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CORRESPONDENCIA
Lunes, 04 de Abril de 2022
Cuando sólo te dan una elección no se es libre.- Mediterráneo
Ha sucedido en marzo 2022, en un retiro mensual para numerarias auxiliares, en una ciudad de España. El tema de la charla del retiro era “Oración” y, en un momento dado, la numeraria que la impartía dijo: “seremos felices en lo sobrenatural si amamos a Dios y, en lo humano, seremos felices si amamos a la Obra”. En otro momento dijo también “somos libres, hacemos lo que nos da la gana”, algo que no voy a comentar porque es mentira. Cuando sólo te dan una elección no se es libre, cuando sólo te dan una posibilidad no se es libre, cuando sólo te marcan un camino no se es libre... .
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Quiero abrazar a todos los Directores, y llorar con ellos.- Ananaru
Queridos amigos:
Hoy he estado en un encuentro con un canonista al que la Santa Sede le ha pedido que nos acompañe en la modificación de los Estatutos de la Asociación eclesial a la que pertenezco. En un momento determinado, ha empezado a hablar del fuero externo e interno, y se ha referido al caso en el que algún miembro de la asociación le contara en confidencia a otro miembro algo de conciencia. Y ha dicho: "Violar el secreto natural de conciencia es grave, es un pecado grave".
Me he quedado de piedra. Jamás lo había escuchado así de claro. Había oído que la Iglesia no lo permitía, que no estaba bien, pero no que "es un pecado grave". Es como si esto me hubiese abierto los ojos. Y he recordado las veces que yo he violado ese secreto en la charla fraterna, o en una tertulia en la que la directora me obligaba a hablar para contar la intimidad de la gente que abría su corazón conmigo. Y lo mal que me sentía yo en ese momento, cómo mi corazón se rebelaba ante ello. Y, de pronto, he sido consciente de que el Señor habla al corazón de cada uno, indicando lo que está bien y lo que está mal.
Inmediatamente, se me ha venido a la cabeza Hanna Arendt y la Banalidad del mal. Los nazis, dejando el juicio en suspensión, obedeciendo órdenes, cometiendo crímenes execrables. Los Directores, dejando el juicio en suspensión, obedeciendo órdenes, cometiendo crímenes execrables. Y, como dice este canonista de la Santa Sede, cometiendo pecados mortales.
Cuando ha terminado el encuentro, me he echado a llorar. He llorado por todas esas víctimas de los abusos cometidos. He llorado por sus verdugos, los Directores, que están haciendo un mal inmenso, sin conmoverse por el dolor que están infringiendo a sus víctimas, y para colmo creyendo que están cumpliendo la voluntad de Dios. Y he llorado por la Iglesia, que lleva varias décadas permitiendo que esto suceda.
Deseo con toda mi alma que la Iglesia intervenga al Opus Dei cuanto antes, dando a los miembros laicos una adecuada aprobación canónica.
Amigos, gracias por estar ahí. Agustina, gracias.
Ananaru
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