DELEDDA, Grazia: Elias Portolu, 1903
1. Resumen del argumento: Elías Portolu vuelve a su hogar, en Nuoro (Cerdeña), después de cumplir una condena de tres años por la acusación de robo, del que se declara inocente. Componen la familia del protagonista sus padres, a quienes llaman en el pueblo el tío Berte y la tía Annedda (Anita), y sus hermanos Pedro, que trabaja en el campo, y Matías, pastor de ovejas como el padre.
Algunos días después del regreso de Elías, con motivo de la promesa que hizo durante una enfermedad padecida en el penal, se organiza una excursión a la ermita de San Francisco, en las montañas de Lula, para hacer una novena al santo. A la fiesta concurren, además de los Portolu, algunos conocidos del contorno y, entre ellos, María Magdalena, prometida de Pedro Portolu. Elías, que no conocía a la novia de su hermano, se enamora de ella, y la muchacha tampoco oculta estos sentimientos.
El capellán Porcheddu adivina la pasión que ha inspirado al joven su futura cuñada, y le aconseja que tenga el valor de vencerse, mirando a Magdalena como si fuera para él una cosa sagrada.
Comienza para Elías una tremenda lucha. Terminada la romería, marcha al campo a cuidar ovejas, con el objeto de alejarse de su amor y olvidarlo en la soledad (sólo lleva consigo unos libros devotos). Pero el temor y el deseo le torturan, pensando en la proximidad del día en que ha de volver a enfrentarse con Magdalena cuando ésta vaya con Annedda y Pedro para asistir al esquileo del rebaño.
El viejo Martinu Monne, llamado "el padre de la selva", guarda de una "tanca" o propiedad vecina a la de los Portolu, concurre al esquileo a ruego de Elías. Con la fama de sabio de que goza en el pueblo, se percata de lo que ocurre en el corazón de los dos enamorados, y —con sensatez— le aconseja a Elías que revele a su hermano Pedro o a su madre el amor que tiene por Magdalena. Sin embargo, Elías no tiene valor para decirlo y deja pasivamente que se celebre la boda proyectada.
Su desesperación aumenta al saber que poco después de celebrado el matrimonio la vida de Pedro y Magdalena es una querella casi continua. Al fin, durante el carnaval, marcha al pueblo, y aprovechando que su hermano ha ido a divertirse con unos amigos, comete el adulterio.
Elías vuelve al pastoreo; pero el remordimiento viene a duplicar ahora su tormento, y el propósito de ahogar su culpabilidad le mantiene alejado de Magdalena. Sin embargo, ella le busca y prosiguen en las relaciones. Después de nuevos encuentros, sabiendo que Magdalena espera un hijo suyo, resuelve confesarse con el capellán Porcheddu y, alentado por éste, decide hacerse sacerdote, como única salida para apartarse de Magdalena.
Confía esta decisión al tío Martinu que, a pesar de su falta de fe religiosa, le hace ver que no puede resolver así el problema, sin cambiar interiormente: "¿Pero crees tú, Elías Portolu, que haciéndote sacerdote, se arregla todo? El hombre, el joven, no morirá en ti, podrás caer igualmente, y entonces no será ya un pecado, sino un sacrilegio". Martinu le presenta las dificultades que encontrará, y concluye: "Te digo otra cosa, que los sacerdotes que se hacen tales por despecho de amores no me gustan nada... Es necesario hacerse sacerdote por vocación. No basta. El hombre que se hace sacerdote no debe tan sólo rechazar el mal, debe hacer el bien. Debe vivir enteramente para los demás, debe, en una palabra, hacerse sacerdote para los demás, no para sí. En cambio, tú te haces sacerdote sólo para tí, para salvar tu alma, no la de los otros (...). Pero acuérdate de lo que te he dicho: mejor ser hombre en el mundo hábil para el bien que hombre del Señor inclinado al mal".
No obstante los consejos de Martinu, Elías ingresa en el seminario, donde se va transformando. Sin embargo, cuando han pasado dos años, al saber de la muerte de su hermano, el amor surge otra vez. Su dolor aumenta al ver a Magdalena nuevamente casada con Yago Farre, el cual asiste a la enfermedad y muerte del hijo de Magdalena y Elías como un verdadero padre. Elías, sin poder decir nada, se acerca al cadáver de su hijo, reza, y llora su drama interior "porque su alma se encontraba finalmente sola, purificada en el dolor, solo y libre de toda pasión humana, delante del Señor grande y misericordioso". Así termina el libro.
2. La autora muestra sus dotes de narradora atenta a los mínimos movimientos del alma, imbuida de los problemas de conciencia de los personajes que crea; gusta describir las luchas internas de éstos, les hace actuar conforme a "su carácter", y expone los diversos y opuestos motivos de la acción. Dejado de lado su primer romanticismo, Deledda se mete de lleno en el naturalismo (verismo).
3. Los personajes de la novela se mueven en un clima de angustiosa incerteza, de lucha titánica contra sí mismos, contra el "destino". El lenguaje, el ambiente, son los de una cultura cristiana, pero con notables ambigüedades y deformaciones.
L.N. y U.G.
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