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CORRESPONDENCIA
Lunes, 13 de Noviembre de 2023
CRISIS DE CONFIANZA.- Como-Nueva
Esta semana he tenido oportunidad de platicar con amigas supernumerarias o personas que tienen amigas que lo son y lo que veo es que, aunque “siguen dentro” del opus, afectivamente están lejanas, van tomando conciencia de hechos que antes asumían sin cuestionar, han espaciado su asistencia a los medios de formación. Ahora son mucho más precavidas y evitan que sus hijos vayan a actividades en los centros o los cuestionan cuando lo hacen. En resumen: han tomado distancia y puesto límites.
El Opus está en crisis, no solo jurídica o de estatutos, de falta de “conexión” con el Papa actual o de atención a las distintas demandas etc. La crisis del Opus es también una crisis interna de pérdida de confianza de los miembros a la institución.
La pérdida de confianza en el Opus ha sido gradual como su “plano inclinado”, porque en la relación con su “madre guapa” se ha infiltrado la mentira, el engaño, la traición. Confiar es tener la esperanza firme. ¿Pero qué pueden esperar? ¿Qué suelo firme tienen para pisar si se han dado cuenta de que la relación con esa madre ha sido una relación tóxica, que su madre ha sido posesiva y manipuladora utilizando el nombre de Dios para sus fines propios?
Todos hemos experimentado que una vez que se pierde la confianza si no es imposible, es dificilísimo recuperarla. ¿En quién pueden confiar los miembros? Ahora se enteran de lo que sucede en el opus fuera de éste: a través de OpusLibros, por el programa en YouTube de Ágora, por noticias en la prensa, pero no por los directores que representan la institución. Y si algunos comentan sus inquietudes a los directores serán relegados o señalados como personas en “mal plan” por con juicio crítico y mal espíritu. Si lo llegan a platicar con otro miembro, al menos serán acreedores de una seria corrección fraterna.
El Opus Dei siempre ha pedido sinceridad y lealtad a sus miembros, han exigido de modo unilateral e impositivo esa confianza. Pero ahora vemos las consecuencias de no hablar con la verdad a las personas del Opus: la confianza en la institución y en los directores se está desmoronado, se saben engañadas, traicionadas. En palabras de una supernumeraria: esto se está cayendo a pedazos.
También es cierto que aun muchos siguen con una venda en los ojos creyéndose el doble discurso: que después de años de “cacarear” la Prelatura resulta ahora que lo jurídico no tiene importancia, que nunca han hecho proselitismo, que la dirección espiritual siempre se ha vivido sin manoseo de las conciencias y con todo el tema en el trato con las numerarias auxiliares se dice que fue una “mala interpretación” en Latinoamérica, en México concretamente. Yo, cuando escuché eso, pensé: ¡pues qué brutos tantos directores que en 73 años no han podido corregir la mala interpretación! Eso si corrigen puntos y comas, corrigen pajas en ojos ajenos, corrigen faltas que no ofenden a Dios pero que les incomoda a ellos. ¿Cuántas comisiones de servicio en esos años y sin enterarse los directores en Roma para poder subsanar esa “mala interpretación”? ¿Cuántos viajes a Roma de directoras y sin pedir consejo o ayuda en el tema?
El problema es su voluntad de no querer cambiar, fariseos aferrados a “su” ley, incapaces de decir: nos equivocamos, hicimos mal esto, debemos corregir esto otro pero no, tienen una imposibilidad intrínseca. Si se pudiera diagnosticar mentalmente al opus, las características mentales son las de un psicópata: narcisista, sin sentido de culpa, con conductas de control y manipulación. El psicópata no solo no reconoce sus errores, no aprende ellos.
Me llamó mucho la atención, en una entrevista a Ocáriz el pasado 8 de noviembre durante su visita a Portugal, su manera de expresarse de los cambios que les ha pedido el Papa: “Se procuran seguir las disposiciones del Santo Padre con sincera obediencia filial”… Se procura…
No habla de amor al Papa, habla de obediencia filial. La misma obediencia que exige a sus miembros, una obediencia por encima de la libertad. Por eso, señor protonotario, tiene “hijos” relativamente fieles, obedientes, pero no libres como el hijo mayor de la parábola del hijo pródigo que permanecen con usted, frustrados, cansados, enfermos, con el corazón vacío y triste, lo que dificulta volver a confiar.
