Gracias a Dios, ¡nos fuimos!
Opus Dei: ¿un CAMINO a ninguna parte?

Correspondencia
Inicio
Quiénes somos
Correspondencia
Libros silenciados
Documentos internos del Opus Dei
Tus escritos
Recursos para seguir adelante
La trampa de la vocación
Recortes de prensa
Sobre esta web (FAQs)
Contacta con nosotros si...
Homenaje
Links
Si quieres ayudar económicamente...

Google

en opuslibros

Si quieres ayudar económicamente al sostenimiento de Opuslibros puedes hacerlo desde aquí.


CORRESPONDENCIA

 

Viernes, 12 de Enero de 2024



El peligro de pertenecer a determinada familia.- Jiménez

 

El peligro de pertenecer a determinada “familia”

Jiménez, 12/01/2024

Hay un asunto de la Obra que, quizá por sabido, considero que no ha merecido la suficiente importancia en los escritos de Opuslibros. Se trata del concepto de “familia” que se inculca a cualquier miembro desde que cruza el umbral de la solicitud de admisión. Arranco con fuerza: la “familia” lo es todo para el Opus Dei. Amigos: ni yo ni vosotros pertenecimos a una institución al uso de la Iglesia Católica; fuimos miembros de una “familia”. Una “familia” cuya estructura, despojada de finalidades delictivas a priori (otra cosa son algunas consecuencias colaterales que sí pueden transgredir la ley) y revestida de ambición de santidad, evoca bastante a las “familias” sicilianas o neoyorquinas que tuvieron su auge en la primera mitad del siglo XX, en tanto su máxima autoridad, el Padre, y su consejo de colaboradores designados por aquél, tienen potestad para reglar y decidir sobre todos los aspectos de la vida de sus subordinados, por mínimos que éstos sean.

¿Qué significa esto a efectos prácticos? Que dentro de la institución y para cualquier medio no hay más ley que las indicaciones -órdenes- del Padre. En muchas ocasiones se ha criticado en esta página que los Estatutos fueron durante muchas décadas inaccesibles a los miembros del Opus Dei. Sinceramente, ¿a cuántos nos preocupaba esta situación? En mis pocos años de permanencia jamás me planteé, ni conocí a nadie con la más mínima inquietud sobre la pertinencia de poder leer los reglamentos aprobados por la Santa Sede que, teóricamente, regían la vida del socio. La dinámica de nuestras actuaciones se fundamentaba en las innumerables indicaciones que día tras día se nos leían oralmente, pues los miembros de a pie tampoco teníamos acceso a los vademécums, experiencias y demás libretos normativos internos.

En este contexto, ni me importaba lo que dijera ni el Obispo, ni el Papa ni la Iglesia. Mucho menos los párrocos, a los que miraba con una mezcla de lastima y desprecio porque no conocían las mieles de la entrega en una institución sublime. Como anécdota, en mi centro algunos cantábamos con tono de beata vieja ocasionalmente el “Tú has venido a la orilla…” que se cantaba en las parroquias sin que el director, y esto es lo importante, jamás nos reprendiese.

Así las cosas, si una norma emitida por la Iglesia colisionaba con otra recibida en charlas o círculos, yo tenía clarísimo a quién tenía que seguir: sin ninguna duda a la Obra. Algunos “in” convencidos aducirán que esa circunstancia no es posible porque la Obra se apega en todo a la Iglesia. A lo que yo les responderé que ya de entrada, en las primeras charlas de formación inicial que se dispensaban a todo recién “pitado”, se nos hacía saber que, aunque la Iglesia había aprobado la Obra como Instituto Secular, “nosotros” no éramos “de facto” tal figura jurídica. Por tanto, la primera en la frente: la Iglesia puede decir misa (nunca mejor dicho) que nosotros no somos lo que ella dice que somos. A partir de esta premisa, ¿alguien duda que internamente la Obra se consideraba algo, como mínimo, autónomo respecto de la Iglesia?

Una institución asimilada a una “familia” disfruta de un poder omnímodo sobre sus subordinados. La “familia” es el cauce perfecto, la excusa última para que justificar que los subordinados eludan su propia conciencia y la de los demás, el sentido común, la norma civil o eclesiástica y, en último extremo, la Ley. Y todo eso sin que el miembro tenga conciencia de la transgresión que en que incurre. Bajo el mantra del “buen espíritu” que rige la “familia” cabe cualquier cosa: desde instrumentalizar la amistad para cosechar “pitajes”, mentir a los padres o dar sablazos dinerarios, firmar Actas inventadas de reuniones que nunca se convocaron -esto me pasó a mí- de la supuesta Asociación Juvenil que es en realidad un centro del Opus Dei, trabajar de sol a sol sin cotizar a la Seguridad Social o, como se hacía hace décadas, pasar ilegalmente divisas de un país a otro. Ese “buen espíritu” impregna TODA la vida del miembro e impide la existencia de los mecanismos de control necesarios para evitar los abusos.

En uno de los últimos coloquios de Antonio Moya éste nos informaba de que el Opus Dei está luchando ahora a brazo partido para que en los nuevos estatutos que debe aprobar la Santa Sede se mantenga la figura del Padre. Peligrosísima decisión la de la Santa Sede. Sostener este cargo con los atributos de los que ha estado revestido hasta ahora sería mantener el Opus Dei tal cual ha sido y es, independientemente del “ropaje” jurídico que presente en el futuro.

