STANGERUP, Henrik: Manden der ville vaere skyldig, 1973
(El hombre que quer’a ser culpable, Tusquets, Barcelona 1991, 166 pp.)
1. La acci—n se sitœa en Dinamarca. El protagonista es Torben, comprometido luchador por la libertad en los a–os sesenta, autor de dos novelas de Žxito y venido a menos, a la vez que su pa’s evolucionaba hasta convertirse en una fr’a sociedad de bienestar, garantizada por un burocr‡tico aparato estatal. Trabaja en un organismo encargado de suprimir o cambiar palabras que no est‡n de acuerdo con el nuevo esp’ritu de los tiempos, como amor, sentimiento, responsabilidad, devoci—n, integridad, perd—n, fantas’a, vejez, muerte...
Un d’a descubre que su mujer ha aceptado esta forma de vida y, en un arrebato de c—lera y embriaguez, la mata delante de su hijo. Los psicoterapeutas y asistentes sociales lo consideran un simple desequilibrado y se dar‡ cuenta que nadie quiere aceptar su culpabilidad, influidos por una sociedad que no reconoce la responsabilidad individual y rechaza cualquier reacci—n excesivamente afectiva del ser humano. De ah’ que, aunque le dejan en libertad, le quiten la custodia de su hijo e intenten hacerle olvidar todo recuerdo de su mujer. Al final, internado en un manicomio Ñllamado Casa de la FelicidadÑ, encuentra la tranquilidad de esp’ritu y una renovada inspiraci—n literaria conviviendo junto a todos los casos extremos de locura individual o narcisismo asocial.
2. Stangerup (n. 1937) critica, por un lado, a los antiguos protagonistas de la revoluci—n del 68, que se han quedado sin fundamentos y aburguesados. Otra parte de sus iron’as se dirige contra la visi—n freudiana y psicoan‡litica de la vida, que ha conducido a que la sociedad en la que vive el protagonista estŽ dominada por todo un ejŽrcito de sociopedagogos, psic—logos y psiquiatras, en la que no hay sitio para la imaginaci—n, la trascendencia o la amistad verdadera; las relaciones humanas se reducen a un control de la agresividad y la autocr’tica, y en el contacto profesional se pierde el sentido profundo del trabajo; incluso para tener un hijo hay que contar con un certificado de aptitud familiar...
3. El autor, a travŽs de su personaje, defiende la peculiar identidad de la persona regida por una moralidad objetiva inscrita en la conciencia. El relato es sincero, profundo y directo; aunque algo exagerado en sus planteamientos por su intenci—n de denuncia, es ‡spero s—lo en breves pasajes.
J.J.M.
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