Como-nueva
Endorfinas.- Zartan
Últimamente hemos tenido una auténtica epidemia de seriedad (para mi un cuarto de hora de seriedad es epidemia y grave). Nos hemos preocupado con la megadenuncia presentada contra la obra por Antonio, Carmencharo et al., nos hemos dolido con los relatos de las 43 y sus consiguientes demandas; se nos ha arrugado el ombligo (al menos el mío) con alguna de las historias escuchadas últimamente… demasiadas cosas serias, yo necesitaba un chute de endorfinas.
Lo mío no es ir preocupado por la vida, eso se lo dejo a todos aquellos que tienen como misión salvar el mundo. Lo mío es más reducido, mucho más, me conformo con intentar poner orden en mi metro cuadrado, mi árbol, la zona de selva que transito, mis amigos y poco más.
Últimamente me dije a mí mismo que podía contar de mis pesadillas que sufrí durante años de las que salía siempre al encontrarme en el cavalcavía que va a la Villa Vecchia visto que algunos preguntaban por cosas similares, antes se me pasó por la mente contaros cómo fue mi salida de la querida institución y si es necesario escribir una carta o no y… entre problemillas de salud que me han quitado tiempo y los quehaceres y saltos mortales que hay que hacer para llegar a final de mes, pues que no he escrito nada. Pero en la congoja que me estaba produciendo tanta noticia seria, tanto pensar maduro, tanta sesuda elaboración, tanto zoom super-erudito, de pronto y a causa de una sorprendente alineación favorable de los astros o de la intervención directa de mi ángel de la guarda que lleva años intentando que yo no pierda la razón, me ha llegado una nota de un colegio de esos que no son (pero lo parecen), que me ha llenado de alborozo, regocijo y tripudio y (como todos sabéis que soy ferozmente generoso e infinitamente humilde) lo voy a compartir con todos. El texto dice así:
Queridos papás: La presentación personal es un aspecto muy importante de la formación humana. En nuestro proyecto educativo ella se concreta en hábitos de cuidado personal y orden; en el correcto uso del uniforme escolar y en todos aquellos aspectos que constituyen el llamado “tono humano” coherente con nuestro proyecto formativo. Sabemos que en estas materias los límites pueden ser muy sutiles y hasta subjetivos. Sin embargo, parte de la buena formación es saber estar en los diversos ambientes y adecuarse a las normas sin jugar con dichos límites. En este sentido, les pedimos la colaboración para mantener el estilo que caracteriza al colegio. Nuestro objetivo es armonizar tanto el orden externo como el interno sin caer en formalismos, pero tampoco en actitudes que hagan perder consistencia a nuestro proyecto formativo.
Agradeciendo el apoyo de siempre se despide cordialmente, Consejo de Dirección.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que mi selva está situada en un país donde esta forma de halar suena mas bien a chino cantonés o a modos de un lenguaje arcaico que solía terminar con un “es gracia que espera recibir de V.I. cuya vida guarde Dios muchos años” y -me contaba mi espía- que las madres que habían recibido semejante morcillica no entendían qué es lo que estaba pidiendo el famoso Conejo de Dirección, una decía que esa es la forma de hablar de los numerarios; la otra que el “tono humano” va entre los 20 Hz y los 20.000 Hz y que un tono normal no debe ser ni muy agudo ni muy grave; otras que el tono coherente con el proyecto formativo se refería al volumen al hablar: no gritar. Al final mi espía y haciendo uso de la autoridad que tiene por el hecho de ser española, aseguró con mas cara que espalda, que la nota lo que pedía es que los alumnos se duchen al menos una vez al año, sea necesario o no, y que usen el uniforme escolar.
