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CORRESPONDENCIA

 

Miércoles, 08 de Febrero de 2023



Próxima actualización.- Agustina

 

Próxima actualización

LUNES, 13 de febrero de 2023

 





Harta de mentiras.- Lucía Giménez

El opus miente cuando dice que:

“Nadie puede ingresar formalmente en el Opus Dei antes de los 18 años”.

            - Falso. Me trajeron de la casa de mis padres a los 14 años. A mí no me importaba ninguna religión, ya estaba bautizada porque era costumbre en mi país. Era feliz con la naturaleza y los animales.

            - Las mujeres del opus me fueron dando clases de religión, como la dan ellas, metiendo mucho la obra de Escriva y sus enseñanzas como si el evangelio estuviera escrito para eso. Saben muy bien enredar una cabeza inocente y vulnerable.

            - A los 15 años sin darme cuenta ya me habían hecho del opus. Yo no había comulgado nunca y de repente ya comulgaba, ya era del opus. Me presentaron a una señorita del grupo de San Rafael para que fuera mi madrina. Nunca más la vi.

            - Me dijeron que no les contara nada a mis padres porque ellos no lo entenderían. Claro, si yo tampoco entendía ni me daba cuenta de lo que hacía. Con muchos nervios escribí una carta que me fue dictando la numeraria, que era supuestamente mi amiga. Una amiga de mentira. Nunca me pude acordar lo que escribí en esa carta porque no eran palabras que me salieran de mi corazón ni de mi cabeza.

            - Tuve mucho miedo y la numeraria sabía que estaba nerviosa porque no sabía ni comprendía en qué cosa me metía. Al tiempo cambió todo. Mi vida, mi sentido del humor, pensar que nunca más podría ver a Rolfi mi noviecito de primer año de colegio. Cada vez que decía en la charla semanal que yo quería casarme, que me gustan los hombres, me contestaban que era tentación del demonio, que, cómo no iba a dar a Dios un corazón joven como lo hizo Montse Grases. Qué presión, qué locura. No podía pensar en otra cosa, no podía compartir nada con mis hermanos que vivían muy lejos. No podía llamar por teléfono porque tenía que pedir permiso pues éramos una “familia sobrenatural y pobre”. Aparte, el teléfono para discar tenía un candado. Debías ir a la oficina de la directora para consultar sí podías hacer una llamada y ver si permitía darte las llaves del candado, pero no le parecía que tuvieras que hablar con alguien de fuera y no había forma de conseguirlas.

Pido a las autoridades del opus, si creen en la santidad de su fundador, que pidan perdón.

            - Que dejen de mentir.

            - Que dejen de manipular.

            - Que dejen de oprimir.

            - Que dejen de hacer daño.

            - Que dejen de pecar.

Ya nadie les cree, que Dios los perdone, pero yo, no.

Saludos a todos los que estamos unidos en busca de la verdad. Nunca más callarnos ante los abusos y delitos de esta terrible institución.

Lucía Giménez Miskinich.





Famicia y Mililia en el país de los Urkis.- Noob

Famicia y Mililia eran primas, nacidas de matrimonios entre dos estirpes de rancio abolengo. Desde su más tierna infancia habían oído hablar del lejano y enigmático país de los Urkis.

Habían escuchado mil historias heroicas de Falicia, hija adoptiva de la famosa guerrera Falacia, y sobrina segunda de la Emperatriz Mimicia la grande (en realidad era enorme, pero no le gustaba que la llamasen así).

Fue así como, después de mil peripecias y aventuras, llegaron una noche de fina lluvia sin luna, al viejo puerto fluvial.

Ocultas bajo sus capas élficas, se deslizaron bajo los altísimos abedules de las angostas callejuelas de aquel barrio porteño. Calladamente se acercaron a la pequeña casa que vertía luz de oro y fuego por sus ventanas.

Dieron un, dos, tres golpes y oyeron ¿“Quién es?”, “Soy yo, doña Ratona, beso a usted los pies”.

Esta historia, queridos lectores y lectoras, continúa largamente en su onírico devenir. Al despertar, como todos ya sabemos, el dinosaurio aún estaba allí.

¿Y qué hacemos con ese dinosaurio en la habitación?

La actitud general ha sido ignorarle, y, ante la sorprendida pregunta de algún visitante, contestar con absoluta normalidad ¿“Cuál dinosaurio?”.

Aunque aún son pocas, he conocido alguna de la obra que ha propuesto pedir perdón al dinosaurio, reconocerle nombre, apellidos, y herencia, y pagar las inmensas cuentas acumuladas por su fiel presencia durante tantos años.

Noob





Pero lo nuestro es pasar...- Madurez

Llevo tiempo sin mandar un escrito, pero leo la página los lunes, miércoles y viernes. Poniendo acento porteño, "esto se diluyyyyye". Es lo que veo cuando leo lo que publicáis. Pena da ver al pobre Ocáriz sin báculo y sin mitra, sin ser obispo y pululando por diversas regiones y posando en fotos con acólitos y acólitas ad hoc, algunas fotos son muy étnicas. Las tertulias aquellas de E$crivá y de Del Portillo no volverán.

Sigo con la intriga de saber el estado de los centros de mayores de las dos delegaciones de Madrid, si es que aún hay dos. Los clubes de Bachilleres languidecen, eso sí; los centros de universitarios han debido morir ya. Cuando paso por Piedralaves y veo "La Pinilla" muevo la cabeza, por lo que he visto en su pagina web es ya un lugar de "Bodas y cominiones". Nunca estuve allí. Pero sí y muchas en Molinoviejo o El Soto o Riaza. Tengo el wasapp de un numerario y ha debido estar de curso de retiro en Molinoviejo y se ha puesto morado a colgar fotos de la finca en su "estado"..., retiro con móvil, muy apropiado. Yo no fui nunca con móvil porque no había, pero me llevaba un par de buenas novelas y escapadas piratas a la fonda de enfrente a tomar un copazo, solo o acompañado.

Nada más, quiero solamente eso, saber qué es de los centros, de sus moradores. Por curiosidad de la mala, pero curiosidad. Y para qué negarlo..., qué pena de todo, mucha pena, no me arrepiento de haber obrado de buena fe cuando estuve dentro, pero pena de años allí metido. Repito, pena, pena por los que desnortados siguen dentro. Ninguna pena por esos directores y vocales. Por cierto, ¿dónde está o qué es de Ramón Herrando?

Madurez




 

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