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CORRESPONDENCIA
Viernes, 16 de Junio de 2023
¿Qué son las Sectas destructivas?.- Ricardo CR
“Todo aquel grupo que, en su dinámica de captación o adoctrinamiento, utilice técnicas de persuasión coercitiva que propicien la destrucción (desestructuración) de la personalidad previa del adepto o la dañen severamente. El que, por su dinámica vital, ocasione la destrucción total o severa de los lazos afectivos y de comunicación efectiva del sectario con su entorno social habitual y consigo mismo. Y, por último, el que su dinámica de funcionamiento le lleve a destruir, a conculcar, derechos jurídicos inalienables en un Estado de Derecho”
Características de las sectas destructivas:
- Es un grupo cohesionado por una doctrina transmitida de forma demagógica y encabezado por un líder carismático, poseedor de la Verdad Absoluta.
- Tiene una estructura teocrática, vertical y totalitaria.
- Exige una adhesión total al grupo, distanciamiento de las relaciones sociales y lazos afectivos y actividades previos.
- Se vive en una comunidad cerrada o en total dependencia psicológica del grupo.
- Suprime las libertades individuales y la intimidad.
- Controla la información que llega hasta los adeptos.
- Utiliza un conjunto de técnicas de manipulación, de persuasión coercitiva: como la meditación o el renacimiento espiritual.
- Propugna un rechazo total de la sociedad, todos, fuera de la secta, son enemigos.
- Tienen como actividades primordiales el proselitismo y la recaudación de dinero.
- Obtienen, bajo coacción psicológica, la entrega a la secta del patrimonio personal de los adeptos y de considerables sumas de dinero.
Fuente: Rodríguez (Pepe), citado por Schwarz (Mauricio), “A fondo – Las repetitivas creencias místicas, suicidas y asesinas” en
https://www.youtube.com/watch?v=ADy54m8zowg
Arnau, Arnau.- Class
Arnau… primer de tot t’has de calmar i ànims. Seguimos… creo que el cura de esa parroquia no pertenece al opus dei, pero da igual ya que hay un sinfín de marcas blancas de todas estas instituciones más radicales y debe ser un cura al paraguas de estos tipos de carismas, que todos ellos son primos hermanos entre sí.
Yo normalmente comulgaba en la boca y desde que ha habido la Covid-19, lo hago con la mano, ya que he visto que comulgar con la boca no es lo más higiénico del mundo, ni la manera de consagrar tampoco, creo que este rito se tendría que modificar algo en las formas a favor de la pulcritud, por ejemplo, tapar los cálices y los vasos sagrados durante la consagración, no acercarse tanto hablando a las formas… vamos que no puedan llegar los escupitajos a lo que tengamos que comer.
Cuando veo demasiado manuseo, babuseo y manipulación extraña en las formas a consagrar… ya directamente no voy a comulgar. Otra máxima que aplico… donde fueres haz lo que vieres… con el matiz de si no me gusta no vuelvo.
Es normal que un cura vigile que se consuma el cuerpo de Cristo, no está repartiendo galletas ni chuches… como bien sabemos, hay gente quien las utiliza desde hacer… gilipolleces o hasta en ritos extraños…
Referente a lo cucaracha… que hemos de decir… es un sacerdote que va vestido de sacerdote, nada más. Y los Neandertales se extinguieron ya hace mucho.
Respecto al Omella, pertenece a Barcelona y los obispos obispos son. Si quieres me escribes en privado y te cuento mi experiencia con todos estos personajes. Fliparás en colores. Si quieres pide mi email a Agustina.
Además… como ya sabes Sant Cugat esta lleno de personas del tipo del que hablamos aquí y es normal que las parroquias de esta zona tengan unos andares similares.
Saludos a todos
Class
Un antifariseo en Sant Cugat (II).- Arnau Vidal
En mi anterior carta, NUNCA, he mencionado ningún nombre concreto de grupo o secta. Es usted, TAR, que en un alarde de sinceridad, valentía y ética, que la honra muchísimo, pone un nombre y asume en su carta, que el grupo que usted cita es el único que puede cometer todos los delitos que yo enumeraba en mi carta anterior.
Cuando alguien te falta a las formas más básicas de la ética como es el clérigo con el cual tengo conflicto abierto, lamentablemente me siento un poco legitimado para actuar de manera parecida. (Quien siembra vientos...).
Realmente no fue un acierto llamarle cucaracha al clérigo fariseo, tendría que haber sido más evangélico y llamarle "raza de víboras".
En su carta habla usted de una situación que sólo conoce muy superficialmente.
En el Obispado ya conocen los hechos y están valorando la decisión a tomar.
Es tal la escalada de falta de ética que me he encontrado, que pocos días después de mi primera carta a Opuslibros, al salir de Misa de la iglesia de la cual el interfecto es rector, tres machos ibéricos de unos 30 años y hormonados (con todo el aspecto de miembros de una secta que conozco) me rodearon con actitud amenazadora e intimidatoria preguntando: ¿Qué tienes contra ese cura? ¿Qué te pasa con este cura, ¿eh? Pude escabullirme indemne huyendo deprisa. ¡Cuántas casualidades hay en este mundo! Sobre todo cuando interfieres con cierto grupo.