Todavía me río al recordar aquello de que éramos iguales a los demás, porque eramos los demás. Perdón, pero si una señora que se está dejando un pastón mensual en llevar sus retoños a un colegio de estos y que, por tanto, se supone que juega a favor te dice que es que esa es la forma de hablar de los numerarios… simplemente es que no los considera los demás. Son ellos, los otros, los distintos, los rarillos. Buenos pero peculiares que llegan a decir que hay que “adecuarse a las normas sin jugar con dichos límites” y no sabes si es que los límites injugables son los cinco minutos de lectura del Evangelio o hace referencia a alguna otra norma. De verdad no hay quien se aclare pero siguen tan panchos diciendo que están en medio del mundo y que todo ha cambiado a mejor.
Para mí que todo sigue igual, sus torres de marfil, sus prejuicios y sus dogmatismos en cosas que deberían ser totalmente libres, sus idiomas internos, sus tonos humanos que no desdigan del cargo y posición que cada uno ocupa, más de lo mismo, más de lo de siempre. No cambian y tampoco lo harán con los nuevos estatutos y apuesto lo que queráis.
Desde mi selva, en un tono como de 200 Hz y con menos de 50 decibelios, os digo como siempre, que un fuerte abrazo y que estéis a la larga de mandriles y otros bichos malos. Espero haberos alegrado el día y recordad que no es bueno estar demasiado serios o por demasiado tiempo.
Zartan de los Nomos
En tu cabeza resuenan palabras como infidelidad, traición, condenación.- Víctor
Buenas noches estimados,
He oído, en el coloquio de Ágora, las alusiones a mi carta anterior “Y sobre los supernumerarios... ¿qué?” y os agradezco mucho los comentarios que habéis hecho al respecto. Muchas gracias Patricia, Guillermo, Grace, Giancarlo y Padre Agustín. Todos aportan cosas buenas. Gracias por darle espacio a este supernumerario. Sentí no escuchar a Antonio. Al ser español como yo, seguro que podría haber aportado un punto de vista sobre la labor de supernumerarios desde la Región primigenia, que supongo tendrá algunas diferencias con México, Argentina o EE.UU. Leí que no pudo participar por tener que atender un tema personal, espero que nada grave. Sin hacer alusiones a las personas concretas que han participado en el coloquio, pero hablando francamente en el clima de libertad que lo caracteriza, quiero haceros yo algunos comentarios también...
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MIS SUEÑOS TRAUMÁTICOS TRAS MI SALIDA.- Gómez
SUEÑOS TRAUMÁTICOS TRAS MI SALIDA
Gómez, 13/11/2023
El trauma resultante de la confesión y la confidencia semanal se somatizó en mi caso en sueños recurrentes que duraron más de diez años después de mi salida de la Obra. El escenario era algún centro del Opus Dei lleno de luces que se colaban por basculantes invisibles y que se convertían en columnas de partículas flotantes que se mezclaban con el humo de las velas de algún altar y el de los cigarrillos que fumaban los sacerdotes numerarios que allí estaban. Cada sacerdote celebraba su misa individual, lo que aprovechaba yo para camuflarme, para no estar en ninguna de ellas, pues no podía comulgar debido a que no me había confesado. Así pasaban los minutos, las horas, los días y las noches de mi sueño. Sabía que, en algún momento, tarde o temprano, tendría que arrodillarme ante alguno de ellos, pasar la vergüenza de confesarme, cumplir la penitencia y volver a participar en la misa y en la comunión, pero en el sueño nunca lo hacía, nunca me atrevía, y la interinidad de mi vocación se prolongaba por tiempos inciertos e inconmensurables.
Cuando salí de la Obra, después de doce años de entrega total y de confesiones y confidencias semanales cumplidas con sinceridad salvaje, seguí por algún tiempo haciendo mi confidencia con un sacerdote numerario que me quería y me entendía bastante. La charla siempre terminaba en confesión, hasta un día en el que nos encontramos en otro país, charlamos como buenos amigos, y cuando le pregunté si me podía confesar me dijo que no, porque no tenía licencias del ordinario. Fue la última vez que hablé con él. Lo interpreté como un irme dejando solo, para que yo fuera organizando mi vida espiritual en un ambiente menos estricto que el que había vivido hasta entonces. Si no tenía vocación, como me lo habían dicho después de doce años de entrega total, no era justo que siguiera viviendo el rigor de la entrega a la cual no estaba llamado.
