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Opus Dei: ¿un CAMINO a ninguna parte?

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CORRESPONDENCIA

 

Miércoles, 31 de Mayo de 2023



La farmacopea opusina es miedo a la libertad.- ramana

Querida Reina,

he leído tu impresionante y doloroso testimonio sobre cómo la secta escribariana te intentó retener a base de química, destrozando así de paso tu alma y tu cuerpo. Cualquiera que hable con un psicólogo transpersonal, vale decir, que crea que el ser humano es un compendio de cuerpo, mente y espíritu, te dirá que la química se debe administrar solo en casos extremos de bloqueo y con mucho cuidado. Que el cuerpo somatiza las enfermedades del alma y estas no se curan poniéndole a la parte física de la persona una “camisa de fuerza química” que deja al ser humano convertido en un pelele mecánico y tambaleante.

Es muy extraño que una organización espiritual y no materialista (al menos en teoría) decida que sus miembros se van a curar a base de química, en vez de diálogo y limpieza del alma; pero ello se debe, precisamente, a que de “espiritual” no tiene nada. La Opus es una organización religiosa profundamente mental, que cree en automatismos mecánicos. Una vez le comenté a Antonio Esquivias, en la presentación de su libro, que la Opus sustituyó hace mucho la fe por una piedad mecánica y repetitiva. Y tras una primera sorpresa, pues nunca lo había pensado, me dio la razón: la espiritualidad, cuestionarse quién es uno, indagar en la conciencia, la vocación contemplativa es otra cosa que ese plan de vida automatizado que cabe en una hojita durante el examen de conciencia y que te llena el día de “cosas piadosas” para evitar cuestionarte la misma vida dentro.

En no mucho se verá, lo verán, que el mayor atentado contra la persona que cometió la secta de Escriba fue ese: el miedo a la libertad, la desconfianza hacia su propia gente, esa que se entregó con todo el amor a Dios pensando que entraba en un camino luminoso y que, al poco, o al mucho, se da de bruces con la verdadera y diabólica realidad de un sistema despiadado y nefasto. Sepan que uso “diabólico” en sentido etimológico, cuando se me pregunta digo que estuve en una secta diabólica (no satánica), porque la organización es absolutamente mental y en vez de buscar la unidad (mónacos significa eso) se dedica a dividir y vivir en un mundo (infantil) de dualidades, nosotros/ellos, bueno/malo, dentro/fuera, etc. Ese miedo a la libertad es el que los lleva a adoptar una profilaxis materialista y anticristiana contra su propia gente, en vez de una terapia sanadora y abierta que les obligaría a darse cuenta de y a cuestionarse muchas cosas sobre. Lo mejor es encadenar a sus entregados y estragados miembros y someterlos a una terapia de neblina mental y tortura física que los convierte en seres amazacotados que deambulan por los pasillos, con mirada bovina y gestos de zombis: muertos vivientes.

A lo mejor lo que pasa es que seguimos creyendo que la Obra es una organización “espiritual”, por aquello de que es “religiosa” y dizque católica. Pero ellos solo tienen un dios, que es el poder, al que esperan acceder a través del dinero (ya lo dice el dólar “in god we trust”) y la utilización robótica y masiva de mano de obra fanática y entregada durante un tiempo (sea este meses o años). La prueba, entre otras, es la incapacidad de abrir su farmacopea psíquica a terapias sanadoras y liberadoras que, obviamente, sacarían a la luz en ellas el sometimiento irracional y la religiosidad mental y mecánica en la que viven. Creo que debería ser un tema de debate para los maravillosos encuentros de Ágora Quántica de los viernes por zoom, (ya una verdadera familia, etiam ignotis, como yo, que no me pierdo una) y por ello deseo felicitar a Antonio Moya Somolinos y mandarle un abrazo. Un egabrense de pro (aunque adoptivo) que gracias al latín se libró de ser cabroncete, dicho con cariño y porque sé que le encantan los tacos bien dichos. Él y yo tenemos una persona in en común, pues no todos los in, véase el caso de Guillermina, están taladrados y sigue habiendo gente buena dentro que sufre y ve sufrir a los demás. Para ellos también mi abrazo y mi aliento para que, si es su vocación, sigan peleando desde dentro por un Opus espiritual, y no diabólico. Yo, gracias a Dios, me fui.

Ramana

 





La Universidad UNIR, ex miembros y Agora quantica.- Robredal

Son muchísimas las cuestiones que Antonio –y los demás- estáis abriendo en el foro ágora y es muy de agradecer tu enfoque, Antonio, y la valentía de vuestros testimonios, cartas, comentarios, etc. Ahora escribo una cosa desde una perspectiva doble o triple: varias décadas en posiciones bastante internas en España hasta tiempos muy actuales y, además, habiendo prestado oídos atentos a estos temas en pasillos, tertulias y reuniones autorizadas.

Querría aportar algún dato sobre un tema tratado hace unos días en el Zoom en torno a las “salidas” profesionales para numerarios/as y sacerdotes numerarios que se van del opus con, digamos, una mano delante y otra detrás, pero que lo hace –desde su lógica interna- “en buen plan”. Elipsis, esta última entrecomillada, de varios elementos: no quieren bronca o no la pueden presentar por enfermedad o dependencia (económica-psíquica); han estado muy vinculados y saben demasiado (son muy insiders); provienen de linajes opusísticos ‘pata negra’, con muchos miembros todavía institucionalizados; y/o, finamente, ellos mismos están muy “institucionalizados” y, en realidad, está siendo una salida-pactada.