Debido a esta escalada (traspasando ya líneas rojas) estoy ahora sopesando legalmente el presentar una denuncia a la policía por intimidación y amenazas. Todo dependerá de una reunión que tendremos con un mediador para ver cómo evoluciona el conflicto.
TAR, conociendo la falta total de valores morales y de normas éticas de su colectivo es lógico que hable de un conflicto que prácticamente no conoce, sólo para descalificar a los que afean la continua conducta anticristiana del mismo.
Después de 20 años de Opuslibros (= de Agustina), la inmensa mayoría de lectores de esta página tenemos ya las ideas clarísimas. Antes de que su grupo abra la boca ya sabemos lo que va a decir, por tanto no voy a contestar ninguna otra carta sobre este tema.
En esta página la gente está por cosas serias, como las que discuten Moya y demás cerebros, no por criaturadas de patio de primaria: -¡¡Señorita, me han llamado cucaracha!!
Pido disculpas, una vez más, por estas batallitas tan irrelevantes y un agradecimiento también de nuevo a Opuslibros.
Arnau
Dos anécdotas y situaciones que quiero compartir.- Camilo Rios
Hola Agustina.
Te escribo desde Colombia. Fui numerario, vivo en este momento en Bogotá. Me han gustado mucho los videos de Antonio Moya y todo lo que se escucha en Coloquio en Libertad. Un saludo y un agradecimiento a ti, a Antonio y a todos los que hacen posible ir entendiendo y sanando.
El tema del que han hablado sobre temas siquiátricos, especialmente el escrito titulado “Sobre el tema psiquiátrico…” de “Desde Sudamérica”, me trajo a la memoria dos anécdotas y situaciones que quiero compartir…
La primera tiene que ver con el estado emocional de los numerarios. En un centro en el que viví, el director fue víctima de una depresión muy fuerte, y también algunos de los residentes, un numerario mayor y los curas. Pero recuerdo especialmente a un numerario relativamente joven, que tenía una situación mental y afectiva muy compleja. Era un hombre sujeto a muchas presiones y peleaba con los directores y el vocal de San Miguel.
Como medida para ayudarle lo remitieron a un sicólogo que era supernumerario (creo que ya no lo es) y el director lo llevaba a las citas bajo cierto silencio misterioso porque salían después del desayuno y como con cierta actitud de que a nadie le interesaba a dónde iban. Con el tiempo ese supernumerario desapareció, como muchos, y el numerario enfermo empezó a tener citas con un siquiatra.
Recuerdo que en el centro varios residentes, entre ellos los curas, tomaban un medicamento que se llama Valcote, que entiendo es un medicamento para temas de convulsiones y cosas siquiátricas.
Ese numerario viajó a España a la beatificación de Alvaro del Portillo, pero además de asistir a la ceremonia en Madrid y a las posteriores actividades en Roma, se separó por unos días del grupo con el que viajaba porque el objetivo primordial de su viaje era entrevistarse con un siquiatra de la obra, de la Universidad de Navarra, en Madrid. El tema fue informado desde la comisión a Roma, y lo que se hacía era que desde Roma se indicaba con qué siquiatra debía entrevistarse en Madrid, pero creo recordar que fueron muy prudentes sobre el nombre del numerario durante las comunicaciones, aunque me imagino que en algún momento el nombre se tendría que revelar para la logística de la cita como tal.
Pasaron los años y ese numerario se fue de la obra, aunque sin referencias laborales creo que no tiene trabajo completo y estable. Escuché de un numerario cercano que a ese ex le dieron unas horas de clase como profesor en un colegio que tiene la obra en Bogotá, lo cual me llamó mucho la atención porque recuerdo que, si alguien se iba de casa, automáticamente perdía su trabajo en cualquier entidad relacionada o vinculada con la obra.
El segundo recuerdo tiene que ver con un curso anual en una hacienda muy grande que tiene alguna de las asociaciones privadas de la obra en Colombia y que se llama Guaycoral, cerca de la ciudad de Medellín.
No recuerdo cuántos estábamos, pero sí recuerdo que vino a estar con nosotros un cura del Consejo general. En alguna charla, un numerario relativamente mayor habló sobre la pobreza y dijo dos cosas que generaron reflexión, pero también cierto silencio incomodo.
La primera fue relacionada con el tema de las comidas que teníamos en el comedor durante el curso. Eran muy buenas, pero siempre llamaba la atención que además de la comida general, había 16 “menús especiales”, es decir, comidas diferentes porque unas tenían azúcar, otras no, unas harina, otras no, unas chocolate, otras no. Es decir, que en una familia numerosa y pobre no se pueden dar el lujo de tener menús diferentes para cada comida, y resaltaba que para las numerarias auxiliares que atendían el curso eso implicaba mucho más trabajo. Y luego dijo que llamaba la atención ver a tantos numerarios con “pastilleros” – unas cajas plásticas o metálicas – con medicamentos. Cuando cayó en cuenta de lo que había dicho, trató de corregirlo diciendo que bueno, que, si necesitaban menús especiales, pues está bien, pero que eso obligaba mucho más trabajo a 5.000 kilómetros de distancia. No sé si lo molieron a correcciones fraternas por ese desliz, pero sí recuerdo que los días posteriores lo vi más callado y distraído.
Gracias, Camilo Rios
Correos
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