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CORRESPONDENCIA

 

Viernes, 16 de Agosto de 2024



Carta del prelado Javier Echevarría.- Agustina

 

CARTA DEL PRELADO JAVIER ECHEVARRÍA

Roma, 21 de septiembre de 2000

 

 

Siempre atento a las luces del Espíritu Santo, nuestro Padre también se planteó la posibilidad de modificar alguna de esas determinaciones. "A veces me pregunto, ¿por qué ellas no han de fumar ‑ahora que es corriente‑ y ellos sí?", le oí decir en alguna ocasión. Y después de darle vueltas en la oración, concluía: "es mejor seguir como hasta ahora". Os aseguro que ponderó todas estas cuestiones, y decidió cara a Dios, cara a la santidad de sus hijas e hijos, cara al servicio que hemos de prestar a la Iglesia.

 

 

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1. Las Normas y Costumbres de la Obra surgieron con la naturalidad con que mana una fuente, como expresiones y manifestaciones del espíritu que el Señor hizo ver a nuestro Fundador el 2 de octubre de 1928: cfr. Instrucción 8-XII-1941, nota 35.

2. Nuestro Padre, siempre bajo la poderosa luz fundacional que Dios había infundido en su alma, fue perfilando el plan de vida de los fieles del Opus Dei, de manera que el espíritu, la ascética y los modos apostólicos de la Obra han quedado ‑como solía repetir‑ no más o menos dibujados, sino esculpidos (Carta 14-IX-1951, n. 7).

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Del desarraigo impuesto.- Mediterráneo

 

DEL DESARRAIGO IMPUESTO

Mediterráneo, 16/08/2024

 

Dedicado a E.T, que está en el cielo, y que vivió en primera persona lo que voy a decir en este post.

En la institución se está insistiendo, últimamente y con la que está cayendo, en la virtud de la obediencia, especialmente para las numerarias (pocas) que quedan y que siguen, más o menos, en activo. ¿Por qué? Lo desconozco, lector, solo me consta que es un tema en el que se insiste con una machaconería un poco alarmante. 

A menudo, para una numeraria, obedecer es desarraigarse. A una numeraria se la envía a la otra punta del mundo, se le cortan las raíces con su entorno, sus costumbres, su forma de comunicarse, su familia, y se la envía a un terreno desconocido donde solo la institución es familiar y, evidentemente, a la institución se agarra el inconsciente para no naufragar.

Pasan los años. A la fuerza ahorcan, la numeraria se adapta al nuevo país, se esfuerza, organiza su vida allí. Aprende un idioma nuevo, se hace a otras costumbres, otro clima, otra cultura, otra idiosincrasia. Pasan los años. Ha quedado atrás la juventud y la etapa de vida adulta, la numeraria sale de la autopista de la madurez y toma la salida que lleva al ocaso. Sus padres murieron hace mucho tiempo, ella no asistió a los entierros (nuestro padre no estaba cuando murió la abuela y acuérdate de que cuando murió la madre de don Javier él tampoco fue al entierro). Sus hermanos se han casado, algunos se han divorciado, no sabe dónde viven y no conoce a sus sobrinos. Dos veces ha pasado por su antiguo país, yendo de camino al UNIV. 

Este año ha dejado de dar clases en la obra corporativa. Entre ser subdirectora del consejo local, el encargo apostólico y el encargo de oratorio, no tiene demasiado tiempo libre, pero cuando puede, le gusta ir al colegio y pasear por ese jardín que conoció cuando solo era un campo de mandioca.

Y un día la llama la directora y le dice que ha llegado una nota de Roma diciendo que mejor que vuelva a España. No te preocupes por la catequesis de confirmación, nos encargaremos de todo. No hace falta que te despidas de nadie, encasanonosdespedimos. No nos han dicho dónde vas a vivir, de momento en una casa de paso, ya te dirán. Te hemos sacado el billete para pasado mañana, ahora no me acuerdo dónde haces escala, pero está todo apuntado, no te preocupes.