Yo, sin embargo, seguía con mi costumbre de confesarme semanalmente. Las iglesias del centro de la ciudad donde vivía, una detrás de otra, tenían confesonarios y curas que se sentaban durante horas a atender a los feligreses. Algunos de estos sacerdotes me decían que no tenía por qué confesarme con tanta frecuencia si no era seminarista o religioso. Yo alegaba que no era ni seminarista ni religioso, pero que entendía que la Iglesia enseñaba el llamado universal a la santidad. Supongo que interpretarían mi argumento como «este es del Opus Dei», y por eso accedían a oír mis pecados y darme la absolución. Solo alguno que estaba ya corrido de tantos pecados oír, me echó de mala manera del confesonario pidiéndome que no lo hiciera perder el tiempo. Tal vez esa echada, que ponía mi vida en peligro de morir impenitente, me hizo buscar una vez más a un cura numerario para confesarme. Llegué a la capellanía que atendían dos sacerdotes numerarios, contemporáneos míos, que habían sido mis compañeros en el Centro de Estudios, y le pedí a uno de ellos que me confesara. Fue muy incómodo para él y para mí, pero salí con mi aureola brillante, en gracia de Dios, para seguir adelante con mi santa vida.
A la siguiente semana fui a confesarme con el otro capellán, y este sí me dijo que me dejara de carajadas, que qué me iba andar confesando con él, cuando muy cerca había iglesias donde podía encontrar sacerdotes disponibles para atender a alguien como yo, que no era del Opus Dei. Era una nueva señal de que tenía que seguir mi camino de católico practicante por otro lado.
Por esos días, el provincial de los padres carmelitas descalzos en mi país dejó su hábito y se secularizó. Fue noticia nacional, pues el fraile era conferencista internacional, figura de la radio y la televisión y columnista de algunos de los más importantes periódicos de la nación. En una entrevista televisiva acerca de la decisión tomada, el periodista le preguntó si él se confesaba, de qué se confesaba y cada cuánto se confesaba. El cura secularizado le dijo que siendo carmelita sí se confesaba, de pecados veniales y cada año. Una vez al año. ¡Una vez al año! Eso me impactó. Yo, que no era religioso ni sacerdote, sino laico laical hasta la médula espinal, me confesaba cada semana. Y así lo había hecho durante casi veinte años.
Algunos dolores de cabeza, espalda y piernas, producto del estrés laboral, me llevaron un día al consultorio de un psicólogo. Comenzó una serie de sesiones en las que le fui contando mi vida, lo externo, lo más visible primero, y luego lo más interno, mi paso por el Opus Dei y mi costumbre confesarme cada semana. El psicólogo me dio pastillas de vida, superación, ganas de vivir y no sé qué más propósitos, que debía tomarme a determinadas horas del día. En realidad, no eran más que bolitas de azúcar cuyo efecto placebo me permitiría superar mis achaques.
Lo que definitivamente me curó fue la prohibición terminante de confesarme. «Usted no se me vuelve a confesar nunca más en la vida, señor. Y es en serio. Eso le está haciendo mucho mal». Me curó y me salvó, porque no ha habido nada más liberador en mi vida post Opus Dei que esa decisión.
Aquí me tienen, sin sueños de confesores ni confesonarios, sin más estrés que el normal de cualquier persona común y corriente, católico practicante, de misa dominical y presencia de Dios habitual, pero sin la angustia de la confesión, sacramento al que volveré como Constantino algún día.
Gómez
¿Desescrivatizar el Opus Dei?.- Agustina
¿Desescrivatizar el Opus Dei?
12.11.2023 – Edgar Munive Hernández*
“Los papas Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI, y ahora el papa Francisco, le han dicho siempre no a la solución jurídica deseada por Escrivá. Parece ser que no era una cuestión de falta de entendimiento por parte del Vaticano con respecto al Opus Dei (Escrivá decía que “no nos entienden”) sino que el problema vendría de la comprensión que Escrivá tenía del Opus Dei”
“¿No se percataron Álvaro del Portillo y Javier Echevarría, sucesores del fundador del Opus, que tarde o temprano la verdad iba a relucir: que el Opus Dei no pertenecía a la estructura jerárquica de la Iglesia y que los laicos no eran miembros del Opus Dei?”
