los inconvenientes). Una variante de esto suelen ser los numerarios trepa que, a veces, sacan muchos beneficios de las obras corporativas, universidades, etc… y están en altos puestos profesionales que les reportan mucha satisfacción personal. En el mundo normal también hay personas que solo viven para trabajar. Suelen ser los que sufren su crisis de identidad al jubilarse y encontrarse atrapados en un centro, sin trabajo y sin ningún sentido de vida.

 Seguro que hay muchos estados intermedios. Pero de modo genérico, estos son los grupos según mi experiencia. Y gran parte de los problemas físicos (gastritis, contracturas, cefaleas) y psicológicos (ansiedad, depresión, insomnio) que sufren viene de esta fractura interna entre lo que viven (un soldado en guerra) y lo que son (personas necesitadas de cariño, como cualquier ser humano).

En todos los casos, el grado de bienestar y equilibrio personal es proporcional a lo que hayan sido capaces de desarrollar libremente su personalidad, su espacio vital y, sobre todo, establecer relaciones sanas, LIBRES!!!!!!! Por definición la obra rechaza la libertad porque es un peligro para el patrón pre-definido por “dios”. Por eso considero que la obra debería ser suprimida como solicitan los denunciantes y dedicar su inmenso patrimonio (miles de millones) a ayudar a las personas que sufren y han sufrido por su causa. Hasta que esa reparación se haga, tendremos otra institución de la Iglesia Católica que ha realizado, y que realiza, “abusos de consciencia” constantemente, porque esa es su estructura de ser. Ojalá los directores elijan el camino del perdón y la reparación.

Mientras tanto, animo a los miembros actuales a cuidarse mucho. Sin miedo. Y la ayuda psicológica externa e independiente de la obra puede ser de grandísima ayuda. Lo digo con cariño y con conocimiento de causa.

Sor_presa





Adivina adivinador.- Otaluto

Hace unos 30 años que dejé la obra, luego de 13 de membresía como numerario, desde los 20 a los 33. La vida ha sido benévola conmigo, llevo casado 29 años (con la misma mujer), y tengo 7 hijos (también de la misma mujer, por suerte).

Entre las cosas que más aprecio de esta vida que me tocó son las sobremesas de los domingos, cuando, con toda la familia reunida, se habla de lo que ocurrió en la semana y de cualquier otra cosa. No hay temas obligados, como el apostolado, ni temas prohibidos, como el Motu Propio. En estas “tertulias”, -esta palabra no se utiliza en Argentina sólo la escuché en el contexto de la obra-, viene saliendo últimamente el tema de la astrología, los signos del zodiaco, las cartas astrales, las vibraciones energéticas, etc. Sé que son temas que están de moda, y mis hijos se relacionan normalmente con gente que cree en estas cosas, en lo esotérico, por ponerle un nombre. Yo les doy mi opinión, que puede valer poco o mucho, pero soy el padre y se tienen que aguantar, y es la siguiente. Al principio solo se trata de si la posición de los astros va a influir en mi estado de ánimo, o de tener alguna apreciación sobre la propia personalidad. Quizás se podría decir que son cosas inocuas. Pero es inevitable que una vez que emprendemos el camino del esoterismo, apuntemos pronto saber algo más contundente, como por ejemplo cosas acerca de nuestro futuro.

Lo que en un principio resultaba un divertimento, una originalidad, rápidamente se desliza hacia la adivinación y la magia. Porque así somos. Pero la información sobre nuestro futuro, no discuto si puede ser cierta o no, en la medida en que es considerada como cierta, se transforma en lo más dañino que nos puede ocurrir.

Como nos explica Santo Tomas, la prudencia humana es una participación de la Providencia Divina. Concepto tan profundo que es tarea de una vida comprenderlo. Estamos equipados con las mejores herramientas para forjar nuestro destino, la inteligencia y la voluntad, auxiliadas por la Fe y la Gracia. Tratar de obtener información adicional sobre el futuro o, en otras palabras, tratar de hacer trampa en el juego de la vida, nos condiciona a tomar las peores decisiones. Eso es lo que pienso y eso les enseño a mis hijos, aunque ya todos son grandes y tendrán sus propias opiniones.

Pero mientras estas cosas decía, se me hizo como una luz en mi mente, y lo relacioné con mis vivencias de la obra. Y se me ocurrió que el peor daño que recibí en ese lugar no fueron las exigencias de la vida de numerario, sobre lo que ya se ha hablado mucho en este sitio, sino algo previo, y que comenzó en el momento mismo en que tomé contacto. Fue como un virus inoculado desde el inicio, que se infiltró en mi psiquis y la fue carcomiendo desde dentro. En cada conversación, meditación, circulo, en cada charla con el sacerdote, en cada lectura, siempre estaba el mismo mensaje de fondo: “tú eres distinto, no como el resto, Dios espera algo de ti, te ha elegido desde toda la eternidad, eres adjudicatario de un destino especial”. Por supuesto, mediante el plano inclinado, se nos va develando que ese destino especial solo puede concretarse mediante la pertenencia a la obra. Ellos saben algo sobre nosotros que nosotros no sabemos. “Tenéis una estrella en la frente”. Son los directores los que “ven” la vocación en la oración, del mismo modo que la astróloga, o maga, o bruja, ve nuestro futuro en las cartas. El mismo fundador llegó a extremos insospechados en este sentido, prometiendo incluso el cielo a los que cumplieran las normas. Era un “vidente” consumado, con la temeridad de conocer hasta el mismo Juicio de Dios.

En mi caso particular, esta conciencia distorsionada de mí mismo y de la realidad influyó muy negativamente en el inicio de mi vida profesional. Actuaba con soberbia, como si las cosas me fueran debidas, como si los demás debieran allanarse a mis pretensiones y reconocer mi destino especial. En otras palabras, la formación que recibí en la obra me convirtió en un imbécil. Estaba enfermo, de la mente y del alma, pero no lo sabía. Me llevó mucho esfuerzo comprender mis errores y corregir mi conducta, luego de varios dolorosos fracasos. Pero hubo en todo esto algo de positivo, a lo largo de mi vida profesional he formado a muchos jóvenes profesionales, con la paciencia de pasar por alto sus errores, por una simple razón: yo los cometí todos primero.

Paz a todos.

Otaluto




 

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