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CORRESPONDENCIA

 

Viernes, 30 de Agosto de 2024



La estrategia del silencio.- Indagar

De aquello de lo que no se habla, no existe. El opus parece estar convencido institucionalmente de la eficacia de esta máxima. Y en parte tienen razón: lo que no se pone en el lenguaje, no es socializado y, por tanto, se pierde en el pasar de las cosas. Ejemplos de dónde aplican este silencio son:

1) La gente que se va. De un día para otro nadie habla de las personas concretas que dejan el opus. Da la impresión que nada ha pasado. Simplemente se desvanecieron. Esas vidas concretas son reducidas, si es el caso que alguien las mencione, al condenatorio y agresivo "no perseveró";

2) Los delitos corporativos, como en el caso de las 43 mujeres en Argentina. Por lo menos yo no he visto a nadie hablar del tema o pedir perdón en nombre de la sociedad de sacerdotes;

3) O que, obviamente, entre sus miembros haya homosexuales. Nunca se habla de ellos. Simplemente se menciona un par de veces al año que la homosexualidad es "antinatural" y ya. Discriminan e irrespetan así a los gais que siguen ahí dentro, pero no son capaces de reconocer su existencia.

En todo caso, la estrategia del silencio del opus es apenas parcialmente efectiva, pues gracias a medios como Opuslibros todos esos temas son puestos en el lenguaje y se vuelven parte de un debate que se sale del control de la ex prelatura.

Indagar





Chicos de San Rafael.- Eilad

Los siguientes datos provienen de fuentes de la prelatura. En concreto de los libros siguientes:

  1. Amadeo De Fuenmayor Champín, Valentín Gómez-Iglesias, José Luis Illanes Maestre, El itinerario jurídico del Opus Dei. Historia y defensa de un carisma, que afirman que está «rigurosamente documentado».
  2. José Luis González Gullón, John F. Coverdale, Historia del Opus Dei, de 2021. Según la editorial, «es fruto de una investigación exhaustiva, que ha tenido acceso a toda la documentación que se conserva».

En el primer libro, en su «Capítulo IX: El Congreso General Especial», punto «4 Comienzo de la segunda parte del Congreso General Especial (1970)», apartado «a) Preparación e inicio de las sesiones», se dice lo siguiente:

«Siguiendo el plan previsto, se tuvieron en todos los países, desde el 16 de septiembre de 1969 al 16 de febrero de 1970, especiales Asambleas regionales o Semanas de Trabajo, en las que participaron, de una o de otra forma, todos los miembros del Opus Dei. En esas Asambleas se les informó sobre lo tratado en la primera parte del Congreso, y se fue preparando la segunda parte con una participación lo más amplia posible. De hecho, en esos cinco meses de intensos trabajos, intervinieron activamente 50710 personas –26974 correspondientes a la Sección de varones, y 23736 a la Sección de mujeres–, de 77 países, que, además de su intervención en reuniones, presentaron 54781 comunicaciones escritas, 25815 correspondientes a la Sección de varones y 28966 a la Sección de mujeres».

En el segundo libro se afirma que en 1975 los miembros del Opus Dei eran 32800, pero que, a la muerte del fundador, se dieron cifras más abultadas porque se contabilizaron los chicos (y chicas) de San Rafael.

Con números tan precisos, y confiando en instituciones tan serias como el Opus, parece razonable creer que los datos son exactos. Por eso, no es extraño que contasen a esos chicos de San Rafael como miembros de la Obra. Más de 17910 chicos de San Rafael (= 50710 - 32800, suponiendo que el número de miembros del Opus siempre crece) intervinieron activamente en el Congreso General Especial de 1970.

¡Eso sí que eran chicos de San Rafael, y no los que hay ahora!

Eilard





De donde no hay, no se puede sacar.- Mediterráneo

Escribía el miércoles Amadeo:

Ya han pasado más de 5 años desde la muerte de don Javier. Como está en el imaginario colectivo de la Obra que todo sucesor de San Josemaría es santo, ya habría tiempo suficiente para iniciar el proceso de beatificación. Sin embargo, ni rumores se escuchan, seguramente debido al caos de los estatutos y a que las relaciones con el Vaticano no están en su mejor momento. Tal vez, cuando los ánimos se calmen, se inicie el proceso.

Hace cinco años nadie hablaba de los estatutos. En mi opinión, si no se ha iniciado el proceso es porque, incluso dentro de la institución, se ha visto que no seguiría adelante y que ni siquiera a Siervo de Dios llegaría.

Quien nos ocupa nació en 1932; en 1948 falleció su padre (la causa del fallecimiento se ha mantenido convenientemente oculta, porque menudo baldón, un suicidio en la familia) y el 8 de septiembre de ese mismo año pidió la admisión en la institución, con quince añitos. Me imagino, y eso solo es de mi cosecha, que sustituyó una figura paterna por otra. En 1955 se ordenó sacerdote. Tenía 23 años. Ya en ese momento, el Código de Derecho Canónico vigente desde 1917 establecía que la edad mínima para ordenarse sacerdote era 25 años. Esta normativa sigue vigente a fecha de hoy, aun después de la remodelación del CIC por Juan Pablo II en 1983.

No entro en la validez de dicha ordenación sacerdotal; al fundador le interesó, él lo dispuso y santas pascuas, lo que dijera el CIC, como lo que dijeran las leyes civiles, le daba completamente igual. A él le convenía, él lo hacía. A donde voy es a que cómo se va a instruir un proceso de beatificación a alguien que pidió la admisión en un instituto secular siendo menor de edad, alguien que se ordenó sin tener la edad reglamentaria, alguien que no tuvo un solo día de vida profesional (no está mal para una institución cuyo carisma es santificar el trabajo ordinario) y a quien se le conocen lindezas del estilo de que los niños discapacitados son fruto de las relaciones prematrimoniales de los padres, o aquella otra indicando la conveniencia de llevar a los niños a estudiar al extranjero, para que pudieran pedir la admisión sin injerencias familiares, o la ya famosa de pedir 500 vocaciones a como diera lugar, sin tener en cuenta ni países, ni situaciones, ni nada de nada.

Ni el mejor postulador de las causas de los santos podría demostrar NADA de quien nos ocupa, y por eso no se le ha instruido ningún proceso, porque de donde no hay, no se puede sacar.

Mediterráneo

Las cosas que aquí se ven / ni los diablos las pensaron”- José Hernández, “El gaucho Martín Fierro




 

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