RAMON Y CAJAL, Santiago: Los t—nicos de la voluntad, C.S.I.C., Madrid 1986, 186 pp.

1. Reglas y consejos sobre investigaci—n cient’fica es el t’tulo de esta monograf’a, que su public— con el subt’tulo Los t—nicos de la voluntad, que le dio el autor, y fue el texto de su discurso de entrada en la Academia de las Ciencias en 1897. Incluye un ep’logo redactado con posterioridad a la sesi—n acadŽmica.

2. La finalidad de la obra, como el autor advierte en el prefacio, es infundir en los estudiantes de biolog’a, proclives a dejarse guiar por la autoridad del libro de texto, una sana desconfianza ante las hip—tesis prematuras y transitorias, y animarles a la investigaci—n personal de hechos objetivos capaces de resistir el paso del tiempo y de la cr’tica.

DespuŽs de haber planteado en el cap’tulo I el problema del mŽtodo cient’fico, con bases hist—rico-cr’ticas, examina las dificultades y los des‡nimos del principiante en el cap’tulo II. En el cap’tulo III, las cualidades necesarias del investigador (independencia de juicio, tenacidad, ambici—n, amor a la patria y aspiraci—n a la autonom’a cient’fica); y en el cap’tulo IV los principios de la investigaci—n: consultar la literatura espec’fica, la forma de estudiar los manuales, la necesidad de buscar la inspiraci—n en la misma naturaleza, el dominio del mŽtodo, etc. Expone despuŽs, en el cap’tulo V, las enfermedades de la voluntad y considera Ñen el cap’tulo VIÑ los efectos, positivos y negativos, que el ambiente social, familiar y econ—mico producen en el investigador.

Los cap’tulos VII y VIII se detienen, en particular, sobre la investigaci—n y las normas cient’ficas, la metodolog’a y el estilo que debe tener el investigador en la elaboraci—n de sus trabajos. Por œltimo, considera los deberes del investigador en cuanto a la orientaci—n de sus disc’pulos.

3. El estilo es claro, aunque se dirige a un pœblico muy restringido. El tono es el de quien habla de algo bien conocido, a lo que ha consagrado la vida y ejerce con apasionamiento; al mismo tiempo, expresa un realismo que no quiere ser triunfalista y que no desconoce los obst‡culos que encierra esta tarea.

Las consideraciones de Ram—n y Cajal, hombre de su tiempo, revelan algunas veces el influjo del racionalismo positivista del s. XIX, pero tambiŽn en otras refleja el ambiente cristiano en que vivi—; en general sus argumentos de orden moral est‡n basados en principios cristianos. No dejan lugar a dudas sus palabras frente a los l’mites de la ciencia, en oposici—n al agnosticismo materialista: Otra verdad, vulgar’sima de puro repetida, es que la ciencia humana debe descartar, como inabordable empresa, el esclarecimiento de las causas primeras y el conocimiento del fondo sustancial oculto bajo las apariencias fenomenales del Universo (...). Para la resoluci—n de estos formidables problemas (comienzo de la vida, naturaleza de la sustancia, origen del movimiento, aparici—n de la conciencia...) parece indudable la insuficiencia radical del esp’ritu humano.

Sus exposiciones metodol—gicas y de psicolog’a del investigador, aunque en detalle han perdido actualidad, son œtiles e interesantes en cuanto responden a unos principios generales aun hoy vigentes.

S.B.ÑO.B.ÑL.N.

 

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