VOLTAIRE (ps. de FranŤois Marie AROUET): Candide ou l'Optimisme, 1759
1. Resumen del argumento: El autor presenta en la quinta del bar—n westfaliano Thundertentronckh a la hija de Žste, CunŽgonde, de diecisiete a–os; al joven Candide, hijo natural Ńsegśn los murmuradoresŃ de una hermana del bar—n; y a su preceptor Pangloss, que tiene como postulado principal que las cosas no pueden ser diferentes a como son, porque habiŽndose hecho todo con un fin, Žste no puede menos de ser el mejor de los fines, y, por tanto, todo en el mundo no s—lo est‡ bien, sino que est‡ en el śltimo grado de la perfecci—n. Tal principio es un esquema caricaturesco de las ideas de Leibniz. El libro gira en torno a las desventuras ocurridas a Candide, haciendo una s‡tira de los principios filos—ficos sostenidos por Pangloss.
La primera causa de sus desgracias es la se–orita CunŽgonde. Esta, paseando un d’a por el parque, descubre al doctor Pangloss junto a FranŤoise, una camarera a la que est‡ dando una clase y a quien acaba besando, y pretende hacer lo mismo con Candide: esa misma tarde, detr‡s de un biombo, CunŽgonde deja caer el pa–uelo, Candide lo recoge y, al devolverlo, la besa: pero lo sorprende el padre e inmediatamente lo expulsa del castillo con malos modos, iniciando as’ sus andanzas por "el mejor de los mundos posibles".
Candide vaga por los caminos, donde los m‡s terribles acontecimientos y los encuentros m‡s singulares se encargan de desenga–arlo acerca de la doctrina del maestro, demostr‡ndole como en la pr‡ctica todo en el mundo sucede al revŽs de esas teor’as, y los hombres son todos infelices o aburridos. Encontr‡ndose en tierra de bślgaros, es enrolado a la fuerza y se arriesga a ser ajusticiado por su inocente fe en la libertad humana, que le lleva a incumplir inadvertidamente la disciplina: consigue librarse con el quebranto de una buena paliza. Evadido a Holanda, est‡ a punto de morir de hambre entre "misericordiosos" cristianos, y s—lo le socorre un anabaptista, Jacques. En Holanda encuentra de nuevo al maestro Pangloss, reducido a harapos y desfigurado por una enfermedad venŽrea, lo cual no le impide afirmar que "todo es para bien, pues los males particulares forman el bien general". Asistido tambiŽn por el anabaptista, Pangloss es curado, aunque pierde un ojo.
Los tres personajes, benefactor y beneficiados, cuando se dirigen a Lisboa por motivos de negocios, se van a pique con la nave. El anabaptista se ahoga, mientras los otros dos se salvan con dificultad, para pasar a un flagelo todav’a peor: el terremoto. Salvados tambiŽn de esto, Candide y Pangloss caen en manos de la Inquisici—n, como sospechosos de herej’a: Pangloss es ahorcado y dado por muerto, mientras que Candide tiene suerte y s—lo es azotado hasta sangrar; pero los dos se las arreglan para salir del mal paso. Candide encuentra despuŽs a la se–orita CunŽgonde, la cual, violada y herida en una correr’a de los bślgaros que incendiaron la quinta de Thundertentronckh y mataron al bar—n, logr— salvar la vida, cayendo despuŽs en manos de un jud’o que comparte los favores de ella con el gran Inquisidor.
DespuŽs de matar a los dos competidores, Candide huye hacia AmŽrica con CunŽgonde y su vieja sirvienta. Llegados a AmŽrica, CunŽgonde es raptada por el gobernador de Buenos Aires y Candide es perseguido por los familiares del inquisidor asesinado, oblig‡ndole a huir a Paraguay, entre los jesuitas. Ha de abandonar nuevamente aquellas tierras, y est‡ a punto de ser hervido por los salvajes. Encuentra un poco de descanso en Eldorado, lugar feliz, junto al siervo negro Cacambo.
