GARCIA RUIZ, Pablo: Poder
y sociedad. La sociolog’a pol’tica de T. Parsons, EUNSA, Pamplona 1993, 280
pp.
1.
DespuŽs de recibir una serie de cr’ticas durante un largo per’odo, la metateor’a
sociol—gica de Talcott Parsons vuelve a ser objeto del interŽs de los
estudiosos de las ciencias sociales. Pablo Garc’a Ruiz, Doctor en Filosof’a y
Letras y profesor de Sociolog’a en la Universidad de Navarra, analiza la obra
de Parsons desde el ‡ngulo pol’tico.
2.
La pol’tica es, en el denominado por F. Bourricuad "individualismo"
institucional parsoniano, un subsistema del sistema social. Parsons intenta
abordar globalmente el estudio de la sociedad. El sistema social y sus
subsistemas econ—mico, pol’tico, societario y fiduciario, propuestos con ese
fin, son categor’as realistas que est‡n interpenetradas. Toda la sociedad y sus
partes participan de ellas. Hablar s—lo de "homo economicus" o de
"hombre pol’tico" supondr’a un reduccionismo si, al utilizar estos
instrumentos que pueden resultar moment‡neamente œtiles, se perdiera de vista
su parcialidad.
La
racionalidad pol’tica responde al patr—n principal de la eficacia de la acci—n colectiva en pro de un fin compartido. Es un aspecto de la
categor’a m‡s amplia de acci—n social, acci—n teleol—gicamente ordenada,
orientada normativamente. La conducta dirigida a fines es guiada por normas. La
acci—n social es un esfuerzo por ajustarse a normas. Estas œltimas surgen de
las expectativas de rol. Actuar es actuar en un rol. En la acci—n social se coordina lo psicol—gico-subjetivo con lo
cultural-objetivo. Los valores son fundamentales para Parsons, puesto que son
los componentes normativos de la cultura. Se fundamentan en las creencias y
provienen de la religi—n y la filosof’a. En este marco, el orden social es un
hecho natural. No se establece a partir de un contrato. Las visiones liberal
hobbesiana o utilitarista se originan, segœn Parsons, en una concepci—n
antropol—gica err—nea, en la que el œnico motor de la acci—n es un interŽs
individual, que trata de hacerse compatible con el de los otros y con las normas
exteriores al agente. En cambio, para Parsons, los elementos normativos est‡n
interiorizados en el sistema de la personalidad. Ello sin desmedro de la
libertad individual, defendida por el soci—logo norteamericano. Las normas
originan programas, esquemas, no conductas necesariamente condicionadas: son
orientaciones motivacionales intr’nsecas. El poder es el medio simb—lico,
lenguaje, del subsistema pol’tico. Es patrimonio o recurso del sistema, no de
los individuos en s’ mismos, sino s—lo en tanto que ocupan cargos relacionados
con su amplio concepto de instituci—n. Garc’a Ruiz analiza cuidadosamente los
aspectos de esta noci—n.
El
cap’tulo final est‡ dedicado a hacer una valoraci—n de la obra pol’tica de Parsons.
Quiz‡s su aportaci—n m‡s relevante es la visi—n de conjunto de su teor’a pol’tica:
lo pol’tico es un aspecto funcional de los sistemas sociales. Parsons rompe con
las explicaciones particularistas. La duda que surge es si en este contexto
queda lugar para la voluntad individual. El autor inserta all’ unas
consideraciones acerca de la evoluci—n -que se ha exagerado- del pensamiento de
Parsons. La evaluaci—n consiguiente se inclina a concluir que el pensamiento
parsoniano es equilibrado al respecto. El denominador comœn que se observa en
su evoluci—n es precisamente su concepci—n voluntarista de la acci—n, aparte de
su posici—n antiempirista y su mŽtodo "realista anal’tico" de
comprensi—n de lo social. Garc’a Ruiz vuelve a destacar la cr’tica parsoniana
al utopismo individualista. Para Parsons el motivo principal de la acci—n es el
Žxito, que depende de una serie de factores sociales. Algunos interpretaron,
tambiŽn exageradamente, que lo suyo pod’a derivar en un conservadurismo
extremo.
En
una valoraci—n m‡s filos—fica se puede se–alar que la tendencia general al
equilibrio de la sociedad, tal como es concebida por Parsons, es previa a
cualquier forma de contrato social. Ahora bien, Parsons, segœn Garc’a Ruiz,
pasa de la consideraci—n de la estabilidad como condici—n para el orden social
al planteamiento de la necesidad de alcanzar ese desideratum como meta œltima de la sociedad, sin una mediaci—n moral previa. Es un fin
puramente formal, cuya materialidad puede ser cubierta de variadas formas,
segœn la sociedad de que se trate. Cualquier fin social ser’a aceptable si es
compartido como tal. Otra variante cr’tica de esta caracter’stica de la teor’a
parsoniana ser’a, dice Garc’a Ruiz, que se queda a nivel de subsistencia, del
simple vivir, sin pasar al vivir bien aristotŽlico. "En mi opini—n
-concluye- la teor’a social de Talcott Parsons debe interpretarse como una
versi—n sociol—gica del formalismo Žtico kantiano" (p. 256). Sin embargo,
no se trata de una mera transmutaci—n de las ideas del fil—sofo de Kšnigsberg
al campo de la sociolog’a. En Žl se da un eclecticismo inteligente que combina
elementos del psicoan‡lisis freudiano, el racionalismo ilustrado, la
Òteleonom’aÓ del mundo natural y la gnoseolog’a cr’tica trascendental kantiana.
3.
Garc’a Ruiz ha logrado hacer una presentaci—n de Parsons que ayuda a superar
las dificultades de comprensi—n de su obra, y que destaca sus aportes para el an‡lisis
de la sociedad.
R.F.C.
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