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CORRESPONDENCIA

 

Lunes, 07 de Noviembre de 2022



Una reforma de estatutos mucho más profunda.- Jimenez

Agradezco a Lapsos el esfuerzo que se ha tomado por “rehacer” los estatutos del Opus Dei armonizándolos supuestamente con las exigencias del Motu Proprio del Papa. Me he leído buena parte de este documento pero, sinceramente, sigo sin verlo claro.

Intentaré explicarme, basándome en el sentido común. El Opus Dei es, desde 1982, una Prelatura Personal a secas. “A secas” quiere decir que sin añadidos tales como “con pueblo propio”, que es lo que se pretendía pero que les fue denegado. Sus miembros, por tanto, son exclusivamente los sacerdotes y los diáconos. Esa es la realidad y ese es el origen de los problemas.

¿Qué hacemos con los laicos, que hasta el 82 constituían el pilar de la Obra? Lo de la cooperación orgánica como concepto la entiendo como una salida de circunstancias pero que, traducida a la realidad de la vida interna de la obra, no se sostiene. ¿Cómo es posible que un cooperador (un colaborador en definitiva, alguien externo a las funciones troncales de la Prelatura, que es una estructura clerical) puede ejercer funciones de dirección y compromisos de por vida (celibato, por ejemplo) bajo la autoridad de un prelado? O se es colaborador (cooperador) o se es miembro. Lo que no casa es que se colabore con algo, todo lo orgánicamente que se quiera, pero con el compromiso y la implicación propios de un miembro. O lo uno o lo otro.

En este sentido, los “Estatutos modificados” de Lapsos constituyen principalmente cambios semánticos para los laicos a los que, paradójicamente, les sigue asignando las tradicionales funciones de cuando la Obra era Instituto Secular.

Partiendo de esto creo que la Reforma de los Estatutos deberá ser mucho más profunda si no se pretende únicamente parchear la situación. Me inclino más por una “solución” como la apuntada por Antonio Moya meses atrás de crear una “Asociación de Laicos” indisolublemente unida al Opus Dei donde queden reflejados los derechos y obligaciones de los “no clérigos” y que, en este caso, sí serían miembros de pleno derecho de esta nueva asociación.

Os envío un saludo.

Jiménez




La figura del santo fundador.- Antonio Moya Somolinos

 

Quiero empezar esta colaboración elogiando a Ana Azanza por su última publicación aquí. Una vez más destaca por su rigor y seriedad que tanto contrasta con la chapuza continua y los traspiés ininterrumpidos que se ven en la prelatura, totalmente desnortada no solo en lo institucional, verdadero hazmerreir canónico, sino en todo. Se parecen a la paloma de Alberti, que por ir al norte fue al sur.

En la última colaboración de Ana Azanza hay un enlace con otro peso pesado del rigor y buen hacer, Jaume García Moles. Después de releer su serie sobre el santo marqués emérito de Peralta, de golpe, creo que he entendido algo que en su momento no me había planteado por qué se producía...



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