Pero Candide siempre piensa en CunŽgonde, y no puede resistir al deseo de partir: lleva consigo una gran carga de piedras preciosas conseguidas en Eldorado, pero le roban, sin que las leyes de los hombres le hagan justicia. Otras peripecias le suceden en Francia e Inglaterra, adonde se dirige desde Surinam con un nuevo amigo, Martin, fil—sofo pesimista e inclinado al manique’smo, y cuya m‡xima es "el destino del hombre es vivir en las convulsiones de las angustias o en el paroxismo del fastidio". Ahora tiene oportunidad de observar las costumbres corruptas del clero, de ser robado en una sala de juego, de caer en una trampa por sus ch‡charas ingenuas, y otras cosas similares. Llega a Venecia atra’do por la fama de un senador, del que dicen que es el hombre m‡s feliz de la tierra, porque es rico y no tiene preocupaciones, pero ŃdespuŽs de visitarloŃ se le revela profundamente aburrido de todos sus bienes y dotado de un esp’ritu cr’tico que le impide gozar del arte y de la vida.
Finalmente, en Constantinopla, Candide se reśne de nuevo con la adorada CunŽgonde, que por las desventuras sufridas se ha vuelto fea y aburrida. En compa–’a del fiel Cacambo, de Martin Ńcada vez m‡s pesimistaŃ, de la camarera y de Pangloss, envejecido y aśn m‡s petulante respecto al buen fin de todos los hechos sufridos, se instala a vivir en una tierras compradas con el poco dinero que le quedaba. Sin embargo, con la vida sedentaria se hubiera muerto de aburrimiento si, a continuaci—n de la visita hecha a un sabio y viejo turco, Martin no hubiera expresado una f—rmula que ser‡ su salvaci—n: "trabajemos sin pensar: es el śnico medio para hacer soportable la vida". Las palabras de Candide, "es necesario cultivar nuestro huerto", como concreci—n de la f—rmula anterior, ponen fin a la narraci—n.
2. "Candide" est‡ considerada como la obra maestra de Voltaire. No se caracteriza por ser una composici—n dram‡tica particular, sino por su ritmo trepidante: las acciones se desarrollan a ritmo creciente, usando frases cortas, simples e incisivas, para acabar estallando en una conclusi—n Ńuna cat‡strofeŃ, y volver a comenzar con otro suceso.
Su sabor de cuento punzante no est‡ tanto en la evidente exageraci—n de algunas de las desventuras de Candide, como, al contrario, en la verosimilitud de la mayor parte de los sucesos narrados. Y est‡ sobre todo en el clima de lo "tr‡gico cotidiano" en el que vive, parad—jicamente, la amarga y c—mica narraci—n.
En la obra no se describe la fisonom’a de Candido, lo cual es propio de la literatura de la Žpoca. La originalidad del libro se encuentra, principalmente, en la estructura psicol—gica (quiz‡ es mejor hablar de falta de estructura) con que Voltaire dota a Candide:
En efecto, el protagonista principal no tiene propiamente un car‡cter: su inalterabilidad ante las adversidades muestra su insensibilidad, a pesar de algunos sentimientos, que se le podr’an encontrar en ocasiones, pero nunca su estado de ‡nimo es verdaderamente algo importante. Sus reacciones son perfectamente previsibles; las expresiones, estereotipadas. Candide carece de psicolog’a, no hace sino sufrir emociones. Todo, a lo largo de la narraci—n, es el juego de los acontecimientos.
Candide, sobre todo, no tiene vida intelectual: le falta esp’ritu reflexivo, no es capaz de adoptar puntos de vista propios o de expresar un sistema de vida.
Los expertos en cr’tica literaria que simpatizan con Voltaire se esfuerzan en ver en "Candide" una novela sobre el aprendizaje (Bildungsroman): el hŽroe conseguir’a librarse del discurso filos—fico de Pangloss despuŽs de la serie interminable de sus desgracias. De hecho, consigue hacer callar a Pangloss un instante, el tiempo de imponer su moral: "Es necesario cultivar nuestro jard’n", completado por lo que ha dicho un poco antes el viejo sabio turco a prop—sito del trabajo: "el trabajo aleja de nosotros tres grandes males: el aburrimiento, el vicio y la necesidad". Por otra parte, es Candide quien dirige la peque–a comunidad: gana una cierta autonom’a desde su paso por Eldorado, autonom’a fundada en el dinero que trajo de all’. Sin embargo, no parece que se pueda decir que el aprendizaje sea el tema central del libro: existe en estado de trazos, saltos, fragmentos, permitiendo una ligera evoluci—n en el comportamiento del protagonista.
