Si quieres ayudar económicamente al sostenimiento de Opuslibros puedes hacerlo desde
aquí.
CORRESPONDENCIA
Lunes, 23 de Diciembre de 2024
Próxima actualización.- Agustina
PRÓXIMA ACTUALIZACIÓN: LUNES, 30 DE DICIEMBRE DE 2024
De todo corazón, ¡muy feliz Navidad!
Agustina L, de los Mozos
Continuación del capítulo 9. San Manuel González.- Stoner
Presentación de la serie
Continuación del capítulo #9. San Manuel González.
9.3 Relación con las oposiciones para la carrera consular y para auxiliar administrativo.
Con el tiempo, Escrivá se distanció de san Manuel González. Plantearemos algunas hipótesis de los motivos.
Escrivá tenía, entonces, un querer sin querer. Le costaba mucho salir del pozo (espiritual, anímico, vital, económico) en que estaba hundido. Las idas y vueltas, la montaña rusa de la que hemos hablado (#8.3). Subía y bajaba. Volvía a caer.
Es claro que la relación con san Manuel González se enfrió. Se distanciaron. No sé bien el motivo, pero podemos plantear al menos dos.
Continuar leyendo
Símbolos económicos.- Manzano
Acabo de terminar la lectura del libro "Opus". Largo, denso e interesante. Siempre se aprenden cosas, se consolidan sospechas y se clarifican sus estrategias económicas.
A estas alturas ya nada sorprende sobre el universo opusdeístico. Aman apasionadamente este mundo con la piadosa excusa de amar el otro. Las innumerables evidencias los delatan.
A tenor de los símbolos que a menudo usamos en la primera letra al referirnos al fundador "$anjosemaria" y "€scrivá" , o sea, el $-Dólar y el €-Euro de forma certera, propongo para la "B" de Balaguer el símbolo de la principal moneda virtual: el Bitcoin.
No acierto ahora mismo hallarlo en mi teclado a pesar de que sé que existe. Quizás algún lector más diestro lo logre y nos informe para que podamos incorporarlo de forma rutinaria y reflejar más completamente el poder económico mediante el nombre de su iniciador.
¡¡Felices Fiestas!!
Manzano
Yo sí tuve buenas amigas de la Obra.- Maca del Carmen
Querida Agustina,
Será la primera y la última vez que os escriba. Lo hago —y mira que me lo he pensao y requete pensao— porque le debo esta reflexión a las que, como yo, fueron cercanas a la Obra sin verdaderamente pertenecer a ella. A las que, como yo, le tienen un cariño al Opus Dei, no por el fundador ni por la santidad en la vida cotidiana, sino por el amor y la lealtad a esas amigas que siempre tendieron su mano. A esas amigas que, a pesar de que muchos dicen que su misión principal era que pitara, se quedaron a mi lado. Le debo esta reflexión a las que todavía mantienen contacto conmigo; me envían una postal de Navidad, un email o me invitan a un café. Las que todavía vienen a las cenas en mi casa. Las que me dicen que están rezando para que tenga hijos. Le debo estas palabras a los que se preguntan si verdaderamente se pueden tener amigos del Opus Dei.
Mi experiencia es que sí. Este testimonio es personal, muy personal. Y es que —a lo largo de estos años-— he podido vivir y sentir la crisis. Fui cooperadora hasta que la última amiga numeraria que quedó adentro estuvo a cargo de la dirección de varias labores. No soy de darme golpes de pecho, pero era generosa. Gracias a Dios trabajo, tengo un patrimonio y mi marido nunca cuestionó por qué aportaba tanto. No lo hice por la delegación, tampoco por ser santa o querer estar en un pedazo de papel para que me rezaran. Lo hice por ellas, mis amigas. Porque al principio respetaba y admiraba esa convicción y fidelidad con la que vivían su vocación. Esa ganas de hacer lo que —según ellas— Dios le pedía. Yo, en lo personal, traté de plantearme ser numeraria o supernumeraria, pero no lo veía, no como ellas. Y puede que todo haya sido mentira. Y puede que las hayan engañado por años. Pero ese fervor de los primeros años de vocación y esa manera tan apasionante de entregarse a una fe, nunca lo había visto. Les debo estas palabras a las que siempre fueron tan atentas conmigo y me brindaron su hombro para llorar o me tendieron la mano cuando me encontraba perdida.
Cuando la última que quedó adentro me dijo que se iba, entendí que sería la última vez que pisaría un centro. Comprendí que la crisis que leía aquí en Opuslibros y que veía en los centros, junto con la tristeza que se palpaba en muchas otras, no era cuento chino. Recuerdo que una de las encargadas de la delegación me invitó a cenar para tantear si seguiría apoyando económicamente las labores o si podían hacer una actividad en mi casa. Muy cordialmente le dije que lo que hacía, lo hacía por ellas, mis amigas. Pero una vez que la última que quedaba dentro saliera por la puerta, yo saldría con ella.
De alrededor de 20 amigas del Opus Dei que tuve a lo largo de estos 40 y pico de años, ni una sigue. De las 20 amigas del Opus Dei que vivían su vocación y la defendían con uñas y dientes, ninguna continúa. Eran numerarias, supernumerarias y agregadas. No todas siguen en contacto conmigo y entiendo por qué algunas decidieron guardar una distancia. Para algunas no fue fácil tomar la decisión de irse. Para otras, mientras más pasaba el tiempo, más claro lo tenían. Pero las que se quedaron y decidieron seguir una amistad conmigo a pesar de que yo pertenecía a ese pasado, no saben cuánto se los agradezco. Recuerdo que una de ellas — digámosle Tere— me dijo que sentía un profundo vacío interior que, si no se iba, jamás lo podría volver a llenar. No siempre me dijeron que se iban. Algunas sí, otras sencillamente no volvieron a tocar el tema y me anunciaron que se mudarían de regreso a casa de sus padres o a otro país. Ahora, a cada una de las que se fue, después de pasar el duelo, les comencé a notar una alegría y un brillo en los ojos que no se los veía cuando vivían en casa.
Yo creo que el "de las 100 almas, nos interesan las 100" les hizo perder el norte al Opus Dei y a sus líderes. La falta de libertad y de confianza también afectó muchísimo. Una de ellas me confesó que tuvo que entregar el regalo de Navidad que alguna vez le di porque le dijeron que era de mal espíritu que yo tuviera preferencias con ella. Otra me confesó que en mi boda le apetecía quedarse hasta el final y disfrutar muchísimo con los invitados, pero le dijeron que después de la ceremonia religiosa debía regresar a casa. En fin, en estas fechas de Navidad donde agradecemos y celebramos y nos ponemos nostálgicos, quiero deciros a todos que yo sí tuve amigas en la Obra. Que ya no están. Que ya no paso por ningún centro. Que creo que muchas de las historias son verdad. Pero que los años que viví —desde afuera— con ellas, fueron los mejores de mi vida. Y que estoy muy agradecida por haberos conocido.
¡Feliz Navidad!
Maca del Carmen
Correos
Anteriores
Ir
a la correspondencia del día
Ir a la nuevaweb |