Una numeraria a la que no conoce porque acaba de llegar la acompaña al aeropuerto, la directora se despidió ayer, esta mañana tenía trabajo. La secretaria la ha acompañado a la puerta y le ha deseado buen viaje. El avión despega, quien le reservó el billete no reservó asiento porque había que pagar por él, así que la compañía le ha asignado uno de en medio. Antes de que el pasajero de ventanilla baje la persiana, ella alcanza a ver el país verde, de ese verde tan único que ha aprendido a querer, ese verde que los nativos siempre acompañan con un sustantivo para definirlo, verde hoja, verde agua, verde hierba, verde tallo. Sabe que no volverá a verlo. Cierra los ojos, se traga las lágrimas y empieza a rezar uno de los innumerables rosarios que rezará durante el vuelo. No habla con nadie, los pasajeros a su derecha y a su izquierda son hombres y no tenemos relación con el otro sexo.

Después de una escala en un aeropuerto desconocido, grande y abrumador, aterriza en Barajas. Da gracias a Dios por llevar solo la maleta de cabina, la ropa de ese país que ya no es el suyo no le serviría de nada aquí. Hace un frío que corta el aliento, ya no lo recordaba. En el centro de paso la reciben bien, normal, una más que está hoy y se va mañana. Pasa ahí tres días que dedica a pasear por Madrid, la ciudad ha cambiado tanto que no la conoce, se compra algo de ropa.

Va a vivir a una ciudad de provincias. No suele intervenir en las tertulias porque no sabe ni de qué hablan. En las fiestas A la llaman de centros para que vaya a contar de la labor en K. Y ella va y cuenta. Su vida se ha convertido en anécdota para quienes la escuchan. Con el tiempo aprende a contar siempre lo mismo, las mismas anécdotas, los mismos retazos de su vida. Lo que no es anécdota quedó… ¿dónde quedó?

Ha dicho a sus hermanos que había vuelto, le respondieron que muy bien y que ya nos veremos, les da igual que viva a diez mil kilómetros que a cincuenta, y a ella, en verdad, también. Una de sus sobrinas estudia en la universidad de su ciudad, la ha visto una vez, la invitó a las actividades del club y no ha vuelto a verla, cuando quiere quedar con ella le da largas.

No se encuentra bien. Reza, y reza, y reza, porque ya lo dice Camino, "¿Estás triste? Piensa que hay un obstáculo entre Dios y tú, casi siempre acertarás", pero por más que rece, no se encuentra bien. Le faltan olores, colores, sonidos, sabores, luz. La que lleva su charla le sugiere que vaya al médico y ella está de acuerdo. Le recetan unas pastillas. No mejora, pero todo le duele menos. Está más ausente, pero el dolor es más llevadero.  

Al cabo de un par de años ya nadie la llama para tertulias. Ha cambiado de centro dos veces, en el que está ahora casi nadie recuerda que vino de África. A veces, a ella también se le olvida.

Desarraigar repetidamente a las personas para que solo puedan agarrarse a la organización es un mecanismo sectario.

Mediterráneo.

“Las cosas que aquí se ven / ni los diablos las pensaron” – José Hernández, “El gaucho Martin Fierro"





Las cartas al Padre.- Ramana


LAS CARTAS AL PADRE


La primera que firmas es que pitas,
al cabo de algún tiempo, filialmente,
seguirás escribiendo, mensualmente,
contándole lo mucho que le imitas.


Aunque no tengas tema y te repitas
resúmele tu vida, dócilmente,
todo lo que te exalta en este frente
al servir en la Cosa en que militas.


Sabedor de que el Padre las recibe,
apelas a su amor y te sinceras;
lo malo es que tus cuitas no prosperan,


parece que las lee algún otro pibe,
aunque de eso tú mismo no te enteras:
duro es saber que a Roma no le llegan.


Ruindad epistolar tan deplorable,
en Casa siempre todo es lamentable.

Ramana





Bajo la lupa. Entrevista a Ramón Rosal.- Ágora Coloquios

 

Entrevista a Ramón Rosal: sacerdote,
psicólogo y ex numerario del del Opus Dei

 




 

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