ELEMENTOS MASTICABLES.- Satur

 

Unos buenos amigos me han regalado en estas fechas tan entrañables un recopilatorio de canciones que hace años compusimos y grabamos. Fueron años muy divertidos, y a todos los que participamos en esa movida nos dejó una huella profunda. El que lo vivió lo sabe.

 

En alguna curva de las decenas de cambios que uno ha tenido en su vida, y por ése desapego a las cosas y las personas que se inculca en el Mare Nostrum, pues dejé todos esos recuerdos que tienen letras de canciones y músicas. Ay, pero pasa el tiempo, y echas de menos apoyar la memoria en fotografías, en vídeos, en CD’s. Una pena.

 

Escuchar esas viejas canciones fue como abrir un armario desordenado y sentir que caen sobre ti, de sopetón, rostros, anécdotas, situaciones más o menos divertidas, historias y anécdotas intensas… ¡tantas cosas!. Y no me resisto a compartir una anécdota que surgió al hilo de una de esas canciones. La canción se titula “ Elementos masticables”. Se compuso en honor de aquellos que tienen escasa dentadura, por no decir ninguna. Es una gamberrada de canción.

 

Vivo una tragedia, ja.

Locura de mi vida.

No tengo dentadura.

Mi risa es una burla.

Mi boca es una cueva,

muy negra y muy oscura,

en donde sólo entran

papillas y verduras.

Esta noche voy a cenar

Tengo miedo que notes que…

Cuando hablo (bis)

Y estoy comiendo (bis)

Echo elementos(bis)

Son masticables.

Sufro, sufro sufro

Porque voy a cenar

Te pondré perdida (bis)

De lechuga y canne (bis)

Y de tomate (bis)

Y cocacola (bis)

Sufro, sufro, sufro

Porque voy a cenar.

 

Uno que vivía en el mismo centro conmigo, emocionado con las canciones que grabamos (todas del mismo perfil que “elementos masticables” ), tuvo la genial idea de enviarle una copia a un hermano nuestro que vivía en Villa Tévere con una carta donde le decía “al Padre le gustará”. Con un par, sí señor. El jicho que recibió el casete, imagino yo, no debió escucharlo, o escucharle, o escucharla. Y no se le ocurre al jambo cosa mejor durante un viaje de Don Álvaro del Portillo por tierras de centro Europa decirle al Prelado, “Padre, ¿que no querrá que escuchemos unas canciones que han grabado para usted los del club tal de tal sitio?”. Y el Padre “venga, márcate una de amor humano a lo divino”.

 

Lo de sacar punta sobrenatural a las canciones es algo muy de la opus, ahora bien, para sacarle punta sobrenatural a “elementos masticables” hay que tener muchos cojones. Como no sea tirando del punto de Camino de “tú eres el cubo de basura, el cacharro de los desperdicios…”, porque si no, es que no se entiende.

 

Imagino la cara de Don Álvaro al escuchar la letra que habían compuesto sus hijos de España. Rostro de estupefacción, de perplejidad, si no de acojone. Ya no digamos la de Don Javier. Y la del chófer. Y la del San Cristóbal de la guantera, y la del Niño que va subido a la chepa de San Cristóbal. Allí no había forma de hacer oración con esa letra. Así que, apenas habían transcurrido cincuenta segundos de melodía se escuchó la voz del Prelado “apaga eso…misterios dolorosos…”. Y fue así porque iba para santo que si no hubiera dicho “ apaga esa mieeeerda, coño”.

 

Un mes después llegó un aviso a la delegación y de allí fui llamado al orden por el de San Miguel (no el de las cerverzas, ¿eh?, el otro, el director), animándome a darle más tono sobrenatural a las letras de mis canciones, y que si patatín, que si patatán.

 

Y así lo cuento, para que quede constancia.

 

Como dato entrañable – la verdad es que me ha emocionado recordarlo – uno de los que cantan en el coro es Andreu, un numerario que años después falleció de cáncer a los treinta años. Un gran tipo que nos dio ejemplo de vida sencilla y de buen morir.

 

¡¡¡FELIZ 2007 A TOD@S!!!

 

Nota de la web: la canción (mp3) ocupa 6,5 megas, por lo que puede tardar un poco en descargarse

 

 

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