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CORRESPONDENCIA

Viernes, 04 de Febrero de 2022

Siempre me cuestiono y pienso de quién fue la idea de que usáramos los uniformes negros con cofia blanca horrible y un cuello blanco, que parecíamos del siglo XVIII.

Una vez, estando en la portería de la comisión, vino un hombre apuesto a visitar al consiliario ya está fallecido.

Al verme vestida de esta manera me dijo ¿por qué se pone esa cosa tan fea y antigua siendo usted una chica joven linda? No supe cómo defenderme y le contesté: hoy es día de una fiesta en la obra, es el día en que el fundador vio (creó) a la sección femenina. Fui tan inocente que repetí lo que me decían.

Ahora me gustaría saber ¿esa idea del atuendo Escrivá se lo copió a las sirvientas de las duquesas de España y quiso españolizar a todos los países? Porque muchas cosas las cambiaron por seguir las costumbres españolas.

Realmente no se puede creer la locura de una persona que llegó tan lejos.

Pero claro, con el Dios en la boca y mintiendo a seres tan inocentes, niños y niñas en una palabra, -esto es lo que éramos, inocentes engañados. A muy pocos captaron con la edad de poder decidir pensando libremente. O sea, a la mayoría nos captaron en la tierna edad de 14 o 15 años.

Para las nax fue peor porque vivíamos encerradas sin poder hablar con nadie. No éramos familia por la razón de que ni podíamos hablar ni contar de nuestra familia de sangre. Unas veces hablé de mis hermanos y me cayó enseguida la ridícula corrección fraterna, que de cariño no tenía nada. Esto fue uno de los motivos que me animó a irme.

Hay tantas locuras para contar. Yo sólo fui sirvienta, me imagino lo que deben saber las directoras que se fueron. Ojalá se animen a contar, tengo intriga de saber cómo no tenían piedad de nosotras en la forma que nos hacían trabajar.

Dios tenga piedad de todas y todos los o las que estuvieron como directoras y directores en la pobre región de Argentina.

Salud para todos.

Lgracem

La obediencia temible

Gervasio, 4/02/2022

            Los títulos de obligatoriedad de la obediencia son muchos. Vamos a enumerarlos y ponerlos en relación con una actividad que por sí misma no es ni buena ni mala, cual es pasear.

            Primer título:la norma general.

Una norma general puede imponer o prohibir pasear como obligación; pero aun así lo que es pecaminoso no es pasear, sino desobedecer.

            Segundo título: el precepto.

El legítimo superior manda a paseo —nunca mejor dicho— a un concreto súbdito suyo. Le ordena dar un paseo. De nuevo nos encontramos con que pasear sigue sin ser pecado. Lo que puede ser pecado es desobedecer al legítimo superior.

Tercer título: un contrato.

Del contrato nacen obligaciones para las dos o más partes contratantes. Un contrato puede tener por objeto regular los paseos. De nuevo nos encontramos con lo mismo: pasear no es pecado, por sí mismo. Puede ser obligatorio en virtud de contrato.

Cuarto título: uno mismo.

En el voto, la promesa, el juramento, la palabra de honor y equivalentes es uno mismo el que se impone a sí mismo una obligación que recae sobre sí mismo. De por sí —dice el canon 1193—, el voto obliga solamente a quien lo ha emitido. Sin embargo, ciertas instituciones y/o personas registran en un librito quién es el que ha emitido ciertos votos o promesas o juramentos o lo que sea. Eso da lugar a que esas instituciones o personas registradoras de votos, etc., exijan posteriormente el cumplimiento del voto, la promesa, el juramento, la palabra dada, etc. Eso se da no sólo en el ámbito eclesiástico, sino también en el civil. Es usual, por ejemplo, tomar nota de quién juró o prometió acatar la constitución o unos concretos estatutos o reglas de juego o de conducta…

Queridos amigos de Opuslibros:

Aluciné viendo la foto que publicó Gervasio en su artículo del 28 de enero, en la que, sin trampa ni cartón, se puede ver a Ocáriz vestido de obispo, con mitra, báculo y anillo episcopal. Lanzo una pregunta a los canonistas entre nosotros: ¿es lícito desde el punto de vista del Derecho Canónico que un sacerdote que no tiene la ordenación episcopal presida una misa con los atributos de obispo Y a los teólogos morales que lean esta página: ¿qué valoración moral tiene tal acción?

Por lo que sé, si yo, que soy laico, me visto de cura y "celebro" una misa en serio -es decir, no para una película, sino con la intención de realizar el acto litúrgico- tal acción, además de incurrir en pecado (¿mortal?) podría ser sancionada desde el punto de vista del derecho canónico. Aunque "celebre" la misa en privado y en mi casa, pero haya testigos. Lo mismo sucede con un diácono que se ponga en situación de escuchar una confesión.

Entiendo que Ocáriz no hizo ese día el teatro de simular que ordenaba curas o confirmaba laicos, acciones reservadas a los obispos y abades. Pero, ¿existe justificación alguna, desde el punto de vista canónico, para aparecer en calidad de obispo?

Hablo desde la ignorancia en estos temas. A pesar de todos los desmanes institucionales, me resisto a creer que Ocáriz haya transgredido en este punto las normas de la moral y del derecho. Y, si en efecto así ha sido, igual hay que poner la acción en conocimiento de la Congregación o el Dicasterio correspondientes...

Queremos a nuestros hermanos, pero los queremos santos.

Un abrazo, Dax

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