ZUMTHOR, Paul: La
voz y la letra.
1.
A lo largo de 350 p‡ginas el autor trata un tema apasionante de la literatura
medieval, del cual no se ha establecido una opini—n comœn y definitiva entre
los eruditos: el car‡cter oral y a la vez tradicional de gran parte de Žsta.
Paul Zumthor ve que no se avanza en el estudio de este campo. Es sus
indagaciones por encontrar el problema descubre que se arrastran unos
prejuicios, los cuales pretende denunciar y descalificar. El prejuicio m‡s
importante -como anticipan las comillas de "literatura" en el t’tulo-
es la aplicaci—n de nuestro concepto de Literatura (invenci—n de la modernidad,
que empieza a gestarse en el siglo XII) a un fen—meno social medieval que, si
se pareciera a alguno contempor‡neo, podr’a ser equiparado a nuestra
"cultura de masas".
El
libro est‡ organizado en tres grandes partes: introducci—n, cuerpo del estudio,
y conclusiones. DespuŽs de introducir en la materia, se empieza a tratar el
contexto de la literatura medieval, del cual estudia diversos aspectos que van
convergiendo en su idea del papel de la voz y de los obst‡culos al desarrollo
de los estudios de este aspecto.
Uno
de los ‡mbitos del contexto es el espacio oral, donde se desarrollar‡n las
manifestaciones literarias tradicionales que constituir‡n toda una red que
llega a todo el pueblo. Se pueden entrever ciertas marcas de ÒoralidadÓ en los
primeros textos que se conservan en lengua rom‡nica, que ser’an manuscritos de
manifestaciones orales anteriores, de las cuales alguien habr’a querido dejar
constancia (aunque es muy raro encontrar). Este espacio oral vendr’a
caracterizado por dos acciones: hablar y sentir, por parte de un juglar y del
pœblico, respectivamente, y que ser’an los dos œnicos elementos necesarios que
hiciesen las dos œnicas acciones necesarias. Ser’a importante ver que este
espacio oral existe, antes del texto escrito, para darse cuenta de la importancia
de la voz y de c—mo deber’a ser la literatura que se hiciera. Dentro de este espacio
oral se ver’an inmersos los intŽrpretes, los cuales demostrar’an la amplitud
del fen—meno social, tanto por la diversa gama de terminolog’as que se les
aplicaba -diversos pa’ses, diversas terminolog’as-, como por los testimonios
que existen de su relaci—n con la sociedad y con el poder pol’tico de los
diversos lugares. Esta relaci—n ven’a dada por una funci—n concreta dentro de
la sociedad, que era la de divertir al pueblo. Adem‡s, las autoridades los
contrataban para que con su actividad hicieran de estabilizadores, y porque
daban cohesi—n a la sociedad. Y en las ocasiones m‡s especiales eran
contratados para dar un aire de majestuosidad, de alegr’a, etc. Hac’an un papel
b‡sico en las fiestas, aspecto importante de las costumbres de la gente de la Edad
Media.
La
importancia de la palabra en la Žpoca medieval era central, tambiŽn en el
aspecto religioso, pues a travŽs de ella se transmit’a la fe. Aqu’ Zumthor
comete un error de sofisma, porque yuxtapone el tema de las elites al tema de
la religi—n. As’ dice que la voz utilizada por las elites va convergiendo hacia
la formaci—n de unos grupos de poder, que se ver’an caracterizados por el
acceso a la escritura. El ÒnomadismoÓ de la voz est‡ en funci—n de la actividad
de cada individuo: hay quien toda la vida permanece en el mismo lugar, y hay
quien hace constantes desplazamientos.
Con
el tiempo, esta literatura primitiva, esencialmente oral y tradicional, se pondr’a
por escrito mediante unas tŽcnicas, a medida que iba aumentando la pr‡ctica de
esta actividad, en unas formas concretas. De hecho empiezan a aparecer los escribientes,
lo que hace ver c—mo se iba proliferando en este aspecto. Incluso nos encontramos
con diversas formas de leer; era una tarea dif’cil que s—lo sab’an hacer algunos;
era en voz alta y -evidentemente- ten’a la caracter’stica de ÒoralidadÓ, tan
b‡sica en la literatura medieval. La voz era caracter’stica de todas las
personas, pero al mismo tiempo se inscrib’a especialmente en el ‡mbito vulgar.
Los ‡mbitos cultos, las elites, fueron pronto hacia la escritura.
La
segunda parte del cuerpo central del libro ("obra") trata de lo que
es cada obra literaria dentro de la literatura medieval, as’ como de sus
caracter’sticas m‡s importantes. Contiene seis cap’tulos, que tratan del
pœblico (cap’tulo 7); del texto, aquello que se comunica a un pœblico
(cap’tulos 8, 9 y 10); del actor o juglar (cap’tulo 11); y de la obra plenaria,
que no se queda en un texto o mensaje que transmite el actor al pœblico, sino
que tambiŽn hay una actuaci—n del cuerpo mediante el gesto poŽtico, con cierta
teatralidad (cap’tulo 12).