También se aplica en algunos casos en que tras años de encargos internos o habiendo ido (y vuelto) a Roma sin ordenarse… no encuentran un acomodo laboral por sus propios medios (y por no tener un valor laboral claro, cuestión que no era su culpa, pero ahí está).

Como bien comentaba Antonio, este problema hace años no se planteaba. Quien se iba, allá se las compusiera, sin ningún tipo de red y, como estamos sabiendo, Seguridad social; e incluso con una notable hostilidad y ese abandono, si no total… al menos de su rastro; incluso se quitaban las fotos de los álbumes de los centros...

Pero a partir de la primera década del siglo XXI, con un número de bajas ya tan alto y con tantos yéndose -o siendo idos- por una vía u otra, y con cierto cambio de panorama psico-social, se necesitó encontrar un acomodo a tal situación. Mejor era buscar una solución que evitara que la Unidad de Quemados siguiera siendo intensiva y, sobre todo, tan masiva.

Buscando soluciones se pensó, claramente, que esas personas no podrían seguir en obras corporativas puras. Básicamente por el tema del ejemplo (del contra-ejemplo, se entiende). Tampoco se encontraba fácil solución en obras personales muy caracterizadas: fomento, Atendis, Institució; de hecho, en general, no se re-integraban en estos lugares. Si se iban de la obra, se iban de tal labor.

Lo cual –abro paréntesis- plantea el asunto de cuántas veces los directores de las delegaciones hablaban con los correspondientes directores/as de esos colegios para avanzar una salida laboral de tapadillo y adelantada del colegio cuando alguien estaba ya en una situación de difícil-perseverancia, atentando contra la libertad de la conciencia y los derechos de los trabajadores.

Por eso, tanto en las obras corporativas como en dichas labores personales –sigo con el paréntesis- desde fin del siglo XX se tuvieron que enfrentar a no pocas demandas laborales –casi siempre exitosas, dado el proteccionismo del trabajador en la legislación social española- por despidos improcedentes cuando se pedía a numerarios/as irse de una obra corporativa por “no compartir los valores de la institución”, cuando estas/os estaban en proceso de salida de la obra. Algo similar al tema de los profesores de religión divorciados en otros lugares. Problemas no pequeños, con solución no fácil. De hecho en algún caso ha llegado a conflictos graves en lo personal y en lo social-laboral (con sentencias del Tribunal supremo de España o de otros tribunales superiores regionales).

Vuelvo al tema. Con la aparición en particular de la Universidad UNIR se abrió una ventana de esperanza que muchos vieron de inmediato. Tanto que su creación fue un claro win-win en este y otros ámbitos. Una Universidad exitosa desde el principio, económicamente muy viable, que no es labor personal ni, menos aún, obra corporativa.

Además, era un sistema basado en la educación online, lo cual quiere decir que no hay un campus físico en el que ver, continuamente, a quien se-fue, junto con quien sigue… ni un sistema de clases tradicional, ni labores aledañas (colegios mayores…), ni temas eclesiásticos por medio. Los 5000 kilómetros venían, además, de sui por el teletrabajo que implica.

Me consta que, en numerosas reuniones en varios niveles, incluyendo la Comisión de España, se dijo que mejor no a convertirse en labor personal, al menos por ahora; pese a que había voces internas y desde la UNIR que lo pedían...

Así que por una vía totalmente informal, reuniones y conversaciones en nivel comisión –no tanto, aunque sí algo, en la delegación de la que depende La Rioja, que ya tienen bastante con lo (poco) que tiene-, pero casi puedo asegurar que sin ningún papel oficial más o menos intencionado y claro, se consolidó como un lugar idóneo para solventar la cuestión de los “salidos/as” y de los “insiders” sin oficio y de los “retornados” sin sotana o clergyman; así como de algunos tocados-no-hundidos (todavía). No llevo la cuenta, pero de los que conozco, he visto en torno a veinte personas, mujeres y hombres -inclusive unos cuantos exsacerdotes numerarios- que prestan servicios completos o parciales en la UNIR. Además, la UNIR está expandiéndose desde hace diez años por Iberoamérica y siempre pone sus sedes cerca de las correspondientes universidades obra-corporativa. Lo entiendo tanto desde la lógica expuesta, cuanto desde la idea de que, comercialmente, quieren hacer ver que es una opción “muy tomista y muy de casa” que es, a la vez, a distancia, pero cercana. Creo que nos entendemos.

Solo una última nota. Aunque en el gobierno de la obra el papel –ahora papel online a través de un canal online super-blindado entre los centros y las delegaciones (y estas con la comisión)- y gusta mucho que todo quede registrado y contado… hay muchas cosas que van por fuera. Vía informal, vía conversación y entendimientos sobreentendidos entre directores y directoras con quien sea. El caso UNIR es uno de ellos. Dudo mucho, insisto, que haya un protocolo oficial. Pero la realidad salta a la vista.

Este tema ya salió en otro comentario que envié y conecta con otros temas hablados en Agora sobre el régimen económico de los centros... Para otro día.

Robredal




 

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