RUGGIERO,
Guido DE: Storia della filosofia, 13 vol., Laterza, Bari 1918-1948.
1. Guido de Ruggiero nació en Nápoles en 1888 y murió en Roma en 1948.
Pertenece al ambiente del idealismo italiano (Croce, Gentile, etc.), en el que fue
formulando una posición filosófica propia. Sus ideas políticas más bien
liberales le separaron de Gentile. La obra está escrita con un lenguaje
elegante y de notable calidad literaria. La exposición es sintética, clara,
penetrante y muy profunda. El autor tiene un talante metafísico de envergadura.
Sobre el estudio de las fuentes y de la mejor bibliografía disponible en su
época, el autor se ha hecho una idea sobre los diversos filósofos y períodos
históricos, así como acerca de la evolución de los diversos problemas
filosóficos, y la expone con profundidad, pronunciándose claramente.
2. Esta Storia della filosofia fue la primera gran historia de la filosofía
realizada en Italia y es la obra que ha hecho más famoso a De Ruggiero, junto
con la Storia del liberalismo europeo. Comprende desde la filosofía griega hasta Hegel
inclusive. La parte I (2 volúmenes) está dedicada a la filosofía griega (en
1934-1935 se publicó la 3ª edición -completamente renovada-: es la que se ha
utilizado para esta nota bibliográfica). La parte II (3 volúmenes) estudia la
filosofía del Cristianismo. La Parte III (2 volúmenes) trata del Renacimiento,
de la reforma de Lutero y de la reacción católica. La parte IV (5 volúmenes,
uno de ellos dividido en dos tomos) se dedica a la filosofía moderna, según la
siguiente distribución: el primer volumen estudia la época de Descartes; el
segundo, la Ilustración: el tomo I trata de la Ilustración en Inglaterra y el
tomo II estudia la Ilustración en la Europa continental; el tercer volumen comprende
desde Vico hasta Kant; el cuarto, el Romanticismo alemán (excepto Hegel); el
quinto está enteramente dedicado a Hegel.
La exposición es crítica. De Ruggiero señala lo que a su juicio son
aciertos y defectos de cada pensador, los pasos no demostrados o incoherentes,
los problemas que quedan abiertos o mal resueltos. Normalmente es una crítica
hecha desde dentro: acompaña a cada filósofo en el desarrollo de su pensamiento
y muestra los límites de cada uno. En la crítica se nota la matriz filosófica
del autor (idealismo italiano, con una posición de tipo actualista), y en este
sentido no siempre puede ser completamente aceptada. No obstante, no fuerza las
fuentes, y la exposición no está viciada por prejuicios, aunque –como se ha
dicho– toma posición ante los autores y los problemas. Los fenómenos religiosos
son tratados con extensión, atención, respeto y profundidad. Sin embargo, en el
fondo se ve la tesis idealista de que el pensamiento filosófico conceptual
ocupa, en el desarrollo del espíritu, una fase más alta que la religión. Por
tanto, a la crítica filosófica le corresponde la última palabra (aunque esta
tesis no opera nunca de forma forzada ni tosca). En buena parte expresa la
tesis –en sí y en absoluto verdadera– de que el ver está por encima del creer
(por ejemplo, ver a Dios como le ven los bienaventurados es un conocimiento y
perfección superior a la mera creencia), pero con el defecto idealista de
trasladar directamente esa tesis a la situación del hombre en esta vida. Falta
una comprensión profunda de la analogía, defecto común a las posiciones
idealistas. El Cristianismo es tomado muy en serio, pero en el fondo sólo como
elemento fundamental de la cultura occidental.
No todos los autores son estudiados con la misma profundidad y extensión.
El estudio sobre Platón y Proclo es muy bueno; Aristóteles, en cambio, es
estudiado de modo menos satisfactorio, aunque le dirige críticas (sobre su
concepto de Dios, por ejemplo) que son acertadas. Ve con profundidad y acierto,
al menos parcial, algunos límites del pensamiento griego. En la filosofía
moderna es muy valioso el estudio de Descartes, Espinosa, Locke, Leibniz, Vico
y Kant. Particularmente útil es el tratamiento de Hegel, al que dedica un
volumen entero: permite entender con claridad el pensamiento de este filósofo,
y es crítico (aunque con una crítica prevalentemente interna). En cambio, el
estudio de Fichte y Schelling deja algo que desear, sobre todo debido
–posiblemente– a que en su época no existían las actuales ediciones críticas de
las obras de Fichte, y los materiales disponibles (las numerosas versiones de
la doctrina de la ciencia) no permitían hacerse una idea clara de la complicada
evolución de este último autor.
3. Desde el punto de vista doctrinal, la posición idealista del autor
–aunque no se nota mucho, en el fondo está presente– hace que la obra no sea
adecuada para personas que no dispongan de una formación doctrinal y filosófica
completa y madura. Desde el punto de vista filosófico, tiene muchos aspectos
positivos. Se lee con agrado por su calidad literaria. Explica con claridad y
nobleza problemas difíciles de entender, sobre todo acerca de autores y
períodos históricos –la filosofía alemana, por ejemplo– que con otros libros no
se logran comprender bien. Sin pretenderlo, muestra un modo honesto de hacer
filosofía: no se niega a afrontar los grandes problemas filosóficos y a decir
con claridad, profundidad y serenidad lo que piensa acerca de ellos. En virtud
de su posición filosófica, es particularmente eficaz contra las orientaciones
positivistas, empiristas, analíticas, existencialistas y, en general,
antimetafísicas. Su crítica del racionalismo ilustrado es de gran interés. Es
peligroso, en cambio, en cuanto que, usado sin criterio y madurez, puede
propiciar un hábito mental de tipo gnóstico: interpretaciones especulativas de
los fenómenos del espíritu, incluidos los religiosos, en las que la filosofía
tiene la última palabra; es decir, mezclas de filosofía y de religión difíciles
de controlar. Es una obra de gran entidad, para el bien y para el mal.
A.R.L. (2001)
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