2.
Indudablemente, esta obra recoge a–os de lecturas atentas y da muestras de una
gran erudici—n. El aparato cr’tico es extenso y muy actualizado, lo que es de
gran utilidad. Las referencias a pie de p‡gina son reducidas (autor, a–o) y
remiten a una util’sima bibliograf’a (pp. 353-377) con que concluye el estudio.
El libro es muy œtil para conocer el "status quaestionis". El intento
de re-definici—n de la literatura medieval (yendo m‡s all‡ del orden
estrictamente literario y llegando a un orden antropol—gico) y del hecho
literario mismo que preside el libro, comporta un clarificaci—n del estatuto de
"oralidad" de la poes’a y de otras cuestiones afines. Puede ser, por
tanto, una obra muy interesante para cualquier especialista en la materia.
Sin
embargo, parece que no se haya guardado una buena proporci—n entre la
interpretaci—n y el an‡lisis: hay momentos en que el texto deviene abrumador
por la densidad de datos positivos. En cambio, los pasajes en que el autor
establece sus tesis y realiza los juicios m‡s audaces (un buen ejemplo es el
cap’tulo 13, "conclusiones") parecen desconectados de la mejor parte
del "corpus" anal’tico. Resulta extra–a la abundancia de afirmaciones
categ—ricas tomadas a menudo como presupuestos sin ningœn soporte cr’tico.
TambiŽn es extra–o que descalifique globalmente otras posiciones sin ofrecer
ninguna otra alternativa ni demostrar suficientemente su pretendida caducidad.
Por ejemplo, cuando afirma (p‡gina 341) que el cl‡sico E.R. Curtius (Literatura
Europea y Edad Media Latina) es "obsoleto",
sin decir por quŽ y sin mencionar estudios que lo hayan superado.
Debajo
de la virulencia con que el autor descalifica ciertas posiciones se percibe un
cierto reduccionismo sociol—gico que le lleva a valorar unas dimensiones del
texto poŽtico en prejuicio de otras, que casi no se contemplan en el estudio.
En su insistencia en destacar en primer lugar la dimensi—n f’sica, quiz‡ no se
enfrenta bastante con el estatuto mismo del fen—meno
lingŸ’stico-comunicativo-art’stico. Esta consideraci—n exclusiva de los
aspectos sociol—gicos le har‡ caer, en ciertas ocasiones, en el anacronismo,
como cuando utiliza categor’as como "estado", "clase
social", "grupos de poder", aplicados a la sociedad estamental.
Hay
un aspecto metodol—gico que sorprende: para establecer unas tesis que contemplan
-en definitiva- lo que es m‡s "autŽntico" y definitorio de la
literatura y de la sociedad medieval, el autor prescinde totalmente de todo el
"corpus" textual (sobre todo escrito, pero tambiŽn, en algunos casos,
oral) latino-medieval. Claro est‡ que esto est‡ de acuerdo con su afirmaci—n de
que el invento del concepto "literatura" no se gesta hasta el siglo
XII y tiene mucha relaci—n con un fortalecimiento de unas estructuras sociales
y de poder (cultura de elite).
El
estilo del libro es demasiado denso. Parece muy probable que la traducci—n del
libro haya distorsionado algunos aspectos de la obra de Paul Zumthor; se
constata la presencia de un nœmero alto de errores tipogr‡ficos (incluidos
nombres propios).
3.
Sin negar el mŽrito y el valor objetivo de los muchos datos que el autor aporta
en su estudio, se trata de una visi—n de la literatura, del lenguaje, de la
historia y Ðen definitiva- del hombre, marcada por un fuerte sociologismo, cuya
œltima ra’z est‡ en la antropolog’a marxista, y que hace del libro un estudio
confuso y muy desorientador para el no experto en la materia.
Aunque
todo el libro est‡ presidido por una misma actitud cr’tica y hermenŽutica, los
errores doctrinales se concentran sobre todo en la introducci—n (p‡gs. 17-37) y
en las conclusiones (p‡gs. 325-350), que son, sin ninguna duda, las partes
menos cient’ficas del estudio. Ah’ se hacen universales afirmaciones como
"la literatura est‡ casi inevitablemente al servicio del Estado"
(p‡g. 28); el concepto de Literatura, como el de Naturaleza, es un invento
burguŽs (cfr. p‡gs. 339 y ss.), etc.
La
tesis b‡sica del libro, en definitiva (la "literatura" es un invento
muy ajeno a la pr‡ctica poŽtica medieval, siempre oral y espectacular, y es
fruto de la consolidaci—n de una cultura moderno-burguesa), es consecuencia de
unos prejuicios ideol—gicos. Lo sobrenatural (relegado a la categor’a de mito;
cfr. p‡g. 30 y p‡g. 33, por ejemplo), la Iglesia, la jerarqu’a, etc., son
objeto de algunos juicios poco afortunados.
F.V.C.
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