Artículo completo en Religión Digital
Anécdota sobre la administración.- Hormigónarmado
Hola a todos de nuevo
Quería explicar una anécdota para mostrar qué es un adicto-adepto del Opus Dei y quién no lo es.
Un día de hace unos años, pillé un gripazo de narices y no pude ir a trabajar. Estuve convaleciente varios días en el centro y comía al mediodía en mi habitación.
El último día de gripazo, ya me encontraba bastante mejor y comí en el comedor con los pocos del centro que comían al mediodía, luego fuimos a tomar el café a la sala de estar y su correspondiente tertulia.
Un numerario, que ese día también comió al mediodía en el centro, hizo el siguiente comentario, no es literal, pero más o menos la idea es la que os escribo: no os dais cuenta de lo bien que nos trata la administración. Nos pone los platos, nos los quita, postre y café en bandeja de plata. Y todo riquísimo. ¿Quién con 30 años tiene esto en casa? Los 4 o 5 que estábamos allí, rondábamos esa edad.
El director, saltó como un basilisco, y le dijo que se estaba preocupando demasiado por estas cosas y que lo que tenía que hacer es apostolado... Ese director comentó que él tenía servicio en su casa desde que era pequeño y que no era para tanto.
Denota varias cosas. La primera es que este director es un desagradecido/desgraciado (que es lo mismo) total. La segunda, es que no tiene ni pizca de vergüenza.
Y por ahí anda, por esos mundos de Dios, teniendo evidentemente su carguito en una obra corporativa, siendo director de centro, y comiendo todos los días en el centro, poniéndole primero, segundo, postre y cafelito en bandeja de plata. También su aperitivito molongui, claro. En medio del mundo, por supuesto.
Administraciones, numerarias auxiliares... Este tipo no responde a lo que los numerarios pensábamos. En su mayoría, os estamos super agradecidos y tenéis que luchar por vuestros derechos, que por supuesto, tenéis.
¡Un abrazo!
Hormigonarmado
La realidad de dos ex numerarias auxiliares.- Ágora
En este impactante testimonio, Celedonia y Soledad, dos ex numerarias auxiliares del Opus Dei (bajo nombres ficticios y protegiendo su identidad visual con IA), comparten sus experiencias desde que ingresaron siendo menores de edad. Trabajaron incansablemente, sin pago, en condiciones discriminatorias. Pedir permiso para lo más básico era la norma.
Ambas dejaron la institución sin recursos, atención ni caridad. Celedonia, pasó hambre tras salir, y Soledad, a pesar de ingresar con salud de hierro, salió con certificado de discapacidad, sin apoyo tras la pérdida de su madre. Al expresar dudas, fueron etiquetadas como problemáticas mentalmente.
No es tan fácil dejar el Opus Dei para los supernumerarios.- Ágora
Segunda parte de nuestro encuentro del 10 de noviembre. Se retomó el crucial tema de las numerarias auxiliares, profundizando en los desafíos y experiencias compartidas. Luego, a iniciativa de un supernumerario activo, exploramos la complejidad de dejar la institución cuando hay familiares involucrados, desvelando dilemas éticos.
Un sacerdote presente arroja luz sobre la obsesión institucional con los temas sexuales y destaca la gravedad de la laxitud moral al ventilar asuntos íntimos de otros. Se comparten experiencias conmovedoras y sorprendentes.
Ex alumnos de colegios del Opus dei.- Holodomor
Ex alumnos de colegios del Opus dei
Holodomor, 13/11/2023
Es mi primera vez aquí. Los sigo hace muchos años y ahora a través del canal Agora. Vivo en un país del conosur que prefiero no nombrar. He visto el último video de Agora sobre supernumerarios. Mis padres fueron de los primeros súper del país, simplemente dejaron de ir por el centro, no firmaron ninguna carta de renuncia. No soportaron la doble vida de algunos miembros y la hipocresía. Hoy día el opus dei no se acuerda de ellos a pesar de todo lo que aportaron y los ayudaron y a pesar de su ancianidad y enfermedades. Nunca más los visitaron ni preguntaron por ellos. Pero recuerdo como el sacerdote que los confesaba se metía en la vida familiar e íntima entre ellos…
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