FOGELIN,
Robert J.: Pyrrhonian Reflections on Knowledge and Justification, Oxford
Univ. Press, New York-Oxford 1994, 250 pp.
1. Robert Fogelin es neo-pirrónico. Quizás
parezca anacrónico, pero tiene su explicación y resulta muy sugerente. Es
sabido que Pirrón de Elis (365-275 a.C.) no dejó nada escrito sobre su vía -la epojé- para alcanzar la ataraxia, paz del alma en
que consiste la felicidad. Por eso Fogelin se basa en los Esbozos pirrónicos de Sexto Empírico. La doctrina es una de las formas del escepticismo
clásico. Fogelin se cuida muy bien de distinguirla del que denomina con el
curioso apelativo de "escepticismo dogmático". El escepticismo pirrónico
es una actitud pragmática: el juicio se debe suspender cuando surge el
dogmatismo. La epojé se aplica a cuestiones
científicas y filosóficas dogmáticas, sólo temporalmente y no a la vida diaria.
Es un escepticismo que no abarca lo cotidiano, que es tenue o ingenuo, no
universalista. Una respuesta a la actitud dogmática en pro del bien del alma
sólo cuando ella se presenta. Desde este contexto Fogelin analiza las modernas
teorías del conocimiento y la justificación. Sus hallazgos son muy
interesantes.
2.
Enfoca la cuestión del conocimiento a partir del llamado "problema de
Gettier", quien mostró por qué no es posible justificar la verdad de una
opinión. Una interpretación incorrecta de dicho problema -piensa Fogelin- ha
conducido a soluciones que, aparte de no ser tales, no apuntan al verdadero
problema, pues responsabilizan al conocimiento con exigencias injustificadas.
Por ello Fogelin critica las teorías de Marshall Swain (cap. 2), el
"externalismo" de Laurence BonJour y la teoría causal del
conocimiento de Alvin Goldman (cap. 3), Fred Dretske y las ideas de Robert
Nozick (cap. 4). Habitualmente los filósofos han seguido una estrategia de
reemplazo del conocimiento común por otros que lo trasciendan, o han aceptado
el conocimiento común y le han buscado un fundamento. El pirronismo rechaza
estas tentativas de trascender (no mejorar o perfeccionar) nuestros procedimientos
comunes de justificación. El cuestionamiento del inductivismo los ha llevado a
un deductivismo "chauvinista". El falso problema de Gettier se resuelve
devolviendo su estatuto al conocimiento común, no objetado por el pirronismo.
Las
teorías de la justificación, a su vez -dice el autor- surgen como tentativas de
superar los argumentos de Agripa en favor de la suspensión del asentimiento,
también recogidos en la obra de Sexto Empírico. Fogelin hace una clasificación
de esas teorías. La primera que considera es el fundacionalismo, el cual
procura suspender la regresión al infinito de las razones -uno de los
argumentos de Agripa- de un modo no arbitrario. Lo ejemplifica con la versión
de Roderick Chisholm y la critica convenientemente (cap. 7). Analiza luego el
"coherentismo interno" en BonJour, mostrando cómo no logra romper la
circularidad -otra de las razones de Agripa- (cap. 8). Finalmente presenta una
combinación de las teorías anteriores. Se trata del "coherentismo
externo" de Donald Davidson, que tampoco resuelve nada (cap. 9).
En
el capítulo final, "Pirronismo", consagra a dicha doctrina como la
única opción viable. Es el escepticismo pirrónico, mild en comparación con las variadas formas de escepticismo cartesiano. El
pirronismo acepta las prácticas epistemológicas de la cultura. Admite,
ingenuamente, si se quiere, lo pautado por las "formas de vida", sin
plantearse problemas de justificación. Si lo hiciera, no seguiría adelante,
procediendo a la suspensión del juicio. Los problemas los pone la filosofía,
pero no la vida. Nadie se plantea en el colegio, dice Fogelin, el grado de
confianza en los libros: se aprende de ellos simplemente. Tampoco dudamos de la
fiabilidad de nuestros sentidos en la vida cotidiana: sólo hacemos pequeños
ajustes. Esto es lo sensato. El autor propone una interpretación del segundo
Wittgenstein en este sentido.
Concluye
sus reflexiones afirmando que las dudas pirrónicas son el resultado natural e
inteligible del examen estricto de nuestras prácticas epistémicas, y que una
vez surgidas esas dudas, no tienen solución. De modo que sólo queda ese vivir
el hoy, ese mero atenerse a los hechos predicado por Sexto Empírico.
3.
Interesa destacar algunas ideas. Primero, el interés por la demostración de la
insuficiencia de las diversas doctrinas epistemológicas modernas. Segundo, el
hecho de que el aporte positivo del pirronismo en la solución del problema del
conocimiento está en su realismo "ingenuo". Tercero, que Fogelin no
considera las gnoseología y epistemología realistas, que dan unas respuestas
más satisfactorias. Finalmente el cuidado de la edición y la profundidad en los
análisis parciales. En efecto, como el mismo autor dice en la Introducción,
"en vista de que esta obra arriba a una conclusión fuertemente escéptica,
he tratado de ser escrupuloso al dar una explicación clara y completa de las
posiciones consideradas" (p. 11). Afirmación, por cierto, que no deja de
ser altamente paradójica.
R.F.C.
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