DIDEROT, Denis: La religeuse, 1780
1. Según la "Correspondencia" de Melchior Grimm, el origen del relato es el siguiente: Al ausentarse de París el marqués de Croismare, deciden Diderot y Grimm —amigos suyos—, para hacerle regresar, enviarle unas cartas fingiéndolas escritas por una supuesta religiosa fugada del convento, que le contaba sus penas y martirios e imploraba su ayuda, por verse sola en el mundo y sin protección. Diderot se encargó de redactar las cartas, y posteriormente convirtió en novela la correspondencia con el marqués, dando lugar al presente relato.
2. El argumento se reduce a pintar el horrendo calvario sufrido por una joven, llamada Susana, desde que la obligaron a entrar en el convento a los dieciséis años hasta que logró fugarse dos lustros después. Tercera hija, en apariencia, de un acaudalado matrimonio, Susana era realmente para su madre el recuerdo vivo y acusador de una falta que había querido olvidar. Aborrecida por su madre y por el que legalmente figuraba como padre suyo, la joven fue destinada al claustro, con el fin de que los bienes del supuesto padre los heredasen sin merma las dos hijas verdaderas del mismo. Todas las protestas de Susana contra un destino para el que no sólo carecía de vocación, sino que le era odioso, resultaron inútiles...
Encerrada en un convento, la muchacha decide dejar transcurrir con fingida resignación los dos años de noviciado, y aprovecha luego la ceremonia de profesión para expresar en voz alta su negativa a comprometerse por los votos, promoviendo tal escándalo que tienen que llevarla a su casa. Allí es sometida a una vida de cruel aislamiento. Su madre le explica los motivos en que se fundaba la decisión de hacerla monja; pero no consigue ver aceptada su propuesta de suscribir una renuncia formal a cuanto legalmente pudiera pertenecerle a cambio de permitirla vivir pobre y tranquila.
No hallando consuelo ni amparo en nadie, Susana acaba por doblegarse, ingresa en otro convento y, transcurridos los dos años de noviciado, pronuncia los votos solemnes. Al principio, la superiora, compadeciéndose, le hace tolerable la vida monástica; sin embargo, la abadesa que la sucede, por el solo hecho de que la joven haya sido apreciada por su antecesora en el cargo, no pierde ocasión de vejarla.
Una monja bondadosa, sor Ursula, no indiferente a los malos tratos que se estaban inflingiendo a Susana, siente compasión por ella. La joven aprovecha esa simpatía para pedirle a su compañera que entregue unas memorias que había escrito a un célebre abogado, con el fin de que gestione la anulación legal de sus votos.
Sor Ursula cumple el encargo fácilmente, y pronto se tienen noticias en el convento de los propósitos de sor Susana: la superiora, irritada, la castiga aún más por tal osadía, y la existencia de la desventurada se convierte en un continuo suplicio (que Diderot se recrea en describir con los más horripilantes detalles).
Denegada la pretensión de Susana por los tribunales, arrecian las torturas contra ella, y cuando ya piensa próxima su muerte, recibe la visita del vicario del convento, que, al fijarse en su lastimoso estado, la traslada a otro.
Pero en la nueva residencia tiene que sufrir nuevas tribulaciones, de distinto género: la superiora, histérica, se siente tan atraida por Susana desde el primer momento, que el confesor tiene que recomendar a la muchacha que rehúya las ocasiones de encontrarse a solas con la superiora. Al narrar estos episodios, Diderot escribe páginas propias de un panfleto pornográfico.
El cumplimiento de aquella recomendación por parte de sor Susana tiene como consecuencia que los insatisfechos deseos de la superiora degeneren en locura y acaben con su vida. Abrumada por el desprecio de la nueva superiora, que atribuye la enfermedad y muerte de su predecesora a haber sido hechizada por sor Susana, ésta, incapaz ya de soportar más injusticias y torturas, huye del monasterio. Entra al servicio de una pobre lavandera..., y allí la deja el autor, poniendo fin al relato.
3. En su época, esta obra fue tristemente considerada la mejor de Diderot, siendo más conocida que "El sobrino de Rameau". Hoy ha perdido tal desgraciada preeminencia. Se le ha criticado, justamente, el contener todos los caracteres de un folletín truculento dictado por el sectarismo antireligioso.
L.N.
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