HENDRICKS, H. The Resurrection Narratives of the Synoptic Gospels East Asian Pastoral Institute, Manila 1978, 160 pp.

1. Libro dedicado al estudio de los relatos de la Resurrecci—n del Se–or en los Evangelios sin—pticos. El autor elimina, por considerarlos no hist—ricos, la narraci—n de hechos sobrenaturales, y procura mostrar las "improbabilidades hist—ricas" (p. 31) y las "ambigŸedades y divergencias" (p. 125) de los textos, con el fin de encontrar supuestas contradicciones internas.

2. Entre otros, cabe se–alar, por su arbitrariedad, algunos ejemplos de este modo de proceder. Citando Mc 16, 1-8, el autor se–ala que "estrictamente hablando, ellas (las Santas Mujeres) no encontraron el sepulcro vac’o" (p. 7), pues aunque el Angel les dijo ha resucitado, no est‡ aqu’; mirad el sitio en que le pusieron (Mc 16, 6), "Marcos no dice en ningœn sitio que las mujeres hayan visto el sepulcro vac’o" (p. 17). En cuanto a las palabras del Angel busc‡is a Jesœs Nazareno, el crucificado; ha resucitado..., el autor afirma que su "car‡cter kerygm‡tico, mal adaptado a quienes le escuchaban (las mujeres) muestra que estas palabras iban destinadas a otro auditorio" (p. 9) evidentemente posterior, que ser’a el de los primeros cristianos.

3. Esta manera gratuita de negar la veracidad de los Evangelios, puede verse tambiŽn en otros pasajes del libro. El autor afirma que "todos las predicciones que Jesœs pudo hacer durante su ministerio pœblico fueron, sin duda alguna, mucho menos desarrolladas que las que nos encontramos hoy en el evangelio" (p. 25), pues habr’an sido influenciadas "por la fe post-pascual de los primeros cristianos" (p. 25). TambiŽn dice que la afirmaci—n de que Nuestro Se–or ha resucitado al tercer d’a "no ser’a una indicaci—n hist—rica sino una afirmaci—n teol—gica" (p. 26). Asimismo, respecto al relato de la aparici—n del Se–or en el camino de Emaœs dice que "no nos encontramos ante una imagen objetiva, fotogr‡fica de los hechos" (p. 95); a lo sumo concede, en raz—n de los nombres propios citados ÑEmaœs, Cleof‡sÑ que San Lucas no lo invent— todo. Finalmente, segœn el autor, la Ascensi—n no debe ser "comprendida como un hecho hist—rico observable" (p. 114) sino como un desarrollo literarrio.

R.A.

 

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