3. "Candide" se sitśa en un periodo tumultuoso de Europa debido a la Guerra de Sucesi—n de Austria y la Guerra de los Siete a–os. Voltaire sufre estos desgarros, tambiŽn personalmente, porque se encuentra amenazado en su actividad intelectual y forzado a vivir, por razones de seguridad personal, en las cercan’as de Suiza. Por otra parte, sus relaciones con Federico II acabaron en un fracaso.
El libro se opone con virulencia al optimismo filos—fico de Leibniz y de Wolf. Voltaire ataca ir—nicamente la doctrina leibniziana que afirma que en el universo se encuentra realizado el "mejor de los mundos posibles", determinado por el principio de la "raz—n suficiente". Trata de desmontar las tesis optimistas. El mal f’sico o moral es Ńsegśn VoltaireŃ inexplicable e injustificable: todo discurso que intente incluirlo en un sistema de pensamiento le parece una aberraci—n.
La manera en que Leibniz y, a su vez, Wolf plantean la cuesti—n del mal es ciertamente desconcertante. La realidad est‡ compuesta de m—nadas, aut—nomas, unidades ps’quicas sin comunicaci—n entre ellas. Para resolver el problema de la conexi—n y relaci—n de las m—nadas entre s’, Leibniz se refiere a la teor’a de la armon’a preestablecida. Es decir, que estas m—nadas est‡n reguladas de modo sincr—nico, de suerte que su conjunci—n global obedece al orden del "mejor de los mundos posibles"; pero este mundo tambiŽn incluye necesariamente una dosis de mal, la m’nima posible, porque si es creado de modo perfecto, se confundir’a con Dios. Ahora bien, Voltaire no menciona esta raz—n metaf’sica de la existencia del mal, segśn la filosof’a de Leibniz.
Voltaire se complace morbosamente en demostrar por medio del absurdo la falsedad de esta construcci—n metaf’sica. As’, la acumulaci—n de desgracias privadas y pśblicas, de calamidades naturales, de torpezas humanas, etc., se suceden aqu’ a un ritmo desenfrenado, probando "a contrario" dos cosas: que el desarrollo metaf’sico de Leibniz, en boca del fil—sofo Pangloss, est‡ en constante contradicci—n con la realidad; porque la sucesi—n sistem‡tica de calamidades convierte en absurda la tesis de la armon’a preestablecida, y del "mejor de los mundos posibles".
Sin embargo, su cr’tica se queda en la fase negativa, destructiva, de la capacidad de la raz—n para abordar el problema del mal. Destruyendo la metaf’sica, condena cualquier pensamiento filos—fico, acusa a todo razonamiento o discurso, comprendido el teol—gico, de sustituir a la realidad, no de reflejarla. Voltaire se opone a la causalidad, a la libertad, a la posibilidad de la virtud, a la Providencia sobre todo. Como consecuencia, ofrece un vasto panorama de los vicios humanos y muestra complacencia en presentar el mal en todos los comportamientos y acontecimientos. Ello se nota especialmente en la referencia sistem‡tica a situaciones procaces, violaciones mśltiples, amores contra naturaleza, especialmente en clŽrigos.
En el texto aflora frecuentemente la teor’a sensualista, desarrollada en Francia por Condillac. Esta teor’a refuerza abusivamente el lazo existente entre las sensaciones y el conocimiento, para llegar a decir que la persona se confunde con la suma de las sensaciones recibidas. La voluntad, por ejemplo, no se rige por la atracci—n del bien, sino que es gobernada integralmente por el apetito sensible. Voltaire adopta la teor’a, exagerando sus rasgos, y sugiere que las decisiones, las grandes haza–as, se motivan por emociones sensibles, preferentemente los impulsos sexuales, verdaderas generadoras del esfuerzo humano.
En resumen, Candide es un mero recept‡culo de sensaciones, un ser movido por la sensibilidad, que pasa a travŽs de los acontecimientos sin comprenderlos: parece incapaz de maduraci—n progresiva, de adquisici—n de una experiencia razonable. Este retrato de hombre es una radical ruptura con lo que propone el cristianismo y una filosof’a realista.
P.S. y B.M.P.
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