En innumerables ocasiones me he preguntado por qué en el Opus Dei se obliga -así, se obliga- a amar al Padre, a vibrar ante cualquier nimiedad o anécdota que venga de él -lo contrario sería ir contra el espíritu- aunque no tenga que ver con la doctrina ni con la formación. Recuerdo ahora (hay miles y miles de ejemplos similares) cómo el director de mi centro casi se deshacía, incluso con voz temblorosa, glosando en una tertulia cómo la sonrisa de Don Álvaro (era entonces el Padre) era idéntica a la de Nuestro Padre (Escrivá). ¿Es eso normal en una institución? ¿No se puede en el Opus Dei mantener el obvio respeto por el fundador y sus sucesores sin necesidad de caer en el culto al que manda? Pues no, por una sencilla razón: necesitan de la vinculación afectiva total del miembro con la autoridad para que ésta disponga de aquél a su antojo. El que no afirme (al menos en público) que la sonrisa de Don Álvaro era arrebatadoramente igual a la de Escrivá ya puede buscarse otro lugar en el que recalar por mucho que sea un cristiano ejemplar.

Reitero, para acabar, que el concepto de “familia” es lo que ha hecho invariable en estos más de 90 años al Opus Dei. Al margen de la forma jurídica que haya adoptado en cada momento, la Obra ha sido exactamente la misma, internamente, como Instituto Secular, como Asociación de Fieles o como Prelatura Personal: una gran estructura en donde uno, el Padre, asesorado por su consejo y casi adorado por sus “hijos”, ordena y los demás acatan y obedecen. Y mientras mantenga la estructura de “familia” nada cambiará.

Saludos. Jiménez





El copyright.- Hilario

Es curioso el secretismo del Opus Dei con los denominados escritos fundacionales de José María Escrivá, así como con los escritos más internos de Portillo y Echeverría, tales como los Decretos Generales o algunas Experiencias. 

Son conocidas las demandas de Scriptor a OpusLibros y la defensa acérrima de todos esos documentos. Tanto esconder y disimular... ¿no querrá decir que se quiere ocultar algo? ¿a quién? ¿a los Dicasterios romanos o a los miembros del Opus Dei y sus cooperadores orgánicos? Entiendo que tendrá que ser a alguno de estos grupos porque a un ateo de la Finlandia profunda, a un tailandés de Chiang Rai o a un musulmán del Cuerno de África le traen sin cuidado lo que escribiese o dejase de escribir el fundador o el protonotario.

También se está hablando mucho del carisma en este último año. Sin entrar en detalles o valoraciones, el Opus Dei está proclamando a los 4 vientos y dejando muy claro entre sus fieles y cooperadores orgánicos la originalidad del carisma recibido por Escrivá así como su origen divino. Se habla mucho de la innovación, de la peculiaridad del mensaje, de la particularidad del Opus Dei, de que fueron precursores del Vaticano II, etc.

Hace un tiempo me llegó un estupendo libro de oración mental, que usan muchos religiosos. Se llama "El cuarto de hora de oración", escrito en 1874 por San Enrique de Ossó, fundador de la Compañía de Santa Teresa de Jesús. Es un libro muy recomendado para almas ya ejercitantes con un nivel más avanzado.

Copio del libro:

Al empezar, hija mía, dirás con la mayor viva fe y humildad la siguiente:

"Oración. Omnipotente Dios y Señor y Padre mío amorosísimo, yo creo que por razón de vuestra inmensidad estás presente en todo lugar, que estáis aquí, dentro de mí, en medio de mi corazón, viendo los más ocultos pensamientos y afectos de mi alma, sin poder esconderme de vuestros divinos ojos… Os adoro con la más profunda humildad y reverencia desde el abismo de mi miseria y de mi nada… os pido perdón de todos mis pecados, que detesto con toda mi alma, y os pido gracia para hacer con provecho este cuarto de hora de oración, que ofrezco a vuestra mayor gloria…¡Oh Padre Eterno! Enseñadme oración. Por Jesús, por María, por José y Teresa de Jesús enseñadme a orar para conocerme y conoceros, para amaros siempre y haceros siempre amar. Amen."

Después de la meditación podrás decir con toda pausa y fervor la siguiente.

"Oración. Os doy gracias, Dios mío, por los buenos pensamientos, afectos y propósitos que me habéis inspirado en este rato de oración… Todo os lo ofrezco a vuestra mayor honra y gloria… y os pido gracia eficaz para ponerlos por obra… ¡Oh Padre Eterno! Por Jesús, por María, por José y Teresa de Jesús dadme gracia ahora y siempre para cumplir en todas las cosas vuestra santísima voluntad. Amen."

Pues va a ser que en la Edad de Internet es difícil ocultar las cosas y resulta que poco a poco se puede ir demostrando que la originalidad, la novedad, la genialidad del carisma no lo es tanto... ¿Es muy probable que este libro llegase a manos de Escrivá unos 40-50 años después de su primera edición ya que tuvo y tiene una gran difusión entre los religiosos?

Lo que podemos concluir es que Escrivá fue todo un precursor del Ctrl+C & Ctrl+V, una de las mejores funciones que tiene Microsoft y que son mundialmente utilizadas a diario por millones de personas. Tal vez el Opus Dei debería exigir el copyright de la idea a Microsoft y dejar de ocultar escritos que saldrán a la luz en más o menos tiempo.

Hilario




 

Correos Anteriores

Ir a la correspondencia del día

Ir a la nuevaweb

 

Gracias a Dios, ¡nos fuimos!
Opus Dei: ¿un CAMINO a ninguna parte?