MAUPASSANT, Guy DE: Boule de suif, 1880

1. Resumen del argumento: cuando, derrotado el ejŽrcito francŽs, los alemanes entran en Rouen, un grupo de personas, con el pretexto de tener negocios en El Havre, consigue del general invasor, valiŽndose de la influencia de algunos oficiales alemanes a los que tratan amistosamente, un salvoconducto para el viaje. En la diligencia coinciden un almacenista de vinos, un industrial algodonero y un conde con sus respectivas esposas. Van pensando en que si los alemanes se acercan a El Havre se embarcar‡n para Inglaterra, donde ya tienen depositado buena parte de su dinero. Marchan tambiŽn en la diligencia dos monjas, un furibundo dem—crata que espera con impaciencia el triunfo de la Repśblica, y una joven de vida airada a la que llaman "Boule de suif".

El fr’o invierno y una persistente ventisca de nieve hace lento y dificultoso el camino. Las mujeres llevan unas rejillas que alimentan con carb—n qu’mico para combatir el fr’o, y murmuran entre s’ protestando porque "Boule de suif" viaje con ellas. El hambre empieza a hacerse sentir, lo que obliga a los hombres a descender de la diligencia cada vez que ven una casa en el campo, para pedir algo que llevarse a la boca. Pero no consiguen nada, porque los campesinos lo han ocultado todo al paso de los soldados, y se muestran recelosos ante cualquier extra–o.

Refugiados en la diligencia y resignados a soportar el hambre y el fr’o, "Boule de suif" saca dos cestas que llevaba bien provistas de comida y ofrece a todos. El primero que acepta es aquŽl que no ha sentido molestia en viajar con tal compa–’a: el dem—crata. Luego, las monjas, que van entretenidas en sus rezos y no se han dado cuenta de las quejas de las otras se–oras; y, por fin, uno de los maridos, que anima a su esposa para que tambiŽn acepte algo. Los m‡s remisos acaban sucumbiendo ante las exigencias de un apetito que se acrecienta viendo comer a los dem‡s. Pero pronto, se termina el abundante suministro de "Boule de suif".

Tras el almuerzo, el viaje se hace m‡s cordial; "Boule de suif" es incluida en la conversaci—n de los dem‡s, y hasta las reticentes se–oras le acercan sus rejillas para que se caliente. As’, tras catorce horas de viaje llegan a Totes, donde se disponen a dormir antes de continuar la marcha a la ma–ana siguiente. Pero en la posada sufren un sobresalto: un oficial alem‡n les pide sus pasaportes, que halla en regla. DespuŽs de haber asignado a cada cual su habitaci—n, y cuando se encuentran dispuestos para cenar, entra el posadero preguntando por la se–orita Isabel Rousset, diciendo que la reclama el oficial prusiano. "Boule de suif", pues de ella se trata, se niega a hablar con Žl. Los dem‡s, temiendo que, por motivo de la negativa, surjan incidentes, la instan para que vaya, y "Boule de suif", por complacerlos, accede. Hay unos momentos de preocupaci—n hasta que ella reaparece, exasperada, increpando al posadero. Aunque no quiere contestar a las preguntas que le formulan los dem‡s, es claro que el oficial la pretende.

Madrugan para continuar el viaje y se encuentran con que la diligencia no est‡ preparada. El oficial prusiano ha dado orden de no enganchar hasta que Žl dŽ su permiso. Por la noche, cuando van a sentarse en la mesa, el posadero aparece nuevamente y dice que el oficial prusiano pregunta si la se–orita se ha decidido ya. Ella niega encolerizada; se produce una general indignaci—n y todos aplauden el gesto de la joven. Tras la cena y una partida de cartas se van a la cama con la esperanza de que el oficial les autorice la marcha.

Pero esto no ocurre, y ya desayunan silenciosos y esquivos hacia la joven. DespuŽs de comer, los tres matrimonios dan un paseo juntos y fraguan un plan de evasi—n; pero, a causa de la nieve y las se–oras, no se deciden a efectuarlo. Pretenden entonces convencer a la joven para evitar que la situaci—n se prolongue indefinidamente y aun empeore.

Al d’a siguiente se muestran amables con "Boule de suif" para inspirarle confianza, y durante la comida entablan una conversaci—n superficial acerca del sacrificio por el bien de la causa; se citan ejemplos sin venir al caso: Judit y Holofernes, las matronas romanas,... Sin embargo, la joven se niega a darse por enterada.

A la tarde siguiente salen a dar un paseo, propuesto por la condesa en el desayuno. Todo est‡ convenido. El conde toma del brazo a "Boule de suif" y le habla en tono paternal, llam‡ndole "ni–a"... ŔQuiere que estŽn all’ eternamente?... Al volver a la posada, la joven se va a su cuarto. A la hora de la cena no comparece. Y una explosi—n de alegr’a se manifiesta en los otros. Brindan con champ‡n. Unicamente el dem—crata dice que aquello es una iniquidad. Incluso las monjas r’en y beben.

A la ma–ana siguiente la diligencia aparece enganchada. La śltima en aparecer es "Boule de suif", llorosa y avergonzada. Cuando inicia un saludo, todos se muestran indiferentes, como si no la conocieran; va a increparlos, pero se domina. A la hora de comer, cada cual saca sus provisiones; solamente ella no ha tenido tiempo y, mientras los dem‡s comen, llora.

2. Maupassant, disc’pulo de Flaubert y amigo de Zola, public— este primer cuento suyo a los treinta a–os de edad. Con prosa ‡gil y amena, detalla las reacciones de sus personajes, adentr‡ndose en su car‡cter y ofreciendo un acertado dise–o de su psicolog’a y de la ambientaci—n que les rodea.

En este cuento, no incurre en los extremismos propios del naturalismo Ńtodo son insinuacionesŃ, sino que ofrece un pretendido estudio objetivo de la sociedad, denunciando sus vicios: ego’smos, orgullos, vanidades, traiciones, avaricias, enga–os y dobleces. Fustiga especialmente la hipocres’a de las personas "oficialmente honorables" (comerciantes, nobles, religiosos). Deja, al final, un poso triste, amargo y pesimista.

3. El autor presenta una sociedad sin fe y sin ideales. Personas desesperanzadas, corrompidas e hip—critas. La virtud, si existe, es postiza. La honestidad se apoya en la apariencia del lenguaje, del h‡bito, del t’tulo nobiliario, o del dinero. En cambio, la protagonista, que no oculta su oficio inmoral, es la śnica generosa, sincera, sacrificada, sufrida...

Maupassant, criticando directa e indirectamente a la religi—n y la Iglesia, usa la iron’a, que en ocasiones llega a la irreverencia.

A.M.E. y L.N.

 

Volver al ’ndice de las notas bibliogr‡ficas del Opus Dei

Ver ’ndice de las recensiones del Opus Dei

Ver INDEX del Opus Dei

Ir a Libros silenciados y Documentos Internos

Ir a la p‡gina principal